lunes, diciembre 30, 2013

Cara A

2013 ha sido un año de mierda.

Pero yo he tenido bocanadas de aire que me han permitido sobrevivir a toda esta mierda. Mis bocanadas de aire fresco.

Las amigas que llevan ahí años: las que sabían y que me han apoyado, a pesar de que estar conmigo era como estar con una cáscara vacía. Las que no sabían que estaba pocha y me han querido y aguantado. Los amigos que están lejos y que me han querido en la distancia. Los nuevos amigos, muchos de ellos de twitter y blogosfera, que me han hecho reír y olvidar. Los que acabo de conocer y han dejado puertas abiertas.

Las cosas buenas de mi trabajo. AC/DC en mi primero favorito. Los miles de preguntas que me han hecho cuando un tema les ha interesado. Los mails de M., aquella alumna de hace mil años que ha entrado en la universidad y se ha acordado de mí, o los correos de L, o de F, o de... Las gracias, los abrazos y los besos que me dieron mis chicos en junio al despedirnos. El programa didáctico en el que estoy involucrada. Las notas de PAU que sacaron mis chicos en geografía. Mi jefa del año pasado. Mis nuevos compañeros de trabajo.

Mi familia.

Atreverme a volver a bailar a final de año. A pesar de que eso abre compuertas complicadas de cerrar. Recibir halagos y palabras bonitas a través de terceros de una de las personas que más admiro del mundillo de la danza. Tener planes con mis amigas para bailar juntas. Que vuelvan a aparecer poco a poco coreografías en mi cabeza.

Las cosas nuevas que he aprendido. Más inglés. Dulces. Tribal fusión.

Mi marido. Porque me quiere como me quiere. Porque me abraza como me abraza. Porque parece que le basto así. Porque aunque me pareciera imposible, cada día le quiero más.

Toda cara B tiene su cara A. Menos mal. Y sé que, como me decía Bich, los que le dan forma a mi cara A seguirán ahí en el 2014 (al menos eso espero). Gracias a ellos puedo respirar.

Cara B

2013 ha sido un año de mierda en muchos aspectos.

Gasté los seis primeros meses de este año catatónica, ida, incapaz de hacer otra cosa que no fuera la rutina de trabajar, comer y dormir. “No” era mi mantra. No pensar, no leer, no hablar, no ver, no bailar, no escribir, no sentir. No nada.

Los siguientes seis meses fueron los de asumir e intentar volver a ser yo, aunque doliera. Tras haber cerrado los ojos a todo, tocaba ir entreabriéndolos para ir viendo poquito a poquito pero sin acabar sobrepasada, inundada y ahogada. Los supervivientes de naufragios previos y que en algún momento acabamos en el fondo del fondo, sabemos que lo importante es mantenerse a flote, aunque sea de la manera más rudimentaria: bocanadas intermitentes de aire que no te dejan vivir bien pero que te permiten, simplemente, sobrevivir.

2013 ha sido un año de mierda.



Alguien me dijo el otro día “el 2014 será mejor”. Pero tras las doce uvas todo seguirá igual. Incluso peor. Lo que me hace infeliz no se desvanecerá dentro de un mes. Que 2014 va a ser maravilloso se me antoja casi imposible. Pensar que el dolor se desvanecerá me parece absurdo. Pensar que lo malo se irá al arrancar la última hora del calendario, querer ponerle límite temporal al dolor... es como querer ponerle puertas al campo.

sábado, diciembre 21, 2013

Último día de clase del año

Los últimos días antes de las vacaciones de Navidad en el instituto suelen ser un infierno. Los críos ya tienen las notas o casi y están que se suben por las paredes. Los profesores también estamos cansados y la reserva de paciencia está al borde del agotamiento. El último día suele ser un caos. Dar clase es difícil y generalmente optas por poner un documental o una peli o hacer una fiestecita con tu tutoría. Este año yo he salvado el último día con resultados desiguales: con un par de grupos conseguí dar clase y acabar el tema que tenía medio empezado (aunque debo decir que fue una heroicidad decirles a una panda de adolescentes con mentalidad de vacaciones que tienes que seguir explicándoles la política agraria de la UE. Heroicidad o hijoputismo, desde su perspectiva).

Con los pequeños ya fue otra cosa. No merecía la pena empezar tema nuevo y estaban revolucionados del todo, así que al llegar a clase vi el percal y les pregunté:

- ¿Qué queréis hacer hoy?

- ¡KARAOKEEEE! - respondieron todos a una (menos una niña).

Así que montamos un cutre karaoke en clase: yo les ponía en el ordenador y proyectadas con el cañón canciones del youtube con las letras y ellos cantaban todos juntos. 

- A ver, ¿qué canción queréis cantar primero? - dije, pensando que me iban a decir One Direction, Miley Cyrus o algún grupete de moda. Son un grupo de críos muy majetes y todavía muy críos. Pero no. Vaya que no:

- ¡AC/DC! ¡AC/DC! ¡HIGHWAY TO HEEEEEEELL!

Así que mi Navidad ha tenido un comienzo estupendo, riendo a carcajadas al ver a un grupo de treinta críos (menos una niña) de doce años cantando a voz en grito ¡HIIIIIIGHWAY TO HELL!


Probadlo: Muy terapéutico. 

Por cierto,

¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!
 

miércoles, noviembre 27, 2013

Un inquilino en mi taquilla

Este año en clase me estoy hinchando a confiscar cosas. A principio de curso no hay que dejar pasar muchas a los alumnos, sobre todo en los primeros cursos, y cuando veo algo con lo que no dejan de enredar, lo confisco. Los chicos intentan ser precavidos en el contrabando de cosas varias, pero a veces no pueden evitar que les pille. Y claro, confiscado y a mi taquilla... así que os podéis imaginar que en mi taquilla hay ya de todo.

Hay notitas: notitas con apuestas ("si ganas, beso a fulanito. Si gano yo, besas a Zutanito"), notitas que son testamentos contando amoríos varios, notitas que te dan ganas de darles a los chicos una novela ("tía, me aburro. Cuéntame algo"). 

Tengo armas varias: gomas-tirachinas para tirar papelitos doblados, bolis bic sin mina para lanzar bolitas de papel babeadas, grapadoras abiertas dispuestas para arrojar grapas a los compañeros (bueno, las carcasas de los bolis las tiro a la basura. No voy a llevarme sus babas a mi taquilla).

Objetos clásicos: pío-píos (se llamaban en mi cole así, pero no sé cómo se llaman en otros sitios... sé que ahora los llaman de otra manera, pero no he cogido cómo. Aquí  los llaman comecocos), chapas con jugadores de fútbol (no veáis el disgusto cuando confisqué a Messi), manitas de esas blandurrias que se pegan a las cosas. Pulseras de colores.

Objetos tecnológicos: móviles y punteros láser. El drama supremo es que te confisquen el móvil. Creedme. Pero esto tampoco va a mi taquilla, sino a dirección.

Y entre todas las cosas absurdas que he confiscado, este año he confiscado una jirafa. Una jirafa. Un muñecajo casi de un palmo de alto de una jirafa. Con sus manchas y todo. La tengo metida en mi taquilla y como es grande cada vez que la abro me la encuentro ahí, mirándome. 

Tengo que reconocer que me encanta. Me hace muchísima gracia.

Cuando la confisqué, la propietaria de la jirafa me preguntó muy seria cuándo se la iba a devolver. Haciéndome la dura le dije que no sabía, que dependería de su comportamiento (del comportamiento de la cría, no del de la jirafa). 

Hoy al verla en la taquilla, he pensado que la jirafa se va a unir al turrón y al señor del Almendro y va a volver a casa por Navidad.

