Lo que quiero para moverme por Madrid es una Vespa. Aparte de eso: soy antimétrica aunque viajo mucho en este transporte público; me gusta bastante el autobús y lo elijo para mis desplazamientos siempre que es posible; lo que más me gusta son los taxis. Actualmente vivo en Malasaña (el Centro del Universo), así que mi necesidad de taxis ha descendido considerablemente.
Además soy mileurista y mi asesor me tiene fiscalizado el número de taxis semanales. Pero mis amigos me han tomado el pelo durante años diciendo que a los taxistas de Madrid los manteníamos entre Elvira Lindo y yo.
En fin. Que, para inaugurar esta nueva sección, os dejo tres pequeñas anécdotas que explican mi relación con el mundo del taxi:
1: Desde pequeñita he viajado sola, en tren (8 años), avión (5), metro (7) y taxi (5). Mi madre me enviaba a casa de mi abuela bajo la custodia del señor taxista, tomando la única precaución de apuntarse el número de la licencia. ¿Imprudencia? Quizá, pero nunca me pasó nada, y por el contrario mi amiga V. con 16 años tenía miedo de montar en un taxi sola. Le enseñé el truco de la licencia, y la curé de su psicosis.
2: En mi época de becaria en Radio Estar iba a 2 o tres ruedas de prensa, presentaciones y demás eventos al día, y me desplazaba en taxi de puerta a puerta a cuenta de la empresa -bendita sea-. Durante una temporada, que terminaba mi jornada laboral sobre las 2 de la mañana, la radio me pagaba el taxi a casa. Solía llevarme a casa un taxista conocido, ya que del Centro a Las Rozas (donde está la Casa-Padres) era un trayecto largo y 2 o 3 conductores hacían ronda por los alrededores de la emisora esperándonos a mí y mis 30 euros. Qué época tan feliz.
3: Pero no todo ha sido felicidad: uno de los más ridículos momentos sandía de mi vida está relacionado con el taxi. La Gran Vía de Madrid, 3 de la mañana -de las peores horas para encontrar taxi- y unos amigos entre los que estaba el chico con el que tonteaba por entonces me acompañan a buscar uno para irme a casa. Veo una luz verde venir por el carril contrario, levanto el brazo, el conductor me ve, enciende las lucecitas amarillas, aminora la marcha. Me vuelvo para despedirme de todo el mundo y, con un golpe de melena, doy otra media vuelta para dirigirme con paso grácil cual gacela hacia el coche blanco. Intento abrir la puerta trasera izquierda y no se abre. No importa, doy la vuelta al coche y lo intento con la derecha. Tampoco se abre. Me fijo. NO ES UN TAXI. Es un COCHE NORMAL, de una persona humana no taxista que me mira con pánico. Busco a mi alrededor. El taxi está 5 metros más arriba pero no por mucho tiempo: se larga a toda prisa, con miedo a que le vomite en la tapicería porque la única explicación lógica que se le ocurre es que me he bebido hasta el agua de los floreros (incierto).
Así de unidos estamos el colectivo del taxi y yo. No olviden supervitaminarse y mineralizarse, y ¡sigan quedándose a dormir! para nuevas entregas de Be y los Taxis. Feliz lunes.
Además soy mileurista y mi asesor me tiene fiscalizado el número de taxis semanales. Pero mis amigos me han tomado el pelo durante años diciendo que a los taxistas de Madrid los manteníamos entre Elvira Lindo y yo.
En fin. Que, para inaugurar esta nueva sección, os dejo tres pequeñas anécdotas que explican mi relación con el mundo del taxi:
1: Desde pequeñita he viajado sola, en tren (8 años), avión (5), metro (7) y taxi (5). Mi madre me enviaba a casa de mi abuela bajo la custodia del señor taxista, tomando la única precaución de apuntarse el número de la licencia. ¿Imprudencia? Quizá, pero nunca me pasó nada, y por el contrario mi amiga V. con 16 años tenía miedo de montar en un taxi sola. Le enseñé el truco de la licencia, y la curé de su psicosis.
2: En mi época de becaria en Radio Estar iba a 2 o tres ruedas de prensa, presentaciones y demás eventos al día, y me desplazaba en taxi de puerta a puerta a cuenta de la empresa -bendita sea-. Durante una temporada, que terminaba mi jornada laboral sobre las 2 de la mañana, la radio me pagaba el taxi a casa. Solía llevarme a casa un taxista conocido, ya que del Centro a Las Rozas (donde está la Casa-Padres) era un trayecto largo y 2 o 3 conductores hacían ronda por los alrededores de la emisora esperándonos a mí y mis 30 euros. Qué época tan feliz.
