Yo, Be, me he cargado la plantilla milenaria de QaD por torpe y con un solo clic. Me autoflagelo ante mis copropietarias y me comprometo a dejarla lo más parecida posible, si no mejor. ¡Palabra!
Ejemplo 1: Un septiembre que dejamos a mi padre trabajando en Madrid y nos fuimos mi madre, mis hermanas y yo una semana a la playa las cuatro solas. Pues en siete días no se aprendió el camino de vuelta de la playa al hotel. Todas las tardes terminábamos en la misma calle sin salida. Todas las tardes durante una semana. No me preguntéis por qué a la ida no teníamos problemas. Sólo sé que menos mal que, A) a las chicas no nos da vergüenza pedir indicaciones, y B) nosotras -que teníamos de 6, 9 y 12 años- nos orientábamos mejor. Al final acabábamos llegando, aunque más por chiripa que por otra cosa.
Ejemplo 2: Cuando nos mudamos hace mil años le costó aprenderse cómo se iba a casa… Los primeros cuatro o cinco días teníamos que pararnos y preguntar el camino a la gente. Que sí, que ya he dicho que no nos importa nada preguntar, pero es que preguntar cómo se va a tu casa cuando ya llevas cuatro días viviendo allí es hasta ridículo.
Ejemplo 3: Cuando estamos en CasaPadres y por cualquier cosa quiere señalar hacia la panadería, o hacia la estación de tren de Cercanías, o hacia el Carrefour… siempre, invariablemente, se equivoca. Nunca acierta, jamás, ni de casualidad. La llamamos Sherpa Tensing.
Así que cuando el otro día paseando al perro nos metió por un campo que no me sonaba nada, me temí lo peor. Pero íbamos tan felices por entre las encinas, la jara y las gramíneas de metro y medio de alto, que me descuidé. Y me pilló por sorpresa cuando empezó:
-Uy. -Uy, ¿qué? -¿Me he pasado la salida? -¿Eh? -Nada, no te preocupes, pero creo que por aquí ya hemos pasado. -Mamá, no me digas eso… -No sé, creo que estamos andando demasiado. -Mamá… -No, no pasa nada, vamos bien. -¿Cómo lo sabes? -Tú sigue a Gol.
Gol, pastor alemán, cinco años y medio, color negro y fuego, treintaitantos kilos de peso. El héroe que nos sacó de ahí.
Aquí tenéis la segunda entrega de la nueva sección, la segunda Gran Heroína de Ficción, que ya se anunciaba en los comments del post sobre Marion Ravenwood. Muchas gracias, Illuminatus, estupenda aportación. Le dejo una pregunta al final del texto, que la duda me corroe...
"Who am I? I am Susan Ivanova. Commander. Daughter of Andrei and Sofie Ivanov. I am the right hand of vengeance, and the boot that is going to kick your sorry ass all the way back to Earth, sweetheart! I am death incarnate, and the last living thing that you are ever going to see. God sent me."
— Susan Ivanova
Inauguró hace unos días Gatasombra esta nueva etiqueta y grupo de columnas sobre las Grandes Heroínas de Ficción con Marion Ravenwood de una forma bastante jugosa. La cuestión principal, como se señalaba, era, sobre todo, la verosimilitud del personaje, la solidez y coherencia interna sin caer en estereotipos facilones, además de los elementos heroicos, claro. Me resultaba difícil encontrar personajes que encajasen exactamente ahí, aunque algunos de los que yo hubiese rechazado los dio por aceptados la propia Gatasombra. A lo mejor es que soy más duro a la hora de mis evaluaciones pero eso no tendría nada de raro. A pesar de la dificultad inicial, me acordé de un personaje femenino que por derecho propio encaja, por lo menos, por su verosimilitud en el papel de Gran Heroína: Susan Andrevna Ivanova.
El nombre no les dirá nada a aquellos que no conozcan Babylon 5, con pocas dudas, la mejor serie de ciencia-ficción de la historia de la televisión, pero aquellos que hayan visto la serie sabrán a qué me refiero. Susan Ivanova, teniente comandante de la Aliaza Terrestre es una oficial de carrera muy eficiente que, aparentemente, es dura y distante, lo que viene a ser una militar más o menos canónica que no llamaría demasiado la atención respecto a personajes parecido en otras series. Sin embargo, como todos los personajes principales de Babylon 5, hay mucho más de lo que parece.
Ivanova, como se suele ser referida habitualmente en la serie, es un personaje con connotaciones trágicas que se ajustan bastante bien a su transfondo ruso: su madre era una telépata no registrada que, al ser descubierta por el Cuerpo Psíquico, eligió tomar las drogas inhibidoras en lugar de entrar en él, lo que condujo a su progresivo deterioro mental y posterior suicidio; también perdió a su hermano en la Guerra Tierra-Minbar, un evento clave en la historia de la serie. Por si eso no fuese suficiente, la muerte de su hermano fue lo que la hizo decidirse a entrar en la Fuerza Terrestre, que hizo que su padre se distanciase de ella bastante y que sólo se reconciliasen, de alguna manera, poco antes de que él muriese (esto ocurre muy al principio de la serie así que no cuenta como spoiler).
Con un pasado así, sería muy facil comprender la actitud dura de Ivanova y que sea tan seria y formal pero Ivanova llega más allá: es vehemente, leal, muy temperamental y tiene un sentido del humor negro muy ruso que aparece en el momento más inesperado y que hace que rebaje la tensión y le aporta conexión con el espectador. Sin duda, es uno de los personajes televisivos más divertidos que existen. Es un mujer capaz de tragarse el dolor por la muerte de su padre de un forma muy… masculina y de seguir siendo femenina, porque ya habrá tiempo de llorar luego. Ivanova es capaz por igual de enfrentarse a los piratas o de sentar y obligar a negociar a los embajadores de dos imperios que se aborrecen reciprocamente tratándolos como crios grandes y todo tiene sentido.