Pero yo la voy a echar de menos, sobre todo en la dura vuelta de enero. Estoy pensando en poner en la parte interior de la puerta de la taquilla, antes de irme el día 20, esta foto:

Con mi despiste, seguro que cuando vuelva en enero me he olvidado de la jirafa y cuando vea la foto me asusto. O me descojono. Seguramente primero me asuste y después me descojone. Pero será una buena entrada en el año nuevo.

jueves, noviembre 14, 2013

Afterlife

Este año he empezado a dar clases de mis asignaturas en inglés. El bilingüismo me trae loca, pero eso es otra historia. El caso es que en algunas clases tengo asistentes lingüísticos, que a veces ponen algunas actividades para que los chicos practiquen escribiendo o hablando inglés. Estos días con el grupo de los pequeños ha tocado hablar de Egipto y, claro, de su concepción de la muerte y sus tumbas. La asistente les ha pedido que hicieran una breve redacción en inglés sobre qué se llevarían a la tumba para poder disfrutarlo en la otra vida. La lista de las cosas que ha salido es bastante peregrina:

- El móvil (y lo pongo el primero porque todos, absolutamente todos, se quisieron llevar el móvil a su afterlife).
- La red wifi
- La play station.
- Juegos para jugar online con los amigos que estarían en otras tumbas.
- Balón de fútbol.
- Sticks de hockey.
- Una pista para practicar esgrima.
- La casa entera.
- Fotos de su familia. 
- Un helicóptero.
- Una scooter.
- Gasolina para el helicóptero y la scooter.
- Sus mascotas disecadas (aclaro, no te podías llevar seres vivos. Al menos nadie ha puesto que quería llevarse a sus padres disecados).
- Un poster de este chavalín.
- Fajos de billetes.
- Rubíes para colocarse en los ojos.
- Empanada.
- Bollos. A falta de encontrar una palabra que englobara todo lo que quería decir con "bollos", la alumna decidió llevarse al más allá cupcakes.
- El teléfono de Telepizza.
- Un genio.
- Un unicornio.
- Un arcoiris.
- A los protas de Hora de Aventuras.

Y hubo una pregunta que salió en todas las clases varias veces y que habla de lo previsores que son mis niños:

- Teacher, how can I say "cargador"? - y sí, en todas las listas estaban sus "chargers" junto a sus "mobile phones" (bueno, muchos especificaban que querían llevarse el Iphone 5S... hubo uno tremendamente moderno que quería llevarse el Iphone 100).

Sólo espero por su bien que en sus pirámides tengan enchufes.
 

jueves, octubre 24, 2013

Yo hago huelga

Y no, señora Gomendio, no tengo trabajo fijo.

(Me refiero a estas declaraciones de nuestra excelsa secretaria de estado de educación, que ha dicho "los docentes tienen un puesto trabajo asegurado, mientras que los padres se están enfrentando a unas tasas de desempleo muy elevadas y dificultades económicas importantes y, por tanto, entiendo que en este momento evitar que los alumnos vayan a las aulas y que continúen su formación no beneficia a nadie, ni a padres, ni a alumnos ni a la sociedad en su conjunto"). 

Sus declaraciones implican varias cosas: si tienes trabajo, tienes que aguantar todo lo que te echen sin decir ni mu. En caso contrario eres un insolidario con la gente parada. Segundo, si no tienes trabajo fijo asegurado, ¿no puedes hacer huelga? ¿es lícito que te larguen cuando protestas si no tienes un puesto de funcionario? tsk, tsk.  Se nos ve demasiado el plumero, señora mía.

Yo soy interina, que va teniendo trabajo según sale a lo largo del curso y como máximo de septiembre a junio (el 30 de junio, todos nosotros a la calle). Me paso media vida preparando clases y otra media intentando buscar tiempo para estudiar las oposiciones (y sí, he aprobado las últimas veces que me he presentado, aunque sin plaza). En fin, que mi vida fácil, estable y cómoda, no es. No es que me queje, tengo trabajo (ve, señora Gomendia, reconozco lo suertuda que soy en un país con tantos parados), es el camino que he elegido y me encanta el trabajo. Merece la pena el esfuerzo. Pero recochineos por su parte, los justos, por favor. En fin, debe resultarle raro que alguien como yo haga huelga y más por las razones por las que hoy estoy en casa. 

Usted ha declarado que nuestras protestas y las huelgas tienen que ver con "las mejoras salariales, la disminución de la carga lectiva y la del número de estudiantes por aula" y que "las razones de esta huelga no están en absoluto relacionada con la reforma educativa que proponemos".

Pues no, hoy no estoy en clase porque ustedes me hayan bajado el sueldo, o hayan aumentado la ratio de alumnos por aula (que son cosas que no hacen gracia, evidentemente, pero eso ya lo hicieron en los años anteriores).

Yo estoy en casa hoy porque la LOMCE, esa ley que va enmendando las anteriores, me parece un horror. No voy a desgranar todos los puntos por los que la ley me parece un fiasco (la exposición de motivos es delirante), pero vayamos sobre algunos:

- Realizar tres reválidas después de cada una de las etapas (primaria, secundaria y bachillerato) es un despropósito. Supone que no se fían de los profesores y de su capacidad de evaluar a sus alumnos. Necesitan TRES evaluaciones externas. TRES. Si la PAU es un mal trago para los estudiantes, imaginemos tres exámenes más (sí, la PAU desaparece, pero se queda el examen final de bachillerato y las pruebas que realicen las universidades). Además, uno de los principios que han regido en las últimas reformas educativas ha sido la evaluación continua, es decir, no juzgar a los alumnos sólo por el resultado de unos exámenes sino valorando todo el proceso de aprendizaje y la adquisición de una serie de competencias. Estupendo, con esas reválidas que hay que aprobar y que tienen gran peso en la nota final, se cargan todo ese esfuerzo de evaluar a los chicos por su trayectoria, trabajo y esfuerzo continuo y no por lo que hagan un día. 

- Dan un sitio a la religión en la escuela que no debería tener, desde mi punto de vista. Evaluable y con peso en las medias. Y en la ley no hay ni rastro de una alternativa que había antes a religión, Historia y cultura de las religiones. Sólo queda Valores éticos. Supongo que no interesa dar un punto de vista histórico y crítico de las religiones en el mundo.

- Adiós a la Historia de filosofía. Hasta ahora todos los estudiantes de segundo de bachillerato tenían que cursar esa asignatura, ahora desaparece la opción de cursarla para los de ciencias y queda sólo como opcional para humanidades y ciencias sociales. Interesante eliminación, sobre todo cuando en su exposición de motivos dicen que quieren promover el pensamiento crítico. JA. También han eliminado educación para la ciudadanía, claro, no vaya a ser que a los alumnos les de por pensar si se tocan temas sociales o políticos (y, ojo, no estoy diciendo que el temario fuera polémico, la mayor parte de libros eran muy neutros. Pero se hablaba de derechos humanos, instituciones políticas, obligaciones y derechos de los ciudadanos... sí, son cosas que pueden ser muy incómodas para ciertos políticos corruptos. Y no miro a nadie).

- Se establece que dinero público pueda financiar a centros que segregan alumnado por sexo. Como los tribunales han dicho que no, que eso no se puede hacer por la ley anterior... pues a cambiar la ley y a consagrar la discriminación por sexo subvencionada por el Estado. Bravo.

- Se adelanta la elección del camino futuro un año. Ahora los chicos tendrán que elegir un año antes qué hacen con su vida. Después de tratar con adolescentes y ver el lío vital que tienen muchos y lo complicada que es esa edad... no me parece una decisión acertada.

