viernes, marzo 30, 2007

Las Chungas También Existen: La Mosquita Fantasma

Hay personajes que merecen la muerte. Una muerte lenta y dolorosa. Eso lo sabe bien La Perri, gran defensora del odio como terapia (Perri, desde aquí te lo digo, leer tu blog hace más por calmar mis instintos asesinos que todos los baños espumosos que me permito en esta era de cambio climático).

Sí, hay personajes de ficción a la que apalearía gustosa sin preocuparme de despeinarme el flequillo o desconcharme el esmalte de uñas rojo sangre. Por ejemplo, y me siento arropada por La Perri en esto, MELINDA, la chunguísima protagonista de “Entre Fantasmas”.

La Perri dice: “Es la más maquillada y peinada de todas las series en antena... ¿Cuando va a dejar de ponerse camisolas que realzan sus tetas y tapan su culo (hace como seis cambios de vestuario en un sólo capítulo)? Hay tantos primeros planos de su cara con pestañas postizas, superraya del ojo y labios ultraglossy (como diría Pe en su anuncio) que tengo pesadilllas con ella.”

Y yo añado: ¡Muerteeeeeeeeeeeee! (y destrucción).

Yo, básicamente, odio a las mosquitas muertas. No puedo con ellas. Seguramente a ellas les irá mejor que a mí en la vida, pero es que el rollo pasivo-agresivo me mata. Y el personaje de Jennifer Love-Hewitt es un ejemplo de manual.

Estamos hablando de una tía que le monta el pollo (pero a su estilo encubierto "laculpaestuyayosoyunasanta") a su marido por tener un Amigote, cosa que es sanísima y que por cierto ya tenía cuando le conoció. Una tía que cuando ve salir al Amigote de la ducha envuelto en una toalla con la palabra “HERS” bordada (una horterada que no veas que significa que era la toalla de ella) le mira con cara de infinito desprecio y asco a la par que virtud, por aguantarse las ganas de decirle que la próxima vez se seque las vergüenzas con la toalla de invitados.

Una tía que, cuando su marido llega a casa por la noche con unos compañeros de trabajo (entre los cuales se encuentra el Amigote -que por cierto, lo más que hace el pobre es trasnochar y tomarse dos cervezas-) mientras ella está en el salón pintándose las uñas, pone cara-de-oler-caca-pero-querer-disimular y se va diciendo “No, quedaos aquí, no pasa nada” pero que a continuación llama al marido y le dice “Ya sé qué ocurre… No es que no me guste tu amigote, es que no me gustas tú cuando estás con él” y se pira a dormir a una casa encantada (por algo la serie se llama "Entre Fantasmas").

Una tía que un día le pregunta al marido (que tiene un cuerpazo de bombero que no veas pero una mente blandiblú o si no no lo entiendo) si sigue en contacto con alguna de sus ex novias. Él le dice que sí, que con una que vive en otro estado y que le manda fotos de sus hijos por email. Ella sigue cortando verduras con cara de psicópata decepcionada. Él le dice: “También sigo en contacto con su ex marido. Ella agarra con más ansia todavía el cuchillo cebollero.

Avanza el capítulo y La Mosquita Fantasma vuelve al ataque. “¿Tu ex no es abogada?”. Marido-Bombero contesta: “Sí…”. Y ella: “Entonces debe de ser muy lista, ¿no?”. Él SABE que se está metiendo en un jardín. Y también que ya no podrá salir. “¿Cada cuanto os escribís?”. “Cada dos meses o tres”.

Jennifer Love-Hewitt saca la artillería pesada: “Dejarías de escribirle si yo te lo pidiera?”. Marido-Bombero: “Pero, ¿por qué?”. Ella: “¿Es que no puedo pedirte que hagas algo algo sin explicarte las razones?”. Él va a decirle que “NO” pero se encuentra con la cara de ella de “piénsatelo que te la estás jugando” y cambia de idea. Ella continúa: “Perdona si no me hace feliz que intercambies emails con tu inteligentísima ex novia que se acaba de divorciar y busca un padre para sus hijos”. Y él, en lugar de decirle que es una loca reprimida, paranoica e insatisfecha, opta por: “Sí, cariño. Me parece muy lógico lo que me pides”.

Es que no puedo, de verdad. Porque si a mí mi novio me pide que deje de hablarme con mis exes me tienen que llevar a urgencias con una contractura del ataque de risa que me da.

Muerte a las mosquitas muertas. Que no siempre son las novias, no se crean, a veces son las ex. A veces son la mejor amiga. A veces son la madre. A veces son la hermana. Pero están ahí. Existen, señores. ¡Son las que integran el club de fans de Entre Fantasmas…! Para reconocer el fenotipo no se me ocurre nada mejor que remitirles un viejo post de La Petite Claudine: "Sus armas son la pena, la modestia y el sentimiento de culpa. La más letal de todas, sin embargo, es la adulación. [...] Una persona entregada y dulce que se desvive por el prójimo sin esperar nada a cambio. Pero, ¿os habeis fijado que siempre consigue que todo el mundo haga lo que ella quiere?". Piensen, seguro que conocen alguna.
Porque a mí en ningún momento se me ha pasado por la cabeza pedirle a mi novio que no vuelva a hablar con sus exnovias. ¿Soy rara? ¿Vivo en un error existencial? ¿Tendrá razón Jennifer Love-Hewitt? ¿Están conmigo en que a Angelina tampoco le pega decir ese tipo de cosas?

jueves, marzo 29, 2007

Esquizofrenia en el vestir

Hace un tiempo, cuando estábamos tomando una copa en un garito con un grupo de amigos, uno de ellos me dijo:
- Misi, perdona, porque soy consciente de que no te estoy mirando cuando me hablas. No es que no me interese lo que me dices, entiéndeme, pero es que no lo puedo evitar. Con ese escote...
Si un tío me dice eso, para mí significa que ME HE PASADO CON EL ESCOTE.
Una semana después, me fui de compras con mi madre. Seleccioné un par de cosas y me fui al probador. Cuando salí y le pregunté a mi madre qué le parecía:
- Pues hija, mejor te lo canto: "amooo a Laaaaaauuuraaaaaaaa"...
Jo. Qué difícil es eso de hallar el punto medio.

