En el pueblecito de Almería en el que mi familia, conocida como “la de los itinerantes veraneos”, pasó un mes de agosto, las niñas hacían espiritismo y quedaban a medianoche en la playa para bailar con el diablo. Mis hermanas y yo nunca nos unimos. Lo primero, nos parecía el antiplanazo. Lo segundo, qué miedo.
Sí, ya sé, la ouija es como una casilla obligada en el itinerario adolescente, pero ya sea por leer de superpequeñas las leyendas de Bécquer, ya sea por la de cosas que se oyen cuando eres girl scout, nosotras nos la saltamos.
Sí, ya sé, la ouija es como una casilla obligada en el itinerario adolescente, pero ya sea por leer de superpequeñas las leyendas de Bécquer, ya sea por la de cosas que se oyen cuando eres girl scout, nosotras nos la saltamos.
Bueno, no exactamente... Porque yo hice una ouija preadolescente, una vez, en el cole de monjas.
Eran las 9:45. Tenía clase de religión con Sor María del Carmen, alias “La Loba”, y llegaba 15 minutos tarde (otra vez). No me apetecía nada aguantar la bronca, así que decidí quedarme en el baño leyendo hasta el cambio de clase.
Una idea muy poco original, porque allí me encontré con otras 2 niñas. Fue un encuentro muy “Breakfast Club”: las tres nos sonábamos de cara pero no habíamos hablado nunca. Empezamos a hablar de cosas peregrinas y al poco rato, no sé cómo, habíamos dibujado una ouija en una hoja del cuaderno de cuadritos y teníamos los dedos índices apoyados en una moneda de duro. Decidimos llamar a Marilyn Monroe.
Y respondió a nuestra llamada. De hecho, fue un encanto. No recuerdo bien lo que le preguntamos, pero sí recuerdo que fueron cosas importantes, trascendentes, en plan “me gusta un chico mayor (tiene 15), qué hago” o “mi madre dice que el agua oxigenada es malísima para el pelo, ¿es cierto?”, y ella nos contestó con muchísima paciencia.
La cosa es que una de las niñas, la que dibujó la ouija (la que sabía como era, vamos), nos contó que su hermana era médium. Yo no sabía ni lo que era, pero esa mañana me enteré de que existen personas dotadas de facultades paranormales que les permiten actuar de mediadoras en la consecución de fenómenos parapsicológicos o de hipotéticas comunicaciones con los espíritus.
La hermana de esta chica (llamémosla Silvia, aunque no me acuerdo de su nombre) era médium y hacía viajes astrales. Y Silvia nos contó cómo. Tampoco dio para mucho, que después del consultorio con Marilyn sólo quedaban como 10 minutos hasta el cambio de clase, así que fueron como unas nociones nada más. Pero me moló tanto que me pasé semanas visualizando el trayecto Avenida de Europa(1)-Moncloa(2) antes de dormirme.
No, nunca me desperté en el Ejército del Aire(3). Pero después me di cuenta de lo peligroso que es intentar estas cosas sin supervisión de un experto. Fue cuando Aramis Fuster aún no era famosa por sus tangas y sus cosas, sino por ser “tu bruja particular”. Tenía un espacio de 5 minutos en la madrugada de Telecinco: “La Hora de Aramís Fuster” donde contaba cosas como que, cuando aún no controlaba bien sus poderes, en un viaje astral se quedó encerrada en un baldosín del cuarto baño. Me dieron escalofríos. ¡Lo que me podía haber pasado! ¡En un azulejo!
Aclaración de los localismos centralistas:
(1) En Pozuelo, donde “la familia de los itinerantes veraneos” vivía por entonces.
(2) Lo que encuentras según entras a Madrid capital por la carretera de La Coruña.
(3) Primer edificio nada más pasar el Arco del Triunfo a la derecha.
Eran las 9:45. Tenía clase de religión con Sor María del Carmen, alias “La Loba”, y llegaba 15 minutos tarde (otra vez). No me apetecía nada aguantar la bronca, así que decidí quedarme en el baño leyendo hasta el cambio de clase.
Una idea muy poco original, porque allí me encontré con otras 2 niñas. Fue un encuentro muy “Breakfast Club”: las tres nos sonábamos de cara pero no habíamos hablado nunca. Empezamos a hablar de cosas peregrinas y al poco rato, no sé cómo, habíamos dibujado una ouija en una hoja del cuaderno de cuadritos y teníamos los dedos índices apoyados en una moneda de duro. Decidimos llamar a Marilyn Monroe.
Y respondió a nuestra llamada. De hecho, fue un encanto. No recuerdo bien lo que le preguntamos, pero sí recuerdo que fueron cosas importantes, trascendentes, en plan “me gusta un chico mayor (tiene 15), qué hago” o “mi madre dice que el agua oxigenada es malísima para el pelo, ¿es cierto?”, y ella nos contestó con muchísima paciencia.
La cosa es que una de las niñas, la que dibujó la ouija (la que sabía como era, vamos), nos contó que su hermana era médium. Yo no sabía ni lo que era, pero esa mañana me enteré de que existen personas dotadas de facultades paranormales que les permiten actuar de mediadoras en la consecución de fenómenos parapsicológicos o de hipotéticas comunicaciones con los espíritus.
