Ya he vuelto de la primera parte de mis vacaciones y tengo que decirlo: me ha encantado Estambul. He descansado, he visto sitios preciosos, he comido como una princesa, he aprendido mucho, he conocido gente estupenda ¡y he recibido la visita de las musas! Así es, amiguitos: habrá posts -sí, postS, en plural- inspirados por el viaje, habrá reportaje fotográfico, habrá aventuras, humor y amor. Hoy, la primera entrega, con un poquito de autoescarnio.
Me encanta viajar. Me encanta llegar a un sitio nuevo, hacerme una composición de lugar y empezar a recorrerlo para formarme una opinión, para reescribir por mí misma las ideas que haya podido leer en periódicos, novelas o guías de viaje. Mi compañera de aventuras en esta ocasión ha sido Noa. Si hubiera que describir nuestros perfiles de viajeras en dos palabras, yo sería una "risk taker" y ella una "tía prudente".
Y así estaba la cosa, Noa y yo por las calles de Estambul, driblando los piropos, las preguntas políglotas y las invitaciones a cenar, con nuestra guía Lonely Planet y un mapa, buscando restaurantes con terraza en la azotea, porque Estambul hay que verlo desde arriba. Y allí estábamos en nuestra segunda noche, en una terraza en un cuarto piso con las más maravillosas vistas a Santa Sofía, hablando de lo mucho que nos estaba gustando la ciudad.
-Me encanta viajar. No sólo por ver sitios y hacer cosas, sino por las personas que conoces. Si no te relacionas con la gente, ¿para qué viajar? No merece la pena, casi puedes quedarte en casa.
Ésa era yo, poseída por el gran Manitú de la multiculturalidad, como casi siempre que viajo.
Nuestro camarero en esa ocasión era una especie de clon del príncipe Eduardo (ew!), pero era majete y bastante profesional. Se adelantaba a nuestras necesidades, nos atendía perfectamente, buscaba los mejores planos para sacarnos bonitas fotos con la iglesia/mezquita/museo al fondo, contestaba a las preguntas de Noa sobre religión, nos invitaba a tés y a raki (licor de anís)... y todo esto sin ser pesado, ni intentar ligar, ni decirnos lo guapas que somos, ni... Un soplo de aire fresco en un país en el que, en palabras de Noa, "están las 24 horas del día intentando ligar: son como los italianos, sólo que no descansan nunca".
Y cuando terminamos de cenar, el chico nos dijo:
-Vamos a salir unos amigos a tomar algo y bailar, ¿os venís?
Yo dije:
-¡Fenomenal!
Noa dijo:
-¡Ni de coña!
Nos miramos, el chico nos dejó discutiéndolo. La conversación fue como sigue:
-¿Por qué no?
-Porque no les conocemos de nada.
-Pues ya les conoceremos.
-Es correr un riesgo innecesario, Be. Si quieres ir de copas, nos vamos solas.
-Pero es que la gracia es, precisamente, ir con gente de aquí. Es la única manera de ver el verdadero Estambul.
-Ya. Y si resultan ser unos psicópatas violadores, ¿qué?
-Bueno, como a donde vamos es un bar lleno de gente, pues no creo que nos lleguemos a enterar. Pero además, mira al pobre Eduardo, ¿tú crees que tiene malas intenciones?
-Be, éste lo que quiere es ligar contigo.
-¡Que va! ¡Pero si no ha sido nada pesado! Lo que quiere es conocer gente.
-Claro. Pero conocer gente en el sentigo bíblico.
-Que no, mujer, que no todos van de ese palo. Anda, anímate. Si total sólo es bailar y charlar; a mí cuando viajo me gusta conocer gente, ver cómo viven, qué les interesa, qué les preocupa, qué le piden a la vida...
Y en ese momento apareció Eduardo con un papel doblado... que resultó ser una notita para mí.
Decía:
"Please come one floor downstairs, I have something important to tell you".
Mierrrrrda. O era de la CIA o Noa tenía razón. Mientras yo refunfuñaba, Noa se partía de la risa y doblaba la propina del chaval.
Bajamos juntas las escaleras, pero Noa siguió bajando cuando el chico se acercó a hablar conmigo. Y ahí me quedé yo, sola ante el peligro.
-¿Has leído mi nota?
-Sí. Oye, mira, que estamos supercansadas, nos vamos al hotel.
Y entonces dijo una frase que escucharíamos miles de veces a lo largo de los siete días de viaje:
-You broke my heart...
Lo que me dieron ganas de romperle fue la cabeza. ¡¡Hacerme perder una discusión de esa manera tan tonta!!
-Piensa en positivo, Be: Zapatero estaría superorgulloso de tu apasionada defensa de la Alianza de Civilizaciones.
Pues menudo corazón más debilucho tenía el Eduardo. Ni el cristal se rompe TAN fácilmente. En fin...
ResponderEliminarEspero ansiosa el resto de tus aventuras turcas, que se os echa de menos cuando no actualizáis.
Pobre Eduardo, pero pensé que el viaje era por trabaja o eso creo que leí en tu formspring, de hecho, al ver la foto del tío ese, pensé que era algún presidente o algo así en una rueda de prensa.
ResponderEliminarDel inglés lo único que no he entendido es downstrairs, ¿qué significa?
Inés, es que, si hay que creerse todo lo que dicen los turcos, allí los corazones de cristal son un mal endémico!!
ResponderEliminarLight Shine, noooo! Estoy de vacaciones todo el mes de agosto, que falta me hace. Ha sido un año intenso, y el que viene no sé cómo va a ser... "Downstairs" es "el piso de abajo", "la planta baja" o "un piso más abajo", depende del contexto.
