Uno de los lugares que más me gustan de Madrid es el parque del Capricho. A finales del siglo XVIII la duquesa de Osuna se hizo construir a las afueras de Madrid (en esa época Canillejas estaba lejísimos de la ciudad) un palacio y un jardín según la moda europea. La duquesa de Osuna era una de las mujeres más cultas de toda la corte, protectora de escritores (como Moratín) y de pintores (decoró el palacio del Capricho con unos cuadritos de Goya repartidos por las paredes) y tenía unas ideas políticas bastante avanzadas dentro de su época (tampoco se le pueden pedir peras al olmo ni a un aristócrata que tire piedras contra su propio tejado).
En el Capricho, se creó un enorme jardín privado increíble. Gran parte de él permanece más o menos intacto. Quizás es que he leído demasiados libros de época, pero cuando te pierdes por el jardín te puedes imaginar a los personajes de esos cuadros, con esos vestidos maravillosos andando por allí. Uno de los lugares más evocadores está en uno de los laterales del palacete: la condesa hizo plantar un laberinto hecho con laurel. La de historias de amor que se habrán fraguado allí... sí, ya sé, tengo demasiados referentes apestosamente cursis en mi haber. Pues para compensar el exceso de miel, ala, contaré que el laberinto estuvo en pie hasta que a mediados del siglo XX ¡cataclonc! un avión de Iberia, que acababa de despegar de barajas, se cayó sobre el laberinto y lo dejó destrozaíto. A la porra el romanticismo (pero el laberinto ya está arreglado, que conste).
El jardín inglés es increíble, su idea es imitar a la naturaleza, pero de una forma muy particular. Construyeron en el jardín todo lo que, idealmente, te podías encontrar andando por el bosque: un templete romano, una ruina, un fortín, una ermita (tuvo dos ermitaños de verdad en su momento), una casa de labriegos, un palacio para abejas... esas cosas "normales" en el bosque. Y muchas de las construcciones están unidas por canales artificiales para poder recorrerlas en falúas. Es que es un sitio para una historia de amor y lujo...
Una de las historias más románticas del parque no se refiere a la duquesa, sino a su nieto, que heredó el Capricho (y esta es la historia que le había prometido a Gab, que ya habló del Capricho). Don Pedro, "el de los tristes destinos", era quince veces grande de España pero el amor no le sonreía. Estaba enamorado de su prima Inés, una de las mujeres más bellas de todo Madrid, cuyo rostro decían que era como el de una madonna de Rafael. Don Pedro, enamorado hasta las trancas y desanimado por las negativas de su amada, se fue al Capricho a pasear su melancolía por los canales. Allí, como buen personaje romántico y atormentado, quiso estar solo y dio la orden a sus criados de que no le molestaran. Así que cuando Inés se presentó a las puertas del Capricho los criados le dijeron que no podría ser recibida. Y claro, ella se fue. Cuando don Pedro se enteró de la visita, doña Inés ya se había marchado en su carruaje, pero él intentó darle alcance a caballo. Nunca llegó a lograrlo, porque él cayó fulminado de su montura, quizás por un ataque al corazón, y murió.
Para los que viváis en Madrid, el parque del capricho es una buena opción para este puente. Que lo disfrutéis.
10 comentarios:
Bonito post.
Jajajajaja, Gab, seguro que sí!
Misia, precioso post y preciosa sugerencia puentil. No conozco el parque, así que... ¿qué haces este finde?
Misia, seguro que eres una gran guía (de guía ocasional a idem te lo digo). Tengo ganas de ir a Madrid y ver el parque, y eso que he vivido allí, pero hasta ahora no sabía nada de él...así que gracias por ilustrarme. También a Gab.
¡El lunes! ¡El lunes!
Ala, todos al Capricho
Y de paso visitamos la T4.
Bueno Misia, buenos argumentos para superar la nostalgia de isla...
Yo el lunes trabajé (el dinero nunca duerme), así que de parque nada. Y los demás? Os quedásteis a dormir en el Capricho?
Jo, pues yo vengo a destrozar el romanticismo con que hablas del Capricho, alias "El Capri" pa los del barrio.
Una, que es de CAnillejas, Cani Island para los nativos, se ha agarrado los mayores y más vergonzosos pedos precisamente en el laberinto de laureles.
Unos años antes, entrenaba en este mismo parque (es que hacía atletismo y, por lo visto, era ideal para torcerte los tobillos por allí).
Algo que tampoco es romántico es el guarda de por la noche con perros salvajes asilvestrados y asesinos, que perseguían a los macarrillas que se colaban alli a emborracharse...ains, lo que ha llovido!!
También se dice que a la condesa le molaba el rollo ocultista y tenía a brujos y adivinos que hacían ritos de lo más grotesco por el parque.
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