MANAZAS

Yo, Be, me he cargado la plantilla milenaria de QaD por torpe y con un solo clic. Me autoflagelo ante mis copropietarias y me comprometo a dejarla lo más parecida posible, si no mejor. ¡Palabra!

viernes, junio 29, 2007

Los Chungays de Nuestra Vida: El reprimido

Coincidiendo con los festejos que durante siete días siete que revoluciona la ciudad en la que vivo(y donde se han sucedido vertiginosamente un abucheo a Marta Sánchez, la reivindicación del español en detrimento de la lengua de Beckham, y las frases "esta es la fiesta de la tolerancia" y "¿¡que van a pensar de nosotros en europa, maricones!?"), Quédate a Dormir se une al EuroPride con la publicación de nuestro segundo Chungay. Esta vez, gracias a ePhedro.
Me encanta el post, que además me recuerda a aquel en que mencionaba mil veces el miembro viril sin decir nunca la palabra po**a (era cuando sobreusábamos los asteriscos)... quizá deberíamos hacer una segunda parte.
Disfruten, commenten y mándenme su apoyo moral mientras yo me tomo el día libre para empezar la mudanza.
¡Atención! Este chungo contiene material járcor.
Érame una vez estudiante en el extranjero, gracias a programa.erasmus (luego sería org.). Estaba decidido a entrar con buen pie en la nueva vida social estudiantil allende el canal de la Mancha*, así que me había ido a -ejem- tomar unos jarabes y hacer ejercicios al ritmo de la música con los recién estrenados compañeros de pisorresidencia. Al volver, nos pusimos a «hacer vida social» en la cocina del apartamento para seis.
El conjunto residencial tenía forma de U, de manera que las ventanas de las cocinas quedaban en la cara interior de la U. Daban a unos pasillos-balcón que permitían a cualquiera no sólo ver quién pasaba por esa planta, sino por las de enfrente, tanto arriba como abajo. Este dato no es baladí. Se podría saludar a casi todos los habitantes si sacaban la cabeza por la ventana de la cocina. Entre birra y alcopop, charla y chiste, se cruzó pues por la ventana un individuo. Entonces, llamó a la puerta. Lo invitamos a pasar, mis flatmates a una birra, hablamos un rato y lo despedimos en la puerta. Al poco, nos fuimos todos a planchar la oreja.
¿Todos? No. Un irreductiblemente cachondo servidor recapituló lo ocurrido en aquella mini-tertulia:
- No ha parado de mirarme.
Demonio malo: «no te ha quitado ojo». Ángel bueno: «no seas vanidoso».
- Ha indicado dónde vivía.
Demonio malo: «era un dato necesario para...». Ángel bueno: «cortesía, por si queríais pasar».
- Me ha frotado la palma de la mano descaradamente al estrechármela para despedirse.
El demonio malo atiza al ángel bueno.
Me dispuse a salir de mi apartamento para seis. Agarré un condón como alma que lleva el demonio malo, unas llaves y aún el clima de la pérfida Albión me permitió salir con lo justo para no ser calificado de XXX (aunque creo que de erótica sí). Antes de abandonar el apartamento para seis, pensé, o eso creía yo: «Mmm. Si salgo por la puerta, me oirán todos».
Nunca, por el bien de vuestros huesos, salgáis por un ventanuco del cuarto de baño. Hace menos ruido de llaves, sí, pero es altamente peligroso. De hecho, perdí a las voces de mi inconsciencia en la pirueta y seguro que algún noctámbulo se granjeó una buena carcajada a mi costa.
Me dirigí a la puerta indicada. Toc, toc. Ah, no: allí es «knock, knock».
El muchacho me abrió y me hizo pasar con pulcra discreción al habitáculo que ocupaba en su apartamento para cinco. Nos tumbamos, empezamos a hablar y esas cosas que se hacen, y entonces empecé a notar algo raro (traducido):
- Sabes, te tengo que decir una cosa: cuando me veas por la calle, no me saludes, ni hagas aspavientos al verme**, por favor.
- Ah. - Es que nadie sabe esto.
- Vaya.
- Ni mis padres, ni mis amigos de la universidad ni nadie.
- Ajam. Vale.
- Nadie sabe que Deivid, bueno, «ya sabes».
Pensé que hablar en tercera persona era cosa rara. No obstante, como era mi primera vez en tierras anglosajonas (en ambos sentidos) y estaba a la temperatura ambiente del infierno, decidí ignorarlo. Lerdo, así es uno cuando está bajo los efectos de la libido.
Nos pusimos a hacer el ñogo-ñogo*** (por supuesto, con el mínimo de ruido ñogo-ñogo posible. Llegamos a ese punto en el que -ejem, ejem- uno quiere formar parte del otro. Él quería formar parte de mí. Para los que os hayáis unido al programa en este momento, he aquí un croquis.
Entonces, a su -ejem, ejem, ejem- plátano (macho) se le cayó la cáscara.
En ese momento embarazoso, que nunca embarazante, le expliqué que no hay forma humana de volver a ponerle la cáscara a ún plátano. También le expliqué que ese plátano había que usarlo con cáscara, que si no se lo iba a quedar ritalacantaora. Deivid se mostraba un poco reticente pero hizo ademán de re-protegerse e iba a re-emprender la tarea. Pero noté que la fruta fresca estaba al aire y me giré para indicarle una vez más lo que había que hacer.
Entonces fue cuando dijo:
- No te preocupes, Deivid no te va a hacer daño.
Luego parpadeó.
Al abrir los ojos el muchacho estaba solo.
Si ya la tercera persona me parecía un poco preocupante, el barebacking obligado, ni te cuento. Chungo, chungo, chungo.
_______________
* Dato curioso: le canal de la Manche (el canal de la Manga) es su nombre original. Traduttore...
** What did he really mean by that?
*** Frinkar. No sé qué término es peor.
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jueves, junio 28, 2007

¿Hay alguien ahí?

