El jueves pasado batí todos mis records. Me iba esa noche a Barcelona, justo después de rematar unas cosas en el instituto y como no me daba tiempo a pasar por casa me fui al trabajo maleta en ristre. Camino al curro, perdí todo lo perdible:
- Perdí el autobús, al que vi irse.
- Perdí el cercanías, al que vi irse.
- Llegué al metro y el último vagón desaparecía en el túnel.
Totalmente frustrada, mientras esperaba el siguiente metro me acerqué al señor de la cabina de la once para comprarle un cupón. No suelo hacerlo, pero la reacción en cadena se lo merecía.
- Holaaa, anda, dame un cuponcito para el viernes, que con la mala suerte que estoy teniendo... - ahí conjuré a la mala suerte, por ser una drama queen, estoy segura, y me persiguió el resto del día.
- ¿Cómo puede decir una nena con una sonrisa tan bonita eso? con lo guapa que eres... - sí, era un vendedor de la once y era ciego. - toma un cupón. Y el lunes me invitas a una copa y un puro.
- Jajajaja, si toca...
- Te va a tocar.
Con la maleta, el cupón y la esperanza de ser millonaria me metí en el siguiente metro. En el instituto (al que a pesar de todos los pesares llegué sólo trece minutos tarde) mis chicos me asaltaron en busca de las notas y se acabó mi curro. Intenté sacar la tarjeta de embarque por internet, pero desgraciadamente la red del insti se había caído y no pude, así que remoloneé un rato y me fui hacia el aeropuerto. Volví a perder los metros que me llevaban, pero como iba con tiempo...
Cuando llegué al aeropuerto y presenté mi localizar, la azafata me miró y me dijo:
- Tu vuelo a Barcelona está cerrado.
Se me paralizó el corazón. ¿Cómo que estaba cerrado, si había llegado de sobra? La compañía meses antes me había mandado un mail diciendo "tu vuelo se adelanta 15 minutos" pero estaba ahí contando con ese adelanto. Me llegaron todas las lágrimas del mundo a los ojos, se me cerró la garganta con un nudo marinero y con la voz del padrino intenté averiguar qué había pasado. La azafata me mandó al stand de venta de billetes.
Ahí me encontré con la (horrenda señora) profesional azafata de tierra que me dijo que yo tenía una información errónea (esa que ellos me habían dado) y que había perdido el vuelo porque se había adelantado una hora y cuarto, no quince minutos. Yo tenía claro que el vuelo se había ido sin mí y lo único que quería era preguntarle a la buena señora si en esa compañía había algún vuelo más esa noche. Pero me tropecé con una partidaria de "la mejor defensa es un buen ataque" y la azafata, que debía haber recibido millones de broncas y debía estar bastante resentida, empezó a subirme la voz.
- Disculpe, es que he perdido el vuelo porque...
- ¡SEÑORITA, CÁLMESE!
Yo, que había mantenido mis lagrimones a raya dentro de mis ojos (más o menos... sólo cayeron un par) y que no me salía ni un hilillo de voz por el puñetero nudo en la garganta, no daba crédito.
- Pero si yo sólo...
- ¡SEÑORITA! TRANQUILÍCESE DE UNA VEZ.
- Yo, yo... - saqué la cara seria, porque si hay algo que me indigne es que me digan que me calme cuando estoy calmada - señorita, que no le voy a echar la bronca. Que voy a reclamar por la mala información que me mandaron, pero no ahora. Simplemente le quiero preguntar si hay otro vuelo a Barcelona ahora.
- Ah, bueno. No, no hay otro. Y el primero de mañana cuesta 150 euros - me dijo con cara de triunfo.
- Gracias, no lo quiero.
Me retiré, mandé mi dignidad al carajo y empecé a sollozar como una cría chica (a mi edad... si es que no tengo remedio) y llamé a mi chico.
- Buaaaaaaaaaaaaa, que-que-que... no voy a poder ir a Barcelona. - pausa dramática en la que mi chico se imaginó accidentes nucleares, terremotos y tiburones en el Manzanares - es que he perdido el avióooooon. - va siendo algo normal que el santo de mi novio tenga que lidiar con una cosa mocosa y sollozante al otro lado de la línea.
La media hora siguiente se pasó con esta Misia llorando de un puesto a otro de compañías de avión, preguntando precios de billetes. Cuando el azafato de Iberia me dijo que el billete Madrid-Barcelona costaba 247 euros, mis buaaas se redoblaron, no sólo por haber perdido el avión sino sobre todo por el intento de atraco a mano armada.
La historia acabó cuando mi chico me llamó para decirme que había conseguido un billete para el día siguiente a primera hora de la mañana por un precio razonable. Y juro que no vuelvo a decir eso de "hoy tengo muy mala suerte".
- Bueno, amor, ya tienes otro post.
- No lo pienso contaaaar, que es muy vergonzante y he hecho mucho el ridículo.
Pues eso.
Post-Post: Y me tocó el reintegro del cupón. Felices vacaciones a todos.