Por fin acabó septiembre. Ha sido un mes desagradable y, aunque suene absurdo, cada vez que algo malo pasaba yo me repetía "ya queda menos de este septiembre, enseguida se acaba". Como si al pasar la hoja del calendario a octubre se fueran a quedar atrás los malos rollos.
Pero bueno, las cosas se han ido diluyendo con los días y poco a poco han ido mejorando: ya estoy instalada en mi nuevo instituto, al que llego andando en veinte minutos desde casa, estoy contenta con mis grupos, he aprobado las asignaturas a las que me presenté en los exámenes de la universidad y voy reelaborando mis rutinas.
Para cerrar el mes, nos fuimos de boda, pero antes montamos un salón de belleza en mi cuarto de estar. Mientras Gato peinaba a la Perli, yo me pintaba las uñas de los pies y nuestros tres respectivos nos observaban sentados en el sofá. Después nos pusimos de punta en blanco y nos embarcamos en bichito. Yo llevaba un vestido de seda hasta los pies, azul y de muchos otros colorines, que me había arreglado la costurera de al lado de casa.
(Inciso, cuando fui a buscar el vestido estaba en el taller su hijo, que tiene unos cuatro años. Le sonreí, le solté "qué guapo eres" y la madre me dijo "¡ay, no, está muy feo! le estaba cortando el pelo con la maquinilla y me pasé en un lado y zas: ¡mira!". Y sí, el niño tenía un tremendo trasquilón del lateral de la cabeza hasta la coronilla. Mucha confianza en ese momento pues no me dio, la verdad, pero como siempre me ha hecho las cosas bien me fie y no me probé el vestido hasta el momento de irnos y resultó que mi vestido ¡tenía colita! o, como insistían mis acompañantes que dijera, "protuberancia o extensión trasera de la indumentaria". No quedaba feo, pero incómodo era un rato, porque todo el mundo me pisaba la colita, incluída yo misma).
En fin, la boda moló. Yo me pasé la noche a Coca-Colas y cafés, porque conducía de vuelta a casa y como no estoy acostumbrada, llevaba una especie de subidón cafeínico importante. Cuando nos retiramos, muy avanzada la noche, yo iba dando saltos como una rana verde (aunque fuera vestida de azul y múltiples colorinchis). Camino a Bichito tuvimos que atravesar un prau mojado y eso fue el detonante. Se me empaparon los pies y el bajo del vestido (por no hablar de la colita). Empecé a soltar grititos y en ese momento salieron los caballeros que llevan dentro nuestros acompañantes:
- Te llevamos a la sillita de la reina.- dijo el Zagloso que es un caballero normalmente, pero con tirantes más.
- Nonononono.
- Anda, Anómalo, vamos a cogerla.
- Que nooooo, que peso muchooooo, más los * kilos que he engordado en veranoooooo.
Y me cogieron entre los dos a la sillita de la reina. Entonces fue cuando me entró un ataque de risa, a carcajada limpia.
- Bueno, pues como que la soltamos ya, ¿no?
Y aún quedaba un trozo de prau.
- Jooooo, amor.
- ¡Cariño, yo puedo cargar con una chica pero no con un saco de la risa!
- Jajajaja.
- Oye, ¿tú estás segura que sólo has bebido coca-cola? ¡que esto no es normaaal! - vamos, que casi no dejan conducir bajo sospecha de haberme bebido a escondidas todos los restos de vino del restaurante.
Y así he cerrado el mes, a carcajada limpia. Al menos ha sido una buena manera de acabarlo.
(Y hoy el mes ha empezado de una manera inmejorable: una nueva quelitas baby -preciosa- campa por Mallorca).
Pero bueno, las cosas se han ido diluyendo con los días y poco a poco han ido mejorando: ya estoy instalada en mi nuevo instituto, al que llego andando en veinte minutos desde casa, estoy contenta con mis grupos, he aprobado las asignaturas a las que me presenté en los exámenes de la universidad y voy reelaborando mis rutinas.
Para cerrar el mes, nos fuimos de boda, pero antes montamos un salón de belleza en mi cuarto de estar. Mientras Gato peinaba a la Perli, yo me pintaba las uñas de los pies y nuestros tres respectivos nos observaban sentados en el sofá. Después nos pusimos de punta en blanco y nos embarcamos en bichito. Yo llevaba un vestido de seda hasta los pies, azul y de muchos otros colorines, que me había arreglado la costurera de al lado de casa.