En general, todos los personajes de la serie son muy sólidos y realmente uno les toma cariño y pasan a formar parte de una especie de familia extendida pero Ivanova, de algún modo, posee la esencia del arquetipo de la mujer guerrera pero con una dimensión de humanidad que hace que resulte próxima y real y se aparta del otro gran personaje femenino-heroico de la serie, Delenn. Sin lugar a dudas es la madre o la hermana mayor que a muchos nos gustaría tener, una mujer que protegería a los suyos luchando como una leona y que no se rendiría ni aún en las condiciones más desesperantes pero, y en eso se aparta de Delenn, Ivanova es una mujer surgida de una familia corriente y con una vida corriente que se ve arrastrada en un torbellino de eventos extraordinarios y es capaz de probar su valía y sacar lo mejor de sí misma, y, si eso no es la mejor definición posible de heroismo, que me parta un rayo.
Un gran post y una Gran Heroína de Ficción (aunque esta blogguera que les habla no la conozca de primera mano). Pero mi duda es... una mujer fuerte, con carácter, leal, heroica y humana a la vez, luchadora y con sentido del humor, ¿y se queda en "la madre o la hermana mayor que a muchos nos gustaría tener"? (No sé si se entiende mi extrañeza...)
Esto no va de que tengo a la Perri secuestrada ni nada. Va de que me encantan los perros, he tenido varios a lo largo de mi vida, durante muchos años tuvimos tres perros en casa... pero mi perra, MI perra, se llamaba Curra.
Nos la trajeron los Reyes cuando yo tenía 16 años. Era un chuchito de color naranja/canela que no levantaba un palmo del suelo. Era pequeñísima, así que primero la alimentamos con biberones de leche para perros bebé y luego con pienso mezclado con leche. Cuando se quedaba dormida, yo de vez en cuando la miraba para comprobar que seguía respirando.
En un mes creció al doble de su tamaño, y subía y baja escaleras como una campeona. Creció y se convirtió en una grandísima futbolista, la mejor perra portera del mundo. Liaba hasta a mi abuela, que odia a los bichos, para que jugara con ella. Era la perra más linda del mundo. Tenía los ojos bordeados de negro, como pintados de eyeliner a lo Cleopatra.
Era mi perri. Cuando era cachorrito se hacía pis de la emoción cuando me veía volver del cole (sí, muy mona y tal, pero a la quinta vez deja de hacer gracia y te empiezas a plantear la terapia conductista). Se sentaba a mis pies cuando me tocaba estudiar y se pasaba horas tumbada allí, haciéndome compañía, toda paciencia. Los fines de semana venía a despertarme (a una hora razonable, claro) y, si resultaba que yo había salido hasta las mil, se tumbaba a los pies de mi cama y las dos dormíamos un ratito más.
Si veía que mi madre me echaba la bronca en lo que ella consideraba un tono excesivamente agresivo, mi Currita ladraba indignadísima. ¡A su amita no la regañaba nadie en su presencia!
Con cuatro meses tuvo una enfermedad muy puta que mata a casi todos los perros a los que pilla. Mis padres estaban de viaje cuando vimos que Curra estaba pochita, así que, como estaba tan débil que no se podía ni mover, cogí a la perra en brazos y me la llevé al veterinario, que por aquel entonces estaba como a 5 kilómetros (en la otra punta de Pozuelo). La veterinaria dijo que había poco que hacer, que podíamos intentarlo inyectándole un tratamiento debajo de la piel dos veces al día, pero que no prometía nada. Y que la perra no debía andar.
Hasta que volvieron mis padres hice dos veces al día el trayecto de ida y vuelta al veterinario con la perra en brazos, para que le pusieran unas inyecciones gordísimas, porque el liquidito amarillo picaba y había que disolverlo en grandes cantidades de suero. Mi pobre bicho sobrevivió, y yo creo que el mérito era de las dos (y de las drogas, pero menos).
Unos cuantos años después tuvo un embarazo psicológico. El veterinario nos dijo primero que le diéramos tortillas de perejil a ver si se le pasaba, y luego que le facilitáramos un muñeco para que le hiciera de cachorro. Creíamos que estábamos bien preparados para enfrenarnos a embarazos psicológicos de perros, pero parece que no sabíamos tanto como pensábamos y, cuando una noche se puso de parto psicológico, nos pilló de sorpresa.
A mi padre al que más, que iba abriendo puertas por todas las habitaciones para ver quién de nosotras estaba dando a luz.
Cuando me fui a vivir a Londres la eché mogollón de menos. Y a la vuelta descubrí que mi perra tenía un bulto raro debajo de una de las patas delanteras. Era un tumor, algo que les pasa bastante a las perras cuando empiezan a ser viejitas. En realidad resultaron ser varios tumores, así que a Currita le hicieron "un completo". Vamos, que la rajaron en canal. Para el postoperatorio hubo que separarla unos días de los otros dos perros que teníamos, y las primeras noches quise que durmiera conmigo, para estar pendiente de cualquier ruidito que hiciera; qué miedo pasé.
Se recuperó, y aún vivió un par de años más (esta vez el mérito fue todo suyo).
La noche que se murió casi me muero yo de pena. No os lo voy a explicar porque no sé cómo, sólo digo que si alguna religión me hubiera prometido un Cielo para los perros, o un destino final en que amos y mascotas se vuelven a encontrar para jugar a la pelota en las praderas cósmicas, o algo, me hubiera afiliado sin dudarlo. Menuda loca.
Por suerte, ningún culto organizado que yo conozca se ocupa de ayudarte a pasar el trauma de que se te muera un perro (*). Lo más parecido que he encontrado es un librito monísimo que me regalaron hace ya unas semanas. Es la cosa más mona y más triste del mundo, se llama "Puedo verte siempre que quiera" y en él no muere ningún perro.
Pese a lo que pueda parecer por el post, no es un "libro para superar la muerte de tu perro", sino una idea que se le ocurrió a una japonesa para explicar la muerte a los niños. Leedlo y luego decidme si no es como para llorar de bonito que es.
*Al final lo que me ayudó fue una larga charla con una persona a quien sólo conocía superficialmente y que probablemente no tenía idea de lo mucho que me estaba ayudando: aunque sólo fuera por eso, por aquella noche, siempre te querré.
Estaba profundamente dormida cuando empecé a soñar que mi cuerpo era ligero y que me deslizaba por el aire tan fácilmente como si estuviera buceando. El aire era denso, parecía agua, pero yo podía respirar.