- Ahora los directores pueden seleccionar el personal para sus centros, tanto funcionarios como interinos. Dice la ley que los directores pueden "establecer requisitos y méritos específicos para los puestos ofertados de personal funcionario docente e interino". Ah, y pueden rechazar interinos. Eso significa que los cauces de asignación más o menos objetivos que había hasta ahora (méritos, puntos, listas) se pueden ir a la porra. Basta que se cree un perfil a medida de la persona concreta a la que quieres traer y voilá. Como si no hubiera suficiente amiguismo y "dedismo" en este país...

Podría seguir, pero paso. Sé que va a dar igual lo que los docentes digamos, o los sindicatos, o el resto de partidos. Tienen una estupendísima mayoría absoluta y aprobarán lo que les salga de los deditos a sus diputados votadores. Sé que seguirán vilipendiando e insultando a los profesores en cada medio de comunicación por el que pasen. Sé que el día de hoy me va a costar un buen piquito de dinero, pero me da igual. Aunque sea sólo por pundonor, hoy estoy de huelga.

En fin, que ya hay un punto en el que el cabreo sordo se convierte en risa floja. Risa floja que se convierte en carcajada cuando se leen frases en su ley como la siguiente: "esta ley orgánica es el resultado de un diálogo abierto y sincero, que busca el consenso, enriquecido con las aportaciones de toda la comunidad educativa".

Riámonos todos juntos y que llore nuestro futuro.

martes, octubre 22, 2013

Tacones

Esta mañana me he puesto tacones. Quedaban bien con mi falda y estaba de humor para llevarlos (no hay que llevar tacones si una no está de humor... puede acabar lanzándolos a cuatro metros de distancia en un arrebato de cabreo).

He salido con tiempo de casa, con tiempo más que suficiente para llegar al instituto, hacer fotocopias, buscar el pendrive que he vuelto a perder, coger los libros e ir tranquilamente a clase.

Llevaba tacones, así que en vez de darme el paseíto hasta la parada del tren he esperado al autobús. Después de todo, el marcador del tiempo ponía que el autobús llegaba en menos de un minuto.

Cinco minutos después, seguía esperando en la parada. Finalmente llegó el bus... pero si hubiera ido andando hubiera llegado antes a la estación.

Al llegar a la estación, el tren se acababa de ir. Sé que si hubiera ido andando, lo hubiera cogido. Merde. Seis minutos hasta el siguiente. 

Siete minutos después, apareció el tren. Iba hasta la bandera, claro. Pero lo peor es que, a su paso, iba dejando un rastro de humo sospechoso y un olorcillo a quemado inquietante. Nos subimos al tren. Yo y demasiada gente más. Íbamos tan apretados que podía escuchar perfectamente la música que llevaba la chica de al lado en sus cascos. Renfe, no te voy a perdonar que me hayas hecho escuchar a Dani Martín. Milagrosamente el tren seguía funcionando a pesar del olor a quemado. Pero en vez de tardar diez minutos en llegar a destino, tardamos más de veinte. 

Llegamos a la estación. Me bajé, tenía que hacer transbordo y coger otro tren. Lo ví en el andén. Corrí, al menos todo lo que me permitieron los tacones. Cuando me quedaban tres escalones y dos metros para estar dentro del tren... se marcha y lo pierdo. Cinco minutos hasta el siguiente. A esas alturas de la mañana, el "voy con calma y llego bien" se ha convertido en un "nollegonollegonollego". Por fin llegó el siguiente tren.

Finalmente llegué a mi parada. Allí tenía que coger otro autobús hasta el instituto. No hace falta decir que, según llegaba a la parada, he visto mi autobús perderse en la lejanía. Cinco minutos después, llegó otro. Cuando llego a mi parada, corro. Corro mucho (al menos todo lo que los tacones blablabla). Entro en el insti, escaleras arriba... y entro en la clase sin libros, sin fotocopias, sin pendrive y sin aliento. Pero puntual. Y con tacones. Puro milagro.

Mientras recuperaba la compostura y el aliento, lo único que podía pensar era "todo por culpa de los tacones". Ya se me había pasado el humor de llevarlos. Si hubiera tenido a mano unas bailarinas, los hubiera arrojado por la ventana.

Cuando he salido del insti, llovía.

Putos tacones.

jueves, octubre 17, 2013

Enigmas históricos

El año pasado tuve un curso interesante. Tuve alumnos majos,algunos de ellos bastante mayores de lo que estoy acostumbrada. En uno de los cursos algunos de ellos, aparte de ser majos, eran... particulares y me hacían preguntas que al principio me chocaban bastante. Al principio sólo contestaba como podía las preguntas, pero después empecé a preguntar de dónde sacaban las fuentes. 

- Profe, ¿de dónde sale el oro? - y como yo estaba hablando de Hispania romana, me fui a lo obvio:

- Blablabla... los romanos... blablabla...las Médulas... blablabla... Plinio contaba que ... blablabla.

- Ya, profe, pero... me refiero a que he oído que el oro viene de fuera, del universo. Que todo el oro del mundo vino en un meteorito. ¿Es verdad?

- ¿Me quieres decir que el oro es extraterrestre? - yo estaba a cuadros.

- Sí, que vino todo en un meteorito y se esparció por el mundo.

- Pues hijo, no sé, esto no es mi especialidad, aunque no lo había oído en mi vida.

El asunto me dejó tan intrigada que tuve que buscar de dónde venía eso. Y encontré esto, así que el chico tenía sus fuentes. Reinterpretadas, pero fuentes más o menos fiables. El problema real vino cuando me di cuenta de que algunos tenían sus fuentes... pero en este caso nada fiables.

- Profe, que vi en un documental que los musulmanes invadieron Gran Bretaña en la Edad Media. 

- ¿¿?? eh, no, eso no ocurrió nunca. ¿Dónde viste eso?

- En un documental de la tele.

- ¿Qué documental?

- Bueno, a lo mejor no era un documental. A lo mejor era...

Y sí, amigos, dijo las temidas palabras...

- ... Cuarto Milenio.

O, incluso ¿peor?

- Profe, eso que estás contando de Tartessos, lo de la cultura local, no es verdad - sí, el año pasado tenía un alumno en concreto que era un poco ignorante pero pensaba que sabía mucho... y eso es una mezcla peligrosa - Eran egipcios, que vinieron a España.

- NO. 

- Pero...

- NO. Ahora te explico porqué no, pero antes, ¿me puedes decir de dónde has sacado esa información?

- Un documental de Canal Historia decía que...

Porque sí, algunos de mis alumnos creen cosas como que los antiguos egipcios se aburrían en su trocito de mundo y se fueron de excursión a la Costa de la Luz a tomar pescaíto frito o al Caribe y mientras tomaban el sol en la Rivera Maya construyeron pirámides. Todo gracias al Canal Historia, que de Historia sólo tiene el nombre, por lo que he podido ver (yo no tengo ese Canal, pero mis suegros sí y cuando estuve este verano en su casa y vi un rato de un par de documentales, quería arrancarme los pelos y los ojos y enviárselos a los de la tele). Después de varias teorías de esas peregrinas, les pedí a los alumnos que no me hicieran perder el tiempo con absurdeces sacadas de fuentes dudosas y que nos centráramos en Historia de verdad. Me hicieron caso a medias, pero se fue sobrellevando.

Pero como siempre, las cosas pueden empeorar. Los alumnos del año pasado eran mayores y más o menos razonables. Pero este año tengo alumnos de los pequeños (doce años) que deben tener Canal Historia o Explora. Y ya tengo protagonistas de ese año. Y no, no son los egipcios viajeros.

- ... Y así es como se hace un dolmen.

- Noooo, profe, eso es imposibleeee. Eso no se hace así, es imposible.

- A ver, ya te he explicado el proceso que se cree que se siguió. ¿Qué no has entendido?

- Que no me lo creo. Que en realidad eso está hecho por ALIENS.

