El miércoles pasado me encontré a Ele (de Loquera) hablando de Facebook con la recepcionista. Resulta que su mejor amiga de cuando tenía nueve años la ha encontrado gracias a esa Red Social de Satán y están las dos superfelices.
StreetGirl tuvo hace un mes una reunión de compañeros de clase de EGB donde todos menos ella habían quedado gracias a Facebook. A ella tuvieron que llamarla al móvil (ahora también está en Facebook, desde un día que vino a casa y la lié).
Y yo hace como un mes que pertenezco al recién creado GrupoFacebook de mi promoción del colegio de las monjas. Me he reencontrado con compañeras de las que hace mil años que no sabía nada. De algunas me acuerdo, de otras no. Algunas viven fuera de España, algunas siguen en CasaPadres, algunas siguen iguales, algunas se han cambiado el color del pelo y se lo han puesto rosa, algunas siguen solteras y algunas se han casado ¡y hasta tienen pequeñas croquetas propias!
Pero si hace nada las croquetas éramos nosotras…
Mirad lo que me he encontrado gracias a mis compañeras perdidas y halladas:
A mí misma.
Va a ser que todo eso no fue "hace nada"… Hace más de 20 años, pero EmeA dice que tengo la misma cara que en estas fotos. Qué mono.
(Claro que también dice que por suerte no tengo las mismas tetas. ¡Y tiene razón!)
Para aquellos que aún no hayan oido hablar de la prometedora serie Los Estados Unidos de Tara –donde Toni Collette borda a una amantísima esposa y madre de familia con personalidad múltiple–, voy a subtitular este post:
Los frikis también patinan
Estaba yo anoche tranquilamente viendo en diferido el programa libre masculino de los Campeonatos Europeos de Patinaje Artístico en compañía de Jónatan Sark (que no se quejó casi nada, lo que en sarkiense significa que le gustó, y no en el fondo sino en la misma superficie) cuando…
Pero no, no empecemos por ahí. Empecemos por cuando mi compañero de piso el Hombre Malo se refugió en su habitación. Fue después de que yo, en un intento por que empatizara con los patinadores, le pedí que se visualizara patinando y que cómo serían sus mallas.
-Pues yo llevaría mi máscara, y un tanga de leopardo y cogería a Jona así en alto mientras hago el ejpagár y él pone pose como de volador… ¿qué c*ño digo? ¡¡Me voy a mi cueva!!
Y se fue.
Pues eso, que yo intentaba ver lo que hacían los patinadores mientras Sark criticaba duramente la elección musical.
-¿Pero esto qué es? Espero que cambie la música, porque cómo sea todo así… ¿Por qué no me dejarán a mí elegirles la música? Miguel Bosé quedaría bien. Primero "Amante Bandido", luego "Don Diablo" y luego "Bambú". Lo que pasa es que no recuerdo cómo era la música de "Bambú", igual no pega. Y ABBA. ABBA quedaría genial, primero "Gimme, gimme, gimme", luego una lenta, para terminar con "Dancing Queen". No sé cómo estos tíos no se han dado cuenta. ¿Sabes lo que también quedaría bien? Cole Porter. ¡Qué fuerte! ¿Te das cuenta de lo que suena? ¡Cole Porter! ¡Este francés me ha hecho caso!
En fin, almas gemelas. El caso es que ganó Brian Joubert, un francés que me parece súperatractivo y que no era el que tenía tanto en común (musicalmente) con Sark. Me encanta, llevaba unas mallas espantosas pero fíjense que nariz tan interesante.
El segundo fue el italiano Samuel Contesti. Gracias a la maravillosa Paloma del Río me enteré (últimamente no estoy muy puesta de estas cosas) que este chavalín acaba de dejar tirada a la Federación Francesa para irse a competir por Italia, a pesar de que todavía no tiene ni la ciudadanía. Estas cosas que pasan en el patinaje y que no pasan en otros deportes… Bueno, pues Samuel Contesti se marcó un programa libre que si lo pilla Clint Eastwood le mete un tiro entre las cejas. Él quería parecer un súperduro machote del oeste y lo que parecía era un pastor de ovejas de Nueva Zelanda.
Y el bronce fue para Kevin Van Der Perren, belga y el motivo por el que Sark se quedó hasta el final. Bueno, yo creo que también tenía curiosidad por ver quién ganaba, pero él decía que era por verle bien el traje. En fin, señores, no puedo definirlo. Ni explicarlo. Ni explicármelo. Sólo puedo ponerles el video.
También puedo ponerles un par de fotos fijas:
¿Qué le ha pasado a este pobre? ¿Se ha hecho un lío o al no poder decidir de qué quería vestirse se ha puesto un poco de todo? ¿Cada una de sus personalidades tiraba hacia un referente y no hay ninguna dominante que haya ganado a las demás? ¿Alguien me sabe decir cuántas personalidades tiene, según las referencias que aparecen en las mallas de este patinador? ¿Le habrán hecho pagar derechos? ¿A cuánta gente? ¿Qué es esa especie de ubre de vaca espacial que hay sobre su pectoral derecho?
Para que luego digan que el patinaje sobre hielo es un rollo para tías.
Llevo una temporada muy cansada, debido a los ensayos de la compañía de danza oriental, que son en fin de semana: los sábados bailo de doce a una y media y de cuatro a once, y los domingos de cuatro a ocho y media. No estoy cansada por los ensayos en sí, sino porque el horario me ha hecho aparcar uno de los momentos más placenteros (y necesarios) de la semana, la SSS:
¡La Siesta Sagrada del Sábado!
Me encanta echarme los sábados después de comer en mi enorme sofá, tumbarme todo lo larga que soy, arroparme con mi mantita y dejar que los ojos se me vayan cerrando hasta que empiezo a oír sólo una palabra de cada tres de la peli de la tele. Y me quedo inconsciente... hasta dos o tres horas después, despertando generalmente con una película diferente a la del comienzo. A veces me levanto atontolinada, pero la mayor parte de ocasiones despierto fresca como una rosa y descansada de toda la semana. Y a correr el resto del finde y la semana.
Lo primero que me llevé a mi casa Ikea y lo último que me traje de vuelta a Chonilandia fue mi mantita, mientras mi chico flipaba conmigo por verme cargando con la mantita* de un lado a otro, al grito de "¡la mantita hace hogaaaar!" (¿he dicho alguna vez que soy una cursi medio pirada?). No es de extrañar que a mi grito mi chico responda siempre con un "¡Estás looooooooooooca!". Oye, pero no me ha dejado todavía, así que tan mal no debo estar. O eso, o es masoquista. Aunque ahora que lo pienso se ha ido a la otra punta del país... ¿tendrá algo que ver?
En fin, dejémoslo en que mi chico esto de la siesta no lo entiende. Para él es una pérdida de tiempo y no le gusta, pero yo mi SSS no la perdono, para algo es sagrada. Así que el pobre se aguantaba y aprovechaba el tiempo para ver series: durante mis siestas se vio "El ala oeste de la Casa Blanca" entera... y cuando se le acabó me apresuré a regalarle "Los soprano" (seis temporadas, a una media de 700 minutos cada una: ¡calculad cuánto tiempo de siesta me autorregalé!).
Lo que es la vida, ahora que vivo otra vez sola y que podría dormirme unas siestas sabatinas brutales, porque tengo al novio en Barcelona, resulto que no puedo dormir porque estoy ensayando. ¡Ah, mundo cruel!
*En realidad tengo tres mantitas: una de invierno, una de entretiempo tirando a frío y otra de entretiempo tirando a calor. Lo sé, soy una obsesa.
El otro día descubrí que mi ex, después de 22 meses de ser novios y 3 y medio de ser amigos, no sabe en qué trabajo. Sabe la dirección del edificio al que voy a trabajar, sabe que es una radio, pero no tiene la más remota idea de lo que hago allí.
Así que el otro día estaba contándole mis últimas novedades laborales, cuando…
Yo: …y que haga un resumen de bolsa de la semana.
Él: ¿Dar la bolsa? Qué rollo, ¿no?
Yo: …
Él: ¿No?
Yo: A ver… ¿tú sabes a qué me dedico, o sea, sabes en qué consiste mi trabajo?
Él: Pues ahora que lo dices, así, en concreto…
Yo: Eso me parecía. Llevo cuatro años haciendo información bursátil.
Él: ¡Andá!
