Londres, 2002. Una joven Be recién licenciada aterriza en Heathrow cargada de maletas. La excusa: investigar para su tesis en literatura inglesa. La esperanza: con suerte, aclarar sus ideas y, con aún más suerte, encontrar tema para la p*ta tesis. La realidad: un año de paseos, mercadillos, musicales, viajes, amigas y felicidad...
No, no me voy a dejar llevar, porque de esto ya he hablado por aquí. Pero es que en esa ciudad están algunos de mis sitios preferidos en el mundo y hacía mucho que no iba, así que cinco días después de volver de Cuba subimos a otro avión.
En estos seis años sin mí, en Londres han cambiado algunas cosas. Los precios han subido un poquitín (pero la libra ha bajado frente al euro así que casi estamos en paz), el Virgin Megastore de Picadilly ya no se llama Virgin sino Savvi, han peatonalizado algunas zonas, hay unas cuantas obras por las calles y han cambiado de teatro Los Miserables.
Por lo demás, sigue molando igual. El Big Ben y el Parlamento siguen estando en el mismo sitio.






Y como ya no soy tan superpobre como cuando vivía allí, las entradas eran buenísimas.
Aparte de ver Londres y ver un musical, fuimos de librerías. Exploramos Waterstone’s (la segunda librería más grande del mundo), el mercado de libros del Southbank, Border's, WH Smith, una charity shop de Oxfam especializada en libros… y por supuesto Charing Cross Road. Allí, que hay de todo, entramos en varias tiendas –unas de libros nuevos y otras de libros ya leídos por otras personas– pero por algún extraño motivo no entramos en ésta:


Entre tanta librería también hubo tiempo de ir al Santo Grial de nuestra expedición…



La impresión que da Forbidden Planet es que tienen de todo. Ciencia Ficcion y Fantasía…






Estuvimos en otras dos tiendas de tebeos, una de números viejos que olía a polvo de siglos y otra muy mona enfrente del British que me moló mucho.
Durante el tiempo que viví en Londres me inventé distintos itinerarios para conocer la ciudad según cómo fueran los amigos que me visitaban (el moderno que nunca ha estado antes, la adicta a los mercadillos, los pesados de los museos, la que no le gusta andar, el fan de los Beatles, la vegetariana que se volverá loca con las ardillas de los parques, el obseso de la fotografía, la que quiere ver el anillo que le regaló Dodi a Lady Di). Lo que no había hecho nunca era una ruta de librerías.
Parece que fue un éxito: volvimos a España desde Gatwick, con miles de kilos de papel en el equipaje y… adivinad qué. En el duty free había más librerías ¡y también cayeron varios! Eme A se compró tres biografías de luchadores libres (lo que dejó en cinco el saldo total del viaje).