A pesar de que siempre odié la vuelta al cole, era una época de emociones encontradas: por una parte no me apetecía nada, pero por otra… ¡todos esos libros y cuadernos nuevos… y ese montón de Plastidecores, lápices Alpino, rotuladores Carioca y demás sólo para mí!
Según fui cumpliendo años, se me pasó un poco la pasión por el material escolar (sólo un poco: sigo entrando en las papelerías como en las tiendas de golosinas) y empecé a contrarrestar el síndrome post-vacacional, que aún no se llamaba así, con la fiebre de forrar carpetas.
La semana anterior a empezar las clases había que comprar el clasificador, el forro, pegamento de barra… recorrerse las Ragazzas, Womans y Superpops hasta encontrar un motivo… destripar las revistas para conseguir las fotos… y montarlo todo.
Los estilos podían ir de pelis antiguas, o de fotos de bebés (puaj), o de tops ten de chicos guapos, o del Che (taaaaaan visto y posteriormente complementado con el Subcomandante Marcos), o monográficos sobre un actor o una modelo, o mosaicos de logos de marcas (puaj) o envoltorios de sugus o chicles Boomer, o monomanías de la propietaria de la carpeta en plan fotos de delfines (puaj). Lo importante era ser creativa, original y tener buen gusto, porque las carpetas por aquel entonces eran un complemento más.
Recuerdo un año en que la mitad de las niñas de mi cole llevaban en la carpeta la misma foto: el anuncio de Mango de Claudia Schiffer en plan tonteo con un chico con cara de chungo.

La mía no tenía nada que ver, era un fotón en blanco y negro de Jorge Sanz (que en aquel tiempo levantaba pasiones) sacado de una Elle en la que contaba que lo del pañuelo de Amantes era una experiencia personal que propuso él al director. La foto grande en un lado, otras algo más pequeñas para el otro, y papel de fondo gris oscuro y lunares en gris clarito, para el lomo.
Otro año que todas se lanzaron a por el anuncio de la colonia de Armani que hizo Albert Delegue, un modelo francés guapísimo que un par de años después se murió de SIDA…

…yo me decanté por un anuncio de Benetton de un cura y una monja dándose un tierno beso (también facilón, pero no tanto).

Aunque fue una excepción, porque prefería forrar mis carpetas con fotos de chicos.
El otro día en casapadres estuve buscando mis viejos clasificadores del cole, y sólo encontré tres. Y no son ninguno de los que he mencionado arriba, que supongo perdidos para siempre. He traído unas fotos de lo que hay.
Carpeta 1. Ésta es más bien discreta, minimalista y va de cine clásico. Imposible fijar el año, porque las fotos son antiguas y están sacadas de una Ragazza más antigua aún. En un lado, Paul Newman, Sean Connery y Superman.

En el otro, Gary Cooper, Robert Redford y una foto antiquísima recortada de un reportaje del periódico El Mundo (que aún no habría cumplido ni dos años) sobre piropos.
Carpeta 2. Mitad
monográfico, mitad
varios. En un lado, Keanu Reeves. Las malas lenguas dicen que tiene la expresividad de una cómoda de madera de pino finlandés del Ikea, pero y qué. A mí me encanta, siempre me ha encantado y siempre me encantará.

En el otro lado, Harrison Ford, Ethan Hawke y Vincet Perez (que me gustó desde Indochina). Tampoco recuerdo el año, pero aunque es posterior a Speed tiene que ser antigua… porque aún no le tenía manía a Ethan Hawke.
Carpeta 3. Popurrí, popurrí. En un lado, Jakob Dylan, Matthew Perry, un modelo desconocido, Matthew Broderick, Keanu Reeves, Paul Rudd, Dean Cain (visto ahora, puaj) y Eduardo Noriega (visto ahora, dos veces puaj).

Si en la cara A hay dos ejemplos de cómo nos cambia el gusto, en la cara B hay alguno más (que aparecen de nuevo marcados con un "puaj"). Un modelo rubio, el hijo de Dylan otra vez, Igor Yebra bailando, más Keanu, Damon Albarn (puaj), Ewan McGregor, más Matthew Perry, Tom Everett Scott, Ralph Fiennes, Leonardo DiCaprio (puaj puaj puaj) y uno que no me sé su nombre.

Y sí, el tío que se rasca el cuello es Dawson (crece, superpuaj), pero es que la foto iba perfecta para el hueco. En serio.