MANAZAS

Yo, Be, me he cargado la plantilla milenaria de QaD por torpe y con un solo clic. Me autoflagelo ante mis copropietarias y me comprometo a dejarla lo más parecida posible, si no mejor. ¡Palabra!

lunes, octubre 18, 2010

Telegrama

El sábado estuve en una boda. Stop. En la mía con el Anómalo. Stop. Me lo pasé genial. Stop. Íbamos todos guapísimos, a pesar de los peluqueros. Stop. Más del 10% de los presentes eran blogueros. Stop. Habrá múltiples crónicas. Stop. Gracias a todos. Stop. Nos vamos a la Cochinchina. Stop. A la vuelta cuento más cosas. Stop. Besos para todos. Stop.

Post-post: no me puedo ir sin presentaros a mi querida Adalias. Nena, después de la boda tienes material para un post genial.

Post-post: mis felicitaciones a Inner Girl, nos casábamos el mismo día en dos puntas de España.

viernes, octubre 15, 2010

Días felices para todos


Pues nada, que me apetecía pasarme por aquí para dejaros un par de youtubes.

Anoche vi el episodio "Duets" de Glee y me reconcilié un poco con la serie, que llevaba un par de episodios dejándome profundamente insatisfecha, en lo televisivo y en lo musical. La que os traigo es la última canción del episodio. Va, primero, la versión de Rachel & Kurt.



Y ahora la versión de Barbra Streisand y Judy Garland que Glee homenajea (hasta en cómo van vestidos Kurt y Rachel).



Me parece un temazo tan de otoño, tan anti-ola-de-pena, que tenía que ponéroslo.

miércoles, octubre 13, 2010

Ataturk, un hombre en mi nevera (Vacacionzacas en Estambul 5/5)


Atatürk está en todas partes. Juanma Iturriaga contaba en su blog durante el mundial de baloncesto que en Turquía el aeropuerto se llama Atatürk, los polideportivos se llaman Atatürk, los estadios de fúltbol se llaman Atatürk...

Lo que no contó Iturriaga es que el padre de la patria turca tiene los ojos claros, elegancia natural y porte de galán de cine. A mí, obviamente, me encantó (1).

Durante mi estancia en Turquía descubrí que aquel señor tan sexi que lo empapelaba todo era un héroe nacional, un soldado, un estratega, un estadista, un defensor del laicismo y un europeista. Y que dio el voto a las mujeres en 1934.

Luego el Hombre Malo me contó ejemplos de lo listo que era. Como que para que las mujeres dejaran de usar el velo, en lugar de prohibirlo lo hizo obligatorio para las prostitutas... así que las no prostitutas dejaron de llevarlo.

El caso es que lo amo y por eso tengo que ir a casa de los niños (mi ex casa) a recuperar la postal de Mustafa Kemal Atatürk que compré en Estambul para ponerla en mi nevera.

Es eso o parar los relojes de mi casa en las nueve y cinco (2).

(1) Este post lleva la etiqueta de "política chunga" y va de que Atatürk está bueno. Si quieren un análisis histórico-geopolítico sesudo, busquen en otro blog.

(2) Atatürk fumaba como un carretero y bebía raki (básicamente, anis) en cantidades industriales. Murió de cirrosis a los 58 años. Todos los relojes de los palacios y museos del país marcan las 9:05, la hora de su muerte.

martes, octubre 12, 2010

Vista de pájaro (Vacacionzacas en Estambul 4/5)


Las cosas son así. Me paso mil semanas sin actualizar y el día que decido volver a contaros mi vida resulta que es fiesta nacional y no hay nadie para leerme. Pero es que yo SÍ trabajo el 12 de octubre, porque el dinero nunca duerme y blablabla.

Y cómo no tengo ni puente ni fiesta, y como Winter Is Coming, aquí tenéis el cuarto post (de cinco) sobre Estambul. Va.


Estambul hay que verla desde arriba. De día...





...o de noche.





Y si no, desde el agua.





Qué lejos queda el verano, madremía...

jueves, octubre 07, 2010

Cheque-bebé

Misma clase del momento "servicio". Una semana después. Hoy toca hablar sobre el estado y su papel económico. Les hablo de impuestos, de ayudas y subvenciones, de prestaciones y toda la pesca. En determinado momento, les suelto:

- Un ejemplo de lo que os estoy contando es el cheque-bebé: cada vez que tienes un hijo, el Estado te da 2.500 niños.

Y por eso se suprimió el cheque-bebé: los padres beneficiados las pasaban canutas para meter a 2.501 niños en 80 metros cuadrados.