(Inciso, cuando fui a buscar el vestido estaba en el taller su hijo, que tiene unos cuatro años. Le sonreí, le solté "qué guapo eres" y la madre me dijo "¡ay, no, está muy feo! le estaba cortando el pelo con la maquinilla y me pasé en un lado y zas: ¡mira!". Y sí, el niño tenía un tremendo trasquilón del lateral de la cabeza hasta la coronilla. Mucha confianza en ese momento pues no me dio, la verdad, pero como siempre me ha hecho las cosas bien me fie y no me probé el vestido hasta el momento de irnos y resultó que mi vestido ¡tenía colita! o, como insistían mis acompañantes que dijera, "protuberancia o extensión trasera de la indumentaria". No quedaba feo, pero incómodo era un rato, porque todo el mundo me pisaba la colita, incluída yo misma).
En fin, la boda moló. Yo me pasé la noche a Coca-Colas y cafés, porque conducía de vuelta a casa y como no estoy acostumbrada, llevaba una especie de subidón cafeínico importante. Cuando nos retiramos, muy avanzada la noche, yo iba dando saltos como una rana verde (aunque fuera vestida de azul y múltiples colorinchis). Camino a Bichito tuvimos que atravesar un prau mojado y eso fue el detonante. Se me empaparon los pies y el bajo del vestido (por no hablar de la colita). Empecé a soltar grititos y en ese momento salieron los caballeros que llevan dentro nuestros acompañantes:
- Te llevamos a la sillita de la reina.- dijo el Zagloso que es un caballero normalmente, pero con tirantes más.
- Nonononono.
- Anda, Anómalo, vamos a cogerla.
- Que nooooo, que peso muchooooo, más los * kilos que he engordado en veranoooooo.
Y me cogieron entre los dos a la sillita de la reina. Entonces fue cuando me entró un ataque de risa, a carcajada limpia.
- Bueno, pues como que la soltamos ya, ¿no?
Y aún quedaba un trozo de prau.
- Jooooo, amor.
- ¡Cariño, yo puedo cargar con una chica pero no con un saco de la risa!
- Jajajaja.
- Oye, ¿tú estás segura que sólo has bebido coca-cola? ¡que esto no es normaaal! - vamos, que casi no dejan conducir bajo sospecha de haberme bebido a escondidas todos los restos de vino del restaurante.
Y así he cerrado el mes, a carcajada limpia. Al menos ha sido una buena manera de acabarlo.
(Y hoy el mes ha empezado de una manera inmejorable: una nueva quelitas baby -preciosa- campa por Mallorca).
10 comentarios:
Quien es nuevo en el mundo bajo el signo de Libra va a ser un (una en este caso) lloricas, pero va a molar mucho.
La colita del vestido no tendría nada que ver con el niño (espero y deseo).
Enhorabuena por el remate. Que, como la risa adelgaza, te habrás librado de algún kilo.
Oooh!! Felicidades a Quelitas!!
Estooo, yo no sé como te fiaste de que te llevaran a la sillita de la reina. Que tú andabas a cocacolas pero seguro que ellos no, y hubiera sido bonita la guerra en el barro de los tres...
Estabas, efectivamente, con el subidón perfecto de cafeína, en el que podrías subirte y bajarte el puerto de Guadarrama sin sentirlo siquiera y con la cabeza flotando.
Habría que veros a los 3!!! Os imagino (sin conoceros) y me parto...
Bichejo, hay fotos. Yo iba caminando hacia atrás con mi larguísimo vestido y zapatillas converse haciéndoles fotos. Impresionante testimonio.
Las colas de los vestidos molan. Y las del vestidazo tuyo azul, molan más.
Otra Quelitas!!! Que ilusión!
Las bodas siempre dejan sus mejores momentos cuando acaban,jeje.
Me alegro de que hayas superado Septiembre, ahora del tirón hasta Navidades ... Está chupado!!
Anónimo, eso de molar, seguro.
MariaJesusParadela, jajaja, nada que ver. Es revitalizante, lo de echar unas buenas carcajadas.
Gato, la verdad es que no lo pensé. Sino habría salido corriendo, con mi colita y todo.
Illuminatus, ¡ah, bueno es saberlo! ¿y eso con cuantas coca-colas se consigue generalmente?
Bichejo, jajaja, fue una escena curiosa, curiosa ;) (y cuando quieras remediamos lo de no conocernos).
Perli, ¡¿hay fotos?! aymadrededios.
Missmole, sí, ya una vez en marcha esto está chupao.
Misia, por mí encantada también.
Be tiene mi msn, pídeselo y coordinamos agendas, como los ministros!!!
Bichejo, ok ;)
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