Entonces empecé a oír una voz, que me guiaba en el viaje y me llevó a sobrevolar una montaña altísima. Cuando me acerqué, vi que en su cima, en vez de nieve, había miles de estrellas que cubrían todo su pico y una de sus laderas. Mientras me deslizaba siguiendo la línea de la montaña, las estrellas se movían un poco, meciendo su patitas al son de la corriente.
Cuando abrí los ojos, sonreí. Porque la voz de la locutora de la radio seguía hablando de otras noticias. Tuve que buscarlo en internet para convencerme de que la voz que me hablaba de océanos, montañas y estrellas no sólo había sido un sueño.
Cuando era pequeña había dos anuncios que me intrigaban mucho. Uno era de compresas, y consistía en una chica que ponía un montón compresas/dodotis de las de antes una encima de otra y en un panel que bajaba y las espachurraba mientras ella decía:
"Si quitamos el aire, que no absorbe, se convierte en Ausonia Extraplana. Mitad de espesor, igual absorción".
Me intrigaba porque no entendía por qué, si desde el principio valía que fueran finitas, habían fabricado las compresas el doble de gordas de lo necesario.
El otro anuncio era de salvaslips. Salía una chica muy mona, en una habitación muy blanca con mucha luz, revolviendo un cajón de ropa interior. Decía:
"Seguro que tienes un montón de braguitas que deberías tirar pero no lo haces porque al final son las que usas para no estropear las bonitas".
Me intrigaba muchísimo, porque me parecía tremendamente cutre tener braguitas viejas en el armario y tremendamente decadente tener, a la vez, otras nuevas sin usar.
Pues me acordé de este anuncio la semana pasada, cuando mi novio me sugirió jubilar parte de mi ropa interior. Me dijo:
-Amó, a lo mejor habría que tirar algunas de tus "braguitas de tener la regla"…
En ese momento me di cuenta de que el maldito anuncio había sido una premonición de lo que veinticinco años después sería el cajón de mi ropa interior. Actualmente se divide en:
A- Monadas transparentes con encajes y lacitos (para ir sexy).
B- Monadas de algodón de colorines con dibujitos/ lacitos/estampados chupis (para ir ideal).
C- Morralla comodísima (para cuando tengo la regla).
He hecho cuentas: parte de esa "morralla" ya era vetusta tres novios atrás.
Así que he decidido hacer un ERE (Expediente de Regulación de Empleo) entre mis braguitas. Criterios para las jubilaciones:
Deshilachados y descosidos:
Desde los pequeños hilitos que sobresalen......a los casos donde se unen los estragos del tiempo......con mi más pura e innegable desastrosidad (vaaaale, esto estaba en el fondo del cajón y no me lo he puesto en milenios).
Descoloridos:
Los bordes solían ser blanco nuclear, ¡pero a base de lavados han inventado su propio color!Aquí, lazos y braguitas solían ser del mismo color......claro que ni lazos ni braguitas eran del color que son ahora.
Y así, además, tengo una buena excusa para ir de compras. Necesito rellenar el cajón. Que desde mañana se dividirá en:
A- Monadas transparentes con encajes y lacitos.
B- Monadas de algodón de colorines con dibujitos/ lacitos/estampados chupis.
Resumen de la situación: caseros no saben que gatina existe. Caseros se aproximan a casa. Gatina está en casa. La colisión gatina-caseros es inminente.
A veces, en situaciones de crisis, me bloqueo y hago cosas realmente estúpidas. A veces hago cosas realmente estúpidas sin ser situación de crisis, pero eso es otra historia. En esta ocasión, no sé muy bien porqué, me bloquee con la idea-pánico de que mis caseros me echarían si estaba la gatina en casa y lo único que pensé fue en esconderla.
Ja.
Encerré a la gatina en la habitación, media hora antes de que llegara el casero, para ver si se quedaba frita en la cama y no decía ni miau. Preparé toda la casa, escondiendo todas las cosas de la gatina que pudieran delatar su presencia.
Finalmente, decidí poner música a todo trapo para que el ruido tapara los (posibles) maullidos. Me decidí por música brasileña, de una cantante que tiene una voz muy bonita, pero que, con su perdón, es lo que más se parece a los maullidos de la gatina entre mi discografía.
Y llegó el casero.
La humedad está en el baño, que está al otro lado de la casa. Pero como mi casa tiene 30 metros cuadrados, "al otro lado de la casa" nunca es suficiente distancia. El casero se puso a mirar la humedad. La bossa sonaba. Y justo, cuando el tío estaba encaramado en la bañera mirando las manchas, empecé a oirla:
- Maaaau. Maaaaaau. MAAAAAAAAAAAUUUUU.- seguro que había oido el ruido de gente y como le encanta el follón, quería salir.
Se me pusieron los pelos de punta. Corrí (bueno, di cuatro zancadas) hasta el aparato de música y lo subí. Volví a dar cuatro zancadas hasta el casero.
- Tarde, ja de manhaaaaaaa...
- Pues esto es que se ha soltado este tubo y cae agua y...
- MAAAAAAAAAAAUUUUUUU.
- Uy, perdón.- y me fui a la cadena de música y volví a subirla un poco.
- Cuaaaando a nevoa toma conta da cidaaaadeeeeeeeee...
- Como decía el tubo se ha soltado...
- MAAAAAUUUUUUUUUUUUUUUU...- en tono desesperado de gatina.
- Em, siiiip, estooo... la música.- Volví a correr para volver a subir (¡por tercera vez!) la música. Si es que cuando me encebollo en una idea tonta...
- Tao soooo, tao sooooooooo...
- ¡MMAAAAAAAAUUUUU!!!!!
- Oye, eso que suena... ¿es un gato?
Mierd*. Después de la escena más estúpida de producciones Misia de los últimos tiempos, tuve que rendirme a la evidencia.
-Em, sí. - Y entonces la acabé de pifiar- es de mi hermano... que se ha marchado... sí, durante, un mes. O algo así. Pero es suya. Yo se la devuelvo, pero es que está en, en... Alemania.
El casero levantó la ceja, pero supongo que mis orejas coloradas y mi nariz de Pinocho me delataron. No dijo mucho, al asegurarle que la gatina estaría fuera dentro de un mes. Pero a ver cómo justifico ahora la permanencia del animal en un futuro.