miércoles, marzo 28, 2007

Los Chungos de Nuestra Vida: El Circular

Seguimos, una semana más, mostrando al mundo los ejemplares masculinos menos favoritos de entre todos los que han pasado por nuestra vida... En la entrega de hoy, gracias a Mahira.
A mi chungo lo conocí en una época extraña de mi vida. Tras 2 años de depresión, había decidido convertirme en una viva la vida, y frinkar con todo lo que se me pusiera por delante. Y lo primero que se me pasó, fue L6 (el apodo es por que el niño era circular, como la línea 6 del metro de Madrid).
Lo conocí a las pocas semanas de empezar la universidad. Yo aun era una niña impresionable, que había llegado hacía poco a la capital desde una ciudad del norte, pero cuando le vi, lo único que pensé fue que los gilipollas de la Capital eran iguales que los gilipollas de provincias.
El caso es que le debí de gustar, y empezó a meter ficha, y a comportarse como un auténtico caballero. Hasta que un día me consiguió. Y ahí fue cuando el chungo salió a la luz…
A partir de ese momento, ya no volvió a ser amable, ni caballeroso ni leches. Me hacía el vacío en clase, me ignoraba, no me hacía caso cuando le hablaba… Pero seguía con él (por que aun creía que iba a cambiar).
Al cabo de 3 ó 4 meses, me enteré de que tenía novia. Y yo dije: "Hasta aquí hemos llegado". Pero él me lloriqueó un poco: Que si yo te quiero a ti, que si la otra es un pasatiempo, que si blablabla, que si blablabli. Y le creí. Durante un par de semanas volvió a ser majo y tal, hasta que empezamos otra vez con la chunguez. Me hablaba de lo buenas que estaban nuestras compañeras de clase, de lo mucho que le gustaba una de la clase de al lado… Y yo me enfadaba, claro, y él solo me decía que me portaba así por que era una niña tonta y caprichosa.
Y así aguante casi dos años (si, un poco masoca si que soy…) Hasta que descubrí que el muy chungo se había tirado a la novia de un amigo. La pobre mujer aun estaba en esa etapa en la que pensaba que era majo.
Y me cabreé tanto, que acabé partiéndole el labio al muy cabrón. Y me arrepentí mucho de no haberle dado una patada bien grande en sus partes. Cuando se dio cuenta de que yo pasaba de él de verdad, volvió a ser agradable y cariñoso. Me decía que era la mujer de su vida, que era su princesa… Pero yo ya estaba escaldada…
No volví a saber nada más de él, hasta ayer.
Resulta que mi mejor amiga, seguía hablando con él (nadie escarmienta en pellejo ajeno…). Y la semana pasada, él la llamó por la noche, para ver como estaba. Y ella estaba de bajón, llorando y todo eso. Pues de la llorera, él dedujo que mi amiga se estaba intentando suicidar (¿¿??) y en 15 minutos tenía a la policía y al Samur en la puerta de la residencia. Con un par… Mi amiga se quedó a cuadros, y con muchas ganas de arrancarle los ojos. Yo le digo que le ayudo, pero no serán precisamente los ojos lo que le arranque…

martes, marzo 27, 2007

Al-Ándalus mola

Amigos, ya estoy aquí. He bajado a lo más profundo de Andalucía, y he vuelto. Y encima, encantada.

Respondiendo preguntas, no he conocido a ningún famoso andaluz: ni a Bertín Osborne, ni a María José Campanario, ni a Antonio Gala. Ha sido un fin de semana de amor y trenes. La primera mitad, un viaje organizado para perriodistas. La segunda, romanticismo con salmorejo en Córdoba. Amor y trenes.

Para que veáis lo apasionante que es la vida de esta pequeña reportera, os hago un pequeño resumen (con muchos paréntesis):

Salimos de Madrid el viernes por la mañana (a las 8!!!) en un tren donde nos dieron de desayunar cosas riiiiicas. Éramos 11 en el viaje, de los que 10 éramos mujeres (el único chico era el fotógrafo). En un abrir y cerrar de ojos llegamos a Antequera (provincia de Málaga), la población española (y puede que mundial) con más iglesias por habitante, donde pasamos la mañana paseando y disfrutando del paisaje hasta que nos llevaron a comer (bravo por la porra antequerana –como llaman allí al salmorejo– y la dorada).

Al poco de comer, fuimos al Torcal, una impresionante muestra de paisaje cárstico (formaciones calizas producidas por la acción erosiva o disolvente del agua). No sé cómo explicarlo, así que pongo una foto muy chula que he robado alegremente de Internet:

Muy bonito, sí, pero guardaría mejor recuerdo si el guía no nos hubiera liado para hacer la ruta amarilla en lugar de la verde, sin avisarnos de que eso significaba que en lugar de 30 minutos estaríamos 2 horas trepando por las peñas. (Desde aquí te lo digo, Salva, ¡muerte y destrucción!).

Llegamos al hotel tan hechas polvo que directamente nos pusimos todas a remojo. Visualicen ustedes en sus cabecitas a 10 reporteras metidas en 10 bañeras humeantes haciendo a la vez “hmmmmmmmmm…”. Pues eso.

De la cena voy a mencionar la porra antequerana (ñam) y las chuletas de cordero (miniwinis, ñam ñam). Después, un par de copas por ahí y a dormir.

El sábado empezó bien, con un desayuno a base de pan con tomate y jamón, aunque con unas agujetas increíbles en los gemelos. Nos llevaron a Estepa (provincia de Sevilla) donde visitamos una fábrica de mantecados y una de aceite. Y luego a patearnos la ciudad, que por cierto es preciosa y de cuya historia he sacado material para un post de esos de mujeres fuertes.

Y la comida. Destaco el salmorejo, la morcilla de pulpo (que no era morcilla, sino rodajas de una especie de budin de pulpo, cebollita y tinta de calamar, ñam ñam ñam) y la carne a la brasa. Sobre las 4 de la tarde, vuelta al tren y fin de la primera mitad del viaje.

Las demás iban hasta Madrid, yo me bajé en Córdoba (después, claro, de avisar a mi novio por teléfono de que desde que llegué a Al-Ándalus me he vuelto gorda...) para pasar la parte romántica del fin de semana.

Córdoba es total. Hay palmeras. Y árboles con naranjas colgadas. Y balcones con flores. Y callecitas con leyendas de 7 hermanos con 7 cabezas cortadas (¿adivináis como se llama la calle? CABEZAS). Y patios andaluces (¿todo el mundo tiene uno?). Y edificios bonitos que se iluminan mágicamente por la noche. Y salmorejo.

Salmorejo a la hora de la comida y salmorejo a la hora de la cena. Y pescado adobado. Y aceitunas. Y pinchos de sepia. Y boquerones. Y mi novio haciendo patria: cada vez que yo decía “qué bonito” o “mmm, que rico”, él decía “Al-Ándalus, cariño, Al-Ándalus”.

A las 8 de la tarde, y a regañadientes, me subí a otro tren con destino Madrid. Ya iba siendo hora, porque empezaba a hablar raro (acento de la Andalucía occidental, según mi novio).

Vamos, que me lo he pasado muy bien en este fin de semana de amor y trenes.


Y, de regalo, un dibujo que -me consta- ilustra lo que muchos piensan al leer este tipo de posts (Somo, espero que te guste):

Para quien le mole, el autor cuelga sus dibus aquí y aquí.

viernes, marzo 23, 2007

Mis scary neighbours

En mi edificio viven un montón de modernos, dos familias de chinos, un cantante que se parece a Mick Jagger, niños nada llorones, matrimonios bohemios de mediana edad, una actriz que me suena pero de la que no sé el nombre, seis o siete perros con sus respectivas familias y un chico que fue nominado al Oscar por un musical. Que yo haya visto, vaya, que soy un despiste total. Pero entre los vecinos que conozco hay tres que me han impactado.

1 y 2: LAS SEÑORAS DANVERS

Versión cañí, claro, que viven en Malasaña. Las clones del ama de llaves de Rebeca son mis vecinas de al lado, por la parte que no tiene terraza. Un día encontré la tarjeta del inserso de una de ellas en el descasillo. Nos habíamos cruzado alguna vez en la escalera, saludándonos como buenas vecinas. Eran las 10 de la noche, un poco tarde, quizá... pero escuché voces a través de la puerta, pensé que estaban despiertas y llamé. Esto fué lo que pasó:

Llamo al timbre.
Se hace un silencio.
Voz1: (En tono malhumorado) ¿Quién será?
Voz2: Ve a ver.
Oigo ruido de pasos.
Voz1: (Susurrando) ¿Qué hago, miro?
Voz2: (Susurrando) Sí, pero espera.
Apagan la luz del pasillo.
Voz2: (Susurrando) Ya.
Oigo como abren la mirilla. Que me miran, vaya.
Se oyen susurros.
Y luego nada.

Zorras. Y espeluznantes.

Desde entonces no me he vuelto a cruzar a las señoras Danvers, yo creo que me evitan.

3: LADY LEÑO

Pero en simpático. Una señora con una pinta de colgada monumental y además parlanchina. O sea, que da casi más miedo porque si te la cruzas pega la hebra y no te suelta. Y además te dice cosas raras. Como me pasó a mí.