Yo: Pero… y cuando tus amigos o tu madre o alguien te preguntaba que en qué trabajaba tu novia, ¿tú qué les decías?
En fin. Pues desde ayer, a esa pregunta mi ex contestará que soy como Chandler, pero en la radio y en la tele. Porque precisamente lo que le explicaba es que me ha caído del cielo (o del infierno) un encarguito: hacer algo que hago muy bien en un medio en el que no he trabajado jamás en un lenguaje que desconozco.
Tras una semana de inexplicablemente pocos nervios (tenía demasiado trabajo para ponerme nerviosa), y una primera grabación de inexplicablemente cero nervios (me puse uno de mis vestidos más bonitos y unos zapatos de los que te alegran el día, así que nada podía salir mal) toda la tensión me vino de golpe el día que tenía que verme: ayer.
Un trago que sobrellevé rodeándome de amigas. Y compartiendo con ellas unas cuantas cervezas y botellas de lambrusco (terminé con un pedal de im-pre-sión).
Mis amigas me vieron muy bien, muy guapa y muy profesional. Lo mismo que tres de mis tías, que llamaron para decirme exactamente eso: que muy bien, muy guapa y muy profesional. Yo creo que con todos esos focos casi no abro los ojos, que hablo demasiado deprisa y que mis mofletes toman entidad propia en la pantalla de tv, pero tiendo a estar de acuerdo con ellas. Muy profesional y muy segura.
Espero ansiosa la siguiente (¡JA!). Ustedes vigilen sus pantallas y, si ven a una chica morena agarrada a su roturosa como a un salvavidas mientras habla del Ibex, sean indulgentes y envíen energía positiva a través de sus televisores.
(Y si alguien se pregunta si me han subido el sueldo, la respuesta es NO. Mis patrones consideran que la salida a esta crisis es trabajar más por menos dinero, así que desde aquí aprovecho para darles las gracias por no habérmelo bajado).
Post hecho con la colaboración de Edu-im, Anómalo y P. Gracias, chicos.
Hace unos meses entré en una compañía de danza oriental y estamos preparando un espectáculo. Mi amiga Adalias, que también está en la compañía, está un poco fastidiada, porque le ha tocado interpretar al personaje malvado de la obra. Mientras sus víctimas la miran con ojos aterrados (Adalias es una actriz estupenda y te la crees de cabo a rabo) ella disimula, hasta el final de la escena, cuando se le cambia la cara y ya puede exclamar "joooo, qué pena me da... ¡ser el personaje malo es un asco!".
Pues este es un post para demostrarle que no, que hay personajes malvados que molan un montón y que pueden ser más glamourosos/interesantes/magnéticos que los buenos.
Terminator Malo sin sentimientos que no paraba de perseguir al bueno ni a tiros... como yo las napolitanas de chocolate. Qué angustia de malo, que no se moría ni de casualidad. En la primera, el Schwazi, en la segunda el tío ese de metal como líquido y que era más complicado de destruir aún. Pero los dos molaban, sin inmutarse ni nada. ¿Qué sería Terminator sin Terminator? ¿una tragicomedia de adolescentes atormentados?
Dracula Um... es normal que a su lado Winon... Mina mandara a la porra a la cómoda de pino finlandés que es Keanu. Este te caía simpático al acabar la peli, no sé.
Poison Ivy Los malos de Batman (me refiero a las pelis, que yo de estos comics no gasto) molan mucho. El joker es genial, pero mi preferida es Poison Ivy. Glamourosa y poderosa, atonta a los pobres de Batman y de Robin con un simple aliento. ¿Se puede estar más guapa vestida de verde?
Diana, de V La serie me daba un montón de miedo de pequeña, por ella. Diana (Dayana) tragando ratones, Diana enfundada en su traje rojo, Diana con sus gafas de sol de pantalla, Diana luchando contra la resistencia. Fría, calculadora, inteligente, muy bruta a ratos... ¡y lagarta! Diana ponía unas muecas de desprecio y lanzaba unas miradas demoledoras que te dejaban temblando en el sitio (a ti y a sus enemigos, como aquella lagartona rubia que era su enemiga). Creo que aún puebla mis pesadillas. Robert de Niro/ Al Capone También ha hecho unos cuantos malos brutales, donde me gusta un montón es en "Los intocables de Elliot Ness". Tiene un papel corto, sale apenas veinte minutos en la peli, pero está presente en toda ella. Con un par de escenas escalofriantes (¡el bate de beisbol!) Robert de Niro no pierde la elegancia ni un instante. Hannibal Lecter Qué miedo daba el jodío. A riesgo de que te diera un bocao y te dejara sin medio higadillo, pero, pero... qué magnético, inteligente, sutil. No me extraña que Clarice se quedara fascinada por su asesino en serie.
Glenn Close... así en general Y lo digo porque no consigo decidir cual de sus dos malas (Atracción fatal/ Amistades peligrosas) me gusta más. Ambas son sofisticadas e inteligentes y las dos intentan fastidiar a sus ex-amantes, aunque de forma diferente: una hierve conejos y acosa, la otra azuza a un conquistador para desvirgar a la futura esposa de su ex. Un par de joyitas de personajes, encarnadas por la misma actriz. ¿Cómo no vas a tener miedo si Glenn te mira con esa cara?
Cruella de Vil Mira que hay personajes malos en las pelis de Disney, ¿eh? pues para mí Cruella se lleva la palma, intentando despellejar a los 101 cachorritos. La madrasta de Blancanieves queda en segundo lugar, porque es el colmo del estilo. Pero Cruella es decadente, fuma, está híper delgada, tiene un coche chulísimo y capitanea a dos inútiles a los que le gustaría despellejar también. ¡Y tiene su propia canción! No recuerdas los nombres de los demás personajes de la peli, pero el suyo sí.Darth Vader El malo por antonomasia. Si dices "guerra de las galaxias", lo primero que se te viene a la cabeza no son las túnicas de Luke, sino la imagen de Darth Vader. "Luke, yo soy tu padre" debe ser una de las frases más repetidas y referenciadas de la historia.
Bueno... ¿me echáis un cable y vamos completando la lista de malos molones?
P.D. ... ¿Dónde ubico este post? ¿en muerte y destrucción? ¿en gente a quien amar? ¿en los chungos de nuestra vida?
(Que sí, que sí, que ya sé que el centenario fue antesdeayer –o cuando fuera que tocó ser 19 de enero–, pero mi post sale hoy, qué le vamos a hacer).
Mi primera experiencia erótica fue con este señor que ven aquí. El ocupante de una de mis chapitas preferidas se llama Edgar Allan Poe, y para ejercer tan temprana influencia en mí contó con la inestimable ayuda de Santiago Auserón.
Una historia de amor, que empieza en la más tierna infancia (más o menos la edad que yo tenía en la época), una joven preciosa que se muere y un amante apasionado que no la olvida y nunca la dejará de amar.
No sé qué me molaba más, si el niño del flequillo espantoso buscando a la niña por el bosque lleno de niebla, el moreno/alto/sin-gafas-pero-con-levita durmiendo encima de la tumba de su amor verdadero o Santiago Auserón con chorreras bebiendo vino delante de la chimenea. A mis 7 años eso era el culmen del amor y la sensualidad. (Cuando, años después, entrevisté a Radio Futura, descubrí que si hubiera sido lista me hubiera quedado con el ángel del cielo y el demonio del mar, que eran más simpáticos y me tiraban más los tejos).
Ya de adolescente descubrí esta delicia superchupi y caí, de nuevo, rendida ante Edgar:
De la peli llegué al poema:
Y como era de esperar, todas esas perversiones (y otras muchas más) se aliaron para llevarme a la Universidad que les dio la gana. Allí, una de mis asignaturas más preferidas se llamaba "Del Relato a la Novela en la Literatura Americana". El Relato (a.k.a. short story) es un género literario breve, aunque hay distintas teorías sobre cómo de breves deben ser. Algunos dicen que su extensión debe rondar las 9.000 palabras. Otros que deben estar entre las 1.000 y las 20.000. Edgar Allan Poe, mucho más práctico, decía que los relatos debían poder leerse de una sentada.
Así me leí yo los relatos de Poe. De una sentada, pero todos.