Cuando el casero salió por la puerta, hice dos cosas: soltar a la gatina y coger el teléfono para contarle a mi chico cómo había hecho el canelo. La gatina salió corriendo y se fue al baño. Mientras le chillaba a mi chico por teléfono, muerta de vergüenza, la gata seguía maullando.
De repente, me di cuenta. No, no maullaba por la falta de calor humano. Ni maullaba ahora por el enfado de haberla dejado encerrada. No. La causa: la llamada de la naturaleza. Y si recordáis, como dije al principio del post, había escondido las cosas de la gatina. Incluida su caja de arena. Así que cuando llegué al baño, en el sitio vacío de la caja, sobre los baldosines, me encontré con dos preciosas caquitas: el perfecto colofón a mi historia ridícula.
Vamos a empezar la semana con buen pie. Vamos a empezar hablando de mujeres fuertes. Vamos a empezar hablando de grandes heroínas de ficción; de una, en realidad, pero creemos la etiqueta y a ver lo que pasa.
Porque tenemos grandes referentes a reivindicar. Personajes de novelas, leyendas, pelis, tebeos, óperas, videojuegos, dibujos animados o poemas… que son tan grandes como sus oponentes masculinos, o más. Porque un Top Ten de Heroínas sabe a poco. Porque Ellen Ripley, Elizabeth Bennet, Angela Channing, Leia, Eponine, Viola, Jo March, Scarlett O'Hara, Mafalda, Dana Scully… y muchas más, se merecen un post cada una. Porque sí.
Hoy vamos a empezar hablando de Marion Ravenwood, en una maravillosa colaboración de Gatasombra (es su segundo post en QaD; para ver el primero haced clic aquí).
Me pide Be que hable un poco de una de las señoritas que mejor me han caído en una saga de aventuras cinema- tográfica: Marion Ravenwood.
Veréis, en el género de aventuras suele pasar que los personajes femeninos son a) damiselas en apuros, b) amazonas sobrehumanas odiahombres o c) malvadas. Lo más triste es cuando se combina lo peor de a y b, y salen esas muchachas incapaces de correr tres metros sin tropezar, y que luego le gritan al sufrido protagonista por no rescatarlas lo suficientemente rápido.
Marion no entra en ninguna de esas categorías, y por eso mola. En mi época de renacuaja ya me cayó bien gracias a esa habilidad raramente exhibida por las chicas de película: la resistencia al alcohol. Por eso, y por la escena en la que intenta escaparse de los nazis (vestida de fiesta y con un cuchillo de cubertería, tras tumbar bebiendo al tipo que la retiene. Con un par de ovarios) en vez de sentarse a gimotear "Jones vendrá y te partirá la cara".
También hay que decir que como (¡por suerte!) el personaje de Indiana Jones no es ningún superman, cuando se enfrentan a algún peligro andan muy igualaditos en habilidades (véase la escena del avión en el campamento nazi en El arca perdida, con los dos haciendo el panoli y saliendo del paso por pura suerte. Más monos ellos…). Es la más capaz de todos los personajes femeninos de la saga* -cosa que tampoco es difícil, visto el plantel- y encima tiene sentido del humor, en lugar de hacer el papel de "seria ofendida" para que el protagonista pueda dar la réplica jocosa. Se pelean, sí, pero es por otras razones que no es "porque sí". Y de hecho es mutuo, Indy pierde los papeles y se enzarzan regularmente. **
Además, los años le han sentado bien; hay que ver cómo alterna lo de ejercer de madre de adolescente rebelde con la conducción temeraria por la jungla amazónica, vamos, como una campeona... especialmente teniendo en cuenta que no parece haber continuado sus actividades aventureras durante los últimos años, y echándole un desparpajo… por ejemplo, (minispoilers de la cuarta peli, aviso por si alguien aún no la ha visto):
Durante la persecución, por la selva, cuando da la vuelta con el vehículo anfibio la primera vez por el borde del precipicio y vi cómo miraba de reojo hacia abajo, casi me da un ataque porque supuse qué iba a hacer a continuación… qué risas, oigan, y qué cara de satisfacción se le queda (no sabes si por haber escapado de los malos, por que le haya salido bien la jugarreta o por el susto que les ha metido a Indy y a Mutt).
Yo no veo a Larita Croft o a Sidney Fox haciendo eso; son demasiado profesionales, serias, estiradas, y capaces de entrar y salir tres veces de un templo en ruinas infestado de trampas sin despeinarse la permanente. Además, ella y el dr. Jones se pelean como si en esos veinte años hubieran estado casados en vez de no haberse visto más. Si es que son amor :)
* Me refiero a las películas, que es lo que tengo visto. Tal vez sea hora de empezar Indiana Jones and The Fate of Atlantis, por si acaso…
** Lo que resulta más divertido que ver a un personaje femenino siendo la más lista y razonable y desencadenando su furia sin razón aparente sobre el prota, el cual aguanta estoicamente o en todo caso pronuncia alguna frasecita graciosa, especialmente si es porque los acontecimientos le quitan razón a ella. (Ejém. Palabrita de niño Jesús que no tengo ninguna película concreta en mente).
Y no me resisto a poner yo el primer comment, y a ponerlo como postdata. Marion es GRANDE. Es grande por tumbar a los tíos bebiendo aguardiente, por buscarse la vida y no quedarse esperando a que el chico la salve, por la escena de los besos en el barco pirata ("Maldita sea, Indy, ¿dónde no te duele?"), por esa mirada de superamor cuando Indy le dice "They weren't you, honey". ¡Gran post, Gata!
Lo bueno de ser perrrriodista es que se puede ir a trabajar en vaqueros (salvo en casos particulares).
Lo bueno de ser perrrriodista es que no hay que madrugar demasiado (salvo en casos particulares).
Lo bueno de ser perrrriodista es que el trabajo mola mucho (salvo en casos particulares).
Lo bueno de ser perrrriodista es que en la oficina (redacción) no se trabaja en un silencio sepulcral, sino con un sano follón de fondo que a veces llega a jolgorio desatado y en casos especiales a tumulto peligroso (salvo casos particulares).
Lo bueno de ser perrrriodista es que no sólo puedes corretear por Internet durante tu horario laboral, sino que muchas veces forma parte de tu trabajo (sobre esto no creo que haya excepciones; si acaso, de grado).