Salgo del ascensor y saludo al portero y a una señora que habla con él. Ésta me dice:
LADY LEÑO: Hola, ¿en qué piso vives?
Miro al portero para que me asegure que no es una psicópata. Él asiente.
YO: En el tercero.
LADY LEÑO: Uy, qué bonita eres, tienes una carita que parece una madalena.
"¿Una madalena? ¿Qué co*o quiere decir eso?", pienso. Decido quedarme con la primera parte de la frase.
YO: Gra-gracias.
LADY LEÑO: ¡Preciosa!
Hace un gesto como de cogerme la cara con las dos manos y apretar, "en plan moflete". Por suerte es sólo un gesto: está a dos metros de mí y no hace amago de acercarse.
YO: Er...
LADY LEÑO: Muy muy bonita. ¿Tienes un hermano, que sea así como tú?
YO: No, que va, tengo dos hermanas...
Señora, ¡que tiene setenta años!
LADY LEÑO: Una pena.
YO: Hasta luego...

A ésta la evito yo. Es como uncanny...
PD: Estoy de viaje por Al Andalus de hoy, viernes, a domingo. (No podré responder a sus comments como me gustaría, me temo). Deséenme suerte.

jueves, marzo 22, 2007

Atecnología punta

Lo dije en mi primer post: soy atecnológica. Lo de los ordenadores no es lo mío. Los uso en casa y en el trabajo y tenemos una relación cordial pero no demasiado íntima. Si tengo que aprender a hacer algo, remoloneo un poco, intento que alguien (¡Hermano! ¡Be! ¡Anómalo!) me echen un cable y si no lo consigo o sé que soy una pesada por pedir ayuda por enésima vez por lo mismo, pido que me enseñen. Um... bueno, aprendo, relativamente rápido, el problema es que se me olvidan pronto las cosas si no las uso a menudo.

En las últimas semanas he conseguido que gente que controla bastante de informática se eche las manos a la cabeza y se mese los cabellos cuando les cuento mis meteduras de zarpa o ignorancias varias. En la última, casi conseguí bloquear a Emea cuando le conté que sumé las cantidades de unas tablas en word... con una calculadora. Durante unos cuantos informes... a unas veinte tablas por informe... con unas diez variables cada una... pues eso, durante unos cuantos informes. Unos veintisiete, aproximadamente (que nooooo... no fueron tantos, Eme, lo dije por provocarte. Sólo fueron unos ¿doce?). Jur. Hasta que llegó mi compañero de informática, hizo esto:


Apretó un botón y... voilá, ¡se sumaba solo! el caso es que era una de esas cosas que intuyes que se puede hacer más fácilmente pero que no, que no das con ello...

Pues en los últimos meses está pasando una cosa curiosa: resulta que en la oficina, si quitamos al de informática, ¡la que controla de ordenadores soy yo! He enseñado a mis compis a enviar correos electrónicos adjuntando archivos, a cortar y copiar y a grabar datos en un pendrive. Dicho esto... ¡¿os imagináis el nivel informático que hay en mi oficina?!

Ni teoría de la magia cazadora ni nada... los bisontes son los informes de la época. Quédate a dormir haciendo historia.


Está claro: en el país de los ciegos el tuerto es el rey y en la oficina de la edad de piedra la atecnológica es la reina.

miércoles, marzo 21, 2007

Absent But Glowing

Sólo unas líneas para que no se extrañen por mi ausencia. Esta semana se me han acumulado una serie de cosas laborales que me tienen agobiada. Reuniones, presentaciones, cenas, fechas de entrega, viajes, revisiones de contratos… pero (me encomiendo a Antoñita) posiblemente todo para bien.

Discúlpenme, voy a estar AWL (Absent Without Leave) un par de días. ¡Ah! Me dicen que Absent pero Glowing...

Reproduzco un poco libremente (memoria de pez) una conversación mantenida vía msn tras un fin de semana tranquilo y amoroso. Una amiga me hablaba de algo ocurrido el día anterior, y yo…

-Jo, pues no me acuerdo. Estoy un poco en mi mundo, me temo.

-Ya te vi. Be, estás resplandeciente.

-Jijiji... ¿Tú crees? No sé, serán las endorfinas.

-Er… No sé si quiero saber detalles…

Y yo pensé inmediatamente en hacer un post detallado, pero visualicé a EmeA talqueasí...

(sin criticar al autor, el Eme original es mucho más mono)

...y me eché atrás.

En fin, que en un par de días se me pasará. Lo de Glowing no, espero, sólo lo de Absent.

martes, marzo 20, 2007

Los Chungos de Nuestra Vida: El Master

Amigos, la "sección Chungos" está disparada. No sé si es que nos gusta el autoescarnio, si es que somos exhibicionistas por naturaleza, si lo hacemos por solidaridad (para que a otras chicas no les pase), o es que compartiéndolos exorcizamos los malos rollos… pero ya van siete chungos desde que presentamos el concepto (ocho, si contamos al Tío Jeffrey) . Hemos conocido al Mimo (Estatua Viviente), al Agobado, al Señor Señor, al Nazi, al Primero, al Camuflado, al ExPresidiario

Chicas, nos encantan vuestras historias. Chicos, animaos y contadnos vuestras penas, que de momento sólo
Sir Villet y Tako se atrevieron a pergeñar al alimón una clasificación de chungas.

De momento parece que esto sigue: esta semana es
Sheena quien nos lleva al filo del abismo con su relato.


- Yo, Sheena te quiero a ti R.., como esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.

Sí, lo dije. Lo confieso. Y lo dije completamente convencida. Porque el amor es ciego, y no sabéis cuanto.

Si a la tercera va la vencida, yo necesité mucho más (unos cinco indicios a lo largo de ocho años) para darme cuenta de que había cometido el peor error de toda mi vida: conocer a R. y casarme con él.

Conocí a R. en una tienda de juegos de rol (primer indicio) y tras casi un año jugando en grupo todos los fines de semana, empezamos a salir. R. era nuestro “master”. En un grupo de rol significa algo así como “el mandamás”, “el que todo el mundo venera” y del que “hay que ser temeroso” ya que en sus manos están las “vidas” de tus personajes más queridos. Sí, esos personajes con los que sufres si resultan heridos o muertos o vibras y saltas de alegría si salen vencedores en la batalla final.

R. era imaginativo hasta más allá del límite (segundo indicio) y muy muy inteligente. Mi amiga I. llegó a decirme una vez si no me “anulaba” el tener una relación con alguien al que era casi imposible seguir su secuencia de pensamiento (tercer indicio).

Me trataba como a una reina, nunca discutíamos, él era todo lo que yo buscaba en un hombre y parecía que yo era todo lo que él buscaba en una mujer. Todo era Perfecto. Demasiado perfecto (cuarto indicio).

Y sucedió que creamos nuestro propio juego de rol. Un juego totalmente publicable del que desde un principio hubo una “editorial extranjera” interesada que nos daba todo aquello con lo que un friki del rol sueña: vivir de su afición. Tras meses de “negociaciones” casualmente hechas directamente por R. y con gente con la que yo nunca hablé (quinto indicio), la “editorial extranjera” cambió de manos (noticia comprobable y verídica). Pero surgió otra y de nuevo se renovó la ilusión. Y cuando la segunda anunció a R. que “ya no estaban interesados en la publicación”, surgió una tercera. Y una cuarta.