3: Pero no todo ha sido felicidad: uno de los más ridículos momentos sandía de mi vida está relacionado con el taxi. La Gran Vía de Madrid, 3 de la mañana -de las peores horas para encontrar taxi- y unos amigos entre los que estaba el chico con el que tonteaba por entonces me acompañan a buscar uno para irme a casa. Veo una luz verde venir por el carril contrario, levanto el brazo, el conductor me ve, enciende las lucecitas amarillas, aminora la marcha. Me vuelvo para despedirme de todo el mundo y, con un golpe de melena, doy otra media vuelta para dirigirme con paso grácil cual gacela hacia el coche blanco. Intento abrir la puerta trasera izquierda y no se abre. No importa, doy la vuelta al coche y lo intento con la derecha. Tampoco se abre. Me fijo. NO ES UN TAXI. Es un COCHE NORMAL, de una persona humana no taxista que me mira con pánico. Busco a mi alrededor. El taxi está 5 metros más arriba pero no por mucho tiempo: se larga a toda prisa, con miedo a que le vomite en la tapicería porque la única explicación lógica que se le ocurre es que me he bebido hasta el agua de los floreros (incierto).
Así de unidos estamos el colectivo del taxi y yo. No olviden supervitaminarse y mineralizarse, y ¡sigan quedándose a dormir! para nuevas entregas de Be y los Taxis. Feliz lunes.
21 comentarios:
Muy bueno el artículo sobre los taxis, a mí también me gustan por lo cómodos, pero el precio... Y algunos taxistas son un poco bordes a veces.
Hace unos meses me compré un coche y ahora soy una persona motorizada, lo que me ha abierto una nueva ventana al mundo de los que tienen vehículo propio. El metro también me gusta, pero como no vivo en Madrid lo disfruto muy de tarde en tarde.
Un saludo
Fantástico post, Be!
A mí me parece de lo más normal confundir un taxi con un coche privado en Madrid. Total, si la banda roja esa que llevan parece la de una miss. Es como si cada taxi hubiera ganado una condecoración (al taxi más cómodo, al más aerodinámico, etc...)
En Barcelona, este equívoco sí que sería motivo de alarma.
Por cierto, respecto a anécdotas "taxísticas". Una vez me crucé con uno que era futurólogo. Leía la mano y no sé cuantas cosas más. También era parapsicólogo. Nos explicó que había participado un par de veces en Moros y cristianos, un programa que él calificaba de serio, no como "crónicas marcianas, donde nunca iría".
Por cierto ¡para fin de mes voy a Madriz!¡y tendré que pillar taxis! Cuantas conversaciones sobre Carod Rovira habré tenido con los taxistas de la capital. Es un tema que siempre sale cuando les dices que eres catalán.
Una nochevieja, después de haber bebido un poco y con con unas lentillas a las que les faltaba una dioptría me senté en el escalón de mi casa a esperar que viniera a recogerme por-entonces-Novio.
Un coche llegó, se paró en la puerta, y yo sólo me fijé en que era un coche oscuro y lo conducía un tipo con gafas...
Y me subí.
Y resultó que Tipo Con Gafas no era por-entonces-Novio, sino un señor muy muy muy asustado.
Me bajé del coche a todo correr, y en cuanto cerré la puerta oí como se bajaban los pestillos, lo que prueba que Tipo Con Gafas era además un maleducao.
Vaya, iba a decir lo mismo que mi casi tocayo/a Zirie.
Y... No olviden supervitaminarse y mineralizarse
Fan de HÉROES, Be??? :D:D:D:D:D:D
Memociono, jo :')
una amiga cogio un taxi y el taxista se hizo una paja alli mismito,cuando se dio cuenta le dijo q era un cero y se bajó,apuntó el número de taxi y le dijeron que no podía denunciar porque no se veía en ingún sitio reflejado que ella había cogido realmente un taxi.Tócate los huevos
Jeje,era cerdo y no cero.Ah,otro día un taxita nos dijo a un par de amigas mientras nos llevaba que le estábamos poniendo cachondo y que qué pena no poder seguir con nosotras toda la noche allí.Con el ciego le dijimos que ya tenía que estar desesperado para ponerse cachondo con vernos...y salimos descojonadas
Durante casi un año tenia que ir a mi centro de trabajo, fichar y después coger un taxi hasta el luegar donde trabajaba realmente. Absurdeces de la empresa privada (que me pagaba el taxi, faltaría más).
Más que anécdotas habría que hablar de arqetipos de taxista: el mudo, el que te cuenta su vida diaria, el que opina de política, el pseudodelincuente...