Cómo resistirse. Las rubias de Poe eran buenísimas, sosísimas y ñoñísimas, mientras que sus morenas, como Ligeia (léase "laiyía"), eran estimulantes, misteriosas, oscuras. Los hombres, perturbados, atormentados, trastornados. Drogas, ciencias ocultas y prohibidas, descubrir que el enemigo -el monstruo- está dentro de uno mismo, decadencia, sangre, horror.
Por todas estas cosas (¡y que me he enamorado de chicos por su culpa!) Edgar vive para siempre y yo le quiero, le quiero, le quiero (toma análisis literario profundo).
Ahora, sinceramente a Arthur Gordon Pym se lo pueden quedar ustedes para comérselo si un día se quedan a la deriva en alta mar. O hacer una fogata en el jardín otro día que se aburran. O algo.
Estas pasadas navidades, además de recibir muchos regalitos por parte de los Reyes y tal (es que he sido tan buena como otros años o más) he comido superbien.
En la línea de lo que va de otoño/invierno, la verdad, que he cocinado y me han cocinado asados con setas, castañas, calabaza y manzana, sopitas invernales, legumbres (que me rechiflan), pollo al melocotón, empanadas, pasteles… y he fichado a una nueva amiguita a quien le encanta cocinar para los demás (te quierooooo) y que además lo hace de muerte: Cattz.
Esta encantadora señorita, cuyos dos únicos defectos son (1) no dejarse secuestrar para salir en Nochevieja y (2) empeñarse en fregar todos los platos y cacharros a la vista nada más pisar mi casa (cosa que la verdad le agradezco porque las comidas/meriendas/cenas de 12 personas dejan la cocina como si hubiera pasado un huracán, aunque tampoco hay que pasarse), nos ha alimentado a mí y a mis amigos varias veces ya.
Uno de los días, el de las arepas, abri la puerta, la acompañé a la cocina y me volví a la cama a dormir un par de horitas más (la noche anterior había sido la cena de Navidad de la empresa y cuando Cattz llamó al timbre yo prácticamente me acababa de acostar...), cosa que hasta la fecha sólo me había atrevido a hacerle a Sark. Y ella aún me habla y parece que hasta le caigo bien...
En fin, que pensé que iba siendo hora de que se marcara una pequeña colaboración en este nuestro blog. Lo que pasa es que ha cocinado tantas veces que de pequeña nada: la colaboración parece más el libro de Simone Ortega que un post invitado.
Mil gracias, niña. Por la comida y por las recetas. Y por ser tan guay. Y a los demás, prueben ustedes en casa y que les aproveche.
La simpatiquísima señorita Be me ha pedido un post para Quédate a Dormir y he aceptado encantada.
En realidad ha sido una forma sutil de solicitar unas cuantas recetas de cocina, pero como debe quedar mal lo de "¿me das las recetas?" ella lo ha llamado "post invitado". De todas formas siempre ha sido una estupenda anfitriona y no cuesta trabajo porque casi todas las recetas ya las tengo escritas en algún lado. Además, yo SÍ me he quedado a dormir, literalmente, por culpa de una comida un poco más larga de lo habitual.
La primera vez que me planté en Casa Be decidí llevar el postre. Había que romper el hielo, no conocía a muchos de los invitados y se me da fatal lo de llegar con las manos vacías. Quedó estupendamente porque resultó que había un doble cumpleaños (dato que personalmente desconocía) y nos juntamos con 4 tartas distintas, pero las dos que yo hice fueron:
Tarta de queso o limón: - 1 tarrina de queso Philadelphia - 1/2 litro de nata para montar - Zumo de 3 limones - 1 paquete de gelatina de limón - 1 vaso de azúcar - 200 gr de margarina - 300 gr de bizcochos
Se calienta 1/4 de litro de agua y se disuelve la gelatina sin dejar que hierva. Dejar enfriar y añadir el vaso de azúcar, el zumo de los limones y el queso. Batirlo todo para que no queden grumos. Montar la nata (tiene que estar muy fría) y añadirla a la mezcla anterior, lentamente.
Desmenuzar los bizcochos, reservar 1/3 y mezclar el resto con la margarina derretida. Con ello se forra el fondo de un molde de tartas desmontable, se añade con cuidado la mezcla y se mete en la nevera como mínimo 8 horas. Decorar con el resto de bizcochos desmenuzados.
Tarta de calabaza: - 1 huevo - 50 gr de harina - 60 gr de azúcar - 50 gr de mantequilla - 300 gr de calabaza - 1/5 de lata pequeña de leche condensada - Misma cantidad de leche natural - Ralladura de limón - Canela en polvo
Hervir la calabaza con un poco de sal hasta que esté blandita, escurrir y triturarla. Mezclarla con la mantequilla, la leche condensada, la leche natural, la ralladura de limón y un poco de canela. Montar las claras a punto de nieve e ir añadiendo de a poco el azúcar, luego echar las yemas removiendo con cuidado, y más tarde la harina, con cautela para que no bajen las claras. Mezclarlo todo y ponerlo en una fuente de horno untada con mantequilla y harina. Precalentar el horno a 200ºC y cocinar a 150ºC hasta que salga seco pinchando con un cuchillo (unos 45 minutos). Las cantidades pueden multiplicarse, ya que con un solo huevo saldría una tarta bastante pequeña, en la receta original se usaban 5 y podías echar el bote de leche condensada entero, pero mi capacidad para engullir tarta menguaba al segundo día de alimentarme sólo de eso.
Las tartas tuvieron un éxito moderado (¡¡eran 4 tartas para elegir!!), pero los espías confirmaron que se finiquitaron sin problemas después de que yo abandonara la capital.
Con bastante más confianza y una morriña desmedida en una charla de MSN a altas horas de la madrugada, me planteé hacer un día de comida canario-venezolana. Un par de ojitos de Josemi y mis propias ganas de meterme en camisas de once varas hizo el resto. Me planté en Madrid casi sin dormir y empecé a preparar:
Carne mechada: - 1 kg de falda de ternera. - 2 cebollas. - 2 dientes de ajo. - 1 pimiento rojo. - 1 pimiento verde. - 1 lata de tomate natural triturado. - 3 hojas de laurel. - 1 pastilla de avecrem. - 1 cucharada de salsa Worcestershire. - 1 cucharadita de pimentón. - 1 vaso de vino blanco. - Sal, pimienta, cominos.
Colocar la carne en una olla con un cuarto de cebolla, 1 hoja de laurel y una pastilla de Avecrem. Cubrir con agua, tapar y cocinar a fuego lento unas 3 horas. Retirar la carne y desmechar cuando esté templada (básicamente consiste en separar las hebras de la carne con los dedos, quitando toda la grasa que te encuentres en el proceso).
En una cacerola pochar el resto de cebollas picaditas hasta que se pongan transparentes y añadir los dos pimientos y el ajo picados. Cocinar unos 10 minutos. Añadir la cucharadita de pimentón, las dos hojas de laurel, una cucharada grande de salsa inglesa, remover y poner el tomate, la carne, el vino y un poco del caldo que quedó de guisar la carne. Salpimentar y poner comino molido y pimienta negra al gusto. Dejar a fuego lento hasta que reduzca el líquido, pero que quede húmedo.
Tengo que decir que terminé hasta las narices de la dichosa carne, pero tuve la suficiente lucidez como para no dejarla para el día siguiente, día de la comida oficial. De modo que con la carne en una tartera y los ingredientes básicos para las arepas en la mochila, volví por segunda vez a Casa Be.
Arepas: - Harina P.A.N. - Agua templada/caliente - Sal - Aceite para freír
Las arepas son muy sencillitas. Echas harina en un bol, añades sal y vas poniendo el agua poco a poco mientras amasas con las manos. Cuando la masa se despegue sin dificultades pero esté toda húmeda, es el momento de hacer unas bolas que aplastar en plan filete ruso. Se fríen en abundante aceite caliente hasta que estén doradas. Con 2 o 3 arepas la gente suele quedarse satisfecha porque son tremendamente pesadas. Para que sean más sabrosas y aún más pesadas, se puede añadir queso rallado a la mezcla. Se comen abiertas por la mitad como si fueran un panecillo y se rellenan.
Como un sólo relleno me parecía un menú de lo más aburrido, mi pinche Josemi y yo nos volcamos en la preparación de:
Se pican los tomates, las cebollas y las salchichas. Se pochan las cebollas, se añaden los tomates y se deja evaporar el líquido. Se añaden las salchichas y los huevos batidos, haciendo un revuelto que quede suelto. Sal al gusto.