Cada rechazo era una desilusión, un romper de sueños y de un trocito de mi corazón, porque lo deseaba tanto... Y él lo sabía perfectamente. Seguía alimentando mi ilusión, supongo que para no perderme si me enteraba de la verdad. Por supuesto y aunque las editoriales existían, ninguna de ellas había oído hablar de nosotros y mucho menos de nuestro juego. Esto, por desgracia, lo supe ocho años después. Mi chungo no abandonó a una amiga mía en la calle Montera, como el de Be, ni era comedor de tierra como el de Quelitas, ni un “agobado” pervertido como el de la Perli, o un ex presidiario como el de Xisca. Mi chungo estaba loco.

Mi chungo vivía en un mundo de fantasía, su mente así se lo aseguraba. Él (y por extensión yo) era protagonista indiscutible de sus paranoias y el mundo giraba en torno a él y no en torno al Sol como nos enseñan de niños. Ahora sé que eso tiene un nombre: Mitomanía. Y es una enfermedad mental. Me vi totalmente arrastrada. Todo estaba perfectamente calculado por él, mezclando fantasía con pedazos de realidad para que todo aquello que él maquinaba me pareciera creíble.

Él era el “master” de rol definitivo. Nuestra vida se convirtió en su partida de rol y él en un personaje protagonista. Me enamoré del personaje y no de él y eso él lo sabía, sabía que si se hubiera mostrado tal y como era desde el principio, nunca nunca nunca me hubiera tenido.

Mi familia, gracias al cielo, empezó a notar comportamientos extraños en él y mi madre y mi tía se calzaron las botas de detective y empezaron una investigación que culminó con el descubrimiento de sus mentiras.

Necesité terapia psicológica. R. había anulado mi personalidad completamente, me había separado poco a poco de todo aquel que me quería. Mi familia, mis amigos, mi trabajo. Por suerte, mi anulada personalidad volvió. Siempre he sido extrovertida, alegre, positiva…y aunque tuve que rehacer mi vida casi desde cero a los treinta años, como me dijo mi sabia tía: “mejor a los treinta que a los cuarenta, sobrina”.

viernes, marzo 16, 2007

Un pequeño ejercicio de empatía

Elijan el personaje con el que identificarse en esta historia, ¿qué prefieren, padre o madre? Se trata de un matrimonio de mediana edad, padres de tres hijos de 23, 22 y 12 años, que viven en Dos Hermanas (Sevilla).

El padre, llamémosle Manolo. Mantiene a su familia con un sueldo modesto: en 2002 ganó una media de 866 euros, en 2003 unos 1.014 euros y desde abril de 2003 está en paro y cobra 700 euros mensuales.

La madre, llamémosla María. Ama de casa, cuida de su marido y sus 3 hijos y cocina, limpia y cose para ellos.

Ya ven, la típica historia de gente que a ratos lo tiene crudo en la vida. Piensen, por un momento, que son uno de ellos, ese padre o esa madre. Pónganse en su lugar, piensen cómo sería su vida… si un buen día su hijo mediano les llevara a juicio porque quiere que le suban la paga que actualmente asciende a 150 euros al mes.

Cuando leo estas cosas me dan ganas de echarme a la calle a defender el aborto post-natal.

La Audiencia de Sevilla ha desestimado la petición, y la sentencia considera esa paga de 150 euros al mes que el niñato recibe “proporcional, suficiente y generosa”, “teniendo en cuenta que el chico sigue viviendo en casa de sus padres y utiliza los servicios comunes de la familia, incluso de alimentación si le gusta lo que se decide cada día”. (¡“Si le gusta”! ¡JA!) Tendrían que haberle revisado la paga para dejarla en 5 euros semanales (lo justo para dos coca-colas) y haberle condenado a pagar su parte alícuota de luz, agua y gas.

Manolo y María, o como se llamen en la realidad, con 700 euros al mes mantienen una casa y alimentan y visten a sus 3 hijos. Además pagan la matrícula de la Universidad del pequeño cabronazo, y le dan 150 euros al mes para sus gastos y otros 150 al año para libros y demás. ¡Y el tío les lleva a juicio!

Estos señores tendrían que haber conocido en su momento a Rocío SuperNanny, que habría puesto al cabrón del niño a fregar los platos desde los 4 años para que aprendiera lo que es colaborar en casa.

Al-Andalus, tierra de misterios.

jueves, marzo 15, 2007

El Tío Jeffrey

Bridget Jones, esa mujer de ficción a la que admiro no su increíble suerte con los tíos (¡Maaaaaark Darcy!) ni su absoluta incapacidad de estar sola con dignidad, sino el garbo y salero con el que sale de esos líos horrorosos y absurdos que se multiplican en su vida y en la mía (es una suerte que trabaje en la radio y no haga reportajes en parques de bomberos, o estoy segura de que a estas alturas mi culete enliguerado habría aparecido en sus pantallas en todo su esplendor), tiene un Tío Jeffrey.

Para los que no hayan leído las novelas*, el Tío Jeffrey no es en realidad tío de Bridget, es un amigo de sus padres que la trata con “mucho cariño”, le hace comentarios intencionados de viejoverdesalido y procura frotarse y hablarle desde muy cerquita a la más mínima oportunidad. Amigas, ¿quién no ha tenido un Tío Jeffrey en su vida? (Pues que suerte tenéis).

Yo descubrí al mío el viernes pasado, en la boda de mi prima pequeña. Somos 13 primos en esa rama de la familia (bueno, ahora 15, que hay 2 postizos) y la que se casaba, que es la primera que se casa de los 15, cae más o menos por en medio. Es lista, decidida, guapa a morir… y lee este blog (bueno, ahora no, que la muy bruja está en Punta Cana embriagada de amor).

La boda (la primera de las 5 [CINCO] que tengo este año) fue preciosa: comimos, bebimos, bailamos... y flipamos. Veréis por qué:

La ceremonia en la iglesia moló. Yo leí la cosa esa de “si no tengo amor no tengo nada, el amor no pasa nunca” al más puro estilo Menchu del Valle, y me emocioné mogollón. Llevaba un sari superbonito azul noche con el borde dorado verdoso que me regaló un amiguito por Navidad, o sea, 5 metros de tela enrollada sin botones ni alfileres ni cosas así ¡y conseguí que no se me cayera ni nada! Luego el cura habló de la unión amorosa (en clara referencia al acto sexual), los novios se besaron y nos fuimos a cenar.

Al llegar nos esperaba un cóctel estupendo (con unos pinchos que pienso copiar en mi siguiente cumple) y abundante. Quizá demasiado abundante, porque cuando acompañaba a mi abuela a su mesa…

-Hola Be.
-Hola, Tío Jeffrey.
-Estoy muy dolido porque no me has saludado.
-Bueno, es que no te vi en la iglesia.
-Procuro no ir mucho por ahí. Qué guapa estás…
-Gracias, tío.
-¿Dónde nos sentamos?
-Errr… yo en la mesa 7, con los primos. A vosotros os han puesto en la 2, con mis padres.
-Vaya, me voy a aburrir muchísimo.
-…
-¿Y donde está esa mesa?
-Venga, te acompaño.

Cruzamos la sala, él (que estuvo un poco malo de cáncer) colgado de mi brazo. Se para.

-Tenemos que cenar juntos.
-Sí, Tío Jeffrey, la verdad es que nos vemos poco. Pero hoy no...
-¿Quieres cenar conmigo?
-Claro. Organizad otra cena, la última estuvo genial.
-Pero yo no quiero cenar con todos, quiero cenar contigo.
-¿Que quieres qué?
-Sí, cenar, tú y yo solos.

Me río nerviosa. Creo que está de coña y pienso en qué decirle. No se me ocurre nada. ¡Antoñita! No, Antoñita de esto no sabe. ¡Gato! Sí, Gato sabría qué decir. ¡Gatooooo! ¿Dónde estás? Demasiado lejos... Tío Jeffrey me agarra de la cintura. Bueno, más bien lo intenta. Yo me cago en su difunta madre, pero para mis adentros.