En el pueblecito de Almería en el que mi familia, conocida como “la de los itinerantes veraneos”, pasó un mes de agosto, las niñas hacían espiritismo y quedaban a medianoche en la playa para bailar con el diablo. Mis hermanas y yo nunca nos unimos. Lo primero, nos parecía el antiplanazo. Lo segundo, qué miedo.

Sí, ya sé, la ouija es como una casilla obligada en el itinerario adolescente, pero ya sea por leer de superpequeñas las leyendas de Bécquer, ya sea por la de cosas que se oyen cuando eres girl scout, nosotras nos la saltamos.





Bueno, no exactamente... Porque yo hice una ouija preadolescente, una vez, en el cole de monjas.

Eran las 9:45. Tenía clase de religión con Sor María del Carmen, alias “La Loba”, y llegaba 15 minutos tarde (otra vez). No me apetecía nada aguantar la bronca, así que decidí quedarme en el baño leyendo hasta el cambio de clase.

Una idea muy poco original, porque allí me encontré con otras 2 niñas. Fue un encuentro muy “Breakfast Club”: las tres nos sonábamos de cara pero no habíamos hablado nunca. Empezamos a hablar de cosas peregrinas y al poco rato, no sé cómo, habíamos dibujado una ouija en una hoja del cuaderno de cuadritos y teníamos los dedos índices apoyados en una moneda de duro. Decidimos llamar a Marilyn Monroe.

Y respondió a nuestra llamada. De hecho, fue un encanto. No recuerdo bien lo que le preguntamos, pero sí recuerdo que fueron cosas importantes, trascendentes, en plan “me gusta un chico mayor (tiene 15), qué hago” o “mi madre dice que el agua oxigenada es malísima para el pelo, ¿es cierto?”, y ella nos contestó con muchísima paciencia.

La cosa es que una de las niñas, la que dibujó la ouija (la que sabía como era, vamos), nos contó que su hermana era médium. Yo no sabía ni lo que era, pero esa mañana me enteré de que existen personas dotadas de facultades paranormales que les permiten actuar de mediadoras en la consecución de fenómenos parapsicológicos o de hipotéticas comunicaciones con los espíritus.

La hermana de esta chica (llamémosla Silvia, aunque no me acuerdo de su nombre) era médium y hacía viajes astrales. Y Silvia nos contó cómo. Tampoco dio para mucho, que después del consultorio con Marilyn sólo quedaban como 10 minutos hasta el cambio de clase, así que fueron como unas nociones nada más. Pero me moló tanto que me pasé semanas visualizando el trayecto Avenida de Europa(1)-Moncloa(2) antes de dormirme.

No, nunca me desperté en el Ejército del Aire(3). Pero después me di cuenta de lo peligroso que es intentar estas cosas sin supervisión de un experto. Fue cuando Aramis Fuster aún no era famosa por sus tangas y sus cosas, sino por ser “tu bruja particular”. Tenía un espacio de 5 minutos en la madrugada de Telecinco: “La Hora de Aramís Fuster” donde contaba cosas como que, cuando aún no controlaba bien sus poderes, en un viaje astral se quedó encerrada en un baldosín del cuarto baño. Me dieron escalofríos. ¡Lo que me podía haber pasado! ¡En un azulejo!

Aclaración de los localismos centralistas:
(1)
En Pozuelo, donde “la familia de los itinerantes veraneos” vivía por entonces.
(2) Lo que encuentras según entras a Madrid capital por la carretera de La Coruña.
(3) Primer edificio nada más pasar el Arco del Triunfo a la derecha.