Pollo con aguacate: - Pechugas de pollo - Aguacate - Mayonesa - Ajo - Zumo de limón
Hacer las pechugas a la plancha, trocearlas muy pequeñitas. Hacer una mezcla bien batida de mayonesa, la pulpa de aguacate, 1 diente de ajo y zumo de limón. Juntar con las pechugas y remover bien.
Se acompañó con unos aperitivos de queso ahumado semicurado de Benijos con dulce de guayaba y el mismo queso pero con dulce de mango en hojaldre. Los dulces vienen a saber muy parecidos al de membrillo. El Capitán Achab llegó a hablar sobre la capacidad de las arepas de conseguir llenar a unos estómagos hambrientos.
El postre estuvo a cargo de Sheena y consistió en una estupenda mousse de turrón de la que desconozco la receta. Fue una noche muy especial porque Be, además, me invitó realmente a quedarme a dormir en Casa Be. Detalle que agradezco enormemente porque me lo estaba pasando muy bien y no tenía ganas de coger complejo de Cenicienta regresando a casa a las doce de la noche.
La siguiente vez el puesto de cocinero primero ya estaba ocupado por la persona que lo ostenta oficialmente, conocido como Sark, y me limité a hacer:
Falafel: - 500 gr de garbanzos - 4 dientes de ajo - 80 gr de pan rallado - 1 cucharada de cominos - Perejil picado - Cilantro picado - Pimienta negra - Sal - Aceite para freir
En primer lugar tengo que pedir disculpas porque no puse el cilantro picado, ya que el que hay en la península es una basurilla que no sabe a nada y sólo puse perejil.
Se dejan los garbanzos toda la noche en remojo. Poned bastante agua porque los muy mamones absorben una barbaridad. Les quitáis el agua y se añaden el resto de ingredientes. Con una buena batidora o una picadora se tritura todo. Yo usé la nueva batidora/picadora Taurus de Be, pero la verdad es que me gusta más la mía de la marca Braun porque es algo más sencilla de montar y limpiar. En fin, se deja reposar la masa una media hora y con la ayuda de una cuchara se forman pequeñas bolitas que freiremos en aceite bien caliente.
El falafel queda mejor con salsas, en este caso las aportó el Hombre Malo, persona que confirmó su nick ya que a los 3 minutos de conocerme ya me había escachado un dedo del pie dejando caer una puerta de radiador sobre mí con gesto despistado.
Que yo sepa las recetas son seguras para la salud ya que ninguna de mis cobayas humanas se ha quejado más allá del "no me como otra arepa en 3 años". Incluso siguen invitándome a Casa Be.
Les invitaría a dormir pero yo no tengo sofá-cama, así que un par de besos a todos.
Yo lo noto: cómo me voy volviendo menos cierto, confuso, disolviéndome en el aire cotidiano, burdo jirón de mí, deshilachado y roto por los puños Yo comprendo: he vivido un año más, y eso es muy duro. ¡Mover el corazón todos los días casi cien veces por minuto!
Para vivir un año es necesario morirse muchas veces mucho.
Por si queréis oír la maravillosa voz de Ángel González recitando sus poemas, aquí. También hizo un disco con Pedro Guerra, en la que Pedro canta y toca la guitarra y él recita. Un ejemplo, aquí.
Yo siempre fui una chica Ragazza (que sí, que ya lo saben, que ya se lo he dicho 1, 2, 3, 4 veces). Pero es que sin ese pozo de sabiduría acompañándome a lo largo de los años, sin su apoyo en el periodo más crítico de la vida de toda mujer (el pavo), sin Ragazza apuntalando pilares fundamentales, hoy yo no sería como soy.
El primer número de la revista salió en noviembre de 1989. Yo tenía 12 años, y me lo regaló una tía mía que por aquel entonces trabajaba en una revista de moda "de las de mayores". Me encantó desde el minuto uno, a pesar de destacar en la portada a Mel Gibson, un tios que no me ha gustado nunca. David Summers, en cambio, sí.
Me pasé a "las de mayores" poco tiempo después, pero nunca abandoné del todo la Ragazza y en CasaPadres hay casi 100 números ordenaditos en algún altillo. Hace muchos años que no me la compro, sí, pero Sark suele (solía) regalármela cuando se acuerda (acordaba). Y la voy a echar de menos.
Porque Ragazza ha cerrado. Se acabó la Ragazza.
Ragazza is no more! Ragazza has ceased to be! Ragazza's expired and gone to meet it's maker! Ragazza's a stiff! Bereft of life, Ragazza rests in peace! (en fin) Ragazza es una ex-revista.
Me río, sí, pero por no llorar, porque esto es un drama humano. Mucho más. Señores de Hachette Filipacchi, la muerte de Ragazza tiene unas consecuencias terribles cuya magnitud ustedes no calculan:
¿Quién va a enseñar ahora a las niñas cómo llevar la regla sin líos ni traumas?
¿Cómo van a poder diferenciar, las pobres, entre las cosas monas y los horrores cuando vayan a Bershka o a Blanco evitando el peligro de acabar hechas unas chonis?
¿Cómo aprenderán a hacerse distintos estilismos (mañana, noche y fiesta) utilizando tres prendas de ropa, un pañuelo y un mismo lápiz de ojos?
¿Quién les contará cómo disimular un chupetón para que sus padres no se enteren de que en realidad anoche no estaban estudiando con su amiga Marta sino haciendo el mal?
¿Cómo descubrirán que la miel te deja el cutis estupendo si te la pones en plan mascarilla mientras te das un baño?
¿Dónde van a poder hacer tests inútiles en los que siempre acabarán en la categoría del medio, porque las otras dos son tan extremas que si te salen lo mejor que puedes hacer es ir a terapia?
¿A qué concurso se presentarán las que se presentaban a La Modelo del Año de Ragazza (Nieves Álvarez, Eugenia Silva, Vanesa Lorenzo, Esther Cañadas, Laura Ponte… y más, claro)?
¿Quién les va a recomendar pasar del novio que de vez en cuando les pone los cuernos con su amiga?
¿Y que manden a la amiga a la mierda?
¿Quién les va a explicar qué métodos anticonceptivos usar cuando encuentren uno nuevo?
¿De dónde sacarán unos horóscopos con previsiones sobre su futuro amoroso/sexual/familiar/institutil durante el próximo mes, con detalles como los días mejores y peores para ligar y hacer exámenes o que a una Leo le puede ir fenomenal con un Sagitario o un Capricornio pero jamás, jamás, jamás con un Tauro?
¿Quién les explicará cómo hacer amigos en la playa/en la academia de idiomas/el primer día de clase?
¿Quién aderezará toda esa sabiduría práctica con fotos sexis, entrevistas en profundidad y cotilleos frívolos de los actores/cantantes/modelos más monos del panorama actual (bueno, eso va en gustos, pero cada mes salían unos cuantos así que había donde elegir)?
¿Qué van a leer ahora las niñas en el autobús, la Loka (engendro que espero que hayan cerrado ya, nopor la crisis sino por orden de algún juez con sentido común y del gusto)?
¿Y dónde van a encontrar las pobrecitas milipocoeuristas treintañeras producciones de moda a precios asequibles?
Que sepan que han dejado ustedes huérfanas a un montón de niñas.
Hace más de un mes que lo sé -mis dealers me tienen bien informada-, pero hasta ahora que se acerca la fecha en que debería salir la de febrero no he querido pensarlo.
Bueno, lo pensé al leer en diciembre el número de enero (las revistas son así). Era el último: ya nadie volverá a escribir en ese Muro. Nunca más.
Peor: ya nadie entenderá las referencias al Muro de Ragazza. Habrá un abismo entre los que entiendan la frase "tía, no te pongas filosófica en plan muro de Ragazza" y los que no la entiendan.
Chicos/as, como último homenaje a la revista de mi adolescencia y de la de miles de niñas más, convirtamos los comments de este post en el último Muro de Ragazza. Dejad vuestras opiniones, como siempre, pero añadid una frase lapidaria, llena de sabiduría y filosofía (y quizá poesía), como las que salían en la página del Muro cada mes.
