La sección se masculiniza poco a poco... hoy gracias a Charles M. Towsend que ha abierto su corazón para contarnos como una Pérfida y Chunga Albión le persigue hasta hundir todas sus relaciones. A disfrutar.
La chunga de mi vida, queridos amigos, es Inglaterra. No las inglesas, señoritas por las que siempre he sentido el mayor de los respetos y admiración, sino esa tierra gris, cargada y hostil que es Inglaterra -y añadidos-, en la que consideran que el pastel de riñones...
...es una exquisitez. Desde que empecé a tener relaciones in-estables, Inglaterra se ha interpuesto una y otra vez en el camino de mi felicidad.
Mi primera novia (aquella que ya presentas a tus padres), a la que mis amigos apodaron la encantadora menor, en cuanto terminó el COU, decidió que necesitaba irse un año entero a Inglaterra a estudiar inglés, porque flojeaba en aquel idioma. Yo le animé, claro. Por aquel entonces, me parecía una idea estupenda aquello de salir de casa de mis padres, y poder pasar un año sabático en Inglaterra. ¡Londres Cosmopolita!
Ella decidió que la mejor manera de hacerlo sería encontrar trabajo de au-pair –mundo, que por otro lado, necesitaría un post en sí mismo-. Después de buscar durante un par de semanas, encontró lo que buscaba. Una pareja de bo-bo's hartos de la multitudinaria city, habían comprado y restaurado una ermita medieval en lo más recóndito de Gales, ideal para criar en el campo a sus retoños. Yo le objeté que en Gales no había más que ovejas y minas de carbón, pero ella estaba convencida de que aquello era exactamente lo que necesitaba: una pequeña comunidad rural donde poder ganar algo de dinero –gastando poco- y, ya de paso, aprender inglés.
Al cabo de seis meses, cuando volvió harta de montañas, ovejas y lluvia había decidido que necesitaba espacio para ella misma, y que nuestro noviazgo terminaba en aquel aeropuerto.
Mi segunda novia, la bellísima artista, pasó por una crisis parecida. Al terminar la carrera de psicología, decidió que había tirado los mejores años de su vida, estudiando una carrera con la que no disfrutaba y que no le ofrecía ninguna salida laboral interesante, que lo que ella realmente querría haber estudiado era Diseño de Moda, y que por lo tanto, lo que necesitaba era irse a Inglaterra para aprender inglés, y de paso ganar dinero trabajando como camarera de un hotel.
A mí ya no me apetecía tanto separarme de mi novia, pero entendiendo que era lo que realmente quería hacer, le animé a ello, esta vez sin tanto entusiasmo como la primera. A los dos meses, cuando yo ya no entraba por las puertas, me llamó para decirme, que sentía –en lo más profundo de su corazón, fijo- que lo nuestro se había acabado.
Y yo con el Europa 15 recién contratado.
Mi tercera, la enigmática borde, tras año y medio de convivencia, quiso de pronto, irse a Inglaterra para poder estudiar inglés, porque estaba convencida de que aquello le promocionaría en su trabajo. Yo, ya escarmentado por las anteriores experiencias, le dije que me parecía una idea estupenda, que llamase cuando llegase, y que mandase una postal con sus señas para saber donde le podía enviar sus cosas. Decidió que no se iba, pero a partir de ese momento, uno de los argumentos que esgrimía con mayor vehemencia en nuestras cada vez más frecuentes discusiones era que yo le había impedido irse a Inglaterra a estudiar inglés y así progresar en su carrera profesional.
Al final se largó, claro, pero no a Inglaterra, sino al otro lado de la ciudad, donde se ve que se apuntó a una academia de inglés.
Ahora tiemblo cada vez que mi actual novia habla poniendo ojitos de de cordero degollado de ir a ver la última de Hugh Grant. Le escondo los catálogos de Ryan Air y los discos de Robbie Williams. Y cada vez que alguien propone ir de fin de semana a Londres, que si, que sale muy baratito, yo desvío hábilmente la conversación hacia la cria de gamusinos de corral. Llamadme paranoico, pero estoy convencido de que al final, Inglaterra se interpondrá en nuestro camino.
¡¡Khaaaaaaan!! ¡Yo te maldigo, Inglaterra! ¿¡Por qué siempre tienes que arrebatármelo todo!?
Mi primera novia (aquella que ya presentas a tus padres), a la que mis amigos apodaron la encantadora menor, en cuanto terminó el COU, decidió que necesitaba irse un año entero a Inglaterra a estudiar inglés, porque flojeaba en aquel idioma. Yo le animé, claro. Por aquel entonces, me parecía una idea estupenda aquello de salir de casa de mis padres, y poder pasar un año sabático en Inglaterra. ¡Londres Cosmopolita!
