Tengo los ojos saturados de los azules y verdes del mar, del color del cielo, de las tonalidades de la piedra, del verde de los pinos. Veo a mis pies el agua transparente, tanto que se puede atisbar qué hay en el fondo: bajo el verde claro fina arena, bajo el azul oscuro las rocas.
Corre el viento por toda la cala, llega desde alta mar, fresco, y me hace tomar conciencia de mi piel seca y cubierta de sal, del movimiento suave de mi pelo sobre mi espalda, de mi bikini aún húmedo. El sol está en lo alto del cielo despejado, haría bastante calor si no fuera por esta bendita brisa marina que resuena y me llena los oídos. Es lo único que oigo: la playa ya queda demasiado lejos como para hacerme llegar sus ruidos y la dirección del viento no le ayuda, sino que me permite estar ahí, aislada. Cierro los ojos. Noto el sabor del mar en la boca. Me lleno de aire los pulmones y hasta ahí me llega el olor de los pinos y del mar.
Me acerco más al borde de las rocas. Me gustaría bañarme: tengo calor y el agua está tan limpia y transparente que me llama. Parece mucho más apetecible que el agua que he dejado atrás, en la playa. Pero hay unos cuatro metros de caída hasta el agua. Se me encoge un poco el estómago al pensar en el salto. Sé que no es mucha altura, pero no puedo evitar que me dé un poco de miedo: no controlo bien la profundidad, estoy lejos de la orilla, las rocas están cerca. Parece seguro, he visto a algún que otro bañista tirarse desde aquí (y a otros cuantos renunciar al salto) pero no puedo evitar la sensación de vértigo al asomarme. Doy unos pasos hacia atrás.
Repaso las sensaciones que sé que se avecinan si salto: coger mucho aire, saltar y caer durante un breve instante por el aire. Entrar de golpe en el agua fresca, quedar envuelta totalmente por el mar y por miles de burbujas. Permanecer en suspenso unos instantes ahí abajo, inmóvil y finalmente impulsarme hacia arriba, braceando y pateando con fuerza. Salir a la superficie e inspirar hondo, feliz.
Vuelvo a avanzar. No está muy cerca, el agua. Miro al fondo. Se me vuelve a encoger el estómago.
Me lanzo.
Ah, el Mar. Me parece que me sonríe; unas veces sin enseñar sus dientes pero otras...
ResponderEliminarMe acuerdo aquel día. Su inmensa tranquilidad se transformaba, ya en la orilla, como grandes olas. Un deseo que sólo se apacigua estando en él.
Al entrar te conviertes en el invitado de honor. Tu presencia le es grata; y tú se lo debes agradecer. Antes de sentarte en el "hall" te hace algunas preguntillas, para formalizar... Una vez presentados, empieza el baile. Y cuando te empuja, síguelo. Pero eso sí, sin miedo.
Poco despues, sabrás que es un bromista. Alguna que otra zancadilla. Lo normal. Lo curioso es que siempre es el mismo tipo de zancadilla, pero su dominio son palabras mayores. Y despues de muchas caídas sabes que el nerviosismo no es grato en su casa. Te hará salir de ella. Sin darte cuenta aprendes a controlar tu misma furia, tu miedo, tu inseguridad. El Mar es un amigo. Para lo que quieras él estará ahí. Todas las respuestas están en él.
Y aquel día me enteré de algo. Todas las respuestas..., menos dos...No sabe que es el Principio ni tampoco el Fín
----------------
(Stark Hoffmann 1995)
Hiciste bien en no tirarte, a menos que después hubiera aparecido un hombre lobo y te salvase, pero dudo mucho que pasara eso.
ResponderEliminarMe estado imaginando la sensación esa de tirarse desde tan alto y con el agua abajo, menudo agobio.
Por cierto muy buena imagen y texto, escribes muy bien ^^
¡Qué chulada! Pero sí te tiraste, ¿no? ¡Hay que lanzarse siempre! XD
ResponderEliminarJoder, ¿qué cloro usais en esa piscina...?
ResponderEliminarSheriff, mola un montón.
ResponderEliminarLight Shine, ¡sí que me tiré! para mí la sensación es estupenda, pero hay a mucha gente a la que le resulta desagradable y le da aprensión. Ya se sabe, sobre gustos... y la imagen no es mía, es de esta web
Speedy, si supero mi momento cobardica sí, hay que tirarse siempre.
Somo, :D
A mí me pasa lo mismo cuando intento tirarme de cabeza hacia atrás. Luego me encanta, pero la primera vez de cada verano me da miedo. Por cierto, que este verano no lo he hecho aún...
ResponderEliminarEl SPLASHHH lo ponemos nosotros, ¿no?
ResponderEliminarMe encanta!! Yo también quiero...
ResponderEliminar