(Sobra decir que, de nuevo, la carcajada se oyó hasta en Tombuctú. Los de Mali me van a presentar una queja, por exceso de ruido).

martes, octubre 05, 2010

Tarde de compras

En diez minutos, hubo tocamientos indeseados, exhibicionismo, accidente casi mortal y sangre: ¿estoy contando un telefilme cutre de antena 3 del mediodía? No. Sólo a mí comprando unas bragas. Me explico.

El otro día fui al Tajo Anglosajón a comprar un conjunto de ropa interior. Perdida entre decenas de estantes llenos de bragas y sujetadores, busqué la ayuda de una de esas dependientas de la vieja escuela. Le expliqué lo que quería y, antes de empezar a buscarlo, me hizo LA pregunta:

- ¿Qué talla de sujetador tienes? - Oh. Me parecía una pregunta sencilla, pero no resultó serlo tanto.

- Una 95B.

- ¿95B? no, tú no tienes una 95B. Espera -sacó una cinta métrica, me midió el contorno de la caja torácica justo por debajo del pecho - tienes una 90... vamos a ver la copa - y me plantó las manos en las lolas. Así, sin decirme ni siquiera su nombre. En realidad al principio en los lados, pero después fue desplazando las manos por todo el contorno, hasta juntar las manos en el centro - C. Tienes una copa C. Vamos a buscar lo que me has pedido.

Yo la seguí a duras penas, aún estaba recogiendo mi mandíbula inferior del suelo, que se me había desencajado después del sobeteo que la tía me había dado (mujeres necesitadas de amor, id al Tajo Anglosajón, sección lencería). La tía se había colado directamente en los primeros puestos del ranking de "profesiones con un nivel de pudor distinto al mío" (ranking encabezado por las esteticienes depilatrix indudablemente).

Con unos diez sujetadores la dependienta sobalolas me dejó en el probador (y sí, comprobé en mis propias carnes que he estado usando una talla equivocada durante años. Al menos el sobeteo sirvió para algo). Estaba tranquilamente allí intentando decidir qué conjunto escogía cuando sin previo aviso... RAAASSS. La cortina se corrió y detrás apareció sonriente la dependienta sobalolas. Al menos tuve suerte y la tía me pilló probándome un sujetador, no en tránsito de uno a otro.

- Uuuy, qué bien te queda este. Llévatelo - mientras la dependienta sobalolas y abrecortinas admiraba mi pecho enfundado en un precioso sostén, la cortina continuaba bien abierta y un par de señoras pasaron detrás de ella, se pararon y se me quedaron mirando. Por un momento pensé que iban a sacar cartelitos con puntuación.

Cuando conseguí cerrar la cortina y elegir (de hecho elegí el que me había visto puesto media sección), fui a pagar a una caja. Caminaba por un pasillo, detrás de la dependienta y resbalé. Mucho. Los pies se me fueron hacia delante, me despegué del suelo, me mantuve levitando durante unos interminables segundos... y la gravedad, la muy hijaputa, actuó: aterricé en el suelo, sobre mi cadera izquierda y mi cabeza terminó entre un montón de bragas que estaban colgadas de sus perchitas. Al menos tuve suerte y acabé entre las bragas y no con las perchas de metal insertadas en mi cerebro (llamadme exagerada, pero cosas más gore se han visto en CSI). Ahí, entre encajes y blondas, vi como las mismas señoras que me habían estado observando en el probador y sus maridos-perchero (especímenes reconocibles por su bolso y abrigo femeninos colgados del brazo y la cara de hastío vital) ahora me miraban yacer entre bragas.

- ¡Te has caído! - la dependienta sobalolas y abrecortinas resultó ser, además, muy perspicaz. - ¿Te has hecho daño?

- Jijiji, no, sorprendentemente no... - milagrosamente (o gracias a la grasita de la cadera, que es un amortiguador estupendo) no me hice nada de daño.

Salí trabajosamente de la selva de bragas que me envolvía, me levanté y nos fuimos a la caja.

- Te voy a precintar las bragas para que puedas cambiarlas si llegas a casa, las comparas con el resto de tu ropa interior y ves que son pequeñas - y con una pistola a presion atravesó la parte de delante y de detrás de las braguitas con una de esas cintas de plástico que suelen sujetar las etiquetas de la ropa. Todo habría ido mejor si no hubiera atravesado, además, su dedo - AAAAUUUUUGGGHHHHH - aquello empezó a sangrar. Abundantemente. Pero la dependienta sobalolas, abrecortinas y perspicaz demostró ser la clase de profesional que antepone sus clientes a la posibilidad de morir desangrada sobre una caja registradora - PAACAAAAA, oye, ven aquí, cógeme las bragas de esta chica y el sujetador y mételos en una bolsa, que los voy a poner perdidos de sangre.

Sonreí débilmente, cogí mi bolsa y salí de allí corriendo: ¿Por qué la simple compra de algo de ropa interior se tiene que transformar en mi vida en algo accidentado y raro?