miércoles, junio 27, 2007

El annus horribilis de Bichito

Sheena decía ayer que viajo mucho. Jo, pues se me va a acabar el chollo, porque tengo a Bichito pocho. La verdad es que este 2007 está resultando un año aciago para él:
- Diciembre: me roban el cristal del retrovisor izquierdo.
- Enero: me rompen el retrovisor derecho. Llevamos a Bichito al taller y avisamos seguro. Seguro avisa perito. Perito dice que no va por un retrovisor. Seguro no se entera. Seguro vuelve a avisar a perito. Perito dice de nuevo "ja, no voy". Seguro se entera por fin. Resultado: nueve días sin Bichito por un p*** retrovisor.
- Febrero: alguien golpea la aleta izquierda. Bollito. Diez días más tarde, alguien decide hacer escalada sobre Bichito. Encontramos huellas de pies en el capó ¡y un bollo en el techo! A ver cómo le explicamos esto al perito.
- Marzo: le cae pintura de una obra a Bichito en el lateral derecho. Es un bicho a topos. Alguien destroza todos los retrovisores derechos de los coches de mi calle. Bichito cae en el ataque.
- Abril: le roban la antena. Hermano se cabrea porque no puede escuchar el rockservatorio. Compra una y quiere pegarla con Imedio.
- Mayo: le roban el cristal del retrovisor izquierdo. Quitamos el cristal del retrovisor roto en enero y lo ponemos. No encaja. Lo enrollamos con celo y santas pascuas. Es un bicho con heridas de guerra.
- Junio: Bichito cae en una zanja, rebota y choca contra un bordillo. Rueda pinchada, aleta aún más abollada y pieza interna rota. Lo llevamos al taller. Diagnóstico: "estoooo... esto está fastidiao. Habrá que subil-lo, dejmontar y ver que le pasha... en un mes o más ejtará arreglao".
Jo. Y yo con todos mis fines de semana y vacaciones planificados hasta septiembre: adiós Cuéllar, adiós Almagro, adiós chuletas en el Tajuña, adiós Valladolid... ¿adiós Francia? Aaaaay, como no esté preparado para agosto, voy a ir al mecánico y le voy a torturar deslumbrándole en los ojos con espejos retrovisores (soy una experta, llevo cuatro este año), que no le matará, pero no veais lo que fastidia...

martes, junio 26, 2007

Dinosaurios

Este fin de semana me he ido a Asturias. He comido mucho pez (pixín y tiñosu, que ya les vale llamar así a un bicho que está en remojo permanentemente), mucha fruta (el Anómalo jura y perjura que el cabracho sale de los árboles, y como él es el asturianu, habrá que creerle) y mucho arroz con leche. Rodando he vuelto a Madrid.

Para hacer tiempo entre comida y cena, entre pixín y chorizo a la sidra, fui a ver huellas de dinosaurios. Cuando estaba sentada sobre una, haciéndome una de esas fotos chorras que siempre caen, llegaron tres niños corriendo entusiasmados, como Heidis tras sus cabras. Detrás, mucho menos entusiasmada y rezumando tedio y mala leche, iba su ¿madre? (¡madre desnaturalizada, madre desnaturalizada!)

Niña: ¿Cómo son las huellas de dinosaurio? ¿dónde están?

Madre: Vete al colegio y que te lo expliquen allí- respondió, agriamente, la madre.

Jo. Qué pena me dio, por los niños y por sus profes. Que para eso te compras un perro y te olvidas de tener niños, que los caniches no molestan preguntando dónde están las huellas de los dinosaurios.

Al menos espero que la madre no les mandara a este colegio que está en pleno centro de Oviedo, porque entonces, entre la madre y el cole, aviada estaba la educación de los críos:

viernes, junio 22, 2007

Rock, pop y pata negra

Bueno, bueno, bueeeeeno. Vivo una época de grandes cambios en la que siento que no tengo control sobre casi nada, entre ello la inspiración para mis posts. Pero sigo el sabio consejo de La Perri ("pasitos de bebé", Be, "pasitos de bebé" -aunque ella lo dice para cuando me agobio por cosas de novios y eso-) y me enfrentro a las cosas según surgen. Hoy, por ejemplo, no sé qué contaros, pero me ha llegado este email y le he pedido permiso a mi amigo Jerónimo Martín para publicarlo. Así ponemos un punto masculino rockero a nuestra fiesta de pijamas que le puede sentar muy bien.
Yo odio los festivales -porque odio el polvo, las aglomeraciones, el calor y compartir baño con modernillos petulantes- pero si a alguien le molan pues ya sabe qué hacer este verano. Hala, hala.
Hace unos días, en RNE, los responsables de Festimad se esforzaban en defender la última edición del festival. Decían que recuperaba el "espíritu del principio" sin saber explicarlo muy bien. Importa poco, Pearl Jam y Slayer le hicieron pasar un buen rato a un puñado de rockeros, creo. Lo sorprendente es ver cómo diez años después un festival "clásico" pierde pegada mientras los festivales proliferan por la Nación con esa mezcla de pasión original y potentes estrategias corporativas de publicidad.

Los pros y contras de los festivales están sobre la mesa desde hace tiempo, cada cual elige. La competencia aumenta. (Os recomiendo una entrevista con el jefe del FIB en http://www.muzikalia.com/) Yo sólo quiero contaros que ese amor original por la buena música en directo ha dado nuevos frutos. Los amigos de Libre Configuración llevaban tiempo detrás de una historia que ya tiene nombre y fecha:

JAMON POP. Cortegana (Huelva), 20 y 21 de Julio de 2007

Con el "espíritu del principio", en un Castillo de la Sierra de Aracena desde donde me cuentan que se ve muy bien la luna, y con Atom Rhumba, Veracruz, Southern Arts Society, Strand, Fantasma # 3, Salieri, Montevideo, Cuchillo, un par jugadores de Bcore: Gas Drummers, lo más parecido a Bad Religion que ha dado Andalucía, y Sibyl Vane, tres punkis de Bcn que adoran el turismo de interior.... y una impagable e ilustre incorporación de última hora: BERTÍN OSBORNE.

http://es.youtube.com/jamoneropop

En fin, que si estás en cualquiera de estas posibilidades o incluso mezclas varias de ellas:

a) no vas al FIB porque es muy caro o te apestan los grandes festivales.
b) Te gusta mucho el jamón ibérico, por lo menos tanto como a Fabio Capello.
c) Tenías pensado acercarte por las fastánticas playas del "Alentejo" o el Algarve portugués. O de Huelva.
d) Realmente estás jodido porque este año no hay Festival de Sant Feliu.
f) Nunca has visto un concierto de punk rock en un Castillo.
o bien:
g) Tienes pocas vacaciones y poco dinero.

