Sigo en clase de natación, aún no he abandonado. El monitor (desde ahora llamémosle... em... Monitor) que me da clase es majete, aunque desde el primer día que le vi, estoy en un mar de dudas. Desde que me saludó no pude apartar un pensamiento de mi cabeza:
¿De qué conozco yo a este tío?
Monitor me suena un montón. De hecho me quiere sonar de una noche de copas y bailoteo. Va a sonar fatal, pero me da la impresión de que este tío me entró en algún momento del pleistoceno. ¿O sólo se parece a algún tío que intentó ligar con nosotras sin éxito? no sé, la noche (y el tiempo y las copas) me confunden. La cuestión es que le visualizo perfectamente en el sitio de la música molona y la gente pasada de rosca hablándome al oído con tono zalamero. La siguiente pregunta es la siguiente: ¿se acuerda él de algo semejante? ¿le sueno? ¿o definitivamente me confundo de tío o de vida?
A veces esas dudas me hacen sentir un poco incómoda. Esa incomodidad un día se convirtió en inmensa vergüenza por algo que pasó. Yo estaba metida en la piscina, agarrada al bordillo esperando a que me diera instrucciones (¡cuatro largos de crowl haciendo el pino en el fondo de la piscina y cantando la Marsellesa!), hasta que llegó y se acuclilló. Con las piernas abiertas. Fui a mirarle a la cara, pero en el camino desde el bordillo a su cara, mis ojos tropezaron con algo.
Subí a su cara. No me lo podía creer, tenía que comprobarlo, así que eché un segundo rápido vistazo, pero sin otra intención.
Sí.
¡Un huevo, con sus pelillos y todo asomaba por sus pantalones cortos!
Bajé la vista, me agarré aún más con las manitas a mi bordillo y clavé mis ojos en su textura rugosa. La del bordillo, claro está. Pero este tío ¿a cuánta gente habrá enseñado su genital? ¿no será consciente que desde abajo, si no lleva ropa interior o la lleva muy holgada, si se pone así, se le ven los huevos? ¿será un despiste? ¿una extraña táctica de acercamiento sexual? ¿¿necesidad de libertad y de airear a sus pequeños? ¿hippismo rebelde? Mientras yo pensaba todo esto, intentaba no mirar hacia arriba, porque si no controlas, a veces los ojos se van sin querer a ciertas cosas que no deberías mirar, como unas tetas demasiado exhuberantes o un accidente o grano enorme o un huevo traicionero. Y me repetía como un mantra "miraelbordillo, elbordilloestuamigo, québonitoypocopeludoestubordillo).
- Y blablabla, coges estas pesas y haces cuatro largos de espalda... ¿ok?
- Sí
- Misia, ¿te has enterado seguro?
- Sísisisisi.
Me puse a nadar rápidamente, para quitarme el shock de encima. Verle el huevo a mi monitor, ese mismo que pienso que intentó ligar conmigo años atrás, me hizo sentir un pelín incómoda. A mitad de la piscina la incomodidad se transformó en sentimiento de ridiculez y me entró un ataque de risa. Me tuve que agarrar a la corchera porque de la risa empecé a tragar agua y a boquear.
De vuelta a mi bordillo, Monitor me advirtió:
- ¡Eh! no te ahogues, que acabo de merendar y no pienso tirarme a la piscina a buscarte.
Encima de que fue culpa de su huevo, no del mío.
¿De qué conozco yo a este tío?
Monitor me suena un montón. De hecho me quiere sonar de una noche de copas y bailoteo. Va a sonar fatal, pero me da la impresión de que este tío me entró en algún momento del pleistoceno. ¿O sólo se parece a algún tío que intentó ligar con nosotras sin éxito? no sé, la noche (y el tiempo y las copas) me confunden. La cuestión es que le visualizo perfectamente en el sitio de la música molona y la gente pasada de rosca hablándome al oído con tono zalamero. La siguiente pregunta es la siguiente: ¿se acuerda él de algo semejante? ¿le sueno? ¿o definitivamente me confundo de tío o de vida?
A veces esas dudas me hacen sentir un poco incómoda. Esa incomodidad un día se convirtió en inmensa vergüenza por algo que pasó. Yo estaba metida en la piscina, agarrada al bordillo esperando a que me diera instrucciones (¡cuatro largos de crowl haciendo el pino en el fondo de la piscina y cantando la Marsellesa!), hasta que llegó y se acuclilló. Con las piernas abiertas. Fui a mirarle a la cara, pero en el camino desde el bordillo a su cara, mis ojos tropezaron con algo.
Subí a su cara. No me lo podía creer, tenía que comprobarlo, así que eché un segundo rápido vistazo, pero sin otra intención.
Sí.
¡Un huevo, con sus pelillos y todo asomaba por sus pantalones cortos!
Bajé la vista, me agarré aún más con las manitas a mi bordillo y clavé mis ojos en su textura rugosa. La del bordillo, claro está. Pero este tío ¿a cuánta gente habrá enseñado su genital? ¿no será consciente que desde abajo, si no lleva ropa interior o la lleva muy holgada, si se pone así, se le ven los huevos? ¿será un despiste? ¿una extraña táctica de acercamiento sexual? ¿¿necesidad de libertad y de airear a sus pequeños? ¿hippismo rebelde? Mientras yo pensaba todo esto, intentaba no mirar hacia arriba, porque si no controlas, a veces los ojos se van sin querer a ciertas cosas que no deberías mirar, como unas tetas demasiado exhuberantes o un accidente o grano enorme o un huevo traicionero. Y me repetía como un mantra "miraelbordillo, elbordilloestuamigo, québonitoypocopeludoestubordillo).
- Y blablabla, coges estas pesas y haces cuatro largos de espalda... ¿ok?
- Sí
- Misia, ¿te has enterado seguro?
- Sísisisisi.
Me puse a nadar rápidamente, para quitarme el shock de encima. Verle el huevo a mi monitor, ese mismo que pienso que intentó ligar conmigo años atrás, me hizo sentir un pelín incómoda. A mitad de la piscina la incomodidad se transformó en sentimiento de ridiculez y me entró un ataque de risa. Me tuve que agarrar a la corchera porque de la risa empecé a tragar agua y a boquear.
De vuelta a mi bordillo, Monitor me advirtió:
- ¡Eh! no te ahogues, que acabo de merendar y no pienso tirarme a la piscina a buscarte.
Encima de que fue culpa de su huevo, no del mío.