Y da igual que les expliques de varias formas que no, que no es muy viable que unos cuantos extraterrestres hayan venido a ayudar a unos señores de la Edad de los Metales a colocar unas cuantas piedras. Que no hace falta recurrir a los extraterrestres para explicar  estas cosas... pero no hay manera. Y como sólo hemos llegado a la Prehistoria y los aliens ya han salido insistentemente y me temo lo peor para cuando lleguemos a Egipto y las pirámides, he decretado en mi clase la censura total y absoluta: está totalmente prohibido pronunciar la palabra "alien" en ellas. Y sí, digo censura porque con la gente que cree en estas cosas llega un momento en el que es imposible razonar. Incluyo, claro, a todos esos "expertos" que están en esos documentales mierder tipo "generación alien". Los historiadores y arqueólogos pueden esgrimir los argumentos más fundamentados del mundo y dar explicaciones acerca de cómo se hicieron los monumentos o el significado de las cosas enigmáticas... pero ellos siempre preferirán creer que vinieron unos bichos del espacio exterior e hicieron cosas muy peregrinas para ser un alien.

Así que, como odio perder el tiempo en mi clase, nada de aliens en ellas. Censurados.

Aunque ya me lo estoy viendo venir:

- Profe, ¿estás segura de que esto de las pirámides no lo hicieron aquellos-que-no-deben-ser-nombrados?

Y os juro que a estas alturas preferiría que se refirieran a Voldemort.

miércoles, octubre 09, 2013

De búhos y sillas

El único abuelo que me queda vive en una residencia. Ésta está organizada en torno a un patio, su disposición recuerda ligeramente a un claustro. Pero aquí, en vez de monjes, hay decenas de viejitos dormitando u observando. Observando mucho y muy intensamente. De hecho, la sensación al entrar en la residencia es bastante inquietante, como si un par de decenas de búhos te miraran fijamente mientras recorres los pasillos. 
La imagen es de este blog.

Este verano, en una de las visitas a mi abuelo, me pasó algo bastante absurdo. Mi abuelo, en su silla de ruedas, y yo estábamos sentados en un lado del patio, pero dentro del edificio, al fresquito del aire acondicionado. Yo me mimeticé con el resto de parroquianos y me convertí en un búho más por un rato y estuve con mi abuelo viendo pasar a los residentes, solos o con sus familiares. A algunos les vimos pasar cinco o seis veces, siempre caminando en el mismo sentido como si estuvieran completando las 24 horas de LeMans pero a la velocidad de un caracol cojo. 

Entonces una señora muy mayor salió del baño con un andador.

- Señora, ¿me puede ayudar a mover mi silla hasta allá? - me dijo, señalando a una silla de ruedas aparcada a la puerta del baño y después a un lugar al otro extremo del pasillo.

- Claro que sí, mujer - le contesté. Moví la silla de ruedas hasta el lugar que me indicó la señora y volví a sentarme, pensando que había hecho mi buena acción del día. 

- Pssss, pssss. Eh, chica - me giré hacia el lugar desde el que me chistaban - psss, oye, que creo que esa silla no es de esa señora. - me dijo otra parroquiana.

- ¿Ah, no? ¿y entonces? - Yo no entendía nada. 

- Es que siempre hace lo mismo y es posible que no sea su silla de ruedas. ¿Ve? se ha sentado en una silla de plástico.

En ese momento salió del cuarto de baño un señor viejo de aspecto bastante feroz, que me miró y con cara de extremo cabreo y voz agitada, empezó a gritarme:

- ¿Y mi silla? ¿dónde está mi silla? - no había ninguna silla alrededor. Porque antes había una silla, pero yo la había cambiado de sitio. Ejem. 

- Eh... ¿Puede ser que sea aquella? - y señalé la silla que yo había movido, hablando con la voz más inocente del universo - si es esa se la traigo ahora mismo.

- Sí, es esa. Tráela - ordenó el señor, bastante bruscamente. 

Le llevé la silla, se sentó y se quedó mirándome fijamente. 

- Como pille al que me ha movido la silla le doy dos garrotazos en la cabeza - dijo muy despacio, amenazante,  mirándome fijamente. Yo ya me veía en el suelo de la residencia con la cabeza abierta... y a ver cómo le explicaba yo a mi madre que ir a visitar a mi abuelo había acabado en puntos de sutura y pérdida de materia gris. 

- ¡BAH, BAH, este es un mala sombra! - empezó a decirme mi abuelo en voz alta, sin dignarse ni a mirar al señor - es un malaje, ni caso: ¡Mala sombra! . - Yo ya veía también a mi abuelo con dos garrotazos en la cabeza, aunque bueno, no creo que nadie se atreva a levantarle la garrota a mi abuelo, que menudo es: Antiguo guardia civil con unos ojos azules centelleantes que pueden dar bastante miedito. 

- Que digo que como pille al que me ha movido la silla le doy dos garrotazos en la cabeza - me insistió el señor, mirándome fijamente y elevando el tono de voz. Sabía que había sido yo. Lo sabía. Supongo que porque yo era el único ser con dos piernas totalmente funcionales en la zona. Así que opté por la salida tipo avestruz sorda:

- ¿Cómo? ¿qué dice, que no le entiendo? - y sonreí beatíficamente. Pero vaya si le entendía. Entendía sus palabras y veía su bastón describir círculos en el aire. Sí, muy cobardica, lo sé, pero no quería mentirle al señor directamente (¿yooo? ¿mover su silla yo? qué va, habrá sido un búho de estos) y tampoco quería recibir un bastonazo. 

- Eh... GRRRRR. - el señor, frustrado, se giró y se dirigió hacia la señora que me había pedido que moviera la silla. - ¡Has sido túuuu, seguro! ¡TÚ!

- ¡Mala sombra! - gritaba mi abuelo

- ¿Ves como no era su silla? - me decía la otra señora.

- ¡Dos bastonazos en la cabeza te voy a dar a ti! 

- Si es que no ves, que lleva andador... pide que muevan la silla de ruedas de otro no sé porqué. Para fastidiar. O porque está loca, no sé.

- ¡MALAJE!

- ¡Te voy a correr a garrotazos!

Yo estaba flipando con la que había montado por mover una silla unos cuatro metros e intentando decidir qué hacer, pero otros decidieron por mí. Justo en ese momento pasó una cuidadora que le dijo al mala sombra:

- Hala, te pongo en la fila del comedor. 

Y se lo llevó, empujando su silla de ruedas. El otro seguía gritando a la señora y agitando la garrota, pero cuando estás en silla de ruedas no siempre puedes decidir dónde te puedes quedar y adonde vas a ir y sus gritos se desvanecieron por el pasillo.   

Después de comentar un rato más la jugada con mi abuelo, me fui. Al salir, pasé al lado de la primera señora, esa que me había pedido que moviera la silla. 

- Jijijijiji - oí cuando pasé a su lado. 

Para que te fíes de los búhos. 

jueves, julio 11, 2013

Fracasos

Hace unos días fui al instituto a cerrar mi curso: dejé los exámenes de septiembre preparados en un cajón, vacié mi taquilla, quité la etiqueta con mi nombre, borré mis archivos del ordenador, devolví los libros de texto y di a los conserjes mi juego de llaves. Generalmente son cosas que hago en septiembre, pero este año mi contrato ha acabado el 30 de junio y no corregiré los exámenes de septiembre de mis chicos. Y he tenido suerte, porque he trabajado, que es más de lo que pueden decir muchos de mis compañeros interinos.