...no deberías perdértelo.

Dentro de un mes.

jueves, junio 21, 2007

En Chonilandia...

En Chonilandia, este mi barrio, somos tan peligrosos y tan chulos que para vigilar casas, obras o lo que sea, no tenemos guardas jurados, ni perros peligrosos. Nosotros tenemos a...




¡¡¡JUARDA JITANO AMANUEL!!!


Gentecilla del mundo, temblad:
¡Al lado de Amanuel no tenéis nada que hacer!
(Um, si el juarda jitano Amanuel y Chuck Norris se enfrentaran... ¿quién ganaría? Ains, cuántas dudas existenciales).

miércoles, junio 20, 2007

Cada bloggera tiene su secreto

Soy la mayor de un montón de primos, lo que de pequeña implicaba que cuando pasaba temporadas en casa de mis abuelos ocupara mucho tiempo leyendo (mientras los demás fueron naciendo y creciendo un poco). En casa de los padres de mi madre, principalmente Tintines. En casa de los padres de mi padre, novelas de Luisa María Linares.

Según la contra de sus libros –publicados por la Editorial Juventud–, Luisa María se enamoró locamente con quince años, se casó a los dieciocho... y quedó viuda con veintidós años durante la guerra civil y se dedicó a la literatura para sacar a sus hijas adelante. No sólo las sacó adelante, sino que se debió de hacer de oro, la señora. Escribió 32 novelas, muchas de las cuales fueron llevadas al cine. Una de ellas (“Un marido a precio fijo”) se adaptó a peli 3 veces: en España, en México y en Francia.

Luisa María escribía historias románticas que tenían de protagonistas a muchachitas modernas de la posguerra. Son novelas deliciosas escritas con mucho sentido del humor. La estructura era, básicamente, ésta: una chica con la que es fácil que las lectoras simpaticen se queda sola... circunstancial, vital o cósmicamente. Entonces entran en escena uno o varios hombres y le empiezan a pasar cosas y a vivir aventuras, y luego conoce a más hombres y le pasan más cosas hasta que por fin besa a uno -o casi-, y entonces la historia termina bien y viven felices para siempre (la muchachita moderna y ese chico al que besó).

Las historias suceden en Madrid, Sevilla, Portugal, Mallorca o París, y en la galería de personajes hay actores famosos, pitonisas, aristócratas de la vieja Europa, pintores bohemios, prestigiosos arqueólogos, castizos propietarios de tiendas del rastro, contrabandistas, escritoras de éxito, médicos exiliados ganadores del Nóbel, tías solteras, tintoreros calvos… y muchos periodistas.

Me encantaban. Habría en casa de mis abuelos 10 o 12 de estos libros, que hicieron las delicias de mis veranos. Los he leído tantas veces que algunos me los sé de memoria y a veces los cito sin que nadie se dé cuenta.
OJO!!! A PARTIR DE AQUÍ ESTE POST ES UN ESPOILER!!!
Mi preferido es Cada día tiene su secreto. La protagonista es Olga, hija de un acreditado arqueólogo y que se ha pasado la vida en internados por distintas partes del mundo. Al cumplir los 17 su padre la reclama a su lado, para que le acompañe a una excavación en Egipto. Allí conoce a Andrés, otro famoso estudioso de los fósiles que le dobla la edad. Andrés se pone enfermo, Olga le cuida y al recuperarse él le pide que se casen. Ella rechaza su ofrecimiento y, al año siguiente, Olga y su padre se van a otra excavación a Brasil. Él muere, y Andrés vuelve a pedirle a Olga, esta vez “por cable”, que se case con él. Ella, que no tiene a nadie en el mundo, acepta.

Se casan por poderes, estando ella en Brasil y él en Madrid, Olga corre a España a encontrarse con su marido y el avión en el que viaja se cae en mitad de la selva. Todos mueren menos Olga y otros dos pasajeros: una monja (sor María de la Cruz, alias Marieta) y un famoso jugador de baseball de Massachussets llamado Paul. Pasan cinco años en la selva, cinco años en los que Paul y Olga creen enamorarse, pero en los que no dan ningún paso… porque ella está casada. (Ojo, él sí da pasos con las indias de la zona, con quien no los da es con Olga, que es moderna pero española y decente). Al cabo de esos cinco años, les rescatan. A Paul y a Olga, porque Marieta prefiere quedarse en la selva con sus “negritos” (sic).