-Bueno, me voy a mi mesa [coñoya]
-¿Me dejas así? ¿Cuándo quedamos para cenar?
-Claro, claro, llámame [total, no te vas a acordar]
-Pero no tengo tu teléfono, ¿me das el número?
-No hace falta, YA LO TIENE TU MUJER [mi tía, viejoverde]
-¿Quieres que se lo coja a escondidas?
-… [estonopuedestarpasando]

Huyo a mi mesa y me siento con mi hemana Ro a un lado y mi primo JB2 al otro. Rezo por que lo haya visto mi tía y le cruja: cuando no está así es un señor de lo más normal... va a ser el vino. Al rato se acerca, se pone entre Ro y yo y me pone el brazo en el hombro:

-Chicas, a partir de este momento no soy responsable de lo que diga, ¿eh? Así que no me lo tengáis en cuenta.
[¿Ves? El vino]
-De eso nada, Tío Jeffrey, lo vamos a apuntar todo y luego lo contaremos.
[Uyuyuy…]
-Jo, como sois...

Se pira al baño, con su mujer siguiéndolo de cerca. Aleluya, le echará la bronca y dejará de beber, y con un poco de suerte, de babear.

Pongo a Ro en antecedentes y nos reímos un poco con mala baba. Castigo de Dios, Tío Jeffrey vuelve al cuarto de hora. Nos pasa un brazo por el hombro a Ro y otro a mí.

-¿Qué tal, chicas, lo pasáis bien?
-Sí, Tío Jeffrey. ¿Y tú?
-Yo un poco contento. Vosotras sí que estáis bien…
[Se lo dice a mi teta derecha. ¡Venga Be, párale los pies, di algo!]
-Tío, se te va a enfriar la cena.

Se va. Al rato, vuelve. Somos 10 en esa mesa y los demás primos empiezan a mirar raro.

-Pero qué guapas estáis [esta vez se lo dice a mi teta izquierda, pero ni lo intento]. Os diría cosas si no fuerais tan zorras…
-… [“…” elevado a 10, porque en la mesa está todo el mundo flipando].
-Pero no, que luego lo contáis.
-Puedes apostar.

Se pira. Joder, qué estrés. Lo único bueno es que ahora los primos están sobreaviso y si le ven acercarse harán de guardaespaldas. Porque se cortará, ¿no? Ro se levanta un momento, que Tío Jeffrey aprovecha para ocupar su sitio. JB2 me mira.

-¿Te vas a enfadar si te digo una cosa?
-Pues no sé, depende…
-Es…
-JB2, acércate un poco, a ver si tú opinas que me debo enfadar o no.
-Claro, prima.
-No, no, si necesitas chaperón nada…
-Necesito.

Ahí ya íbamos por el postre y al poco llegaban los bailes (y las copas). Acompañaba yo a mi abuela hacia el sofá con mejor pinta del local y Ro nos acompañaba, cuando se acerca el Tío Jeffrey. Tiemblo. Él se va a casa y viene a despedirse de las tres.

-Adios, Ro, hasta otra.
-Adios, Tio Jeffrey.
-Adios, AbuelaDeBe.
-Adios, Jeffrey, te veo muy bien. [Ay, Abuela, que Antoñita te conserve la vista]
-Adios, Be… Esta noche no ha podido ser, pero la vida es larga.
-… [Pass me a bucket!!!]

Mi novio dice que tendría que haberle contestado:

-La tuya no.


Qué borde. Pero me hubiera quedado taaaaan a gusto…
* Por cierto, que nadie mencione el embarazo de Bridget, la paternidad del bebé ni el presunto final de la saga. Por que eso NUNCA PASÓ, como Matrix 2 y 3 o Terminator 3. QUE NO. JAMÁS.

miércoles, marzo 14, 2007

Los Chungos de Nuestra Vida: El Ex-Presidiario

Señores, esta historia que llega a nosotros de la mano de Xisca, hiela la sangre en las venas... Chicas, a todas las que nos habéis enviado vuestros chungos os agradecemos infinito que compartais estas historias con nosotras. Chicos, enviadnos vuestras chungas (si puede ser, sin "ni mijita" de misoginia) para juntarlos con los nuestros y que se hagan compañía. De momento, con ustedes el ExPresidiario.

A los veinte años, en mi último C.O.U. en un instituto público, y aunque ya llevaba cuatro años en él tras mi paso por un internado femenino, no tenía experiencia sentimental y/o sexual alguna, pero sí mucha, muchísima curiosidad, además de una gran inconsciencia, entre la mía de siempre y la propia de la edad; una combinación fatal que me llevó a relacionarme con unas pijas de mi pueblo que conocía del colegio y a salir con ellas algunos fines de semana, para ver como era eso de salir y tener pandilla; esta primera decisión no tendría un mejor final que la que motiva este post, pero eso ya entraría en una hipotética categoría sobre “Chungas de tu vida”, dedicada a esas amigas que muchas habremos tenido alguna vez.

Una noche que salimos todas por el puerto, o mejor dicho, por el centro comercial y sus cuatro pubs, nos encontramos con el chungo en cuestión, una especie de James Spader –el malo en “La chica de rosa”, para entendernos- de pelo oscuro que no me gustaba especialmente y que ya se había enrollado con una de mis amigas hacía poco tiempo; esa misma noche empezó a hacerme caso, con el pretexto de la gracia que le hacía mi bufanda blanca poco a poco me fue apartando y me sentó en un billar no sé ni cómo, y a acariciarme la mano, susurrando chorradas para camelarme. Dimos un paseo hasta el pueblo siguiendo la playa y le conté un montón de cosas, a todas contestaba que estaba de acuerdo, que sí y qué bien y qué bonito; ya en la puerta de mi casa, me dió un piquito para despedirse, porque “me respetaba”, lo cual me decepcionó un poco, esperaba algo más emocionante. No es tanto que fuera consciente de que me estaba llevando al huerto como de que pensara “Bueno, debe ser así, supongo”, y me dejara llevar.

El lunes en el instituto, mi mejor amiga del grupo me dijo entusiasmada que le había pedido mi teléfono y que me llamaría esa noche para pedirme “una cosa muy importante”, y así fue: lo hizo interrumpiéndome el capítulo semanal de “Expediente X” y asegurando que a él también le gustaba la serie, me preguntó si quería empezar a salir con él, que el sábado iríamos a la playa y que traería champán; conteste que sí y ni siquiera me tuve que perder el episodio.

La pandilla estaba encantada, se pasaron horas poniéndome una plasta horrible en la cara y laca en el pelo, casi me momifican en vida: al final tenía la cara y el cuello de un curioso color teja que no se correspondía con la extraña palidez de mis manos y el pelo tan crujiente como unas patatillas, es una suerte que en nuestro bar habitual no se pudiera ver mucho que digamos. Nada más llegar, se me llevó en volandas y me metió en un taxi, puso el champán entre los dos y cuando llegamos a la playa empezaron los problemas, ya que el tío fue y rompió un cristal del primer chiringuito que divisó para que nos pudiésemos meter dentro, ya que era pleno invierno y hacía un poco de frío. Allí ocurrieron cosas más emocionantes, pero no todas.

Otra vez en el instituto, todo el mundo supo que había encontrado rollo, novio o similar, ya que anduve alegremente por los pasillos con una especie de chupón gigantesco que me ocupaba medio cuello lila, rojo, a puntitos y que dolía un poco incluso: no, no me lo había explicado nadie. La gente empezaba a pensar en llamar a Van Helsing cuando aparecieron mis amigas horrorizadas agitando un pañuelo, el cual llevaría puesto un par de días.