Hacer todo ese ritual es como borrar tus huellas y no dejar ni rastro de que has pasado por allí. Da un poco de pena marcharse una y otra vez de sitios en los que has estado tan bien. Siempre me da pena irme de un instituto, he tenido suerte y he ido cayendo en sitios con profesores y jefes de estudios agradables, que me han valorado, y con alumnos que me han querido y me han apreciado. Pero bueno, así es la vida. Sé que algunos alumnos seguirán acordándose de mí para bien. Algunos me han ido escribiendo después de dejar su instituto y me alegra saber que las cosas les van bien y tener noticias suyas.

Otros, en cambio, sé que me recordarán para mal. En las clases te puedes encontrar varias actitudes hacia ti como profesor: hay alumnos que te adoran, a los que les caes bien y a los que les encanta tu forma de enseñar. A otros les das igual, eres un profesor más, uno del montón. Pasas por su vida sin pena ni gloria e indiferencia es la palabra que definiría su actitud hacia ti. Y hay otros alumnos que definitivamente te odian o te desprecian. Te detestan con todo su ser y se nota. Da igual lo que hagas, da igual que intentes ser agradable con ellos o que hagas el pino. Da igual. Les caes mal, nada podrá cambiar ese hecho y algunos se empeñan en demostrártelo en cuanto tienen ocasión.

Tengo la suerte de que la mayor parte de mis alumnos sean del primer y segundo grupo, pero cada año me encuentro con algunos que me odian. Al principio eso me afectaba, pero al poco tiempo comprendí que el ambiente de clase es como cualquier faceta de la vida: no le vas a gustar a todo el mundo, es cuestión de química o de incompatibilidad de caracteres o de lo que sea. Pero hay gente a la que le caes mal y a la que no le vas a gustar nunca. Hay que aprender a aceptarlo y que te resbale, porque convertir la vida en un puñetero concurso de popularidad es agotador y tarea estéril.

La cuestión es que cada vez me preocupa menos caerle mal a un par de alumnos. Va en paralelo con que cada vez me importe menos lo que opina cierta gente de mí. Lo que me preocupa es cuando ese disgusto que tienen los alumnos hacia mí como persona se traslada al terreno académico. Cuando deciden que, como les caigo mal, van a pasar de mi asignatura. O, como me ha pasado este año, deciden que no les gusto, así que yo les debo tener manía en consecuencia y entonces no merece la pena intentar aprobar mi asignatura porque les voy a suspender porque les tengo manía. Supongo que no es necesario aclararlo, pero ese razonamiento es una estupidez como una casa, al menos en mi caso. Jamás he suspendido a nadie injustamente y porque "le tuviera manía". Pero algunos adolescentes (y adultos) son así y les encanta tener razones externas a las que achacar su fracaso. Que la profesora me tenga manía es una excusa estupenda para ni siquiera intentarlo y justificarme ante los demás y ante mí mismo por fallar estrepitosamente - y, ojo, no estoy diciendo que en algún caso no sea verdad, que ya sabemos que hay muchas clases de profesores por ahí y algunos no son todo lo justos que deberían ser. De hecho hay algunos que son unos auténticos... bueno, a rellenar por el lector. Pero detrás del ¿80%? de los "¡es que me tiene manía!" no hay más que una excusa.

Este rollo viene porque este año he tenido un grupito de cuatro adolescentes en clase así. Mientras toda la clase estaba de buen rollo y no ha habido un mísero problema de disciplina, mientras todos sus compañeros participaban y teníamos unas clases de historia con debates, preguntas, mucho trabajo y bastantes risas, al fondo cuatro adolescentes se han quedado marginadas, envenenándose las unas a las otras con lo mucho que yo las odiaba (¿?). Ni siquiera sé cómo empezó. ¿Quizás porque les llamaba la atención si usaban el móvil en clase o si jugaban al ahorcado? la cosa es que su idea de que yo les tenía manía ha ido creciendo a lo largo del curso como una bola de nieve, alimentada entre ellas. Al principio de curso, tras los primeros exámenes, pensé que dos de ellas no iban a tener problemas en pasar de curso. Pero comenzaron a meterse en esa dinámica peligrosa de "nos tiene manía" y bajó su rendimiento: malos exámenes, trabajos copiados, actitud de pasotismo total. En las clases se rindieron y se pasaban las horas pasándose notitas o haciendo garabatos. Empezaron a faltar a clase y, tras una bronca tremenda en la que se demostró que no me respetaban ni lo más mínimo, desaparecieron, sólo para volver el último día y hacer un examen final de pena.

Esas chicas son mi fracaso de este año. A lo largo del curso lo he intentado todo con ellas: ser dialogante, ser estricta, ser agradable, tener conversaciones con ellas a solas, en grupo, cambiarles de sitio, ser sarcástica, pasar de sus provocaciones o reaccionar... nada ha funcionado. Yo no soy responsable de su actitud y me da igual que me odien, pero sí siento como un fracaso no haber sabido hacerles ver que no importaba nuestra relación personal, si yo les parecía una petarda cantamañanas o una genio de la enseñanza. Que el aprobar y el aprender estaba en su mano. Llevo semanas preguntándome qué más pude hacer, en qué momento se acabó de fastidiar el asunto y si podría haber hecho algo más para salvar el curso con ellas. Preguntándome qué haré cuando esto me vuelva a pasar (que me volverá a pasar) porque todo lo que intenté fue en balde.  Pero me niego a pensar que estas cosas son inevitables.

En fin. Seguramente ellas me recordarán como "la puta de historia". Yo las recordaré como las alumnas con las que fracasé en el curso 2012-2013.

miércoles, junio 26, 2013

Hace diez años

El mes de junio de 2003 fue completamente distinto a este. Calor, hizo mucho calor. Ese mes de junio ya presagiaba que la Península iba a ser barrida ese verano por una impresionante ola de calor. Recuerdo lo mal que lo pasamos en las clases de aquel máster que estábamos haciendo ese año, en aquel aula especial sin aire acondicionado. Era complicado atender a aquellos profesores, con cosas interesantes que contar, pero que lo hacían a primera hora de la tarde... y con aquel calor. Media clase dormitaba, la otra media se pasaba notitas.

Yo tuve suerte, me libré de gran parte de la ola de calor de ese verano. Gracias a la confluencia de cuatro factores: una amiga en el extranjero, los ahorros que tenía en una cuenta que me había abierto mi abuelo cuando hice la primera comunión (y que mi padre se había encargado de nutrir años tras año, poquito a poquito), mi estupidez eligiendo novios y un venazo de dramaqueenismo épico.

En aquel máster había conocido a A. A era un chileno guapísimo (bueno, a mí me parecía guapísimo), simpático y listo que me deslumbró en cuanto le conocí. Menudo flechazo. A pesar de tener veintitantos años, mi cerebro se evaporó y me puse tonta como una niña de catorce. No podía hacer otra cosa más que mirarle arrobada y como si hubiera visto una aparición mariana. Lo curioso es que, a pesar de que mi cerebro brillaba por su ausencia, llamé la atención de A y acabamos medio liados. Durante cinco meses estuve envuelta en una de las relaciones más extrañas que he tenido en mi vida y que me dejó de nuevo para el arrastre (digo de nuevo, porque fue después del chungazo de mi vida y yo aún estaba recomponiéndome de aquella catástrofe vital). 

Resumiendo, que allá por junio del 2003 estaba yo hecha un guiñapo después de aquel desastre chileno - desastre que seguía cada día presente en mi vida, ya que íbamos a clase juntos y salíamos de fiesta juntos - y decidi que necesitaba un cambio de aires. Inmediato. Hablé con el director del máster para que me diera permiso para perderme las últimas clases. Contacté con mi amiga Maya, que estaba viviendo en el DF y con mi amiga Nanuk, que se iba a pasar allí el verano, y me saqué un billete para el DF. En menos de dos semanas pasé de estar llorando en Madrid sin saber qué hacer a estar en el Zócalo en pleno DF.