Olga y Paul se despiden en Rio, él camino de los EEUU (donde le espera un jugoso contrato) y ella de Madrid (donde le espera un marido al que ha avisado por telegrama). Pero Olga está “marcada por el dedo del destino” y el avión se ve obligado a hacer un aterrizaje forzoso cerca de Dakar. El equipo de rescate se espera en media hora, pero Olga no lo sabe y causa un tremendo ataque de risa a su compañero de asiento cuando empieza a organizar su supervivencia a medio plazo en mitad del desierto. Éste hombre es un millonario americano llamado Dick Wayne, propietario de un imperio de naranjas, que explica a Olga su filosofía de vida (básicamente, que “cada día tiene su secreto”) y que decide quedarse en Dakar. Olga, en cambio, coge el primer avión para Madrid. Allí, en el “aeródromo” de Barajas, le espera su marido. Y entonces empieza la novela.

Olga se acerca a un hombre moreno a quien toma por su marido, para descubrir que no es Andrés sino Javier, su cuñado. Andrés está en una zona incomunicada de África, trabajando para su museo, e ignora su regreso. Pero volverá en un par de semanas. Olga, Javier y una extraña sirvienta llamada Fina pasan unos días en una casa de las afueras al lado de un río, de donde Olga escapa asustada por la atmósfera misteriosa de la casa y sus habitantes.

En Madrid, Olga busca la casa de su marido, un edicifio entero que tiene en una de sus alas un museo llenito de huesos de diplodocus y trilobites. Al llegar encuentra a dos mujeres, una viejecita que resulta ser su suegra, y una joven bellísima que resulta ser la viuda de su marido. Porque Andrés había muerto dos años atrás, no sin antes casarse con Elena. Además, allí encuentra a Javier, a quien Olga comienza llamar “Ojos Malignos”.

Olga se queda allí a vivir “temporalmente” y va descubriendo cosas. Descubre que su suegra es alcohólica y tiene un montón de botellas escondidas por toda la casa. Descubre que la siniestra Fina es la antigua institutriz de Elena, que se incorporó al servicio de la casa al casarse ésta con Andrés. Descubre que Javier, que ha adquirido la costumbre de llamarla cada noche por el teléfono interno de la casa para “los diez minutos telefónicos de Ojos Malignos”, era un violinista de fama mundial hasta que un accidente le dejó una mano casi inútil. Descubre que Elena era la novia de Javier hasta que Andrés se la robó… Y descubre que su último compañero de avión, el millonario de las naranjas, es el prometido de Elena.

Lo descubre cuando Dick aparece en la casa, causando que el ovillo se líe más aún. Porque podría romper el compromiso si llegara a enterarse de que Elena no estaba legalmente casada con Andrés -la aparición de Olga, a la que habían dado por muerta, la convierte automáticamente en su “concubina”-. (Eran otros tiempos). Así que nuestra protagonista se ve obligada a hacerse pasar por la mujer de Javier (“Ojos Malignos”) para hacerle un favor a Elena, la mujer que ocupa su lugar ante los ojos del mundo.

Mientras esperan la llegada de la madre de Dick, alguien intenta asesinar a Olga. Cada año el museo se cierra herméticamente durante un par de días para desinsectar los dinosaurios. Olga recibe una carta firmada por Dick citándola en el museo, y ella acude a la cita sin sospechar que es una trampa para dejarla encerrada y muera al respirar los gases venenosos. Al final la rescata su suegra (la viejecita iba a recoger un par de botellas que tenía escondidas por allí), que parece saber quien es el autor de la carta pero no comparte sus sospechas con Olga. Ella, por su parte, sospecha de Javier, a quien cree todavía enamorado de Elena.

La llegada de la madre de Dick hace que todos tengan que ir a la Sierra a pasar un fin de semana, en plan compromiso social antes de la boda. Allí conocen también al conde Alexis Tamarova, su marido, un ejemplar masculino físicamente perfecto, una especie de Brad Pitt húngaro de la jet internacional. Y el tiempo transcurre tranquilo hasta que aparece Paul.

Paul el as del baseball. Paul el de la selva. Paul que durante la cena y ante los invitados cuenta los horrores de los cinco años en la nada. Paul que hace que a Olga le dé un ataque de nervios (descubriendo que ella compartió esos años perdidos) y a Javier un ataque de celos. El ataque de celos se salda con un beso. Y con Olga acusando a Javier de haber intentado matarla.

Al beso de Javier le siguen varias declaraciones de amor: Paul y Dick (por separado) juran a Olga que la quieren. Ella les explica que en realidad no está casada con Javier, aunque por lealtad a Elena no cuenta toda la verdad. Les dice que había fallos de forma que invalidaban el matrimonio, que a la vuelta de Brasil pensaban volver a casarse, pero que ya no estaba segura.

Ellos reaccionan de forma muy distinta. Paul cree que son paranoias provocadas por las fiebres que Olga tuvo en la selva, y le dice que la ayudará a anular su matrimonio y llevársela a la granja de Massachussets donde viven sus padres. Dick quiere romper su compromiso con Elena y llevarse a Olga a vivir a su piso de San Francisco, a su casa de campo con dos piscinas, a navegar en su barco. Pero Olga no le deja.