La hermana de esta chica (llamémosla Silvia, aunque no me acuerdo de su nombre) era médium y hacía viajes astrales. Y Silvia nos contó cómo. Tampoco dio para mucho, que después del consultorio con Marilyn sólo quedaban como 10 minutos hasta el cambio de clase, así que fueron como unas nociones nada más. Pero me moló tanto que me pasé semanas visualizando el trayecto Avenida de Europa(1)-Moncloa(2) antes de dormirme.
No, nunca me desperté en el Ejército del Aire(3). Pero después me di cuenta de lo peligroso que es intentar estas cosas sin supervisión de un experto. Fue cuando Aramis Fuster aún no era famosa por sus tangas y sus cosas, sino por ser “tu bruja particular”. Tenía un espacio de 5 minutos en la madrugada de Telecinco: “La Hora de Aramís Fuster” donde contaba cosas como que, cuando aún no controlaba bien sus poderes, en un viaje astral se quedó encerrada en un baldosín del cuarto baño. Me dieron escalofríos. ¡Lo que me podía haber pasado! ¡En un azulejo!
Aclaración de los localismos centralistas:
(1) En Pozuelo, donde “la familia de los itinerantes veraneos” vivía por entonces.
(2) Lo que encuentras según entras a Madrid capital por la carretera de La Coruña.
(3) Primer edificio nada más pasar el Arco del Triunfo a la derecha.
Si no creyeras en esas cosas no te pasaría, hombreyá. Si ej que la fe es mu malaa.
ResponderEliminar... ni oija ni ostias, yo quiero saber lo de el pueblo ese donde las chicas trasnochaban para bailar con Satanas.
ResponderEliminar¿Bailaban agarrao o mas bien suelto?
¿Se turnaban o le hacian corro como en la discoteca?
¿Bailaba el Diablo, como todos sospechamos, al son de Loco Mia?
Vale, guay, ya tengo para un dibujo o dos. Jo, mira que olvidar este tema...
ResponderEliminarPS: Jo, yo nunca he tenido un momento hughes como el tuyo.
La CIA desclasificando cosas y yo con estos pelos...
ResponderEliminarQué va, Chache, si no creo... es más bien eso del "haberlas haylas".
ResponderEliminarJeje, Hombre Malo, qué tontería, te lo habrías pasado muchísimo mejor bailando con nosotras en un bar pequeñito donde había una mesa de billar y sonaba rock.
Efe, vale pero llámame "musa".
Somo, anda y no disimules, que tú esta historia ya te la sabías.
Lo del azulejo va a ser cierto...
ResponderEliminarSerá que la zona noroeste de Madrid, aunque cueste mucho creerlo, es un lugar "mágico". En mi familia tenemos un pequeño ser que a los tres años recibió un mensaje.
ResponderEliminarHay algo peor... ¡quedarse atrapado en la raya negra entre dos baldosines!
ResponderEliminarJue be que historia, jeje yo tengo en casa un libro que habla sobre los viajes astrales, y dice que te puedes ir a cualquier parte del mundo, jaja si que le he dicho a mi madre que mañana no me despierte hasta las 12 por que me voy al caribe
ResponderEliminarEyy!! Pero una vez me paso algo muy extraño, esta durmiendo y de repente note como si me empujaran hacia el colchón, pero homogéneamente en todo el cuerpo con la misma fuerza en cada parte de este, no se, me dio un poco de cague, y cuando me desperté mire el libro ese de los viajes astrales y lo que me paso significaba que mi alma se había ido a dar una vuelta y que intentaba entrar en mi cuerpo pero le costaba, de ahí el empuje
Bs be
Maga, para evitar eso está la técnica de "echar el ancla", que consiste en sacar una pierna de la cama para que las cosas dejen de dar vueltas.
ResponderEliminar¡Menos güisquis!
¡¿¡¿Pero es que nadie va a comentar que habló con Marilyn Monroe?!?!
ResponderEliminarTía y qué te dijo de lo del agua oxigenada??
Jo! y qué le parecía lo de su cara en los bolsos de los chinos??
Madre mía, cuantas dudas... Avísame un día, quedamos y la pegamos un toque o algo, no?
Be -sitos- Be.
Anonima for ever, jajajaja.
ResponderEliminarSolarisss... Pues en la urbanización de las Rozas en la que dicha familia vive ahora (por suerte no en la misma casa), había un fantasma que decía ser una monja muerta, vinculada a un cierto sinfonier.
Achab, jajajaja, sí, eso debe de ser el infierno en la tierra!
Maga, pues deja de hacer experimentos ¡¡a ver si la próxima vez no vas a poder entrar!!
Somo, deja a la niña que está de vacaciones ;)
Los consejos de Marilyn se parecían bastante a los de la Ragazza (a lo mejor las redactoras los sacan del mismo sitio). El agua oxigenada es fatal, lo mejor según Marilyn era convencer a la madre de que pagara unas mechas bien hechas.
Juanan, si no me diera tanto miedo tu avatar te diría que cuando quieras...
Tía... Que el tuyo es una pinypon con cascos!
ResponderEliminarJajajaja, pero Juanan, yo soy una perriodista radiofónica. ¿Tú eres un caníval con gafas?
ResponderEliminarGafas llevo y carne como...
ResponderEliminarPero sobre todo, sobre todo, me gusta ponerme mi jersey de rayas, mis happy luck y leer la biblia en el porche de mi granja!!
¿Por qué será que en ningún sitio se pratica Ouija femenina adolescente como en los colegios y residencias de monjas?
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