Ella decidió que la mejor manera de hacerlo sería encontrar trabajo de au-pair –mundo, que por otro lado, necesitaría un post en sí mismo-. Después de buscar durante un par de semanas, encontró lo que buscaba. Una pareja de bo-bo's hartos de la multitudinaria city, habían comprado y restaurado una ermita medieval en lo más recóndito de Gales, ideal para criar en el campo a sus retoños. Yo le objeté que en Gales no había más que ovejas y minas de carbón, pero ella estaba convencida de que aquello era exactamente lo que necesitaba: una pequeña comunidad rural donde poder ganar algo de dinero –gastando poco- y, ya de paso, aprender inglés.
Al cabo de seis meses, cuando volvió harta de montañas, ovejas y lluvia había decidido que necesitaba espacio para ella misma, y que nuestro noviazgo terminaba en aquel aeropuerto.
Mi segunda novia, la bellísima artista, pasó por una crisis parecida. Al terminar la carrera de psicología, decidió que había tirado los mejores años de su vida, estudiando una carrera con la que no disfrutaba y que no le ofrecía ninguna salida laboral interesante, que lo que ella realmente querría haber estudiado era Diseño de Moda, y que por lo tanto, lo que necesitaba era irse a Inglaterra para aprender inglés, y de paso ganar dinero trabajando como camarera de un hotel.
A mí ya no me apetecía tanto separarme de mi novia, pero entendiendo que era lo que realmente quería hacer, le animé a ello, esta vez sin tanto entusiasmo como la primera. A los dos meses, cuando yo ya no entraba por las puertas, me llamó para decirme, que sentía –en lo más profundo de su corazón, fijo- que lo nuestro se había acabado.
Y yo con el Europa 15 recién contratado.
Mi tercera, la enigmática borde, tras año y medio de convivencia, quiso de pronto, irse a Inglaterra para poder estudiar inglés, porque estaba convencida de que aquello le promocionaría en su trabajo. Yo, ya escarmentado por las anteriores experiencias, le dije que me parecía una idea estupenda, que llamase cuando llegase, y que mandase una postal con sus señas para saber donde le podía enviar sus cosas. Decidió que no se iba, pero a partir de ese momento, uno de los argumentos que esgrimía con mayor vehemencia en nuestras cada vez más frecuentes discusiones era que yo le había impedido irse a Inglaterra a estudiar inglés y así progresar en su carrera profesional.
Al final se largó, claro, pero no a Inglaterra, sino al otro lado de la ciudad, donde se ve que se apuntó a una academia de inglés.
Ahora tiemblo cada vez que mi actual novia habla poniendo ojitos de de cordero degollado de ir a ver la última de Hugh Grant. Le escondo los catálogos de Ryan Air y los discos de Robbie Williams. Y cada vez que alguien propone ir de fin de semana a Londres, que si, que sale muy baratito, yo desvío hábilmente la conversación hacia la cria de gamusinos de corral. Llamadme paranoico, pero estoy convencido de que al final, Inglaterra se interpondrá en nuestro camino.
¡¡Khaaaaaaan!! ¡Yo te maldigo, Inglaterra! ¿¡Por qué siempre tienes que arrebatármelo todo!?
A mi lo que me parece es que eran todas una hijas de la Gran Bretaña...
ResponderEliminarJoer, tú luchas contra un país entero... :) Eso sí que es chungo.
ResponderEliminarGenial el relato. :D
Da toda la impresión de que si en vez de a Inglaterra se hubieran ido a vendimiar a Santa Perpetua de la Moguda habría pasado lo mismo.
ResponderEliminarJaja, qué sutil, sí señor, tres chungas en una, y con la tapadera argumental de Inglaterra, me encanta, jaja.
ResponderEliminarY luego éramos siempre nosotros los que cortábamos por teléfono, ejem...
Siempre me han dado asco esos ingleses... con sus pecas, sus faldas sin calzoncillos y su cerveza tibia... ¡¿quién los necesita?! Una mujer q te deje por ellos no te merece, cuando quieras montamos una granja de gamusinos, me ha parecido una idea genial.
ResponderEliminar¿Es contagioso? Tengo miedo!
ResponderEliminarSolución 1: Aprende inglés y dales clases particulares.
ResponderEliminarSolución 2: "Ah, guay!! si tú te vas a Londres yo puedo irme a París, a practicar el francés...!!"
Solución 3: Que se vaya a Gibraltar, que también es Inglaterra (snif).
Solución 4: Invadir Inglaterra y castrar a todos los hijos de la Gran Breaña (:D)
Buenísimo!!! buenísimo buenísimo... es que, el país de la gente que parece fabricada con carne de pollo cocido.... debería darnos resquemor!
ResponderEliminarQué coincidencias más chungas que tiene la vida... Curioso.
ResponderEliminar"...A los dos meses, cuando yo ya no entraba por las puertas..."
ResponderEliminarJAJAJAJA....
