Hace dos o tres meses fui a la endocrina para ver qué tal andaban mis hormonas descontroladas. Eso va bien. Pero la endocrina parece ser experta en buscarme nuevos problemas:
- Súbete a la báscula... a ver... ¡uy! has engordado un kilo desde la última vez que viniste. Muy mal. Para la altura que tienes, pesas demasiados kilos. Tienes bastante sobrepeso, tienes que perder unos cuantos kilos.
Se me desencajó la mandíbula. Sí, con el descontrol de las hormonas y del apetito he engordado unos cinco kilos en los últimos meses. Pero no significa que de repente me haya convertido en una usuaria de tallas grandes. Eso significa que he pasado de una talla 38 a una 40. Vale, no estoy delgada como antes, he pasado a la categoría de "hermosa" (acepción del pueblo de mi madre), pero... ¿¿¿sobrepeso??? ¿Es poco sano estar en una talla 40? la endocrina seguía dándome la murga:
- ¡Es que tienes que dejar de comer bollos!
Ahí me indigné. ¿Comer bollos, yo? ¡hace meses que no me tomo una napolitana de chocolate o una palmera! Ejem. Me puedes acusar de comer queso, pan, pasta y a veces cola-cao, pero bollos... no.
- Adelgaza para la siguiente visita, que tienes mucho sobrepeso.
Salí de la consulta contenta porque mis hormonas estaban bien pero cabreada, alucinada y tristona por lo del peso. Me ha costado asimilar lo del sobrepeso, porque yo no me veo gorda. He estado mejor, claro que sí, pero de ahí a estar ¿enferma? o que mi peso sea insano o preocupante... puf.
Llevo meses remugando y remoloneando, pero después de las Navidades, con medio kilo más por los polvorones, con unos pantalones que no me entran y con la siguiente cita con la endocrina más cerca, ya me he puesto manos a la obra. Me he puesto a dieta y a hacer ejercicio y ya he perdido un kilillo (aaay, y los que me quedan...).
En fin. Parece ser que, según los médicos, hay demasiada Misia en este mundo y que hay que erradicar parte de ella. Comienza la operación "Exterminio de los márgenes".
(Lorzagirl me ha denominado "genocida de ti misma". Pues eso).
- Súbete a la báscula... a ver... ¡uy! has engordado un kilo desde la última vez que viniste. Muy mal. Para la altura que tienes, pesas demasiados kilos. Tienes bastante sobrepeso, tienes que perder unos cuantos kilos.
Se me desencajó la mandíbula. Sí, con el descontrol de las hormonas y del apetito he engordado unos cinco kilos en los últimos meses. Pero no significa que de repente me haya convertido en una usuaria de tallas grandes. Eso significa que he pasado de una talla 38 a una 40. Vale, no estoy delgada como antes, he pasado a la categoría de "hermosa" (acepción del pueblo de mi madre), pero... ¿¿¿sobrepeso??? ¿Es poco sano estar en una talla 40? la endocrina seguía dándome la murga:
- ¡Es que tienes que dejar de comer bollos!
Ahí me indigné. ¿Comer bollos, yo? ¡hace meses que no me tomo una napolitana de chocolate o una palmera! Ejem. Me puedes acusar de comer queso, pan, pasta y a veces cola-cao, pero bollos... no.
- Adelgaza para la siguiente visita, que tienes mucho sobrepeso.
Salí de la consulta contenta porque mis hormonas estaban bien pero cabreada, alucinada y tristona por lo del peso. Me ha costado asimilar lo del sobrepeso, porque yo no me veo gorda. He estado mejor, claro que sí, pero de ahí a estar ¿enferma? o que mi peso sea insano o preocupante... puf.
Llevo meses remugando y remoloneando, pero después de las Navidades, con medio kilo más por los polvorones, con unos pantalones que no me entran y con la siguiente cita con la endocrina más cerca, ya me he puesto manos a la obra. Me he puesto a dieta y a hacer ejercicio y ya he perdido un kilillo (aaay, y los que me quedan...).
En fin. Parece ser que, según los médicos, hay demasiada Misia en este mundo y que hay que erradicar parte de ella. Comienza la operación "Exterminio de los márgenes".
(Lorzagirl me ha denominado "genocida de ti misma". Pues eso).