Cuando empecé a dar clases, una de las cosas que más me costó fue cambiar mi forma de hablar. La mayor parte de mis alumnos tiene un vocabulario bastante limitado (cosa que no es extraña, si consideramos que muchos de ellos no leerían un libro ni aunque de ello dependiera su vida. En algunos casos extremos, se incluyen los libros de texto en lo que no tocan ni con un palo). La cuestión es que cuando empecé a enseñar a adolescentes me di cuenta enseguida de que tenía que cambiar mi forma de hablar, simplificando la estructura de las frases y sobre todo limitando el vocabulario a lo más básico, si no quería que me miraran como si estuviera hablando en chino. Ahora ya tengo dominado el arte de hablar para adolescentes y que me comprendan, aunque de vez en cuando se me escapan palabras que para ellos son palabros. La mayor parte de veces me doy cuenta porque me ponen caras raras y entonces sé que tengo que explicar la palabra que he dicho o cambiarla. Pero otras veces se producen unas situaciones bastante absurdas. Como la que me ocurrió hace unas semanas.
Estaba soltando una perorata a una chica sobre su cuaderno de clase, sus deberes y su falta de interés y, no recuerdo exactamente qué le dije, pero le solté algo de su infraestructura.
Para qué queremos más.
Se produjo un silencio de unos segundos y, entonces, la debacle:
- ¡EH, TÍA! ¿DE QUÉ VAS? ¡¡A MÍ NO ME INSULTES!! - me chilló, hecha una energúmena, la alumna.
- ¿¿¿Qué??? - os juro que me quedé blanca. De repente, sin venir a cuento, una alumna me estaba gritando y encima me acusaba de haberle insultado. Empecé a repasar mentalmente lo que yo había dicho, porque no entendía a qué venía el numerito, pero no era capaz de entender el desencadenante.
- ¡QUE ME HAS INSULTADO! - la chavala estaba roja de ira y gritando como una verdulera.
- ¿YO? ¿Cuándo? - yo estaba absolutamente alucinada.
- ¡QUE ME HAS LLAMADO "INFRAESTRUCTURA" Y ESO ES UN INSULTO, QUE LO SÉ YO!
- ...
- ¡QUE "INFRAESTRUCTURA" SIGNIFICA "FALTA DE INTELIGENCIA"!
El resto de sus compañeros empezaron a girarse hacia ella:
- Que no, tía, que no te está insultado. Que "infraestructura" no es eso.
En ese momento yo no sabía si soltar una carcajada o llorar de lástima, pero tiré por el camino de en medio. Le lancé una mirada glacial y le di una definición de "infraestructura" que parecía sacada del María Moliner por lo menos. Y continué la clase.
Algún día saldremos en los periódicos, cuando a alguno de estos les digan "hegemonía", "oxímoron" o "bibliotecario" y se vean obligados a vengar la ofensa causada por semejante insulto a puñetazo limpio.