Me encanta el mar. Me he criado en una isla, ¿cómo no me va a gustar el mar? Es lo que echo de menos cuando estoy en mi Madrid y lo que más disfruto cuando vuelvo a casa de mis padres. Ahora, en vacaciones, no hay nada mejor que coger mis gafas de bucear y mis aletas e irme largos ratos a disfrutar de la calma del fondo marino. Cuando buceo el mundo se para. La vida de arriba supongo que sigue su curso, no lo sé, yo estoy abajo disfrutando de mi mundo detenido, del sonido de mi respiración y del tintineo del interior del mar.
Uno de mis retos (uno de esos retos tontos que a veces nos marcamos) es conseguir nadar en el mayor número posible de océanos, mares y ríos importantes del mundo. Hay tres razones por las que no voy a poder hacerlo en todos, empezando por el frío (si no eres oso polar, ¿quién es capaz de meterse en el Océnao Glacial Ártico?), siguiendo por la contaminación y acabando por que no voy a llegar a todas las partes del mundo (ya me gustaría). Por ahora, ya me he bañado en muchas aguas con nombres distintos: Mediterráneo, Adriático, Tirreno, Egeo, Caribe, en los océanos Atlántico y Pacífico, el río Nilo. Pero aún quedan muchísimos. Los tres siguientes que me gustaría añadir a la lista son el Amazonas, el Mar Muerto y el Índico (me encantaría ir a Zanzíbar: entre que tiene un nombre precioso y que Javier Reverte me enamoró de esa zona...). No son tan inaccesibles a medio plazo ¿no?
De todas formas, seguiré quedándome con mi Mediterráneo. El Pacífico o el Cantábrico son más emocionantes, o el Caribe más espectacular en cuanto a fondos. Pero, cuando te has criado aquí, es en este mar en el que te sientes como en casa. Su color, la calidez de sus aguas y su engañosa mansedumbre (nunca hay que perderle el respeto al mar, aunque parezca inofensivo) ayudan a que todo el cansancio del mundo se quede olvidado en sus orillas.
8 comentarios:
Quizá porque tu niñez sigue jugando en su playa.
O porque llevas su luz y su olor por donde quiera que vayas.
Qué envidia más gordaaaaaaa!!!!
Anómalo, qué payasico eres...
Yo al mar no le he perdido el respeto en la vida... exactamente porque soy una cagada integral. Si nado hasta un sitio en el que ya no veo el fondo me cago en el bañador. Fijo.
O por que es en esos momentos cuando realmente no piensas nada. Y te concentras solo en escuchar tu respiración. Y en sentir como te mece el mar. Incluso en sentir envidia de la memoria de los peces...quien fuera delfín...(Uno, que tambien tiene momentos de estos :-)
Me vengaré. Ya te daré envidia cuando yo tenga vacaciones. Y viaje. A algún lugar bonito. Con playa. Y... y... ¡Bueno, algún año lo lograré!
(Me pregunto si "viaje en bus a Caspe, provincia de Zaragoza, en Septiembre" dará mucha envidia :P)
Echadle la culpa a Anómalo, que me dijo "la gente espera un post vacacional". Pobre, si al final le caen las culpas de todo.
Tenga cuidado con el Mediterráneo. Helena de Troya se dio una vueltecita por la playa, y ya ven la que se armó...
Ay!! cómo me gusta el Mediterráneo... podría pasarme una tarde entera sentado mirandolo...
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