Empiezo yo:
"Los chicos son como los baños: o son una mierda, o están ocupados"
Nota explicatoria a los chicos solteros: El muro de Ragazza era una página llena de dedicatorias chorra de carpeta, dichos tontos y refranes tuneados salpicados de una o dos citas de famosos rollo Groucho Marx o Coco Chanel. En absoluto pienso que seáis una mierda. De hecho espero pasármelo muy bien con vosotros en los años venideros. Empezando en cuantito que me recupere de mi (no tan) recientemente fallecida relación, vaya. Atentamente, Be.
Me tenía harta. Por su culpa me he perdido muchas cosas: conversaciones interesantes, chicos que merecían la pena, momentos divertidos, otros desmelenados y, sobre todo, la posibilidad de ser yo misma sin cortapisas. He intentado negociar con ella, pero por lo visto no entendió el mensaje y no se apartó todo lo que yo necesitaba. Por tanto, he decidido pasarme a las soluciones drásticas y emprenderla a palos con ella, con la timidez.
Soy tremendamente tímida, cosa que siempre he odiado. Alguien te habla y de repente te pones roja como un pavo, petrificada y temblando, o balbuceas y no alcanzas a decir más que un monosílabo, o peor, una frase incoherente que te deja fatal. Las veces que mejor lo haces sólo esbozas una sonrisa, que se queda corta para explicar lo que querrías decir en realidad.
Esto, esto del blog, es fácil. No muchos me conocéis en persona y es muy sencillo escribir las cosas con calma en casa y escudada tras una pantalla de ordenador. También es cierto que mi exhibición bloguera es controlada, hay cosas que me causan demasiado pudor. Y en cuanto salen a relucir los sentimientos, rápidamente enarbolo el cetro de cursilidad, miro a otro lado e intento disimular. Pero bueno, escribir es un avance, cuando en la vida real a veces simplemente balbuceas.
En fin... que últimamente estoy empleando una terapia de choque contra mi eterna vergüenza, forzándome a hacer cosas impensables para mí. Me estoy obligando a entablar conversación con mis compañeros de trabajo por propia iniciativa. He añadido en el facebook a gente a la que me daba vergüenza agregar ("dios, ¿y si le parece mal que le agregue y piensa que soy boba?").
En este plan anti-timidez, creo que alcancé mi máximo histórico el domingo pasado. Hicimos una merienda en la casa de Be, estaban Miss Fara, Maya, I-boy, Streetgirl , el Hombre Malo (perdón por el ruido) y después vino Jonatan Sark. Por primera vez en mi vida, canté con el sing star (¡con lo fatal que canto!) y, lo peor, ¡les hice un bailecito de danza oriental! Mientras Be me miraba flipada, "¡dejadlaaa, que es muy tímida!", "pero, pero... ¿vas a bailar delante de Jonaaaa?" (no te ofendas, Jona, pero cualquier persona que te conozca sabe que tenerte cerca implica un 80% de posibilidades de que te caiga un comentario sarcástico y, aunque te portaste bien conmigo había la posibilidad de que me cayera un hachazo).
A lo mejor suena raro, pero me da muchísimo más reparo bailar delante de la gente que me importa que de la gente que apenas conozco. Por eso bailar delante de mis amigas fue un auténtico reto. Bailé dos idioteces, mal bailadas, intentando salir del colapso interior que tenía, porque cuando tengo tanta vergüenza me bloqueo y veo menos, como opaco, y oigo menos, como ruidos sordos y no puedo pensar, ni reaccionar, así que lo hago todo fatal.
Camino a casa, y ahora que lo recuerdo, he ido oscilando entre la vergüenza que sentí, el bochorno de hacerlo tan mal y el orgullo de haber superado un miedo. Aunque aún predomina la vergüenza. ¿Qué me falta hacer para desembarazarme de esta porquería de timidez? ¿Es que seré una viejita centenaria y aún me sonrojaré? ¿la timidez me devolverá el palo y en el momento menos pensado me entrará un ataque de panidez? Mecachoenlosmengues.
Cuando tenía diecisiete o dieciocho años estaba loca por un cantante. Pero loca, loca.
Tenía todos sus discos. De hecho me los seguí comprando durante un tiempo después de que se me pasara la locura por él. Hoy sólo me siguen gustando el primero, el segundo y el cuarto (tiene nueve) y mi prefe es el segundo (precisamente el que he perdido).
Me gustaba tanto, pero tanto, que cuando salía una canción suya en la radio me ponía supernerviosa, y si resulta que estaba estudiando tenía que parar un rato porque durante los siguientes diez minutos me resultaba imposible concentrarme.
Me encantaba.
Ese cantante era Pedro Guerra.
(Portada del segundo disco)
No se confundan: yo era plenamente consciente de que el chico guapo no era. Y que tenía los dientes en arrecife. Y que nadie me iba a entender. Pero me encantaba.
Me ponía locamente, no daba grititos como las fanes de Take That, pero reconozco que se me aceleraba el pulso.
Les pongo tres de mis canciones preferidas, y les aseguro que Pedro Guerra es grandísimo en directo. Inmenso.
(Y esto es para Xisca, una rareza que igual le gusta)
Bueno, el caso es que cada vez que salía en la tele o en la radio mi familia y amigos me avisaban para que le viera/escuchara. Y así un día vi una entrevista suya en Madrid Directo en la que contaba que le gustaba mucho Madrid, a pesar de que seguía pillando millones de resfriados todos los inviernos por culpa tiempo helador, y que vivía "por allí" (sentado en la Plaza de la Paja y señalando en una dirección).
Llamé a mi amiga Pin y le dije:
-Pin, mañana no vamos a clase. Ponte zapatos cómodos que nos vamos a buscar la casa de Pedro Guerra. Mañana a las 10 (tampoco era cuestión de madrugar) en el Intercambiador de Moncloa.
Y allá nos fuimos.
Nos bajamos en el metro de La Latina, cerca de la Plaza de la Paja, y echamos a andar en la dirección en la que Pedro había señalado. Y entramos en todas las farmacias que encontramos (en algún sitio tendría que comprar el pobre el Frenadol) a preguntar si sabían dónde vivía Pedro Guerra.
En la cuarta nos dijeron que no sabían dónde vivía, pero sí dónde comía todos los días, un restaurante que estaba dos calle más allá.
En el restaurante nos dijeron que vivía en la perpendicular, pero que no sabían el número.
En la perpendicular preguntamos en un bar y nos dijeron que vivía justo en el portal de enfrente, en el número 5.
Entramos en el portal y en un buzón ponía en mayúsculas: 1ºB PEDRO MANUEL GUERRA.
Habíamos llegado.
Y entonces no supe qué hacer. ¿Subía? ¿Y qué le iba a decir? ¿Y si me quedaba sin palabras? ¿Y si decía alguna tontería? ¿Y si pensaba que era una fan psicótica que le quería matar?
Me senté en las escaleras y escribí una carta. Se la enseñé a Pin. Ella me dijo:
-No sé, Be, yo quitaría lo de que te gustaría lavarle el pelo con champú.
La reescribí, esta vez sin el párrafo dedicado a la bañera. Y subí al 1ºB.
Me abrió su asistenta. Una mujer encantadora, por cierto, que no se sorprendió mucho y me dijo que Pedro volvería en una hora. Le dejé la carta para que se la diera ella, le di las gracias y me fui.
Ah, la casa la tenía monísima, por cierto.
No le dejé forma para contactar conmigo, tampoco quería que lo hiciera, no sé qué pretendía al escribirle, debía de estar totalmente perturbada, pero le seguí escribiendo postales de vez en cuando. Desde París, desde Donosti, desde Irlanda, desde Almagro (jo, estaba en un congreso de Literatura Popular).
Y entonces mi amiga Coco y yo fuimos al primer gran concierto que dio Ismael Serrano en Madrid. A mí no me gustaba mucho, pero a ella sí. Y nos acompañaron mi madre y su amiga Car, que trabajaba con el padre de él y nos lo iba a presentar.
El concierto estuvo bien, con sus momentos. Y de repente, ¡ZAS! Aparece Pedro Guerra en el escenario. Y cantando la que más me gustaba del disco de Ismael.
(Sí, esta versión ni es en directo ni sale Pedro Guerra, pero en fin, es que el concierto fue antes de los móviles con cámara)
Casi me muero. Porque eso significaba que… después del concierto… a lo mejor… ¡podría conocerle!
Y le conocimos. Fuimos al "backstage" (o sea, lo que toda la vida se ha llamado "detrás del escenario"), y Car nos presentó a Rodolfo (el padre) que nos presentó a su hijo. Muy majo. Nos firmó las entradas y los CDs.