Dramaqueenismo del bueno. Si vas a hacer una espantá, mejor irte a un país exótico en otro continente que a Albacete. La sensación no es exactamente la misma.

Tras estar unos días por el DF y alrededores, cogimos nuestras mochilas y nos fuimos a dar una vuelta por el país. Fuimos en plan tirado porque el dinero no daba para más, viajando en los buses económicos, comiendo en mercados y puestos callejeros y alojándonos en albergues y moteles infectos, como aquel del baño diminuto, que era todo en uno: la alcachofa de la ducha estaba literalmente encima del water. Al menos podías estar segura de que el water estaba más o menos limpio, porque le caía encima toda la espuma del champú o del gel. Ese fue mejor que aquel en el que en la cisterna había una capa de moho verde maloliente y que estaba tan limpio que ni siquiera nos desvestimos para dormir. Para rematar, estaba encima de un mercado y a las cuatro nos despertó un señor con un concierto de marimba y a las cinco un señor vendiendo pornografía a voces.

La cuestión es que nos recorrimos gran parte del sur de México y más:

Teotihuacán,


Guanajuato, Oaxaca,
Palenque,
 
o Chiapas.
 Desde Chiapas, pasamos a Guatemala,

Chichicastenango,

el lago Atitlán,

la costa guatemalteca del Pacífico (mi primer baño en el Pacífico. Bofetón que me dio la ola, oigan),

un breve garbeo por Honduras,

Livingstone, en la costa caribeña de Guatemala,


Tikal (esos puntitos de arriba somos Nanuk y yo).



 Yde nuevo México, esta vez entrando por Yucatán.


Tulum (no me he podido resistir. Arriba, nuestra cabaña. Debajo, lo que veía desde la cama),
Chichén-Itzá,
la ruta puuc o Campeche.

Durante más de mes y medio, Nanuk, Maya y yo estuvimos viajando por México y Guatemala, pasando por Honduras y Belice. Vimos todas las ruinas mayas y no mayas por las que pasamos (qué se puede esperar de tres historiadoras, dos de ellas especializadas en Mesoamérica). Y creedme, fueron muchas ruinas mayas. Muchísimas ruinas mayas (y por este comentario podéis deducir que la que no estaba especializada en Mesoamérica era yo). Fuimos a algunas de las zonas que salen en todos los clásicos de Antropología. Vimos ciudades coloniales, volcanes, cenotes y playas de ensueño. Nos lo pasamos muy bien las tres juntas, nos reímos lo que no está escrito. Fue un viaje estupendo, en el que acabé saturada de color, picante, vida... y ruinas mayas.

Volví a Madrid un mes y medio después, curada, feliz y sin acordarme siquiera de la existencia del chunguito chileno. Ahora, si me acuerdo de él, sonrío por tres cosas: lo surrealista que fue nuestra historia, lo boba que fui yo y el maravilloso viaje que me trajo mi vena de dramaqueenismo, una de las mejores experiencias que he vivido. 

Y es que... quién dice que el dramaqueenismo no trae cosas buenas a la vida.

viernes, junio 14, 2013

Maldita


Hoy voy a contar una historia que me sucedió hace unos meses. Algunos de vosotros me la habréis oído de viva voz, así que como post nuevo será un asco, pero la situación fue tan rara que la quiero dejar registrada en algún sitio para no olvidarme de ella.

Un día cualquiera a una hora muy normal iba sentada en el metro, leyendo en mi kindle (¿os he contado ya lo encantada que estoy con mi trastito? hala, pues ya lo he dicho). El vagón no iba demasiado lleno, pero había gente de pie. En una de las estaciones subió un tío que parecía muy normal: unos treinta, camisa, chinos, pelo medio largo repeinado hacia atrás, mochila al hombro. Pero nada más entrar, una chica y él se liaron a voces: 

- Oye, ten cuidado, que me has dado un mochilazo - le dijo la chica.

- ¡Es tu culpa, estás en medio y no me dejabas pasar! si te hubieras apartado del paso no te hubiera dado - le contestó él, medio gritando. Para ser fiel a la verdad, debería escribir todas sus intervenciones en mayúsculas, pero saldríais corriendo.

- Hombre, pero tampoco es para que me empujes y me des con la mochila.

- ¡Que es tu culpa! si no fueras por ahí, así, con esa actitud de adolescente, de niñata, no te pasaría nada, pero vas comportándote como una adolescente...- la chica tenía la edad de una adolescente... en cada pata.

- Tío, que yo no he hecho nada.

- ¡Cualquiera, eres una cualquiera! Una vulgar cualquiera... - y siguió remugando un rato más

Creo que todo el vagón estaba flipando. El tío, que parecía normal, había resultado ser como un coche de carreras: de 0 a cien, de normal a energúmeno grosero, en dos segundos.

Pues el energúmeno grosero se sentó a mi lado en un asiento que había quedado libre. Y, con mi imán de locos funcionando a toda potencia, el tío pensó que era buena idea comenzar una conversación conmigo:

- ¿Has visto? - empezó a hablarme con tono normal - la tía esa, comportándose como una adolescente, siendo una cualquiera... esto no se debería permitir, porque no tiene razón, porque es una cualquiera - el tío no dejaba de mirarme y de intentar realmente hablar conmigo, a pesar de que, visto que el tío era cuanto menos raro, yo no despegaba los ojos de mi kindle - estar en medio, haciéndose la niñata, porque es una cualquiera... ¿verdad?

Ya fue malo que fuera insultando a la gente, pero que encima intentara hacerme cómplice a mí e intentar que le diera la razón... Levanté los ojos del kindle, le miré y con mi voz más suave y dulce, sólo le dije:

- Maleducado.

Sí. Soy hija de mi madre, qué pasa.

En ese momento se despertó la bestia:

- VAYA, ¿LA DEFIENDES? ¿ERES SU HERMANA? SÍIIII, TENEMOS AQUÍ A UNA HERMANA DE LA UNA CUALQUIERA. SÍ, ERES SU HERMANA... ¡HERMANA DE LA UNA CUALQUIERA! TÚ TAMBIÉN ERES... ¡UNA CUALQUIERA!

Y comenzó a gritarme las cosas más extrañas que han usado en la vida para insultarme, porque si pensáis que "hermana de la una cualquiera" es raro, se puede poner aún peor:

- ¡POSEÍDA! ¡ESTÁS POSEÍDA! ¡ERES UNA P*TA! ¡MALDIIITA! ¡ESTÁS MALDIIIITA!

Bueno, sí, vale. "P*ta" no es original. Pero sí "poseída". Y "maldiiiiita". En ese contexto, y como historiadora, le habría agradecido que al "p*ta" le hubiera agregado un "de Babilonia". Con sus gritos en plan pastor evangelista y su vocabulario del exorcista, hubiera quedado muy propio. Y, oye, una puede estar acostumbrada a que la llamen "p*ta", pero "gran p*ta de Babilonia"... hubiera sido genial. Si te van a insultar, que no se queden en los lugares comunes. 

La cuestión es que el tío seguía gritándome en el vagón de metro, insultándome sin parar. El tío hasta se puso de pie a mi lado para poder gritarme desde arriba. La gente del vagón nos miraba alucinada. Yo no decía ni una palabra, ni me movía. Y el tío seguía y seguía:

- ¡MALDIIIITA! QUÉ TE PASA? ¿NO TIENES NADA QUE DECIR?

Y, naturalmente, sólo le miré y con mi tono de voz normal, le dije:

- Maleducado.

Cosa que, evidentemente, le cabreó más. Dobló el volumen de su voz, se pasó a los "hija de puta" y blablabla. Cada vez más amenazante. Allí estaba yo, sentadita en mi asiento del metro, con el libro electrónico en mi regazo y esperando a que el tío montara una pira en el pasillo del vagón para quemarme por bruja, porque aquello estaba alcanzando dimensiones bíblicas. 

