"Ni consola ni consolo". Gran frase del anuncio de Coca-cola que últimamente se ve por la tele y que habla de hacerse mayores, de cambiar. En mi caso, desde hace tiempo tengo esa sensación horrorosa de "ohdiosmíohablocomomimadre" cuando estoy en contacto con gente más joven. Y no me refiero al despotricar de las nuevas generaciones sino al tema de la experiencia y de mi reacción ante la gente más joven.
Por cuestiones de trabajo y personales, en los dos últimos años he tenido cerca continuamente a dos o tres postadolescentes (18-19 años) y la experiencia ha sido... reveladora. Como son muy jóvenes, cuentas con su inexperiencia y con que habrá cosas que salgan mal por eso, y te lo tomas con humor y paciencia, aunque a veces las quieras matar por ser tan atolondradas (¿veis? "atolondrada": palabra de señor mayor). Pero después piensas que tú también has estado en esa situación de tener un primer trabajo y andar muy despistada y te solidarizas.
El caso es que las chicas, cuando tienen un poco más de confianza (o así, de buenas a primeras, que hay gente que es así) te empiezan a contar que le gusta fulanito, que menganito le ha mandado un mensajito subido de tono, que se estuvo enrollando con el amigo de fulanito el sábado por venganza por no hacerle ni caso, que se puso hasta las cejas a cubatas y... Ante tanta información, me he dado cuenta de que suelo reaccionar de tres maneras, distintas, pero que me hacen sentir muy mayor.
Primero, a veces me convierto en la reencarnación de todas las madres del mundo: "¿que te subiste TÚ SOLA en el coche de un tipo al que no conocías y que se había tomado unas copas, a las cinco de la mañana, sólo porque se ofreció a llevarte a casa? TÚ ESTÁS LOOOOCAAAA. A mí no me cuentes estas cosas que me pongo mala. Que un día pasará algo malo y entonces lloraremos".
Otras cosas que me cuentan me hacen gracia y me provocan mucha ternura, porque veo desde fuera cómo se toman todo con tanta pasión, con tanta ilusión y tan a pecho que son conmovedoras. Las ves dar saltos por la oficina cada vez que suena un toque de móvil, o cada vez que llega un mensaje: "oooh, ¿que fulanito te ha mandado un mensaje diciendo "jdr,tronk,rs l cañ,kier k llg l sbado pr vrt"... qué mono... ¿pero me lo puedes leer, así como con vocales, que no acabo de pillarlo?".
Pero nada me hace sentir tan mayor como esas situaciones en las que acabo dando consejos o queriendo darlos. Cuando, por lo que te cuentan, ves venir la catástrofe y sabes que, por ejemplo, la historia con fulanito tiene todas las papeletas de acabar fatal. O cuando llega el gran drama porque, efectivamente, la historia con fulanito ha sido un desastre. En esas situaciones, me entran unas ganas locas de decir dos cosas que he aprendido en estos años: "hay que cuidarse mucho" o "tranquila, todo pasa. Todo acaba pasando".
A veces me callo, porque sé que nadie escarmienta en cabeza ajena y que de poco sirven esas palabras: hay que aprenderlas por medios propios. Otras veces hablo, pero me siento "un poco" vieja y "un bastante" estafadora. Al fin y al cabo, aunque haya recorrido ya unos poquitos años más que ellas y haya aprendido algo, no soy quién para hablar demasiado alto y dar consejos: todavía tengo mis crisis, mis confusiones, mis líos mentales, mis caídas del guindo... y, aunque voy mejorando, no sé si alguna vez aprenderé a manejar bien todo eso. Porque me temo que esto no se me va a curar ni a los cuarenta, ni a los cincuenta y ni a los cien. Por eso, ¿quién soy yo para dar consejos?