Luego Coco y yo nos autopresentamos a Luis Eduardo Aute, y Car y mi madre vinieron corriendo con Car gritando a voz en cuello:
-¿¡No les darás dos besos a ellas y a nosotras no, que fuimos a tu concierto en Guanchunflein hace 20 años!?
Los presenté y me alejé un poco (por si acaso, a nadie le mola descubrir que su madre es una groupie, aunque a la mía no le pegue nada) y me quedé mirando hacia donde estaba Pedro Guerra con Luis Pastor, como una tonta. Coco siempre ha sido más cortada que yo, y yo… no me atrevía.
Hasta que escuché a mi madre, que está como un cencerro y muy probablemente ni se acordaba del concierto de Guanchunflein, decir:
-Éstas no se atreven, Car, vamos a tener que ir nosotras.
Y yo, visualizando la debacle que se aproximaba, le dije a Coco que antes muerta que dejar que mi madre me hiciera pasar la vergüenza de mi vida, y me lancé.
-Hola…
Pedro Guerra nos dio dos besos, nos firmó autógrafos, nos preguntó si nos había gustado el concierto… y yo le dije:
-Yo… soy Be y…
Y él:
-¿Tú me mandas postales…?
A partir de aquí todo está borroso. Recuerdo que me abrazó, y que era muy delgadito. Que llevaba una camiseta amarilla, y que yo conseguí ser más o menos coherente durante cinco minutos más. Y que me fui y el colocón me duró toda la noche.
Le seguí enviando postales cuando me acordaba.
Nos seguimos saludando después de sus conciertos durante un tiempo.
El sábado quedé con una amiga en Sol, en el kilómetro cero (un clásico de la capital). Al otro lado de la plaza, una manifestación contra los ataques israelíes a Gaza. Gente interesada en el asunto, enterada de las masacres y que consideraron que salir a protestar contra lo que consideraban una barbaridad merecía la pena.
Estaba mirándoles y escuchando las consignas cuando salieron del metro dos chavales, se pararon a mi lado y les pude oír:
- Tío, vamos para allá.
- ¿A una manifestación? ni de coña, tío.
- ¡Pero mira cuántas niñas hay!
- ... ¡Pues vamos!
Aaaah, las grandes motivaciones de la humanidad, esas cosas que mueven el mundo.
He tenido una dulce navidad, tan familiar y tan bonita que hasta me resulto repelente al decirlo. Después de la diáspora familiar de septiembre (Hermano a Alemania, mi chico a Barcelona y mis padres en Palma) estas navidades han venido todos a casa a pasar unos días. Después he ido a la Ciudad Lluviosa, a casa suegros, y Palma, a casa padres.
El 2008 comenzó mal, continuó peor y se arregló a partir de septiembre, y ahora estoy en un buen momento, feliz y tranquila. Tener a mi gente cerca me ha hecho estar aún más contenta y disfrutar más de las cosas que me han pasado: una lengua de trapo de dos años me ha pedido galletas (y ríos de baba se desataron), me han dado la invitación para una boda en Papúa que me hace mucha ilusión, he comido pastel de cabracho en amor y compañía, he ido al teatro a oír chillar a Maribel Verdú, he visto la guarida de un gato, he perdido al chinchón con mi suegro, he bailado hasta el agotamiento, he deseado tener un ascensor en mi vida, he comprado regalitos, he descubierto fotos antiguas en las que mi abuelo parece una estrella de cine... puf. Soy consciente de lo afortunada que soy ahora mismo y lo estoy paladeando, porque quién sabe cómo estaremos dentro de un tiempito... las cosas que piensas eternas a veces te salen rana y resultan efímeras, así que hay que disfrutar de los momentos buenos y de las cosas pequeñas. No sé si soy una pesimista sin remedio o una optimista precavida, porque pienso igual de las épocas malas: siempre acaban pasando.
En fin, que después de tantos días de desconexión total, me ha costado volver a la rutina y estar otra vez solita en Madrid. Pero vamos, que no soy la única a la que le ha sentado mal la vuelta al cole. Los alumnos han vuelto a clase desganados y protestones (con modelitos nuevos, eso sí) y resulta prácticamente imposible que se interesen por algo. Así que hoy he aplicado una metodología, er... Ponerse a hablar de la Inquisición, haciendo una descripción detallada de las torturas y castigos que aplicaba, resulta infalible para que una clase de lunes postvacacional a primera hora se despeje de golpe, aunque sólo sea para poner cara de horror y empezar a chillar todos en bloque:
Igual que al conocer a un chico que te interesa hay que fijarse en cómo habla de sus ex (puedes ahorrarte bastante tiempo si descubres de antemano que es un misógino, un machista o un resentido), al conocer a mujeres yo me fijo siempre en cómo hablan de sus amigas.
No me gustan las que las que dicen tener amigas pero las destripan cuando no están delante. Las que necesitan hacer de menos a las demás para subir su autoestima. Las que, cuando sus amigas pasan malos ratos, se sienten bien consigo mismas por contraste. Las que sonríen mientras atacan como perros de presa cuando una de sus amigas muestra una debilidad.
Tampoco me fío de las que presumen de no tener amigas, o de tener miles de amigos hombres pero llevarse fatal con las mujeres. Una cosa es que las circunstancias te lleven a tratar con más tíos que tías; y otra que fardes encantada de no llevarte bien con el 50% de la humanidad por el mero hecho de haber nacido del mismo género que tú.
Que no. Que estoy harta de mujeres que van de feministas cuando en el fondo son unas misóginas, vamos, que no les gusta ninguna tía que no sean ellas mismas.
Mis amigas no se parecen nada a esos infraseres. Mis amigas son auténticas, valientes, cariñosas. Sinceras, comprensivas, críticas pero no criticonas. Con aguante y con carácter. Apoyan mis decisiones pero no me siguen la corriente si creen que me equivoco. Son competitivas con el mundo y bastante perfeccionistas, pero siempre están dispuestas a dejarse el tiempo, la energía y la manicura por sus amigas. No temen mostrarse vulnerables, porque saben que yo las voy a proteger tanto como ellas a mí.
Me encantan mis amigas. No son perfectas, son humanas, y las quiero como son, con lo bueno y lo no tan bueno. Y cuando se me cae el mundo encima pesa un poco menos porque sé que están ahí.
Llevo un tiempo dándole vueltas a fardar por aquí de cómo son mis amigas. Tengo un puñadito, seguramente más de las que merezco, y me apetece presumir. Así que le voy a dar un par de vueltas más y a ver qué me sale (calculo que varios posts, entre ellos, por fin, el de las TriTroias).
(¡¡Misia, por dios, escribe algo que me voy a cargar el cetro de tanto usarlo!!)
Por cierto, aprovecho para felicitar blogosféricamente a Noa (que cumplió años ayer) y al Hombre Malo (que los cumple hoy). ¡Feliz cumpleaños, pequeños!
Por petición popular –vamos, "popular"… porque lo pidió Ana Belén en un comment– aquí tenéis la receta estrella de mi última cena de Nochevieja.
Eso sí, las instrucciones culinarias de mi madre son, cuando menos, vagas. Y no sabéis lo que me ha costado que mi madre me dejara subirla al blog con lo suya que es para las recetas, que son como un secreto de familia que hay que proteger con nuestra vida, así que nadie se queje por los "una pizca de" y "cuando veas que ya está". Lo siento, ella es así.
Yo he añadido mis indicaciones en cursiva, pero vamos, que la receta es facilísima. En serio, si contáis con una carne rica lo difícil es fastidiarlo. Así que animaos a intentarlo y ¡buen provecho!
Receta de la madre de Be del solomillo con costra de mostaza
Qué necesitáis:
-Un solomillo (el tamaño depende, claro, del número de comensales y de lo tragones que sean). -Mostaza Louit "diáfana" al estragón. -Naranjas (la cantidad dependerá del tamaño del solomillo). -Cebollas (ídem). -Un poquito de cava (o vino blanco, pero si es cava, mejor). -Sal. -Pimienta negra.