En ese momento, lo único que pude pensar es que había estado en situaciones peores con algún alumno en clase y que, bueno, ahí seguía. Y me dio un momento "encantador de perros" de pensar que lo peor que te puede pasar es que te huelan el miedo y que no hay que achantarse. Así que, con toda mi energía tranquila, como dice César Millán, sonreí. Sonreí porque la situación era absurda. Sonreí, porque me estaba llamando "maldita y poseída" y porque me parecía haber aterrizado en Salem. Y sonreí porque sabía que era lo que más le iba a joder a ese tío, que desde que había entrado por la puerta, sólo había insultado e intentado achantar a un par de mujeres. Sonreí y...

- ¿AHORA TE RÍES? TE VOY A METER UN PAR DE HOSTIAS QUE TE VOY A DESMONTAR. ¡PUTA MALDITA!

Ni me moví. De esas veces que piensas "quesealoquediosquiera", pero ni me moví. No iba a darle esa satisfacción. Bueno, calculé el poder destructivo de mi libro electrónico, pero es bastante bajo. Además, lo llevo envuelto en la funda blanca de flores rosas, quinta esencia de la cursilidad. Miedo, lo que se dice miedo, no da.

Y ni me moví yo, ni se movió nadie del vagón. Ni se movió él. Sí, continuó gritándome y amenazándome hasta que llegó a su parada, que, gracias a Dios, era la siguiente. Pero al menos no me dio ese par de hostias. El momento en el que se bajó - sí, continuaba gritándome desde el andén - y las puertas se cerraron, respiré aliviada.

En fin. ¿Sabéis lo que más me fastidió de toda la situación? Lo que más me fastidió no fueron los insultos de ese tío, que claramente debía ser un misógino resentido con las mujeres. No me fastidió - ni me sorprendió - que nadie dijera o hiciera nada. Lo que me jodió de verdad fue la conversación de la pareja que tenía al lado:

- ¡Hay que ver cómo se ha puesto ese tipo! ¡Qué barbaridad! - dijo la mujer.

- Algo habrá hecho ella - dijo él, con todo el desprecio del mundo.

Y ahora vas, y lo cascas.

lunes, junio 03, 2013

El delantal

Hace unas semanas una alumna me regaló un delantal. Cuando lo recibí me quedé a cuadros, porque por mucho que me estrujé el cerebro, era incapaz de recordar si, entre todas las chorradas que suelto en clase, alguna había sido sobre mi escasa habilidad para cocinar o sobre mis recientes incursiones en el mundo de la repostería. Que, a ver, me han regalado cosas raras mis alumnos (aún recuerdo el jardincito zen, con su rastrillito, su arena, sus piedrecitas...) pero generalmente tienen su porqué (en el caso del jardincito zen, podría ser porque tengo alumnos muy místicos. O podría ser que me ven como una persona calmada y en equilibrio, imbuida de la filosofía oriental. O quizás porque cuando empiezan a pelearse y hablar todos a la vez, levanto las manos y les grito "¡ZEN! que haya zen". No me entienden y no tiene mucho sentido - ninguno- pero les desconcierta y se callan. Bueno, en fin, que nunca sabremos por qué insondable razón me regalaron un jardincito zen comprado en los chinos.

El delantal es verde, con una gran L de prácticas pintada en el centro y está rodeada con consejos más o menos ingeniosos ("usa la tapa, puede salvar vidas", "en caso de duda llama a tu madre" y cosas así). La verdad es que es chulo, pero me hace gracia que la chavalita que me lo regaló haya asumido que a) soy un desastre en la cocina y b) en ese caso, quiero aprender a cocinar. 

Inciso: la chica tiene fama de estar loca entre sus compañeros. Yo creo que no, de hecho es muy maja, pero creo que sus compañeros han confundido estar loca con ser un poco bruja y ahora me explico. Fin del inciso.

Desde que el delantal ha entrado en mi casa, yo no doy pie con bola cocinando. A ver, no soy Nesita, Pétalo, Cattz o Anijol, pero me defiendo en la cocina. Hasta ahora.

Primero intenté hacer la receta de muffins de limón y chocolate blanco de Inés. La masa estupenda y con un sabor riquísimo. Todo bien, hasta que me di cuenta cuando ya estaban en el horno de que me había olvidado ponerles sus cien gramos de mantequilla fundida. Milagrosamente, estaban bien ricos. Con textura extraña, pero ricos... no me quiero imaginar cómo deben estar con la receta bien hecha. Corran a comprobarlo.

Después, haciendo un bizcocho, agarré el bote del azúcar y le eché a la mezcla de huevos y naranja (y no me acuerdo qué más) cuarto de kilo de azúcar. Todo bien, si hubiera sido realmente el bote del azúcar con azúcar dentro. En realidad, era el bote de pan rallado con pan rallado dentro. Deliciosa mezcla para un bizcocho.

Hoy he intentado hacer ensaladilla rusa. Receta fácil, ¿no? Bien. Pues he quemado las patatas y las zanahorias al hervirlas en abundante agua, que se ha quedado en no-abundante agua, más bien en no-agua, en un despiste. 

Tanto despiste y fallo culinario a la vez no es normal, porque vale que yo soy cafre en la cocina, pero no tanto. Así que no sé qué hacer con el delantal, porque me temo que tiene algo que ver, me ha traído la maldición de la novata... y yo esa fase ya la pasé. Así que ¿qué hago con él? ¿lo quemo o lo exorcizo?

En fin, voy a pensarlo mientras juego con mi jardincito zen y llega el señor de Telepizza.

jueves, marzo 14, 2013

Tremenda chapa sobre profesores y oposiciones

Alguna vez he expresado por aquí la frustración que sentimos los profesores ante la campaña de desprestigio al que nos están sometiendo los políticos. Hoy ha tocado vivir otro episodio lamentable. La Comunidad de Madrid, como argumento de apoyo a su plan de cambiar el baremo de puntuación para trabajar como interino, ha publicado una serie de datos sobre los exámenes de oposición a maestro que fueron el año pasado. La Comunidad no se ha limitado a publicar una estadística sobre aprobados y suspensos o sobre las materias en las que más flojean los aspirantes a maestros. No. También ha publicado su propia antología del disparate para poner en ridículo a los candidatos y reforzar su tesis de que esa gente no puede enseñar nada a nuestros niños. Las respuestas proporcionadas son lamentables (y me da a mí que más de una fue dada de coña) pero no es difícil encontrar a gente con un nivel lamentable entre más de 14.000 aspirantes. Pero se quiere generalizar y hacer pensar que TODOS los que suspendieron tienen ese nivel de ignorancia, cosa que no es cierta, para legitimar su reforma. Entre otras cosas, la Comunidad olvida mencionar que hubo gente que pasó esa fase de conocimientos básicos pero que no aprobó la siguiente. Olvida que hubo multitud de denuncias por irregularidades en ese examen. Olvida comentar que ese examen se planificó con sólo cinco meses de antelación y sin temario definido. Y, ojo, no estoy defendiendo a los maestros que no estén preparados, yo soy la primera que no quiere compañeros que no estén al nivel, sólo estoy diciendo que las cosas no son tan blancas o negras como se presentan.

La Comunidad ha presentado estos datos para justificar el cambio de baremo de la lista de interinos, tanto en el cuerpo de maestros de primaria e infantil como en el de profesores de secundaria. A partir de ahora el criterio que va a primar para trabajar con interino va a ser la nota del examen (un 80%). El gobierno regional pretende reclutar sólo a los mejores y que nadie que no haya aprobado trabaje como interino. Hasta aquí, bien. Me parece estupendo que quieran dar los mejores profesores a nuestros niños y adolescentes. Pero las cosas no son tan simples como se pintan. Una aclaración: a partir de ahora voy a hablar sólo del proceso selectivo de los profesores de secundaria, que es el que conozco bien porque lo he sufrido. 