Como estábamos ya en febrero llegó día catorce, y le compré un mechero zippo de oro en una pequeña tienda de regalos, la dependienta me aconsejó ya que no sabía que comprarle, apenas le conocía, pero lo había visto fumar: ya llevábamos algunas citas, me había llevado alguna noche a un lugar apartado con su vespino, -sí, y además llevaba calcetines blancos con zapato oscuro- y hasta entonces todo era normal, o eso parecía, ya que había estado amenazando a mis amigas cuando le decían que me dejara un rato con ellas, al parecer hasta le había gritado a alguna. Pero eso ellas no me lo contaron, en principio.

Él me había contado que había estado en la cárcel por posesión y consumo de drogas, cocaína, concretamente; que a los dieciséis años –entonces tenía veintiuno o veintidós, uno más que yo- se había desmadrado y que había llegado a robar en casa de su novia de quince años para pagarse su adicción, pero que ahora era un hombre nuevo, porque su padre le había sacado de la cárcel , que trabajaba de albañil a gran altura y no tenía miedo, que en la mili no se había querido cortar el pelo y que por eso le llamaban “Morris”, en clara referencia (¿?) a Jim Morrison, que se había metido en peleas con botellas rotas por una chica y otras hazañas macarriles de indudable interés.

Además tuvo algunas actitudes dudosas conmigo y con otras personas: durante toda nuestra “relación” –mes o mes y medio- buscó de forma desesperada un lugar calentito y techado en el que pudiésemos acostarnos, llegando a amenazar a un pobre amigo suyo que estaba con fiebre y esa noche no podía prestarnos su piso, ese día se alteró mucho y me extrañó que fuera tan intransigente con una persona enferma. En otra ocasión, un día que estábamos en un descampado de los nuestros, empezó a apretarme muy fuerte y a decir que si quería podía romperme las costillas y además decía que si quisiera forzarme a hacerlo con él por aquellos parajes nadie podría oír mis gritos de socorro, luego sonreía para sí.

La verdad es que cada vez me interesaba menos seguir con todo aquello, me parecía que eso de tener novio era un poco pesado y no sentía nada especial, aparte que mis amigas me presionaban y decían que no podía salir con un tío que sólo me quería para “eso”, y “eso” no se había producido ni se iba a producir jamás, porque se descubrió el pastel; una amiga del internado de otro pueblo me llamó para hablar conmigo y cuando le dije cómo se llamaba mi novio se asustó mucho y me dijo que tenía que mirar el periódico, que ella conocía el caso y que era un ex convicto, pero no sólo por drogas, sino también por haber violado a una chica y que había estado algunos años en la cárcel. Encontré el periódico que me decía ella entre los que se guardaban en mi casa y efectivamente, ahí estaban su edad y sus iniciales exactas, hablaban de un juicio por esa causa.

Entonces y como suele suceder, todos empezaron a cantar de plano, que si no les gustaba, que si les había contestado mal, que si se le veía raro etc., así que até cabos y decidí cortar por lo sano; lo llamé y le cité en un café al final de mi calle, le dije que tenía que hablar con él “muy seriamente” y se echó a reír, pero quedamos. Tenía miedo, pero sabía que en un lugar público no se atrevería a hacerme nada y que si quería librarme de él y que no sospechara nada, debía tratar el asunto como si se tratara de una ruptura normal y corriente, por lo que resolví decirle que “ya no me hacía ilusión estar con él” y eso hice, una vez sentados en la mesa. Entonces él sacó el mechero que le había regalado por San Valentín y empezó a soltar una serie de gilipolleces en plan “soy yo quién te deja, nena”, que si había estado a punto de casarse dos veces porque había dejado embarazadas a dos chicas, que si su mejor amigo le había dicho qué hacía con una autista como yo, que lo habíamos pasado bien y que entre él y yo, para el mundo, sólo había habido “dos besos” y que ya nos veríamos.

Durante algunos años me pregunté si verdaderamente era un violador, si mis amigas no me habrían engañado y lo habrían exagerado todo para librarse de alguien que simplemente no les caía bien o no era guay, pero eso se confirmó al conocer a la chica que había violado en esos años de desmadre de los que me había hablado, ella tenía catorce años y había ido a su piso a “hacerle el café” –en serio, yo tampoco lo entiendo-, aunque él tenía otra novia de quince años a la que pegaba y que era a la que había robado para pagarse las drogas antes de que le metieran en la cárcel. Por si su testimonio no fuera suficiente, las compañeras de piso que teníamos mi hermana y yo en nuestro infructuoso período universitario también sabían la historia: la Isla de la Calma es demasiado pequeña para cualquiera, te pasas la vida en vilo pensando en todas las personas non gratas que te puedes encontrar.

Supongo que tuve mucha suerte, y que la razón por la que a mí no me ocurrió nada fue porque no ofrecí resistencia alguna, debido a que era algo que estaba muy lejos de mis intenciones en aquel momento. Por otro lado, no dejo de ser algo chunga yo misma al salir con un chico para ver qué pasa, pero eso fue lo que me salvó de un destino de choriwilly por las carreteras de la isla, ya veo a la policía persiguiéndonos en nuestra frenética huida a Córcega en velomar...por suerte, sólo me quedó una ligera inquietud al ver a James Spader en cualquier película o escuchar la versión de “Girl, you’ll be a woman soon” de Urge Overkill para la BSO de “Pulp Fiction”, la canción que recordaba de las que sonaban cuando nos enrollábamos en la oscuridad del pub, como la sombra de una oscura existencia de maltrato y mentiras que se había cernido sobre mí durante una época muy breve: como siempre, pienso que es posible que otra yo esté llevando esa vida de perros en alguna dimensión paralela.

lunes, marzo 12, 2007

"Quien no tiene cabeza...

... tiene pies"
(mi abuela).
Últimamente estoy teniendo una racha de despiste total. A mí lo de los olvidos me va así, por rachas, y en determinadas épocas (en esta, por ejemplo) parece que las neuronas se me desconectan y que todo se me olvida por todas partes: las llaves, los libros, el móvil, los apuntes, la ropa, la cartera...
Dentro de esta época que llevo, la última semana ya ha sido el colmo: me he dejado cosas (y cachitos de cerebro, parece) allá por donde he pasado: el lunes los apuntes en la oficina, el martes la música para mi clase en casa, el miércoles el móvil en casa de mi chico, el jueves las diapositivas en la oficina, el viernes el libro que tenía que devolver a la biblioteca en casa (junto al móvil, otra vez), el sábado el abono transportes en casa, el domingo un montón de pastelitos en el coche (para desgracia de los ocho amigos que esperaban ansiosos su ración de glucosa).
La gente de mi alrededor ya me deja por imposible: mi jefe alucina cuando me ve aparecer en la oficina cuatro horas después de haberme ido porque ya me he dejado otra vez los apuntes sobre la mesa (no sé si piensa que soy una abnegada trabajadora o que tengo el cerebro de un tamaño liliputiense). Me he ido dejando olvidada tanta ropa y tantos pendientes en casa de mi chico que él está dudando entre hacerme un armario o montar un mercadillo.
Cada vez que tengo uno de mis despistes me acuerdo de mi abuela y de cómo me decía, entre riendo y regañando, "quien no tiene cabeza, tiene pies, hija". Jo, cuánta razón. Si calculara la distancia total que hago de más por culpa de mis olvidos, seguro que sale que en estos últimos meses he corrido la maratón en pequeñas etapas.
Tengo a mis pies enfadados allá abajo, porque les tengo trabajando más de la cuenta y en condiciones laborales pésimas. Su sindicato me reclama un aumento de los masajes relajantes y una renuncia incondicional a los tacones. Mientras tanto, mi cabeza sigue en huelga y sólo se pone en marcha para abroncarme internamente por ser tan desastre, mientras repite la frase de mi abuela una y otra vez como si fuera la consigna de una manifestación.
Por dios, algún mediador laboral que me arregle este desaguisado YA.

jueves, marzo 08, 2007

Los Chungos de Nuestra Vida: El Camuflado

El estremecedor testimonio de hoy viene de la mano de Gatasombra. Sólo puedo decir una cosa: GENIAL.
Por suerte en mi vida sólo ha habido un Chungo. Por desgracia, era la variante Chungo Camuflado (CC, o Undercover Chungo), con lo que las señales de alarma empezaron a sonar a finales del tercer año de relación, prácticamente el cuarto. Ou yeah.