Para haceros una idea, en Nochevieja fuimos ocho a cenar, el solomillo pesaba 2 kilos y 600 gramos, y para la costra utilicé tres botes de mostaza de distintos tipos (no encontré la Louit "diáfana" -lo de "diáfana" no tiene pérdida porque pone en la etiqueta; a mí es la mostaza básica que más me gusta-) 3 naranjas, dos cebollas y un vaso -de los de agua- de cava. A pesar de que todos tenemos un buen saque no nos lo pudimos terminar: sobró un poquitín.
Cómo se hace:
-Salpimentar el solomillo y colocar sobre una fuente o bandeja de horno.
-Untar bien de mostaza el solomillo, por arriba y por debajo.
-Poner en un vaso de batidora las naranjas peladas y en trozos, las cebollas también peladas y en trozos y el cava-sin pasarse, lo justo para que se pueda mezclar bien-.
-Batir hasta que se forme un puré más o menos homogéneo -no tiene que quedar "líquido", pero sí "triturado"-.
-Cubrir el solomillo con la mezcla de naranja y cebolla, que será lo que forme la costra. Dejar reposar -¡en frío!-al menos un par de horas, si puede ser desde el día anterior, mejor-así se quedará la pulpa sobre la carne y la bandeja llena de juguito, lo cual es perfecto-.
-Calentar el horno a máxima potencia -el horno de mi madre es una maravilla industrial de gas y ella pasa de temperaturas, el mío es eléctrico y lo puse a tope. Que no sé qué temperatura es, pero serán unos 270ºC o así-.
-Con el horno bien caliente, meter el solomillo bien cubierto con la mezcla.
-Cuando el puré se vaya convirtiendo en "costra", cuando veáis que tiene color y consistencia-aquí ya no puedo ayudar más, depende del horno y de lo que vosotros vayáis viendo-bajar el horno a una temperatura más suave-yo lo puse a 125ºC-.
-Dejar cocinar a esa baja temperatura 20 minutos más, así quedará "sellado" por fuera pero crudito por dentro.
-Y ya está. Se puede cocinar con antelación, porque no tiene por qué comerse caliente.
Pues ya lo tenéis. Nosotros lo acompañamos con cebollitas francesas caramelizadas, puré de manzana y una ensalada de lechugas varias con nueces, granada y queso blanco, pero con patatas asadas también está de muerte.
Si anoche ponen una bomba en Joy Eslava desaparece de golpe el 90% de la colonia mexicana en Madrid. Y con ellos Noa, una servidora y nuestro común amigo el Periodista Musical Más Molón del Mundo Mundial (PMMMMM), que asistíamos al concierto de Café Tacuba. El teatro estaba hasta arriba. Y para dar un poco más de asco les diré que, con las entradas agotadas hace días, nosotros tres íbamos de gratis.
Sí, amigos, después de la experiencia paranormal con los We Are Standard (el tiempo hace que lo recuerde como algo surrealista pero molón, el cantante estaba colocadísimo pero el concierto estuvo bien) nos volvieron a poner en una lista y reincidimos. Y esta vez… ¡fuá!
Si lo que me j*día de los Standard era su forma superchunga de tratar al público (y encima después de que la organización hubiera puesto fuera de nuestro alcance todas las botellas, vasos y demás elementos susceptibles de serles arrojados a la cabeza)… en mi vida he visto a un grupo tratar al público tan bien como estos mexicanos.
La música mola. Por la muestra vista/oída ayer, que tocaron cosas antiguas que ni el PMMMMM conocía, Café Tacuba tiene canciones para todos los gustos: de cosas super punkis o ska asalvajado a cancionzacas con sabor mexicano 100%, temitas pop bailongo y baladitas ñoñas muy bien hechas. Ejemplo, "Eres":
Chula, ¿eh?
El cantante, un tío bajito con el pelo recogido en dos larguísimas trenzas, una sonrisa deslumbrante, buen rollo contagioso y caderas estrechas pedía marcha y nos exhortaba a quitarnos de pedos (olvidarnos de problemas y malos rollos, supongo) por un rato gracias a la música.
Menudo carisma tenía el tío. Como que Noa se lo hubiera llevado a casa sin dudarlo, a pesar de su pinta de perroflauta, las trenzas, el trapo fosforito que llevaba a modo de pañuelo palestino y los sombreros raros.
Yo hubiera preferido al teclista -y, prácticamente hombre orquesta-, un moreno algo más alto que no tenía gafas pero sí había superado la prueba del bigote y que llevaba un chaleco gris sobre camisa blanca. Es que no saben cómo bailaba.
Pues aprovechando que yo, que puedo llegar a ser muy moñas, me quedé prendada de la canción "El baile y el salón", les pongo un video de la canción para que de paso lo vean (aunque en ésta bailar baila poco).
Pero no todos los temas son así de tranquilos. De hecho los Tacuba tienen que tener los músculos de las piernas más que tonificados vista la caña que se meten en los conciertos, venga a bailar y a pegar botes. Y, como es contagioso, si vas a un concierto y no estás muy en forma es bastante probable que al día siguiente tengas agujetas. Por cierto, que no sé los años que tienen pero deben de ser como 40 porque el grupo está cumpliendo 20.
En fin, que el público, entregadísimo. Y ellos más aún. Nuestro amigo el PMMMMM nos avisó del bailecito coreografiado que se marcan. No me digan que no mola:
¡Hacen la grulla!
Y luego en mitad del concierto empiezan a subir al escenario chicas del público, no sé, ¿treinta? Y se ponen a bailar como locas, pegando saltos, en serio, imaginen treinta pares de tetas saltando al unísono, era casi hipnótico.
Tras un buen par de horas de concierto, el PMMMMM se fue volando (nosotras nos lo tomamos con más calma) a escribir su texto para el medio más buscado por los progres de ayer y hoy, los modernos y los que se cagan en sus padres (perdón, en sus viejos). No sin antes dejarnos la siguiente consigna:
-Si de aquí a que salgáis a la calle pasa algo, no sé, que la chica esa de los senos estupendos se quita la camiseta, mandadme un sms para que lo saque en el periódico, ¿eh?
Sí, sabíamos a qué chica de los senos estupendos (e inmensos) se refería (como que hacía diez minutos había estado bailando a saltos justito al lado del cantante). Y lo de la camiseta hubiera podido pasar, porque el concierto fue tal felicidad y buen rollo que casi me la quito hasta yo.
En plan euforia.
Gracias a Dios que anoche hacía menos mil grados en Madrid, que si no…
Mi cama antes de ser mía fue de mis bisabuelos. Es de latón dorado, con barrotes que brillan y "boliches" cilíndricos para pedir deseos.
Hace unos meses, al desmontar la casa de mis bisabuelos, mi abuela pensó quizá yo podría querer la cama. Además de bonita, la cama es de las que antiguamente se llamaban "cariñosas", de 1,20 metros de ancho. La misma medida que la que me compré al independizarme, así que le valían mi colchón y mi somier casi nuevecitos.
Era una señal. La quise.
Mi abuela se empeñó en asegurarme con detalles y explicaciones a todo color que en mi nueva cama vintage nunca se ha muerto nadie. Cosa que a mí ni me preocupaba ni se me había pasado por la cabeza, pero que ella consideraba crucial.
Pues eso, que nada de muerte. De la chunga: de la petite mort sí, un rato, tanto antes como después de llegar a mis manos.
Así que fui a la antigua casa de mis bisabuelos. Desmonté la cama, me la traje a casa, la limpié y la monté. Y desde hace como medio año tengo una cama preciosa, brillante y con historia que mola mil.
En esta cama dos personas nacidas en el s. XIX (mis bisabuelos) se quisieron mucho.
En esta cama al menos dos personas (dos de mis tías-abuelas) nacieron en el s. XX.
En esta cama que ha visto mucha felicidad duermo yo (solita, eso sí) en el s. XXI.
Tengo una psicóloga de lo más maja que me está ayudando a afrontar adecuadamente algunas cosas y a quitarme la pena y el agobio que me vinieron encima hace unos meses. La llamaremos Ele (de Loquera).
Ele me dice cosas que me hacen pensar, me manda deberes complicadillos y cosas más facilitas, como que me dé caprichos de vez en cuando, que piense en cosas que me hagan ilusión y que haga cosas que me hagan feliz, como escribir en este blog.
La consulta de Ele está en un edificio muy pijo de un barrio muy pijo con unos vecinos muy preocupados por la seguridad, y para llegar a las escaleras de su casa hay que atravesar un portal con dos puertas cerradas a cal y canto. Para entrar llamas al telefonillo y desde arriba te abren las dos, y para salir hay un timbre antes de cada puerta que te abre la siguiente.