De corazón debilucho nada, ¡que no todos los días (ni todos los años) recibiría el pobre Eduardo impresiones como conocer a Be! ¡Hay que tener el corazón de piedra, para resistir eso!
ResponderEliminarEsperamos impacientes la continuación... y si Noa se enrolla y escribe algo, tampoco nos quejaremos mucho, por cierto...
Be, yo probé la táctica del "estoy casada" y si no tienes al maromo al lado tampoco te creas que les impresiona mucho pasan al "ojos que no ven...". Yo creo que los turcos usan de forma brutal la teoría de la probabilidad: si le preguntas a todas alguna te dirá que sí.
ResponderEliminarPero vamos, lo intentan con las guapas ;)
Pues en este caso, Team Noa, a ver qué hacéis en próximos posts...:P
ResponderEliminarZor, pero qué mono eresss! Ya estoy escriendo el siguiente post, pero aviso que de la historia con Eduardo no hay continuación.
ResponderEliminarXisca, no me digas cosasssss! XDDD
Cattz, conocimos a uno que era total, era un señor de sesentaitantos años que le tiraba los tejos a todo lo que se movía. Y quiero decir TODO, señoras de 90 incluídas.
ResponderEliminarNo tenía vergüenza pero era un encanto. Qué bien me ha caído todo el mundo en este viaje.
Hay que ver, ligando en el mar de
ResponderEliminarMármara, como una Helena cualquiera.
Por cierto, si los turcos son ahora como Eduardo es que la UE es contagiosa de un modo raro. ¿Qué ha sido de esos estupendos señores morenos con bigote?
Es el fin del mundo, sin duda.
LOL. Esos tíos deben ser como un pueblo de esos de caravana de mujeres pero todo el rato. Y que mamón el tío, con notitas como si estuviéramos en el instituto. XD
ResponderEliminarTiene que ser una ciudad preciosa. ¿Me llevas en la maleta la próxima? Soy peque, no ocupo mucho :D.
ResponderEliminarY el tío... un crack jajaja. Tenías que haberle invitado a algo sólo por la notita y la cara que le echó xD
Yo estuve en Abril y volví encantada y enamorada de la ciudad.
ResponderEliminarY no se lo que te parecería a ti, pero mi conclusión y la de mi acompañante fue que 3 de cada 5 turcos están bueno. Salíamos a la calle super felices a alegrarnos la vista.
No se si verías este sitio, pero en la zona de Sultanahmet había una cafetería que se llamaba Aria Cafe desde donde habían unas vistas maravillosas de la Mezquita Azul. Ver la mezquita de noche iluminada desde abajo mientras fumas una narguile es una de las vistas mas maravillosas que jamás he tenido el placer de presenciar.
Como estaba al lado de nuestro hostal íbamos todas las noches y el último día que cenamos ahí el dueño (un chico libanés muy simpático e interesante) nos invitó a una narguile y a té y como no había demasiada faena venía y se sentaba con nosotros a hablar.
Las invitaciones nocturnas las tuvimos en muchos sitios, incluso proposiciones de matrimonio jijiji, pero la gente genial siempre.
Este año me toca pedir destino Erasmus y tras este viaje no tengo ningún tipo de duda.
Ohhh que planazo Be.
ResponderEliminarYo en Berlin nada de nada..claro que ir con un maromo de 1, 90 espanta a cualquiera con el corazón de cristal.
Espero ansiosa más detalles...¿ la próxima vez me llevas? Soy majísima y nada prudente...
Güeitaitaminit, ahora que lo pienso en El Cairo también querías aceptar la invitación a cenar de otro camarero... Esto empieza a resultarme familiar por momentos. Noa, toda mi solidaridad prudencial.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con las dos componentes de la expedición: Estambul es precioso y genial para conocer gente, pero no viene mal un poco de prudencia.
ResponderEliminarEso en Constantinopla no pasaba...
ResponderEliminarEfe, ya me conoces, cualquier lugar es bueno. Sobre los morenos con bigoe, los hay, pero también los hay que parecen eslavos...
ResponderEliminarIlluminatus, ¡total! Eso pensé yo: "No, ¿en serio me está pasando una notita?" Qué tíos, ¡no descansan nunca!
La Niña, si yo me hubiera ido de copas con él, pero es que cualquier cosa que hiciera lo hubiera considerado "animarle", y no. Sobre ir a Estambul, pienso volver, así que ya veremos ;)
Silf, ¡qué chulooo! Yo también lo pensé, me pareció un buen sitio para vivir un tiempo. Me encanta eso, cuando te encuentras con alguien al que le apetece hablar, y te cuenta su vida y te pregunta cosas... a eso me refería con el rollo alianza de civilizaciones. Es genial.
Moli, el año que viene ponemos en común planes/ideas, y a ver. Me da que seríamos compatibles. ¿A ti te parecería fatal que alguna noche no durmiera en el hotel?
MariCalpi, ¡no seas perraca y cuéntalo todo bien! Aquel niño, que tenía 19 o así, estudiaba en el Cervantes y hablaba español bastante apañadamente, nos invitó a cenar a casa de su familia, con padres, hermanos, abuelos... Y si no fuimos fue por culpa de MiNovio (el copto) que nos lo puso todo fatal. No sé cómo le hicimos caso, hubiera molado.
Speedygirl, no creas que voy por la vida en plan de loca, ¿eh? Yo cuando conozco un desconocido lo primero le pregunto si no será el asesino del hacha, ¡y si me dice que sí, no sigo hablando con él ni de coña! ^_^ Tienes toda la razón, ¡que no quiero trasmitir aquí que al irse de vacaciones una tenga que hacer el loco!
Capitán, ah, los viejos buenos tiempos... Aunque igual era todo más aburrido, ¿no?