He contado esto en directo algunas veces, y como una de las preguntas que suelen surgir es "¿Cómo puedes ser tan tontaaaaaaaa?" (léase agitando los brazos hacia arriba) aclararé que cuando le conocí era un tipo normal tirando a majo. Amable, atento, mismos gustos que servidora, un encanto de tío, en serio. Palabrita de niño Jesús. Con algo de tendencia a dejarse absorber por lo que fuera que estuviera haciendo, pero la última vez que lo comprobé, la capacidad de concentración no era un defecto, vaya…

Fast forward al tercer año.

-"He decidido que me quiero ir seis meses con el Hespérides!" :D
-"…El buque científico. A la Antartida".
-":D!!!!!!"
-"A fregar suelos, porque siendo de letras y estudiando Bellas Artes, ya me dirás qué vas a hacer allí…"
-"…"

Meses después, mi hermano está en el mismo curso de postgrado que él. Un día:

-"Que sepas que tu novio se mira las manos mientras está en clase y se ríe".
-"Nah, es que le ha dado por decir que se ve el aura".
-"…"

(Comprendedme, yo esperaba que le durase unos tres días, más o menos lo que le duró la pelotera del Hespérides. No fue así).

Ahora que ya os habéis formado una idea del cariz que empezaban a tomar las cosas, pasemos al lío. Otoño, un día aleatorio:

- "Tenemos que hablar" (Muy muy muy serio).
- "O_O?"
- "Resulta que he visto a una chica en la Fnac, que creia que era japonesa pero es coreana…"

Os resumo: andaba persiguiendo chiquitas con pinta asiática por la Fnac, con la esperanza de que fueran japonesas. Le dio igual porque esta hablaba un poco de español, era estadounidense (segunda generación, padres coreanos). Sé todo esto porque el LA PARÓ, se hizo el amable (miento, ERA amable. Una de sus características es que no necesitaba hacérselo) y la invitó a café. Me dijo que creía que se había enamorado y que no era justo para mi y blablabla que lo dejásemos temporalmente hasta que se aclarase.
Claro, aquí llevábamos ya cuatro años de relación. Yo pensé, esto es la séptima parte de lo del Hespérides (tras querer ser publicista, profesor de kárate, kendo, taichi y animador), se le pasará como se le pasa todo.
A la semana estaba de vuelta hecho una magdalena porque la coreana le había visto las intenciones y le dio esquinazo (se llegó a plantar en su casa, y eso una recién llegada estudiante de intercambio sólo puede interpretarlo como OMG PSYCHO STALKER. Yo hubiese hecho lo mismo). Volvió, pero en régimen de "cabreada me tienes y no es coña".
Aquí es dónde la mayoría de la gente se cuestiona seriamente mi estabilidad mental. No, no soy masoquista ni idiota, y sí, tenía que haberle mandado a freír nabos hace un par de párrafos. Pero en algún punto de todo este mamoneo decidí que no iba a ser yo quien le liberase de la novia plasta que le impedía sus caprichitos. Que se fuera él si tenía lo que hacía falta.
Si, ya. Si cuando digo que soy mala no es tan de broma como parece. Y un poco idiota va a ser que también, pero en fin.
Total, que volvió. Yo ya esperando el siguiente numerito, que no tardó en aparecer:
-"Es que la ilusión de mi vida es tener un romance con una japonesa, y no quiero estar toda la vida culpándote de no haber podido conseguirlo".
Os dejo imaginar mi respuesta, que incluía la palabra puerta. Pero aún así, le costó un huevo de irse O_O duró todo el curso la gilipollez, y al final cortó conmigo por email.
Claro, al cabo de ocho meses de esto, yo grité bien, viva, hurra, joder que mal me sabe no estar triste por terminar una relación de ¿cuatro? Años, yujuuuu!
Sé que se fue a Japón, tras ligar con una japonesa por Internet. De eso ya hace algunos añitos, tres o cuatro, no me acuerdo. Sigo disfrutando de la soltería que no veas. Creo que lo llaman escaldarse.

miércoles, marzo 07, 2007

¿Nerviosa?

Hace poco tuve que pasar un mal-buen trago. Bueno, porque era hacer algo que me encanta. Malo, porque soy muy tímida y me vi envuelta, casi sin quererlo, en una situación muy estresante: un escenario, público, dos meses para prepararlo todo. Hasta aquí puedo leer (mal pensados abstenerse). En principio no estaba nerviosa, pero es que a veces la gente tiene una psicología... así como que inversa. O retorcida. O inexistente.

- Hola, guapa.

- Hola, Misia... ¡ya me he enterado del gran acontecimiento! qué nervios, ¿no?

- No, la verdad es que no.

- ¿No? ¿cómo que no? ¿no estás nerviosa?

- Pues... no, creo que no.

- No me lo puedo creer. Con todo ese montón de gente, mirándote, ahí arriba..

- Ya...

- Y pensar que te puedes caer, o que se te puede olvidar todo o...

- Ajá...

- A mí me lo propusieron también, pero me da pavor, así que nunca me he atrevido. No entiendo como no estás nerviosa, con la cantidad de cosas que pueden salir mal, o pasar, o... ¿De verdad no estás nerviosa, muy nerviosa?

- Bueno, la verdad es que...

- No entiendo como no estás histérica. Y claro, la vergüenza, con tanta gente pendiente de ti.

- Umpf.

- Porque estás tú sola. Sola-sola. Sola de verdad. Ahí. Con todos mirando.

- Sssí, supongo que...
- Pero bueno, ya te veo, entera de ánimo y sin nervios. Eso está bien. Hala, me marcho. Mucha suerte y no dejes que nada te ponga nerviosa, ¿eh? que los nervios son muy traicioneros.

- Uuuh- ¡un nervo-calm, por Dios!


P.S. Las cosas fueron bien... aunque treinta segundos antes de salir delante de ese montón de gente se me olvidó todo... y hasta cinco minutos después de estar allá arriba no recuperé la plena conciencia de lo que tenía que hacer. Me han dicho quedó muy bien, pero no soy capaz de corroborarlo porque no me acuerdo, tengo un agujero en ese rato de mi vida. Y es que los nervios son muy traicioneros, ya me lo dijo alguien...

martes, marzo 06, 2007

Fraulein María, la verdadera historia

Me llamo María, María Von Trapp desde que me casé con Georg (nadie sabe mi apellido de soltera, porque mi vida no importaba hasta que le conocí a él). Nací y crecí en Salzburgo, y al hacerme mayor decidí ingresar en un convento de la misma ciudad.

Pero como me escapaba de la abadía para cantar por las montañas (¡es que están vivas, con el sonido de la música!), las monjas no me quisieron. Así fue como descubrí que Cuando Dios Cierra Una Puerta, Abre Una Ventana, porque gracias a ese desastre encontré mi verdadera vocación: SuperNanny.