Pero claro, pasan cosas.
El otro día Internet iba despacísimo, parecía los 90 y que íbamos a escuchar el pitidito de los modems en cualquier momento, así que desde que escribíamos la url hasta que se cargaba la página nos daba tiempo de ir a la máquina a aportar nuestro granito de arena al Cámera Café local. Y así, trabajando a pedales, pasaba la tarde, cuando de repente…
TIN TIN ¡CHAN! TIRIRÍ TIN ¡CHAN!… TIN TIN ¡CHAN! TIRIRÍ TIN ¡CHAN!… TIN TIN ¡CHAN! TIRIRÍ TIN ¡CHAN!… TIN TIN ¡CHAN! TIRIRÍ TIN ¡CHAN!… TIN TIN ¡CHAN! TIRIRÍ TIN ¡CHAN!…
Y mi jefa dobla la esquina a velocidad vertiginosa con un café en la mano y cruza corriendo la redacción, porque la música sale de su ordenador:
Las páginas web con música incorporada, cuanto daño hacen a las jefas que buscan modelitos en Internet para la inminente temporada de bodas...
Casi tanto como los popups de satanás a las pobrecitas blogger/perrrriodistas que visitan blogs propios y ajenos desde el curro.
Hace un mes era el put* Chiki Chiki, que odio tanto que no pienso poner ni enlace, pero menos mal que ha muerto ya la cancioncita, porque hasta en las páginas de cine checas aparecían banners del pobre David Fernández con peluca. Y por cada dos blogs de blogspot visitados, saltaba un popup con la segunda mayor tortura de la historia sólo por detrás de La Macarena.
Automáticamente. A gritos.
Y Parker me decía:
-Oye, Be, quejaos a los de blogger, que eso que suena cuando entro a vuestro blog no os pega nada. ¿No podéis elegir la publi, ya que encima no cobráis?
Pero eso fue hace un mes. Hace dos semanas empezó una supercampaña de politonos del Real Madrid. Y aunque una sienta los colores, porque en CasaPadres o eres del Madrid o duermes con los perros (lo siento por mi amó), esto ya es pasarse. Que me llegó a saltar el ¡Hala Madrid! 7 veces en una tarde (sí, fue una tarde que blogueé mucho).
Por suerte, las 7 veces llegué a bajar el volumen antes de la estrofa de:
"Los domingos por la tarde, caminando a Chamartín, las mocitas madrileñas, las mocitas madrileñas, van alegres y risueñas porque juega su Madrid".
Y es que una cosa es dejarte elmundo.es abierto en una ventanita… y recordarlo de pronto por culpa de un ruido de coches que pasan derrapando una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, y ver que el chirrido de neumáticos viene de tu pc, de una publi en flash cortesía de la web de Pedro J… y otra hacer hincapié en el momento caspa. Aunque mi jefa sea del Madrid también.
En fin, vean la suerte que tengo: turno de tarde, una redacción tranquilita… y si encima es viernes, casi vacía. A partir de las siete nos quedamos solas y nos dedicamos a poner musiquita mientras escribimos el guión.
Como somos perrrriodistas les buscamos un gancho de actualidad a nuestra selección musical. Para mañana:
Algo de Amy Winehouse, que la pobre genera noticias o "amagos de" un día sí y otro no así que es una apuesta segura:
"Time for Heroes" de los Libertines, básicamente porque Noel le dedicó su "Cancionzacas" de hace un par de días y desde entonces no puedo sacármela de la cabeza:
(Por cierto, espero que no pase nada por haber puesto tan cerca a Pete Doherty y a la Winehouse, que parece como gritar llamando al desastre. Que no sé si todos habéis visto ya este escalofriante documento, pero alguien debería decirle a estos dos que no quedaran).
Y pondría algo de Rakel Winchester, que tiene disco nuevo, si pudiera encontrar la canción que me mola, "Ay Pena Penita", un clásico de ayer y hoy que dice:
“Yo sólo quiero llorar, si no me quiere mi suegra. Yo me voy a emborrachar: quiero un DYC con Fanta negra”
Si pudiera. Porque no la encuentro en ningún sitio.
¿En contra o a favor? Las últimas aventuras de Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal han enfrentado a los espectadores en dos grupos antagónicos: los que están en contra (aka los que no tienen ganas de vivir) y los que están a favor (aka los que aún tienen ilusión).
Como representante del grupo del segundo grupo (al que pertenece también Noel –de El Emperador de los Helados–) Ricardo Siri, aka Liniers, historietista argentino con tres enlaces en este blog (barra de la derecha, apartado PARA VER DIBUS MONOS Y MOLONES), al que hemos "tomado prestada" una tira que ilustra lo que piensan otros muchos.
Vamos allá.
En contra: E. Martín
Esto no es una crítica ni una reseña. Se puede hablar de lo mala que llega a ser Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal. Pero en realidad este mismo verano ya se han visto (y quedan por ver) unas cuantas bastante peores.
Pero la Calavera de Cristal tiene algo más. Algo que duele mucho.
En parte es que, a diferencia de Transformers o Meteoro, aquí Lucas & Spielberg están destruyendo un rincón de la memoria de uno que se vió la trilogía original en el cine.
Si, vale, Lucas ya tiene experiencia en ello, pero tras años de novelas y cómics sobre el universo expandido, descubrir que Darth Vader de joven era un meapilas no duele tanto después de Solo Disparó Primero o tras saber que Han y Leia van por su segundo embarazo (¡de gemelos!).
Pero hay algo más grave que la manera en que L&S destrozan su propia creación. Duele cómo se ponen a copiar secuencias y personajes de obras que se inspiraron en la trilogía original. Cómo las secuencias del templo está sacadas de la saga Tomb Raider. Cómo el británico es un personaje de La Momia cambiado de nacionalidad (y acaba de la misma manera, por los mismos motivos y en un lugar igual). Cómo la secuencia final ha sido levantada a Expediente X: La Película.
Por muchos millones de presupuesto que tenga, es barata de corazón. Es chapucera. Es indigna.
Como Harrison Ford.