La noche siguiente Olga se despierta por los gritos de Fina. Elena se ha fugado con Alexis Tamarova, ambos físicamente perfectos, duchos en el arte de medrar y pobres como las ratas. Elena ha dejado una carta para Olga, en la que confiesa haber jugado con todos los hombres de su vida, escalones en su carrera al éxito, para que se entienda en toda su magnitud la decisión de dejarlo todo por amor.

Javier aparece, despide a Fina y la acusa de haber intentado matar a Olga aquella noche en el museo. Ella reconoce haberlo hecho para proteger a su señora (de la que está lésbicamente enamorada en plan Señora Danvers, me permito añadir) y que ya no le importa nada. Javier y Olga la dejan marchar.

Y aquí es cuando Olga debe elegir con cual de los tres hombres quedarse. Paul, su leal compañero de la selva… pero en el que no ve nada más que un muchachote bonachón. Dick, el hombre enamorado que podría ofrecerle todo lo bueno. O Javier, el tormentoso artista que empezó aterrorizándola.

Se queda con Javier, que es al que realmente quiere. Algo previsible desde el momento del beso, os lo digo yo que conozco la pauta de la autora. Y viven felices para siempre.
YA!!! FIN DEL ESPOILER!!!

Bueno, pues eso. Que alguien me dijo el otro día que todo el mundo tiene su porno. Y hombre, Luisa María de porno nada, pero igual sí que es cierto que todos tenemos cositas que ocultar.

martes, junio 19, 2007

Tarjetas

Hace un tiempo me solía encargar yo de comprar los regalos de cumpleaños dentro de un grupo de amigos. Comprar los regalos no me importaba demasiado. Lo peor, con diferencia, era comprar la tarjeta de felicitación: Las odio, las odio, las odio. Odio los dibujitos horrendos, las fotos cursis (¿soy la única a la que las fotos de Anne Geddes le parecen espantosas?*), la variante picantona-cutre... y esas frases, ¡esas frases! Grrrrrr.

Modo Bender on-"Mataaaaarr a Geeeddeees... Matar a paaaaaaadres explotadoreeeees... - Modo Bender off

Escoger una tarjeta entre tanto espanto era una auténtica tortura, un "hazlo rápido, para que este dolor acabe YA". Sé que es una manía tonta, pero me carga mucho, así que la mitad de las veces se me olvidaba comprar la estúpida tarjeta (el subconsciente, seguro) y la otra mitad salía de la sección de tarjetas del tajo anglosajón cabreada y de mal humor. Generalmente sin tarjeta. Y pensando en qué clase de persona escribiría todas esas frases: ¿alguien cursi y medio lelo? ¿alguien con talento pero muy frustrado y alienado? ¿algún aspirante a escritor al que sólo le queda esa salida para ver sus textos impresos? (en ese caso, su frustración sólo podría compararse al de aspirante a director de cine línea-peñazo-francés al que pusieran a dirigir videos de karaoke).

Yo, desde luego, no serviría para el trabajo de escritora de chupi-frases para las tarjetas: nunca sé qué poner en las felicitaciones a mis amigos, como para que se me ocurra algo ingenioso para un montón de desconocidos. Que no, que por mucho que me empeñe, mi cetro de la cursilidad no da para tanto.

En el último cumpleaños, la homenajeada, muy alternativa ella, nos pidió una tarjeta artesanal. Puf. Bueno, nos libramos de comprarla, pero es que al final también nos olvidamos de hacerla. Y así, en el momento, Be cogió el cartón de unas medias, un poco de papel de water, se convirtió en el Macgyver de la casa y, hale, una tarjeta:


Vale, no es el colmo de la sofisticación, pero... es una tarjeta. Y no hay otra igual en el mundo (emm.. y, bueno, con el permiso de Be, MENOS MAL).
*De verdad, en vez de pensar "oooh, qué moooonos" y ponérseme ojitos tiernos mirando las fotos de la Anne esa, lo único que quiero es gritar "¡Sacad a esos pobres niños de ese puto tiesto y haced que sus padres se coman (sin aliñar) el follaje que les han plantificado en la maldita cabeza!"!. He dicho.

lunes, junio 18, 2007

Los Chungays de Nuestra Vida: El "Bi"

Empezamos la semana con una colaboración especial para Los Chungos de Nuestra Vida. Doblemente especial, por ser el primer "chungay" de la sección. Habrá más: podemos garantizarlo porque el segundo está ya en la carpeta de posts recibidos a la espera de ser publicado. El de hoy nos lo presenta Juanan!!, y es perturbador a fuerza de real como la vida misma, ¡y no sólo por lo de los feos graciosos! Créanme, como habitual durante años a los más petardos y viciosos antros de Chueca... "he visto cosas".
Gracias, Juanan. Y buen lunes a todos.
¿Chungos? Muchos, 2 muy muy chungos, pero como a uno de ellos le acepté las chungueces pues no vamos a hacer ahora un mal juicio y decir que él era todo lo malo y yo el pobre que tenía que soportar sus actos. Además, revisando el ‘pentálogo’, todos y cada uno de los 5 puntos me decían: “No hables de este chungo, aunque quieras saltarte todas las normas de Quédate a Dormir, respeta por una vez en tu vida las reglas y no hables de este chungo”. Así que pasamos entonces, por descarte, al chungo que queda, el chungo que en este post nos ocupa.