En la última oposición de secundaria, que fue en junio, aprobaron muy poquitos profesores, alrededor del 10-15% de todos los que nos presentamos (al menos en mi especialidad). Muy pocos de los aprobados obtuvieron plaza (en mi especialidad hubo once plazas libres para casi tres mil candidatos). Según la lógica de la Comunidad, el 90-85% de los que se presentaron a la oposición no están preparados para ser profesores, ya que suspendieron. ¿Es eso un argumento válido? No. Porque en el caso de las oposiciones de profesores de secundaria, la Comunidad determinó que sólo un pequeño porcentaje de opositores podía aprobar la primera fase, el resto suspendía irremediablemente, aunque hubieran hecho un buen examen. Me explico: la primera fase podía hacerla cualquiera que cumpliera los requisitos de la convocatoria (tener una licenciatura, el CAP y todo eso). Se trataba de un examen teórico, de temas largos a desarrollar y un examen práctico y era eliminatorio. La segunda fase consistía en un examen oral en el que se presentaba una programación y una unidad didáctica. Cada examen oral duraba una hora y pico, tiempo durante el cual todo el tribunal estaba pendiente un solo opositor. Pero se determinó que la segunda fase de la oposición debía realizarse en un máximo de dos días, por lo que cada tribunal tuvo que aprobar a un porcentaje bajo de gente (que osciló entre un 4% y 20% de los opositores, según los tribunales) para poder realizar los exámenes orales a tiempo. Es decir, no pudieron aprobar la primera fase a más de 16 personas por tribunal - como tope, de hecho la mayor parte de tribunales aprobaron a muchos menos - porque sino no daba tiempo material a hacer los exámenes orales en dos días. Eso significa que hubo mucha gente que hizo muy buen examen escrito pero que se quedó fuera porque se decidió aprobar sólo a los tres, cuatro o quince mejores para amoldarse a los tiempos (otra de las injusticias de las oposiciones es la disparidad de criterios entre tribunales. Algunos aprueban a tres y otros a quince... misterios de la vida). En fin, lo que trato de decir que es si alguien os dice "suspendí la primera fase de la oposición de profesor de secundaria" jamás penséis que es un manta. Puede que hiciera un examen estupendo. Pero a veces eso no es suficiente para aprobar. 

Sería gracioso que yo empleara este sistema en clase: "sois cuarenta. Con criterios justos y objetivos, habéis aprobado dieciocho, llegáis bien a los conocimientos que se exigen. Pero como son demasiados aprobados, vamos a poner la nota de corte en un... ocho. Por tanto, habéis aprobado tres y el resto, suspensos. Y el ocho se ha convertido en un aprobadito justo, un cinco ¿eh? no te vayas a creer que eres bueno, ni nada de eso. Hala, con Dios".

La cuestión es que ahora prácticamente sólo va a contar la nota para la lista de interinos y apenas cuentan la experiencia y los méritos (por ejemplo, ahora mi segunda licenciatura, mi máster o mis cursos de didáctica no se valoran en esa lista). Bueno. Hay gente malintencionada que dice que este cambio, más que para seleccionar a los mejores profesores, es para ahorrar dinero. A la gente con experiencia hay que pagarles trienios y sexenios. A los recién licenciados que están en paro y tienen todo el tiempo del mundo para preparar la oposición no. Quién sabe. Yo sólo espero que, si van a aplicar este baremo para la lista de profesores de secundaria, realmente dejen aprobar a los que se lo merezcan, no sólo al pequeño porcentaje que ellos decidan.

Y una última cosa. Ya que el gobierno regional tiene este loable afán por seleccionar a los mejores profesores disponibles, yo propondría  que los profesores irlandeses, británicos o estadounidenses que están contratando para participar en el programa de bilingüismo pasaran la misma prueba de conocimientos que nosotros. Si no ¿cómo van a demostrar que son los mejores, que es lo que la Comunidad quiere para nuestros alumnos? Por ahora han demostrado que saben inglés y ... y... pues eso, que saben hablar inglés. Si pasan el proceso de oposiciones habrán demostrado que son lo que nuestros alumnos necesitan y, además, podrán cobrar lo mismo que los profesores de aquí (sí, a los pobres les pagan menos) y trabajar las mismas horas (sí, los pobres trabajan más horas).

En fin. ¿Por qué será que acabamos hablando siempre de dinero cuando hablamos de educación?

jueves, febrero 14, 2013

Extreme makeover Pope edition


El Papa lo deja. Desde que anunciara el lunes su renuncia, la decisión de Benedicto XVI se ha llevado titulares y ha abierto informativos (incluído los económicos como el mío), ha sido trending topic de distintas formas en varios idiomas y ha dado tema a un buen puñado de tertulianos. 

La heroína, sin discusión, es Giovanna Chirri, la corresponsal de la agencia Ansa en el Vaticano que fue la primera en dar la noticia gracias a su dominio del latín (los Papas es lo que tienen, que dimiten en latín). No sé vosotros, pero yo la única persona que conozco capaz de eso es Jónatan Sark, y aún así sospecho que depende del día.

Las teorías conspiranoicas surgen de debajo de las piedras (Iker Jiménez se frota las manos pensando en todos los programas que se le han solucionado de repente). Los ocultistas de salón desempolvan su Nostradamus y echan cuentas: ¿después de Ratzinger toca Papa negro y después... el Anticristo, o aún quedan un par más? Los chistes en twitter (esa red social que está para eso) a costa de la decisión sin precedentes se han multiplicado hasta el infinito. Las preguntas son muchas y variadas: ¿Esto se puede hacer?  ¿Por qué no se ha hecho antes? ¿Por qué se hace ahora? ¿Es verdad que Benedicto Equis Uve Palito se va por presiones de ciertas facciones del Vaticano? ¿Quién va a ser el nuevo Papa? ¿Qué hará el ex-Papa con tanto tiempo libre? ¿Cuánto cobra un Papa jubilado

Muchos hablan de la sucesión del Papa, pero pocos se centran en lo importante: la dimisión de Benedicto XVI deja un vacío, un vacío que se puede rellenar con una cara nueva, fresca, sexi. Es decir: Georg Gaenswein, el George Clooney  del Vaticano.

Aunque yo le veo más un aire a Ryan Gosling

El Pájaro Espino y La Señora han preparado el camino. Creo que estamos preparados para tener un Papa guapo. Y Monseñor Gaenswein es el candidato perfecto.

Está guapo en falda

Está guapo en pantalones

Tiene experiencia mediática y bonitos ojos azules

Sonrie superbien

Estoy dispuesta a apostarme dos bolsas de kikos (qué queréis, estamos en crisis) a que con Monseñor Gaenswein de Papa disminuirían las críticas sobre que la Iglesia necesita modernizarse. Aunque sea por la dificultad añadida para concentrarse.

Es un claro ejemplo de crisis (sucesoria) como oportunidad (de renovarse) que Efe ilustra así: 


Me recuerda a algo así como de hace mucho, mucho tiempo,
en una galaxia muy lejana, pero no sé a qué... 

Si no os gusta Georg podemos buscar otro candidato. Es factible: durante la visita a Madrid de las juventudes del Papa era costumbre entre las lugareñas jugar al veo-veo pero con "un cura sexi" en lugar de "una cosita". ¡Hay cantera!

PP (de "post post", no de "papa"): ¡Se me había pasado acreditar el dibujito! Realizado seximente por Efe Morningstar cuyo tuiter es éste y su blog éste otro. Pásense por allí de visita, trolleo, turismo sexual.