Ayer por la tarde andaba por el centro de Madrid para volver a casa. Iba cargada con uno de mis maxi-bolsos, esta vez lleno de libros. Había decidido caminar un poco más para evitar un transbordo de metro, total, por diez minutos más... Iba arrebujada en mi gabardina y caminaba deprisa por una calle cuesta abajo. De repente, perdí el pie... y al suelo. Con una de esas caídas espectaculares en las que los dos pies se despegan de la Tierra y caes con el trasero en el duro pavimento.. y delante de una excursión de adolescentes, unos treinta. Como Terminator, que le hicieran lo que le hicieran seguía andando, me levanté de un salto y sin cambiar la cara (dignidad, dignidad) seguí bajando la cuesta.
Cien metros más abajo, mis pequeños tacones se escurrieron sobre la piedra mojada... y otra vez al suelo ¡No me podía creer que me hubiera vuelto a caer! ¡Dos veces en cien metros! Esta vez no había adolescentes, pero sí un chico amable que me ayudó a levantarme: "hay que ver, hoy es el día de las caídas, esta mañana se ha caído una señora mayor en la calle en la que trabajo... y se ha roto la pierna en varias partes"- me decía, para darme ánimos, supongo. Con esta conversación los dos íbamos bajando la cuesta...
En el más oscuro de los oscuros pensamientos, el chico salvador de la segunda caída tiró de mi brazo y me levantó. "Vaya, ¿estás bien? ¿te duele algo?" ¡el orgullo, pensé yo! Además de haber hecho semejante ridículo por torpe, el chico debía estar pensando que yo estaba borracha o algo así, la gente normal no va por ahí cayéndose una y otra vez. Me fue acompañando cuesta abajo, cerquita de mí, como en actitud de yoterecojo y yo cada vez caminaba más despacio para evitar más caídas.
Cuando casi llegábamos al final de la calle, otra vez un pie se me resbaló. Esta vez no me caí, pero a punto estuve. El chico me miró alarmado. Le miré y le solté una mentira: "muchas gracias, ya he llegado a mi destino, gracias de verdad"- en plan suplicante márchate-mi-autoestima-no-aguantará-otra-caída-contigo-delante. El chico siguió calle abajo y yo me quedé remoloneando, mirando los edificios. Esperé cinco minutos, seguí calle abajo... y cuando avancé unos metros, me di cuenta de que el chico me observaba de lejos, supongo que no se podía creer que llegara al metro sin caerme dos o tres veces más.
Y ME VOLVÍ A CAER. No sé, juro que no sé que pasó. Las hojas, la piedra mojada, el peso del bolso, mis tacones... En ese momento, en el suelo tirada, pensé en no volver a levantarme nunca más. Total, para volver a caerme y con mi dignidad ya muerta... Y si en algún momento quería ir a algún sitio, iría rodando. Estaba claro que el bipedismo y yo no éramos compatibles en ese momento.
En el más oscuro de los oscuros pensamientos, el chico salvador de la segunda caída tiró de mi brazo y me levantó. "Vaya, ¿estás bien? ¿te duele algo?" ¡el orgullo, pensé yo! Además de haber hecho semejante ridículo por torpe, el chico debía estar pensando que yo estaba borracha o algo así, la gente normal no va por ahí cayéndose una y otra vez. Me fue acompañando cuesta abajo, cerquita de mí, como en actitud de yoterecojo y yo cada vez caminaba más despacio para evitar más caídas.
Cuando casi llegábamos al final de la calle, otra vez un pie se me resbaló. Esta vez no me caí, pero a punto estuve. El chico me miró alarmado. Le miré y le solté una mentira: "muchas gracias, ya he llegado a mi destino, gracias de verdad"- en plan suplicante márchate-mi-autoestima-no-aguantará-otra-caída-contigo-delante. El chico siguió calle abajo y yo me quedé remoloneando, mirando los edificios. Esperé cinco minutos, seguí calle abajo... y cuando avancé unos metros, me di cuenta de que el chico me observaba de lejos, supongo que no se podía creer que llegara al metro sin caerme dos o tres veces más.
Con la autoestima lesionada de tanta caída me metí en el metro y me fui hasta mi barrio. Iba a entrar en el supermercado para comprar algo de cena, algo calentito y calórico, y algún postre de chocolate para recuperarme de tanta querencia al suelo, cuando justo en la entrada del súper me topé con esto:
Sobra decir que salí corriendo en otra dirección, hacia mi casa... así que cené un vaso de leche con unos tristes cereales.
Y aquí estoy hoy, magullada, con las manos raspadas, odiando a mis pies y con ganas de darme un capón a mí misma (pero no llego).