Sí, amigos, soy una experta domadora de niños. Como Rocío, la de Cuatro, sólo que en mi caso es algo intuitivo: nunca di clases ni nada, me sale natural. Y yo no uso la técnica de ignorar las rabietas de los pequeños monstruos… simplemente les enseño a cantar y se vuelven buenos de repente.

Es un don que Dios me dio, así que procuro ejercitarlo.

Y en una de estas misiones conocí a mi marido, un capitán de la marina austriaca (¡superguapo!) con 7 hijos.

Las criaturitas eran unos cafres, pero no importó: cayeron rendidos a mis pies a la tercera canción. El capitán tenía novia, pero no importó: cayó rendido a mis pies al segundo baile. Austria se volvió nazi, pero no importó: en realidad ser nazi es light y además nos mudamos a los Estados Unidos y vivimos felices para siempre.

Liesl, 16; Friedrich, 14; Louisa, 13; Kurt, 11; Brigitta, 10; Marta, 7; Gretl, 5. Me pregunto de qué moriría la primera mujer del capitán.

He tenido una vida interesante y variada. He sido monja. He fregado suelos. He rezado el rosario en la Abadía. He cantado en los Alpes. He domesticado niños. He trepado árboles. He bailado el Ländler. Le he robado el novio a una baronesa. Me he casado con un capitán. He huido de los nazis. Me han llamado hija, hermana, María, fraulein María, mamá, abuela

Lo que nunca, nunca me habían llamado es jorobada.

Hasta el otro día:

"Siempre me he preguntado por qué esta mujer parecía tan jibada en la escena de amor de la peli..." (
Gato)

Pero ¡¿qué invento es esto?!

¿Quién es esa Gato?

¡¡¡Yo no tengo jibaaaaaaaaaaaaa!!!

Se llama escoliosis. Es-co-lio-sis.

lunes, marzo 05, 2007

Cosas peregrinas que hacer en la oficina

Un grito atronó en toda la oficina:

- ¡Misiaaa, ven aquí!

Mi jefe. Gritando, con esa voz que me produce escalofríos que me recorren el espinazo y que me eriza los pelillos. Corro, corro, salto los dos escalones hasta su oficina como si fuera un atleta dopado.

-Necesito que me arregles este email para la tía esta... Corrígele las faltas de ortografía y los signos de puntuación.

- Vale.- buf, suspiro de alivio, esta vez no he sido yo la que ha metido la zarpa. Parece que la bronca se la lleva otra, y bien gorda, porque el mail es una explosión de odio plasmada en unas líneas preparadas para matar, mezcladas con la vena arrabalera que le sale a mi jefe cuando se cabrea.

- Jefe, ¿estás seguro de que quieres mandar esto? Porque quizás si lo cambiáramos un poquitito, quedaría casi mejor que...- intento ser diplomática y explicarle que ESO no se puede mandar.

- ¡No! ¡Ni se te ocurra! Simplemente pon bien los signos de puntuación y la ortografía.

- (ok, me rindo) Bien, pero necesitamos un encabezamiento: "Estimada..." o "Querida..."¿Qué grado de confianza tienes con ella? ¿cómo se llama?

- Encabezamiento... tienes razón: "estimada p*t* z*rr*".

- Vale, pasamos del encabezamiento.

Y le corregí el texto:

"Mira coma bonita coma estoy hasta las narices de..."

"A ver si cierras esa boca y te dedicas a lo tuyo punto Ya sabemos que te gustaría ser la jefa, pero desengáñate dos puntos no lo eres paréntesis y nunca, nunca, nunca lo serás cierra paréntesis..."

- Pon el tercer "nunca" en mayúsculas. Así damos énfasis al tema.
- ¿Más énfasis? bueno... creía que con este "ya me has cabreao" de la segunda línea ya había quedado todo muy claro.
- Énfasis, énfasis, QUIERO ÉNFASIS... las cosas claritas.

- Vaaale. Y para el final... ¿un correcto "atentamente"?

- Sí, claro, la educación lo primero.

- Ajá. - ¿¿¿????

-¿Ya está? bien, envíalo con copia a los dos gerentes y al director.

- ¿¿¿??? ¿Estás seguro?

- Y tanto.

Enviar.

Así fue como una ración de odio viajó por el ciberespacio hasta la bandeja de entrada de unos cuantos jefazos... eso sí, odio con una ortografía impecable y una puntuación correctísima.

viernes, marzo 02, 2007

Un Chungo para un Monumento

Mi Chungo es light. Sí, amigos, he de asumirlo. Un nazi confeso que gusta de torturar a las pequeñas amigas de la chica que le gusta. Un hombre que se pone camisas de mujer con insignias de runas nazis. Un ser capaz de empujar a la violencia física a mi hiperpacífico amigo I. (que además le sacaba 2 cabezas o más).

Light o no, la cosa es que recordando el asunto me puse de muuuy mal rollo. No olvidemos que las blogueras de Quédate A Dormir somos unas orgullosas Drama Queens, y un nazi que trata de destripar tu fiesta Bárbara Cartland y de paso a tu amigo gay es un drama de los buenos.

Pensando en si no tendrían razón aquellos commentaristas que opinaban que exagero, me acordé -entre otro montón de cosas en las que no pensaba hacía siglos- de que mi Drama de aquella noche fue tal que no podía dormir y me pasé como media hora negociando con I. y K. el número óptimo de Nolotiles (jo, es que no teníamos nada más fuerte) que debía tomar para dormir pero no morir de sobredosis. Punto a favor de la Teoría de la Exageración (pero lo pasamos genial).

También me acordé del trauma posterior a la fiesta, cuando cuestionaba mi ojo clínico por no haberlo visto venir (joder, se trataba de nazismo, de algo serio, no de tener un brazo más largo que el otro). Y me acordé de Delfina, la chica a la que el Nazi acababa de dejar cuando yo le conocí, una francesa preciosa que no se depilaba las axilas y a la que luego descubrí que el muy cabrón hacía llorar porque sí (porque hoy es hoy). Yo además de Drama Queen soy de un empático que asusto, y entre eso y mi amiga la abandonada en Montera con sus botas rosas... Clarísimo punto a favor de Be.

En fin, que aparte de este entrañable momento autoanálisis, de mi Chungo el Nazi han salido dos cosas estupendas: los Comments Monumentales premiados del mes de febrero.

El primero, Quelitas (qué grande eres!!!):

"Jolines Be, a pesar de conocer ya tu historia, me ha dejado mal cuerpo. Se me ha ocurrido que pasaría si tu nazi y mi mimo-estatua viviente se encontraran.
Mira, me acabo de poner de buen humor. Me imagino al mimo intentando meterle el dedo en el culo a tu nazi para ver la de costras que tiene en el colon mientras el nazi le dice... bueno, mejor no lo escribo que estamos en horario infantil!".

El segundo, el Capitán Achab (no hay pato, Capitán, tendrá que aguantarse con el monumento):

"Pues yo le he visto un toque tierno al chaval y todo:
Eso de mandar compañía a las putis para que no se aburran denota buen corazón.
Encontrar la calle montera denota conocimiento del entorno.
Lo de no ser neo-nazi sino nazi a secas denota respeto por la tradición.
Diferenciar el rosa chicle del rojo puta denota talento pictórico.
Lo de las runas amor por la cultura (nórdica) clásica.
Lo de Leonard Cohen... bueno, nadie es perfecto.

NOTA: Sí, quiero un pato, ¿qué pasa? Es que es tan monoooooooooooooo."

Aquí lo tienen, EL MONUMENTO DE FEBRERO:

monumentofebrero
¡¡¡Enhorabuena a los premiados!!!

Y hasta aquí esta edición de Te Voy a Poner un Monumento.

PD: Quelitas, oooooh! ES LA COSA MÁS MONA DEL MUNDO!!! (Y además está enooorme).