Por cuestiones de trabajo y personales, en los dos últimos años he tenido cerca continuamente a dos o tres postadolescentes (18-19 años) y la experiencia ha sido... reveladora. Como son muy jóvenes, cuentas con su inexperiencia y con que habrá cosas que salgan mal por eso, y te lo tomas con humor y paciencia, aunque a veces las quieras matar por ser tan atolondradas (¿veis? "atolondrada": palabra de señor mayor). Pero después piensas que tú también has estado en esa situación de tener un primer trabajo y andar muy despistada y te solidarizas.
El caso es que las chicas, cuando tienen un poco más de confianza (o así, de buenas a primeras, que hay gente que es así) te empiezan a contar que le gusta fulanito, que menganito le ha mandado un mensajito subido de tono, que se estuvo enrollando con el amigo de fulanito el sábado por venganza por no hacerle ni caso, que se puso hasta las cejas a cubatas y... Ante tanta información, me he dado cuenta de que suelo reaccionar de tres maneras, distintas, pero que me hacen sentir muy mayor.
Primero, a veces me convierto en la reencarnación de todas las madres del mundo: "¿que te subiste TÚ SOLA en el coche de un tipo al que no conocías y que se había tomado unas copas, a las cinco de la mañana, sólo porque se ofreció a llevarte a casa? TÚ ESTÁS LOOOOCAAAA. A mí no me cuentes estas cosas que me pongo mala. Que un día pasará algo malo y entonces lloraremos".
Otras cosas que me cuentan me hacen gracia y me provocan mucha ternura, porque veo desde fuera cómo se toman todo con tanta pasión, con tanta ilusión y tan a pecho que son conmovedoras. Las ves dar saltos por la oficina cada vez que suena un toque de móvil, o cada vez que llega un mensaje: "oooh, ¿que fulanito te ha mandado un mensaje diciendo "jdr,tronk,rs l cañ,kier k llg l sbado pr vrt"... qué mono... ¿pero me lo puedes leer, así como con vocales, que no acabo de pillarlo?".
Pero nada me hace sentir tan mayor como esas situaciones en las que acabo dando consejos o queriendo darlos. Cuando, por lo que te cuentan, ves venir la catástrofe y sabes que, por ejemplo, la historia con fulanito tiene todas las papeletas de acabar fatal. O cuando llega el gran drama porque, efectivamente, la historia con fulanito ha sido un desastre. En esas situaciones, me entran unas ganas locas de decir dos cosas que he aprendido en estos años: "hay que cuidarse mucho" o "tranquila, todo pasa. Todo acaba pasando".
A veces me callo, porque sé que nadie escarmienta en cabeza ajena y que de poco sirven esas palabras: hay que aprenderlas por medios propios. Otras veces hablo, pero me siento "un poco" vieja y "un bastante" estafadora. Al fin y al cabo, aunque haya recorrido ya unos poquitos años más que ellas y haya aprendido algo, no soy quién para hablar demasiado alto y dar consejos: todavía tengo mis crisis, mis confusiones, mis líos mentales, mis caídas del guindo... y, aunque voy mejorando, no sé si alguna vez aprenderé a manejar bien todo eso. Porque me temo que esto no se me va a curar ni a los cuarenta, ni a los cincuenta y ni a los cien. Por eso, ¿quién soy yo para dar consejos?
¡Vieja! ¡Vieja!
ResponderEliminar(jijijijiji)
Empieza a preocuparte en serio cuando descubras que con quienes te llevas mejor en el trabajo es con la facción marujil/futbolera.
ResponderEliminarA mi me pasa igual, Y tu eres mas joven que yo, yo fui pionera en llevar pantalon pitillo...Cuando ponen ese anuncio mi chico y yo nos miramos y sonreimos. Es para nosotros.
ResponderEliminarAy Misia!
ResponderEliminarCuándo te veré por aquí? necesito que hagas de mami para mi!
Fdo. Quelitas
Mira, es no sólo inevitable sino conveniente:
ResponderEliminar- los mayores damos (argh, me he incluido) consejos a los pequeños,
- los pequeños desobedecen,
- los mayores podemos elegir entre un "chincha rabiña, te lo dije" y
- callar y pensar "es que se veía venir, pero no se escarmienta en cabeza ajena".