Tranquilos, no penséis que por que exista otro éste vaya a ser menos chungo: tenemos historia jugosa donde las haya.

Yo era un chiquito joven (más joven aún que ahora) que frecuentaba el bar de turno en esta localidad madrileña en la que habito. Y allí, como no, había un camarero… ¡Ay! Malditos camareros. Feo, sí, sí, un chungo muy feo, pero muy gracioso y con el extra añadido de que ponía las copas gratis (esto, querid@s amig@s, siempre suma puntos).

El chungo estaba emparejado, pero a él le daba igual, me tiraba tejas y ladrillos como si de él dependiese que Gallardón terminase las obras de la M-30 a tiempo. Quizá debería indicar, que la pareja de mi chungo, era una fémina… Ahá, y aquí radica (en su gran mayoría) la chunguez del tipo.

No importaba donde estuviese ella, si en casa durmiendo o al otro lado de la barra, nos comíamos el morro como quién se saluda con la mano al cruzarse por la calle: me llevaba a casa, me llamaba por teléfono… Estaba siendo el ‘otro’ (joder que emocionante, pensaba yo). Siempre entre sorprendido y asombrado, intentaba mantener el tipo cuando ella estaba presente, hasta que el alcohol proporcionado (de forma gratuita) nublaba mi mente y ¡¡Haalaa despiporre!!

“Qué extraño es esto”, era el comentario que a mi mente siempre llegaba. Yo aquí dándolo todo con el tipo este y la novia no sólo no me saca del garito de los pelos, sino que encima me da conversación, me hace chistes y baila conmigo…

Supongo que a estas alturas, todos ya os estáis imaginando lo que se tramaba a mi alrededor. Sí, todos lo hacían, excepto yo. Que cuando se me plantaron uno por cada lado y el chungo me soltó que había un hueco para mí en su (de ellos) cama… Se me metieron las pelotas dentro del cuerpo y con una sonrisilla nerviosa, me di la vuelta y eché a correr muy muy rápido sin mirar a atrás nunca más.

Tiempo después nuestros caminos volvieron a cruzarse, bueno, más bien el suyo con el mío, pues yo no tenía escapatoria, estaba en mi lugar de trabajo… Pero supe salvar la situación cual payo limón de Humor Amarillo que intenta escapar de los hermanos Tigre y Mamón en el Laberinto del Chinotauro.

viernes, junio 15, 2007

¿Qué es el Factor X?

Imaginen que son orgullosos los jueces de un concurso de talentos de la televisión, llevan toda la mañana escuchando "ponte el cinturón" y cosas similares en el casting, y aparece un tipo gordito, con unos dientes que les dan ganas de decirle que el plató de Cambio Radical es dos puertas más allá... y dice que les va a cantar el Nessun Dorma de Turandot.
Entonces, probablemente les pasaría lo mismo que a estos (atención a las caras de los jueces verdaderos):


El concursante se llama Paul y trabaja vendiendo teléfonos móviles.

El juez que más habla, el que al principio se queda con la boca abierta y cara de tonto, es Simon Cowell: el juez borde por excelencia, en el que se basaron para crear el papel de Risto Mejide en Operación Triunfo.

Sobre los otros dos, quiero hacer notar que Amanda Holden -la chica que salía en Eastenders (una especie de Calle Nueva pero a lo bestia), la que se parece a Paloma San Basilio pero con más botox- llora. ¡Me encanta como respira hondo para controlar los escalofríos! Es que Paul le pilló totalmente desprevenida... ¡Y a mí! Se me cayeron dos lagrimones... ¡Como a la mitad del público!

Los chicos que felicitan a Paul al final son Ant y Dec (quizá alguno los recuerde lejanamente de "Love Actually"), populares presentadores de la tele británica y los encargados de conducir Britain's Got Talent, una versión de Factor-X diaria en lugar de semanal, y que no sólo es un concurso de canto, sino de "variedades" (vamos, que cabe casi lo mismo que en una gala de Jose Luis Moreno).

Britain's Got Talent, según informa la wikipedia, empezó el 9 de junio y terminará el 17, o sea, YA. Desde aquí pido a los posibles lectores de Quédate a Dormir en el Reino Unido que envien información del progreso del concurso (e incluso, si se sienten espléndidos, nos hagan crónicas). Con especial atención a Paul Potts, el concursante preferido de esta bloguera y que hoy ha pasado la primera semifinal. ¡Es que en la Web de ITV no deja ver los videos fuera del Reino Unido!

Ya saben, manden sus emails a quedateadormir@gmail.com. Si no recibimos nada, tendré que buscar información por ahí para tenerles actualizados de la apasionante evolución del concurso. El premio final son 100.000 libras esterlinas... y una actuación estelar ante la Reina Isabel en el Real Show de Variedades 2007. ¡Venga Paul, tú puedes!

(El video me lo pasó Somófrates anteanoche. Cito lo más textualmente que me permite mi memoria de pez: "Aquí, en cambio, tenemos a Bisbal. ¡Ave María, cuándo serás mía!".)