¿No parece que encajaría mejor en una manifestación convocada por la COPE que en una película de Indiana Jones? No se trata de la edad, que a sus setenta y ocho el Eastwood sigue acojonando, y a los treinta el Steven Segan ya resultaba patético. Me recuerda al Ford del trailer de Hollywood Departamento de Homicidios, en el que cuanto más gracioso intentaba ser más terrible resultaba.
Es como el almacén del final de En Busca del Arca Perdida.
En su época intentaba imáginar que maravillas habría escondidas en aquel lugar olvidado (ahora, cuando lo veo, pienso que un error burocrático ha enviado el arma mas poderosa de la historia a un almacén de repuestos militares; se llama madurar y es inevitable, niños y niñas). Debería haber permanecido ahí, en la memoria, como un escenario que ni siquiera se llegó a construir sino que se pintó sobre cristal. Podría haber vivido perfectamente sin tener que ver cómo S&L entraban en aquel almacén como elefantes en una cacharrería, literalmente y en más de un sentido.
Es una continuación innecesaria de algo que tendría que haber terminado hace años, con la Última Cruzada.
Es como cuando una serie de televisión salta el tiburón y aún así se prolonga durante años y años.
Es curioso. ¿No hay relaciones que son así?
¿Que, una vez pasado el fuego de la pasión, la atracción calmada e incluso el bienestar de la estabilidad siguen y siguen adelante simplemente por inercia? ¿Porque no hay alternativa mejor a la vista y es mejor que estar solo?
Y por un tiempo eso es suficiente. Pero los meses pasan y se convierten en años y la mínima chispa que quedaba se va apagando lenta pero inevitablemente. Y llega un momento en que la inercia es el único motivo real para seguir adelante y la relación se ha convertido en un zombie que avanza a pasos cortos y arrastrando los pies siguiendo el borroso recuerdo de un impulso que tuvo cuando estaba vivo. En algo que debería haber muerto una muerte natural en su momento y ser una memoria de algo maravilloso y no subsistir como un presente gris y rutinario. En algo cuyo único motivo para existir es que existe.
Dicen que mejor solo que mal acompañado. ¿Mejor solo que calavera de cristal?
Georgina Higueras contaba ayer en EL PAÍS, que dos clanes de Pakistán han resuelto una disputa por un burro con matrimonios forzados para quince niñas.
Para los perezosos que no quieran visitar el reportaje original (aunque yo les recomiendo que lo lean, la autora lo explica mucho mejor que yo): hace ocho años el perro de un clan mordió al burro de otro clan vecino. El burro murió y este incidente desató una guerra que ha costado la vida a trece personas. El consejo de notables de la provincia decidió saldar la deuda (de sangre, no sólo del burro) con la entrega de quince vírgenes de entre tres y diez años de edad. El destino de estas niñas es casarse con hombres desconocidos del clan rival, muchos de ellos mayores de 50 años.
Esto nos lleva a pensar lo muy valorados que están los burros en Pakistán: el que provocó toda esta historia ha costado 13 muertos y 15 vírgenes.
La sentencia ha parecido mal a mucha gente, claro está. El diario Dawn -el medio paquistaní que más lucha contra el feudalismo de la sociedad, según dice Georgina- ha denunciado que las niñas van a convertirse, básicamente, en esclavas, y que tal situación es algo bastante habitual. Y la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán ha pedido la anulación de la decisión y, ojo, el "inmediato encarcelamiento de todos los que participaron en la yirga [el tribunal local] y de todos los que estuvieron de acuerdo en pagar con niñas menores por la solución de una deuda tribal".
A ver si tienen suerte.
A mí, que estoy en pleno SPM, me mola la opción de entrar a saco con lanzallamas, pero entiendo que no es viable. Tampoco lo es una invasión del país en pro de la liberación de la mujer (valorada cada una en Pakistán a una quinceava parte de burro, esto es, 0,0666666666666 burros, y eso siempre y cuando sean vírgenes).
Así que propongo la creación de una ONG que recorra las zonas tribales y rurales de Pakistán con un rebaño inmenso de burros, haciendo trueque con todo el que se deje.
Y luego, cuando no les queden niñas porque nos las hayamos llevado a todas en plan flautista de Hamelín y piensen...
"¿¡Con quién se van a casar ahora nuestros hijos!?"
...les diremos...
"Pues con los burros (los que tengan)"
...mientras las futuras mujeres pakistaníes están todas en nuestra ONG teniendo una infancia y aprendiendo a ganarse la vida. Por cabrones.
En la pared contigua a mi baño ha salido una humedad. La portera avisó a la casera y la casera me llamó a mí: "vamos a verlo esta noche" dijo.
Me entró el pánico. Digamos que se me ha olvidado mencionar a mis caseros el pequeño detalle de que la familia se ha ampliado. Así que camino a casa, decidí que lo mejor sería meter a la gatina en el dormitorio y obviar su existencia.
Justo antes de entrar en casa, antes de que llegaran los caseros, la portera me interceptó para enseñarme la humedad que había salido en el cuarto de las luces que está al lado de mi baño. Esa portera a la que tampoco habíamos informado de la presencia del bicho y que hace honor a la fama que tiene su cargo.
Portera: Mira, ¿ves? aquí está la humedad.
Gatina: Mau-desde el otro lado de la puerta.
Misia: Em... oh, sí, vaya.
Portera: ... porque claro, ya ha habido otras humedades y esto... puf.
Gatina: Maaaaauuuu.
Misia:Pues sí, ajá, veo, veo, esto, oooooohhhh...-elevé el tono de voz e intenté sincronizar mis "ajá" con los "mau" de la gatina.
Me di cuenta de que no podía entrar en casa sin que la gatina se me lanzara en plancha.
Misia: Bueno, creo que... (mau) ¡uy, la leche! (maaaau) se me ha olvidado la leche (maaaauuu). Me marcho corriendo al súuuuuuper.
Me largué, llevándome lejos de la puerta a la portera, por si los "maus". Me tuve que ir al súper (el día anterior ya había hecho compra gorda) y comprar cuatro chorradas para que la portera me viera volver con una bolsa del súper. Con lo cansada que yo estaba. Y con el dolor de pies que yo tenía...
Si es que mentir no es bueno. Y encima a mí se me da fatal.
El otro día, mi compañero de piso decía que todo el mundo había visto Al Salir De Clase menos él. Y no os lo vais a creer pero lo decía orgulloso.