Lo que pasa es que estos inventos satánicos de la era espacial a veces se estropean y la segunda puerta, la que da a la calle, se atasca y no se abre a no ser que empujes a la vez que le das al botón… que está a cinco metros.
Como no sé si me explico, ilustro el escenario de la historia con un dibujillo/cocris (ya, ya sé que es croquis, pero me mola más así).
En fin, que tenía que haberlo visto venir porque estaba claro que un día tenía que pasar.
Y ese día fue hace dos semanas: cuando me iba a mi casa me quedé encerrada entre las dos puertas. Yo le daba al maldito timbre y corría hacia la puerta, pero aquello no se abría.
· La secretaria de Ele y su botón mágico para abrir puertas estaba detrás de la puerta número uno.
· El telefonillo para hablar con ella estaba detrás de la puerta número dos.
· En el móvil no tengo el teléfono de la consulta de Ele.
· Y por aquel portal no pasaba nadie.
Para hacer tiempo llamé a mi amigo iBoy, que vive en China pero había vuelto a casa por Navidad, y resultó que en ese momento estaba a cuatro manzanas de mi lugar de encierro así que le pedí que viniera a rescatarme.
Me imaginaba la conversación después de que mi amigo llamara al telefonillo: "Hola, usted no me conoce pero soy I., un amigo de Be, que lleva 15 minutos encerrada entre las dos puertas de su portal. ¿Es tan amable de abrir para que pueda salir a la calle?"
Por suerte, antes de tener que llegar a ese extremo pasaron por ahí una señora y sus hijos, y ella pulsó el botón mientras yo empujaba la puerta y le decía: "Mil gracias. Menos mal que ha pasado usted, porque estaba empezando a dudar entre morirme de vieja o de vergüenza".
La madre agarró fuerte a los niños de la mano con cara de pensar: "Dios Mío, ¡ésta ha salido del primero derecha!".
Y yo por fin escapé a la libertad.
Teniendo en cuenta que Ele se dedica a la psicología conductista, me pregunto si el lío de las puertas es un rollo que monta a los pacientes para que te den ganas de ponerte bien rapidito: cualquier cosa para evitar que te vuelvan a encerrar.
No, no quiero dar envidia a los que hayan pasado una Nochevieja rollo/accidentada/trabajando/ solitaria/llena de dramas familiares, pero me lo pasé superbien.
Fase 1: Cena y copas en casa
Como mi capacidad de concentración este año no es la que era, decidí no enfrentarme a la receta del Capón a los Tres rellenos de mi madre que el año pasado me tuvo dos días cocinando. Como tampoco quería decepcionar culinariamente a mis amiguitos, pedí instrucciones (también a mi madre, of course) para asar un Solomillo de Buey con Costra de Mostaza. Además de las guarniciones, ya lo comenté, hice un consomé y una ensalada.
El solomillo pesaba dos kilos seiscientos gramos y éramos ocho a cenar (Tou, Sheena, Xisca, Isabelo, StreetGirl, iBoy, El Hombre Malo y yo) pero casi no sobró (el poquito que hay está en la nevera esperando a ser degustado/examinado por Jónatan Sark. Las cebollas caramelizadas y la compota no podrían pasar una revisión porque volaron. De caldo hice litros pero no quedó ni gota. El lomo y el jamón desaparecieron junto al pan untado de tomate. De la ensalada, que comimos al final, sí quedó un poquito.
Bebimos unos vinos y un cava riquísimo (y caros, pero un día es un día). Y llegamos a tiempo para las uvas (no como el año pasado, que nos pillaron a mitad del segundo plato).
Y luego llegaron más amigos (Cattz, Somo, Maya, El Capitan Achab, Noa, Lorz y Zarajota), y nos terminamos el cava, y el Hombre Malo hizo mojitos, y corrió el ron con coca-cola y los gin-tonics, y pusimos música, y leímos el horóscopo para el año que viene, y nos reímos. Y a partir de aquí los grupos se dividen, porque unos cuantos se quedaron en casa disfrutando de las atenciones del Hombre Malo mientras otros salíamos a hacer el mal.
Fase dos: El antro lleno de guiris
Noa, que se temía por mi post anterior que si no tomaba ella las riendas de la situación no salíamos, encargó un taxi para las 3 y media y así obligarnos a movernos.
Tras mi fallido intento de secuestrar a Cattz para que experimentara el flow de la noche madrileña (niña, te juro que no pensaba venderte a un tratante de blancas para amortizar el gasto de la celebración), yo decidí dejar en casa el visón recientemente heredado de mi madre, salimos a la calle paramos otro taxi (necesitábamos dos) y Noa, StreetGirl., Maya, iBoy y yo nos dirigimos al centro. Pero al centro-centro.
Allí empezamos la noche tomándonos unas cervezas en un bar mexicano lleno de guiris con espacio, música no demasiado alta y una luz muy buena para sacar fotos. Mantuvimos una agradable charla con un australiano, tres irlandeses y un francés que iban por la vida con pelucas y muy buen humor. Conocimos y mandamos a la porra a dos alemanes bastante guapos pero tristemente homófobos ("We don’t like gays", WTF!?) que nos preguntaron por sitios por donde salir aquella noche, no sin antes darles las indicaciones solicitadas, por aquello de dar buena imagen de España en el extranjero.
Y nos fuimos al siguiente bar.
Fase tres: El bar de modernos
El título debería ser "El bar de modernos con música chupi para bailar". La música molaba (StreetGirl estaba encantada) y bailamos como posesos. Había chicos monos (y no todos eran heteros). Algunos, incluso, altos, morenos y con gafas.
Estaba (bailando y más guapo que nunca) nuestro camarero favorito del lugar de las luces rojas, y aprovechamos para decirle que siempre vamos a la barra en la que está él, aunque tengamos que atravesar el local entero, porque nos encanta.
Había un italiano muy interesante que, como suele ocurrir, se quedó prendado de Noa (tiene un don para los que vienen de la bota, en serio).
Yo pasé de todo, porque de lo que tenía ganas era de bailar. Bailamos, bailamos y bailamos. Y nos fuimos para Chueca.
Fase cuatro: El garito de Chueca
Noa, StrretGirl y yo entramos en un sitio lleno de niños monos y camareros superguapos que repartían golosinas y con una música genial para bailar. StreetGirl dice que yo puedo ponerme a hablar con una pared, pero allí no hizo falta porque nada más llegar me hice amiga de un chico encantador de La Coruña que era una monada y llevaba una camiseta que también molaba mil.
Luego se puso a hablar con nosotras un francés muy guapo que era modelo y acababa de llegar de un shooting en Hawaii (eso decía él, espero que el Hombre Malo cuente aquí su teoría). Noa le llamaba Pierre Casiraghi, para que os hagáis una idea. El chico, impresionante pero demasiado delgado, terminó pidiéndonos una foto con él. "Poned cara de que gustáis mucho de mí", dijo. Y la pusimos. El chico que nos sacó la foto y le devolvió la cámara diciendo: "Me encanta tu madre".
Después me sacó a bailar algo parecido a la salsa una reina con camiseta de tirantes y sombrero a quien conseguí no pisar ni una sola vez. Un encanto que nos dejó agotadas pero de superbuen humor.
Fase cinco: El café teatro
Cuando ya nos íbamos a casa pasamos por delante de la calle del Leidy Pepa, y tuvimos que entrar. Isaac nos recibió a pesar de ser tan tarde y nos trajo unos espaguetis y unas cervezas, mientras unos modernos-40-principales (rollo Pereza) tocaban canciones ochenteras al piano y todos las cantábamos a coro. Llegamos a casa a las 8 y media.
Si se cumple la tradición (que sólo me afecta a mí, tranquilos los que se quedaron en casa o pasaron la Nochevieja en el hospital), se supone que este año va a ser divertido, lleno de juerga y flow, amigos, cariño, buen rollo, comidas deliciosas, vinos estupendos, burbujas y buenas lecturas (muchas de ellas, victorianas).
No sé, por tanto, qué pensar de que al día siguiente (ayer) lo primero que me dijera Sark al llegar a casa para merendar y ver El Jovencito Frankenstein (y habiéndome pillado recién levantada de la cama) fuera: "Pareces Amy Winehouse cantando Rehab".