Había una vez, hace mucho tiempo (como 5 años o así), una joven filóloga aprendiz de perriodista. En su proceso de convertirse en chica radiofónica pasó un año aprendiendo cosas y pasándoselo genial en El Master del Universo
Una de las actividades más habituales que la chica y sus compañeros realizaban en el Master era escribir. Empezaron echando la tarde para hacer 4 breves y terminaron escribiéndose un periódico de doce páginas entre diez. Aquellas redacciones eran proyectadas en una pantalla enorme para ser destripadas con más o menos piedad por profesores y compañeros.
Había cuatro profesores correctores: uno que era Snape y daba miedo pero molaba, una que era Galadriel con el pelo corto y nunca sabías por dónde iba a salir, uno que era Pumba y todo lo que no fuera Internacional le parecía una tontería, y otro que era el Amo del Calabozo (cómo se nota que sé que no hay riesgo de que lean mi blog), era un pedazo de pan y siempre decía lo mismo: "lee bien".
Pues érase que, un día en un momento intermedio entre ambos extremos -no tocaba ni cuatro breves ni un periódico completo, sino la crónica de un juicio que habían presenciado la mañana anterior-, aquel vetusto periodista al que todo le parecía bien se encontró de pronto con un último párrafo de lo más curioso. Porque a la joven aprendiza de perriodista se le había quedado olvidado, al final, un párrafo de restos de párrafos editados, un refrito perdido de palabras sueltas, de ideas descartadas apretadas sin orden ni concierto. El Amo del Calabozo se encontró con lo siguiente:
Guadaño, según la declaración de Guadaño, cuando estaba en el balcón un hombre pensó que intentaba robar en aquel piso. El acusado lo negó y el otro, a quien conocía de vista, le sugirió que esperaran a la Policía. Mario Guadaña aseguró haberse quedado voluntariamente ya que “no tenía nada que ocultar”.
Fue la primera vez que el periodista de cabellos blancos no dijo su famoso "lee bien" sino "pues leer, lo que es leer, no lee bien". La pequeña aspirante a perriodista le dio la razón y todas las explicaciones pertinentes, se puso como un tomate, y desde entonces los párrafos sin sentido, a los que le faltaban palabras o habían sido víctimas del copipasteo, eran conocidos por aquellos mastercitos como momentos Guadaño.
Pues el martes tuve (no puedo fingir más: ¡la pequeña aprendiza era yo!) un inesperado encuentro con Guadaño… Estoy en directo leyendo unos titulares con mi pequeña becaria de este verano (tengo dos y os juro que merecen un post aparte) cuando me encuentro con esto:
El solitario, condenado a 47 años de cárcel por el asesinato de dos guardias civiles.
Los asesinatos tuvieron lugar sobre las 18:00 horas del 9 de junio del 2004. Durante el juicio el cual Gimenez Arbe ha reiterado su inocencia en varias ocasiones por estos asesinatos, que se celebraron del 15 al 18 de julio en la Audiencia Provincial de Navarra.
¿Tan importante es que las muertes se produjeran a las 6 de la tarde? ¿"El juicio el cual Gimenez"? ¿Los asesinatos se celebraron en la Audiencia de Navarra? No. Un Guadaño de manual, cortesía de mi becaria.
Lo peor, por cierto, que puedes hacerle a un compañero en directo. Es como la muerte. Porque me lo comí y lo leí tal cual.
Menos mal que, a estas alturas, tras años de trabajar en la radio dando desde la hora al las noticias de sucesos, pasando por las cotizaciones del Ibex, el estado de las carreteras o los resultados de fútbol, puedo hacer que casi todo "lea bien".
Y a mi becaria la reñí, pero no la grité ni nada.