Dar consejos como una madre me parece de lo más bonito que hay. Y tiene la ventaja de que gracias a/por culpa de nuestra (ejem, nos supongo la misma aprox.) edad, los jóvenes y las jóvenas (ouch!) son más permeables a lo que les digamos.
¡Haced el bien!
¿También les dices "pero cuanto amoooooooooooooor?
ResponderEliminara mi me han llamado pureta dos veces... pureta!!!
ResponderEliminarYo también me siento súper vieja si tengo que hablar con gente de menos de 20 años. Igual es que lo soy. :( Seguro que ellos lo piensan. Buaaaaaaaaaaaaaaa...
ResponderEliminarSi, vale, todo lo que tú quieras, pero yo me quedo sin consola, ¿no?
ResponderEliminargpwdlm
El instinto es el instinto y es facil ver que la catástrofe se cierne sobre otra persona y, si se le tiene un cierto aprecio o por lo menos no se le desea mal, aconsejarle para intentar que no le caiga el marrón. Si uno tiene más experiencia, por los años, normalmente, es más facil o, por lo menos, tentador.
ResponderEliminarA mí no me da por ahí especialmente pero eso se debe a que no tengo tanta diferencia de edad con mis compañeros y a que uno no puede arreglar la vida de los demás, sólo recoger los pedazos cuando se estrellan.
vieja? te sientes vieja porque hablas como tu madre? ya verás el día en que empieces a echarle broncas a tu madre porque es una loca que se comporta como una cría y no le hace caso a los sabios consejos de la abuela.
ResponderEliminarya verás, ya.
Yo no me siento vieja... definitivamente soy vieja. Pero a veces me entran ganas de dar collejas a gente que tiene un par de años más que yo también, porque hay gente que sigue escarchada aunque pasen los años.
ResponderEliminarLo peor es que no me parezco a mi madre. Me parezco a mi padre que es un cascarrabias.
Y lo peor es cuando ya no entiendes cuando tú te comportabas igual,jeje.
ResponderEliminarLos años no pasan en balde, ni las desilusiones ni los desengaños. Supongo que algo vamos aprendiendo con el tiempo.
Si pero ¿y ese arrebatador sentimiento de superioridad veterana cuando te discuten un dato (un autor, una película...) y tu les puedes responder que lo sabes porque estabas allí y lo leiste/viste cuando salió por primera vez (y más cuando puedes añadir "antes de que nacieras")?
ResponderEliminarQue sabe más Cthulhu por viejo que por Cthulhu (y he visto cosas que no creeriais...)
Chache, ¡te vas a llevar una colleja virtual!
ResponderEliminarCa_in, marujil puede, futbolera será un poco más complicado.
Gemma, yo me siento más identificada con lo de la fiesta, que es peor!
Quelitas, en unos veinte días andaré por la isla... pero te llamo antes (si se trata de enchufarme al pequeñajo, me parece que me voy a rebelar).
Ephedro, aaay, que yo me siento como el abuelo cebolleta si les razono el porqué de las cosas.
Lorz, eso es más de mi compañera de bloj. Peeero, de vez en cuando se me escapa el "qué monos sooois".
Géminis... ¡PURETA!??? emparédalos.
Es la única solución.
The inner girl, ni hablar. Es que tienen la perspectiva de edad corta de miras.
Susodicho, por díos, no me digas que vas a empezar otra vez con el acoso psicológico, que te mando muy lejos. A, a... Barcelona.
Iluminatus, ya he comprobado que, generalmente, les entra por un oído y les sale por el otro.
Primaveritis, tienes razón: eso es un escalón más.
Gato, es que la estupidez no disminuye con la edad. Y muy cascarrabias no te veo yo a ti...
Lucía, ya, pero a veces no dejamos de tropezar con la misma piedra.
E. Martín, jaja, yo es que soy malísima para acordarme después de momentos míticos de esos. Aunque hubiera estado, mi mente lo habrá perdido... como lágrimas en la lluvia