La anécdota más jevi que me ha pasado fueron 30 minutos de trayecto con un taxista que mientras conducía echaba números con una calculadora y los apuntaba en una libretita que no soltó en ningún momento. No se si yo estaba más asustado o asombrado.
Sara, yo es que, de momento, sólo puedo conducir en el Reino Unido, y con carabina...
Querida Enemiga, gracias!
Zirie, genial lo de la banda de miss. Y lo del taxista futurólogo! Cuando vengas a Madrid tenemos que vernos, eh? Que la última vez estuvo muy bien.
Lorz, jajajaja! Un maleducao, claro que sí. No es como si te hubiera pasado en la calle Montera, como a otras que yo conozco.
Kyrie, más bien del Superratón... ;)
Usuaria anónima, que horror, por dios, que fuerrrte. Y no se le ha quedado un poni tremendo?
E.Martin, tu testimonio es escalofriante... Hay más arquetipos, espera y verás.
El gran Justo Molinero.
Ole, ole y ole.
Nunca me canso de los momentos sandía.
jajajaja,totalmente!!!vamos,que mira siempre la licencia al despedirse y nos dice al cogerlo delante del taxista "nena,ya lo has visto,el número tal".Vaya a ser que se encuentre otro salido
Tako, otro día hablo de la radio y el taxi, verás.
Claradriel, ¡pues aún me quedan miles por contar!
Usuaria anónima, es que me está haciendo poni hasta a mí, que no conozco a tu amiga...
Zarajota: La Radio, el Taxi, Justo Molinero, Camela... ¡Segovia!
Una vez mi mamá volvió a casa tras una semana de quimioterapia en taxi (ella era así de cabezona, que no quería "molestarnos" a los demás e insitió en coger el taxi para venir a casa), y no tenía más que un billetico de cinco mil peseticas para pagar al taxista.
Éste no se las quiso coger alegando la falta de cambio, y sugirió ir a un cajero para que mi señora mamá sacase un billetico más pequeñico, a lo que mi mamá le dijo que se esperase en el coche, que subía a casa a por dinero, y que nos mandaba a uno de sus hijos a pagarle, porque más que de ir a un cajero, mi mamá de lo que tenía ganas era de echar hasta la primera papillita.
Así que el taxista comenzó a imprecarla, acusandola de tomarle por tonto, y la advirtió de no intentar manidas y burdas maniobras para escaquearse, ya que aquello insultaba a su (prodigioso y destacado) intelecto, amén de sus dotes perceptivas (¿a quién no se la ha intentado dar con queso alguna vez una drogodependiente en pleno ataque de abstinencia con un billete de mil duros?).
Y entre tirones, gritos taxisteros y agarrones, mi mamá llegó al telefonillo de casa con un taxista a cuestas diciéndole lindezas.
Y bajó mi hermano.
Moraleja: Si no quieres que te metan un cristal, un retrovisor y la matrícula en la guantera, no seas memo con los enfermos terminales de cáncer que no llevan cambio encima.
Somo, a ese hijo de la gran puta había que haberle metido el retrovisor por el culo.
Para ti, besos con doble de queso.
Los taxis apestan. El metro mola.
Mppfff...
Jo, Efe, 24 horas en la cochimbamba y ya empiezas a decir cosas raras...
Pues yo encuentro el metro la mar de util. Es q muchas veces tal como se pone Madrid lo único q se mueve es el metro y el helicoptero. Ademas se puede leer y me ha tragado algunas novelas geniales en el metro. Para gran confusion de los otros pasajeros cuando me partía con Terry Prachet u otros.
Respecto de los guarros esos la empresa me paga los taxis de los desplazamientos para el servicio. Son unos cuantos. Y sólo me he encontrado un cabrón. Claro q yo no soy mujer q les puede dar un poco de valor.
Bueno q os sea leve y hasta otra.
PD: Una cita de super ratón, una de sport boy, como mencione "erase una vez el espacio" o barbapapá y barbamamá será una friky para dar mucho miedo.
Ya ha llegado...
...la experiencia audiovisual que cambiará para siempre el mundo del blog...
...y no, no tenemos abuela ni nadie que ejerza como tal...
...HISTORIA DE UNA MANDARINA...
...ESTRENO MUNDIAL en http://espopmama.blogspot.com...
¡¡Nunca una MANDARINA habia dado tanto de que hablar!!
A mi lo que me gusta son modelos de taxis extraños de ver.En Sevilla hay Maserati uniformado de taxi sevillano y en Fuengirola existe un Alfa Romeo Stelvio de taxi.Eso dice mucho a favor del taxista en cuestión.También el taxista que pone un Dacia de taxi dice mucho sin abrir la boca,pero en petardo.
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