En fin... una vez contada esta historia va a parecer más increíble lo que voy a escribir: la semana pasada hice un casting para entrar en una compañía de danza oriental... y lo he pasado. Estoy dentro: ¡yupi!
15 comentarios:
Jopé, eso es mala suerte y lo demás son coñas. Hiciste bien en no desafiar al Universo metiéndote en el súper, jajajaja...
(¿Y el chico amable era guapo? Es que soy muy cotilla...)
BESOTES. :)
Felicidades!! (por lo de la compañía de danza, se entiende).
Besukis!!
¡Felicidades! :D ¿Se puede saber qué compañía?
Felicidades por una parte y por la otra... pues que te mejores de lo tuyo, jejeje! Y cambia de zapatos.
Pon una queja en el Ayuntamiento. Igual tendrían que arreglar en pavimento (rima y todo).
Más que nada porque si es bajada y resbala...
Espero que no te hayas hecho daño en la rabadilla (que parece ser es muy puñetero) y que puedas alardear de tus bailes orientales.
Yo también te felicito, pero por la gran cantidad de calcio de tus huesos :P
Solo una pregunta... ¿la danza oriental se baila de pie?... si la respuesta es "si", entonces haz el favor de grábar cuando actue tu compañia :D
AVISO: Frase lapidaria a continuación, procedan bajo su propia responsabilidad.
Es que mucho decir que os habeis liberado del yugo machista pero estamos en el siglo XXI y las mujeres seguis cargando con los tacones.
AVISO: Frase lapidaria concluida, gracias por su cooperación.
A mí una vez me pasó algo parecido y no he vuelto a ponerme nunca más los zapatos que llevaba ese día, les cogí miedo,jeje.
Enhorabuena por esa plaza de baile!!
Dada una progresión temporal tendente a infinito en condiciones de lluvia, la introducción de la variable "tacones" devendrá, de forma directamente proporcional al volumen de precipitaciones y al número de días previos sin ellas*, en transformación de la energía potencial gravitatoria de las personas que han introducido la variable "tacones" en energía cinética y el descenso a la cota local cero.
No será muy glamouroso pero en días de lluvia, mejor calzado liso.
Por otra parte, puedes pensar que al muchacho le resultaste atractivo. También es verdad que soy bastante cabrón pero tanta atención me parece un exceso.
*La acumulación de polvo y restos de contaminación en los suelos urbanos, con la lluvia, forma una capa de lodo o barro mucho más resbaladizo que la lluvia per se.
Es cierto lo que dice iluminatus. Pasa lo mismo en las carreteras con los restos de aceite de los coches, por eso, cuando empieza a llover hay que disminuir la velocidad...
De todas formas, ¿de qué te quejas? Quién como tu pudiera agarrarse a un terintaañero (o cuarentos, cincuenton o sesentón) con la disculpa de una caída...
Ostras, sí, se me olvidó: ¡¡FELICIDADES!!
(Es que estaba pensando en el guapo rescatador...)
Inner girl, jaja, no lo sé exactamente: estaba tan avergonzada que no le miré demasiado a la cara. Y gracias por las felicitaciones ;)
Sheena, Estrella, ¡muchas gracias! Es una compañía pequeñita y modesta... si me atrevo cuando actuemos lo cuento aquí.
Anónimo, ummm, tengo un moratón en el trasero pero nada de gravedad. La calle está bien, era yo la única que iba cayéndose por las aceras (y además, cualquier dinero de indemnización se gastó en la m-30).
Rebi, no siempre, también se baila de rodill... bueno, mejor me callo.
E. Martín, tienes toda la razón del mundo (pero es que son taaaan bonitos...)
Lucía, Van Hessa, muchas gracias a las dos ;) ah, en breve voy a Barcelona.
Illuminatus, tienes toda la razón del mundo: no más tacones con lluvia (aunque que conste que no eran altos). Respecto a lo del chico, me da a mí que pensó que estaba ida.
Maria Jesús, pero la vergüenza impide disfrutar de la ayuda, jaja.
si vas a bailar, ponte antideslizante...
Yo tengo un amigo tartamudo que cuando canta no se le atascan las palabras.
Así que ya sabes, si vuelves a tener el día "Bambi" haz el resto del trayecto bailando (como Billy Elliot), disimularás la inestabilidad y la gente pensará que vas sobrada de felicidad.
Salud.
Se me ha ocurrido otro comment: ¿no crees que habrán sido los zapatos? mejor pensar eso que lo de que una es una torpe, digo yo. Y la autoestima se resiente menos.
besukis!! y de nuevo felicidades por lo de la compañía de danza.
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