Desde aquí te lo digo, Hombre Malo: no sabes lo que te perdiste.
Wikipedia asegura que los directivos de Telecinco buscaban una serie del tipo de Sensación de Vivir, Salvados Por La Campana, California Dreams, etc, pero que reflejara los problemas de los adolescentes españoles… y así nació Al Salir de Clase.
Si de verdad era eso lo que pretendían, les salió fatal. La serie se notaba cutrecilla al lado del glamour de las americanas y si los adolescentes españoles de la época hubiéramos tenido esos problemas, hoy no quedaría uno sano o sin medicar. Se parecía más al Home&Away australiano, pero triunfó como la cocacola.
Sintonía y empezamos:
Todo sucedía alrededor del instituto Siete Robles, en Madrid, y de un grupo adolescentes interpretado por actores veinteañeros. La serie tuvo un comienzo, en 1997, pero no se le preveía un final (aunque al final la cerraron en 2002). Los chicos del Siete Robles empezaron yendo a clase, examinándose, saliendo de marcha, enamorándose y desenamorándose, pero pronto entraron en la trama embarazos, abortos, parálisis, muertes inesperadas, sectas, psicópatas, mafiosos, cárceles y drogas, que harían correr suertes diversas a los personajes.
También los actores correrían también diversas suertes, no olvidemos que de allí han salido gentes tan terribles y variopintas como Dani Martín, Fran Perea, Miguel Ángel Muñoz (MAM), Carlos Sobera, Elsa Pataki, Pilar López de Ayala o Lucía Jiménez.
Entre los personajes había bastantes tíos pereza, no vamos a negarlo, pero las paredes del Siete Robles albergaron también a grandes personajes que protagonizaron grandes historias de amor.
Santi y Rubén
Santi fue el primer adolescente gay de la historia de la tele en España. Estaba enamorado de su amigo Rafa. Cuando éste murió atropellado, Santi pasó una etapa muy chunga, llegando incluso a entrar en una banda de skins (la Banda del Bate).
Una vez en el Siete Robles, se enamoró de Nico al que después hizo apalear al saber que no le correspondía. No es que Nico no se lo mereciera (era un tío pereza de manual), pero ése fue el punto de inflexión para Santi: se dio cuenta de que había sido un gilipollas, salió de la mala racha y le confesó a sus amigos que era gay.
Luego la cabrona de su hermana le sacó del armario tal que así, pero al final les vino bien, porque la relación familiar mejoró de forma sustancial.
Un verano conoce a Rubén, que en aquel momento ocultaba su homosexualidad y salía con una tal Nines. Santi le ayuda a aceptarse a sí mismo y a esperar que los demás también le acepten… y, como era de esperar, Rubén se enamora de él.
Santi y Rubén fueron los protas del primer beso gay en una serie destinada al público juvenil. Y repitieron. No sólo tenían una relación estable, sino que actuaban de forma natural: se daban el lote en el sofá, se metían mano, salían ligeritos de ropa, frinkaban (aunque sólo se viera el "antes" y el "después").
No todo fue felicidad, pero sobrevivieron a engaños, celos, psicópatas, falsas muertes… y al final acabaron juntos viviendo en Nueva York.
Santi y Rubén eran una monada, y por eso me voy a permitir poner un video tan cursi como el que viene a continuación.
Estos dos exhalaban amor al respirar. En serio, no sé cómo el PP, la CONCAPA y los obispos no se lanzaron en plancha contra esta serie.
Miranda y Mateo
Miranda llegó como la chica misteriosa. Sus novios solían morir en extrañas circunstancias y la policía tenía la extraña tendencia a sospechar de ella, pero nunca encontraron pruebas contra ella.
Una vez en la serie salió primero con Iñigo (el más pereza de todos, míster ÑOÑO) y luego con David (otro tío pereza que se empeñaba en soltar palabras en inglés, porque había vivido en Washingon). Cuando corta con éste decide irse de vacaciones a Mali (no me extraña, cuanto más lejos de David, mejor).
Mientras, Mateo entra en escena. La cosa empezó mal, porque resultó ser el responsable de la muerte del primer amor de Santi (ver más arriba). Sí, Mateo le atropelló, pero fue un accidente. Santi perdona a Mateo y acaban siendo los mejores amigos del mundo.
Mateo sale con Violeta (pereza), Elena (pereza) y Paloma (perecísima). Cuando Miranda vuelve de sus merecidas vacaciones llega la parte interesante. Las escenas de Mateo y Miranda están llenas de química, tensión sexual y chispa. Tras una etapa a lo Luz de Luna (son socios de CBC, el club al que van los chicos de la serie), se superenamoran. Y tras una laaaaaaaarga relación plagadita de problemas, se casan (en el capítulo 1000) y se van a vivir a Barcelona.
Ahí estábamos todos, espectadores, actores y personajes. Hasta Santi y Rubén volvieron de Nueva York para la boda. Por fin un final feliz.
Porque por fin unos terminaban bien, porque se lo merecían, porque nos lo merecíamos, aquí tenéis la boda de Miranda y Mateo (en cuatro cómodos Youtubes).
Y se fueron a BCN, donde fueron muy muy felices.
Turbo y su oso
De este chico ya os he hablado, aunque no os acordéis. Turbo era el batería y líder del grupo Radar, compuesto por los chicos del Siete Robles. Va de rockero irónico, chico rebelde que no se corta un pelo… pero con un lado tieeeeeerno.
Turbo, que en realidad se llamaba Tomás pero nadie le llamaba así, en la mejor pseudoreferencia de la historia de la tele española, al igual que Sebastián Flyte tiene un oso de peluche al que trata como si estuviera vivo. Le habla, le cuida, le mima, se ocupa de que todos le traten con consideración y no hablen como si no estuviera delante.
A Turbo le iban las tías antipereza, las raras, malotas (tirando a zorras) y atormentadas, así que salió con Elisa, Violeta, Lydia y finalmente, Clara. Pero su gran amor es el oso. Cuando, tras una larga ruptura, Turbo y Clara se van a vivir a Barcelona (la ciudad del amor para los chicos del Siete Robles), el oso se va con ellos.
Me parece una injusticia que no haya nada de Turbo en Youtube.