Jo, con lo que mola el cordero con salsa de menta, mmmm...
ResponderEliminar¡Quejas y más quejas!
ESO es mandar tus naves a luchar contra los elementos y lo demás son chorreces.
ResponderEliminarDicen que las cariátides del Partenón también se fueron allí a aprender inglés.
Davgard... no seas malo... no se lo recordemos.
ResponderEliminarPero... total, ya que tú has sacado el tema... :p, oye, Towsend ¿cómo te enteraste? Cuenta, cuenta.
El inglés, el alemán, el francés...todo el mundo tiene que aprenderlos, ahora que ellos aprendan español, eso es imposible. Si no consintiéramos en este complejo de inferioridad respecto al resto de europeos, estas señoritas se habrían visto obligadas a ser más claras, sin necesidad de poner tierra de por medio.
ResponderEliminarEsa es la versión racional, ahora que sea culpa de los guiris me parece de perlas, una más que se llevan.
Y si hubieran sido recepcionistas, no se van solas a Inglaterra, y menos seis meses, no con lo que habrían visto.
Eso sí es una chunguez (lo de la Señora Inglaterra) y lo demás son tonterías...
ResponderEliminar¿Qué les hizo, Sr. Townsend, a los ingleses en su vida anterior? ._.
PD: Jo, y pensar que en septiembre tengo que irme tres meses a Londres. Jo.
En este blog es de buena educación el ir contestando a los comentaristas de uno en uno. Yo no quiero ser menos.
ResponderEliminarFresa: Ni mucho menos; sólo eran personas.
Almost Evil: Gracias. ¡La vengansa será terrible!
Merisuan: Eso pienso yo. Que simplemente no se merecían lo que les había caído encima :-).
Aaaaah, la caza del gamusino salvaje; ese GRAN dsitractor de infantes.
Mauve: que yo sepa el doctor House aún no se encarga de los casos de inglaterritis agudos. ¡No nos pongamos nerviosos!
Niña: ¡Cuantísima violencia!
Neblina: Ya le digo. Yo siempre que mento algo proviniente de Inglaterra, me santiguo, por si acaso.
Querida_enemiga: ¡Serendipias! ¿Coincidencias? No lo rceo.
Davarg: ouch :-)
Efe: ¿Que decías tu de las inglesas? ¿De verdad queremos abrir heridas?
E. Martín: Si, igualito que las esfinges.
Niña, de nuevo: Ouch! Ya lo he dicho, porque ya no entraba por las puertas. ¿No les he hablado nunca de las tres verdades universales que se convierten en leyes sobre las relaciones inter-personales? Be, si haces el favor...
Xisca: No es que quisieran poner tierra de por medio; por lo menos, yo nunca lo entendí así. Como diría aquella pegatina, "shit happens"
Limoncito: Masacrarlos, por supuesto.
El pais de gales es peligroso de verdad... yo que estuve por alli lo observe de priemra mano. Sin embargo, el fenomeno es inexplicable. El lugar es aburridisimo, los aborigenes un muermo y la cerveza mediocre.
ResponderEliminarPero el caso es que nadie vuelve emparejado.
Para mi la más incomprensible es la primera, con eso de que se va al país de Gales y luego necesita más espacio ¿qué pasaría allí? ¿la tendrían en una mazmorra? ¿se lo creería de tanto leerlo en las superpops inglesas?
ResponderEliminarA mi me pasó al revés. Yo me fui a Inglaterra y quien me dejó fue mi chungo.
ResponderEliminarLa gente en sí es chunga, qué se le va a hacer. Yo sigo adorando Inglaterra!!
Así pues, señor davgard, ¿podemos considerar cumplido el reto?
ResponderEliminar"Srta. Be: ¡Nunca conseguirá un post genuino sobre una chunga escrito por un tío! Jajajaja...(Risa vampírica)"
Si la(s) chunga(s) de Tow no son válidas, tengo una o dos más en la recámara.
Yyyy...estoooo, verás Tow es queeeeee, necesito mejorar mi inglés para poder ascend...¿porqué sacas esa espada vorpal +2 y me amenazas con ella? socorr...
ResponderEliminar(Y Sheena no pudo empezar sus clases de inglés en la academia de la esquina) :-P
besukis!!
Hombre, srta. Be, el señor Townsend ha sido bastante amable y...elíptico al referirse a ellas.
ResponderEliminarEn cambio, algunos post de chungos eran mucho más concretos, más explícitos...y más durillos, todo hay que decirlo.
Aunque, bueno, si tiene algun otro post de chungas por ahí, cuando los cuelgue ya le diré.
Jo. Mierda pa Inglaterra.
ResponderEliminarA ver, el problema no es hablar de chungas, que haberlas haylas a patadas. Lo dificil es lograr hacerlo y que haga puñetera gracia (y no deje en demasiado mal lugar a uno por haberlo soportado).
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