En mi estación de tren han puesto unas máquinas expendedoras un tanto peculiares. Esta vez no dan golosinas, chicles o latas de refresco.
La primera da libros:
"La sombra del viento", "Todo bajo el cielo", algo de Bucay y demás best sellers más o menos actuales es lo que da la máquina. Pero no sólo eso: entre los best sellers usuales siempre ponen algún libro más clásico. En esta ocasión toca "Rebelión en la granja" (cambian los libros cada mes y medio o algo así).
Esta máquina de libros me sorprendió, pero la de al lado aún más. A primera vista parece una máquina normal,
pero si te acercas, ves que da cosas que no se parecen a patatas fritas. En la parte de abajo, potitos y chupetes. Y en la parte central, esto:
Condones normales, de sabores, anillos vibradores, lubricantes y hasta crema retardante. Una alegría de máquina, vamos. Sólo les ha faltado meter un jueguecito de bolas chinas y un Johnny.
Y para acabar de proclamar el sentido de la juerga segura, en la parte de arriba hay un medidor de nivel de alcoholemia.
Es de noche, voy (con un camisón súpermono) hacia la cama donde mi amó me espera ya. Me acuesto a su lado, nos medioabrazamos y nos ponemos a leer, así acurrucaos, cada uno con su libro.
Él levanta la vista de su Historia de Dos Ciudades (la novela de Dickens que empieza "Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos"), arruga la nariz y me dice: ¿Qué es ese olor?
Yo levanto la vista de mi Crepúsculo (un pornazo adolescente sobre vampiros) y digo: ¿Qué olor?
Él dice: Algo como… verde.
Yo: Ah, será mi nueva crema hidratante.
Él: ¿Y a qué huele?
Yo: A hierbas…
Él: Y a ti no se te ocurrió preguntar que a qué hierbas, claro.
Yo: ... ... ... ... ... ...Mmmmmno, pero para la próxima buscaré una que te guuuuuuuuuuuuuste.
Él: Amó, no creo que encuentres. Nestlé no hace cremas hidratantes, ¿no?
PostPost: Pues al poco me he enterado de que una de las hierbas que lleva la crema es agnocasto, un arbusto mediterráneo de hoja caduca, con flores de color azul violáceo y frutos de color rojizo a negruzco, que tiene mogollón de propiedades beneficiosas para la piel... y que "tanto en la antigua Grecia como durante la Edad Media (...) fue considerado un anafrodisíaco, por lo que se empleaba para ayudar a mantener la castidad". Pues será buenísima, pero la crema ha quedado relegada a los días que mi novio está en Al Andalus.
El otro día cayó en mis manos un libro llamado "mujeres de culebrón". En él se relatan las idas y venidas de las protagonistas de los culebrones que más éxito han tenido en España: los ricos también lloran, cristal, pasión de gavilanes o sin tetas no hay paraíso.
Con una simple ojeada, me he enterado de cosas tan, em, interesantes como que el nieto de Verónica Castro se llama Mikhail Zaratustra (¡¡¡!!) , que a ella le robaron las maletas en Moscú (las catorce que llevaba) e hizo una petición "al pueblo ruso" y le devolvieron trece o que Betty la fea se estaba divorciando en la vida real del diseñador gay que la odiaba en la serie (y fuera de ella) y que la llamaba moscorrofio. Vamos, que no sé cómo he podido vivir sin toda esa cascada de datos. El libro es mezcla de "Lecturas", con "Telenovelas" y con "qué fue de...", un tanto raro y rancio, pero que por eso te deja ahí, pegada, sacando lo peor de ti.
Y cuando estaba ahí, riéndome de mí misma por ser tan lerda de haber dedicado quince minutos al libro, me di cuenta de que, a pesar de que siempre me he reído de las telenovelas y sus tópicos (los luis Alfredos, los maquillajes dragqueen de las protas de los años ochenta y noventa, sus cardados, las malas tan malas y todas esas cosas) pues bueno, alguna vez he caído con los dichosos culebrones. Porque por lo general las telenovelas no me gustan, pero siempre han estado en mi vida y alguna me he tragado (ahora mismo Misia está tapándose los ojines con los dedos, a modo de banda negra, para que no se la reconozca).
Cuando yo era pequeña, Dolores, la chica que nos cuidaba, estaba enganchada a "Los ricos también lloran" que ponían en la tele por las mañanas. Como yo era una niña muy repelente y cansina que no se metía un bocado en la boca si no le leían un libro o le contaban un cuento, la pobre Dolores optaba por contarnos las desventuras de Mariana, la prota de la telenovela. Y los días que estábamos enfermos, nos enchufaba la tele, así yo le puse cara a todas esas historias. Lo que es la memoria, sólo me acuerdo de la tía escondiéndose entre balas de paja en la cabecera y de Ramona, una criada de la familia que era medio bruja y operaba con calaveras y pócimas (o eso recuerdo) y que me daba mucho miedo.
Más tarde yo no me enganché a Cristal, que fue la causante del gran boom aquí en España, ni al resto de telenovelas con nombre de mujer-joya. La única que medio vi, al irme a vivir con mi abuela con diecisiete años, fue "agujetas de color de rosa", de la que no me acuerdo de nada, excepto de que iba de patinaje y de que no vi los dos últimos capítulos. Supongo que era mala a rabiar, para que se me haya hecho semejante agujero en el cerebro.
Creo que la única telenovela que he visto más o menos entera es "Betty la fea", que sí, me gustó (aunque no llegué al umbral de enganche de una amiga mía, que dejaba las clases de doctorado a medias para irse pitando a casa a ver a Betty). Me reía un montón y los personajes molaban (esa rubia tonta, ese diseñador snob, el plantel de las feas). Y claro, la historia de amor. Ains.
La protagonista de la versión española de Betty la fea también está en el libro, pero lástima que se haya publicado ya, porque a la autora no le ha dado tiempo a incluir a la nueva mujer de culebrón: Be. No, la nuestra no. Como en la serie la fea va a dejar de ser fea y se marcha y hay que alargar el asunto (supongo que para amortizar su revista), se han buscado a una nueva Beatriz, esta vez guapa, que tiene que demostrar que vale mucho, más allá de su físico, y que se hace llamar Be.
Pero que sepan que a la genuina y original Be la tenemos aquí. Ea.