NOTA: Efectivamente, el comité que debe elegir la chapita o chapitas ganadoras del concurso "¡Quédate a Dormir Te Necesita!" no ha podido realizar su cometido a tiempo... Como sospechábamos, nos vemos obligadas a ampliar el plazo. Sigan en conexión.

jueves, junio 14, 2007

Hoy cenamos... Tostones

Una cosa que creo que aún no he contado por aquí es que mi abuelo es cubano. Nació en Cuba cuando Cuba era España. Bueno, no, que no es tan mayor. Pero casi. Mi abuelo, que por cierto se llama igual que mi novio, nació en Cuba y no pisó “la madre patria” hasta los 11 años.

Al llegar mi abuelo pensó que en España hacía frío y que la fruta era una mierda en comparación… Se acabó acostumbrando, pero aún conserva cosas curiosas que de pequeña me alucinaban, como que mezcla plátanos con el puré de patatas. A mi abuela, sin embargo, le parece de lo más normal.

En muchas cenas familiares mi familia pasa de las tradiciones españolas y hacemos comida cubana, que por cierto a mi abuela se le da de miedo. Algunas recetas son más complicadas, pero la que os traigo hoy es muy muy simple a la par que riquísima, y se hace en poco rato. Necesitamos, eso sí, plátano macho. (Las fotos están robadas de Internet).

Desde hace unos años el plátano macho se encuentra prácticamente en todas partes, así que no hay excusa. Se trata de un plátano verde más grande que el plátano común que se cultiva como si fuera una hortaliza en zonas de la selva tropical. Nosotros lo queremos verde, cuando en crudo sabe amargo y es muy indigesto. Nos da igual, porque lo vamos a cocinar (y vereis qué bueno). Vamos a hacer Tostones.

Ingredientes:

-2 plátanos macho.
-Aceite para freir.
-Sal.
-Una sartén.
-Dos tablas de madera (o cacharrito, ingenio o bártulo que sirva para lo que veréis a continuación).

Preparación:

Pelar los plátanos verdes y cortarlos en rebanadas un poco diagonales, de unos 3 cm. de grosor.

Calentar el aceite y freír las rodajas de plátano. Cuando estén un poco dorados por ambas caras -pasando de los lados-, se ponen a escurrir sobre papel de cocina.

Aquí entran en juego las dos tablas -o lo que vosotros os inventéis-. Poner los trozos de plátano entre dos superficies, y aplastar hasta que el ancho de los tostones sea como la mitad o incluso menos.

Una vez aplastados, volver a echar los tostones en el aceite, y dorarlos un poco más. Ojo, no demasiado: para mi gusto, los tostones de la foto están demasiado tostados y demasiado poco espachurrados.

Sacar los tostones y ponerlos a escurrir el exceso de aceite. Tendrán aspecto como de galletas extrañas y doraditas.

Echar sal al gusto, y comer como acompañamiento, tipo patatas fritas. Y como os descuideis, vuelan, ¡como las patatas fritas ricas!

El doble pasaporte le vino bien a mi abuelo en algunos momentos de su vida, pero nunca volvió a la isla. Una vez lo intentó, pero al preparar el viaje en la embajada cubana le llamaron gusano, el nombre que se da -con desprecio y mucha mala uva- a los que no son hijos de la Revolución. Mi abuelo había salido de Cuba mucho tiempo antes, pero eso daba igual.

Lo de gusano le rompió el corazón y le cabreó bastante, canceló el viaje y nunca más habló de volver. Pero cada vez que uno de sus hijos o nietos va para allá, hace mil preguntas.
NOTA DE ACTUALIZACIÓN para que se comprenda mejor lo que puede significar que mi abuelo se "cabreara bastante": Siendo mi padre bastante pequeño (unos 7 años) y teniendo un despiste intrínseco aún mayor que el mío, uno de sus profesores le dio un par de hostias. Él no dijo nada en casa, pero mis abuelos notaron algo y preguntaron al resto de sus hijos. Al día siguiente, mi abuelo se dirigió al colegio y sacó al profe/cura/pegador-de-niños de clase. Cuenta la leyenda de los Sarados Corazones que el cura iba rebotando de lado a lado del pasillo...

martes, junio 12, 2007

Me gustan las ranas

No recuerdo mi primera rana, pero pudo ser fácilmente una de aquellas a las que Elliott salvó de la disección en mitad de un pedo empático antes de besar a la chica. Sí recuerdo que siempre me molaron, y que fueron llegando con los años, y que un día mi madre empezó a mirarme raro, y que un buen día se rindió y empezó a regalármelas ella también.

También recuerdo el momento en que me di cuenta de que mis ranas estaban fuera de control: se me rebelaron en un cumpleaños en que aquello se salió de madre. Me regalaron mil ranas, entre ellas 2 esponjas raniformes supermonas que me dio infinita pena utilizar y una especie de bichillo desmembrado para pegar en el ordenador (si las personas que me las regalaron leen esto, que sepáis que me molaron mil).

Tengo peluches, muñequitos, figuritas, postales, colgantes y hasta un anillo. La mayoría están en mi cuarto en casapadres, donde no desentonan ni destacan demasiado, vista la decoración barroca de mis aposentos. Al independizarme me traje unas cuantas, que paso a presentarles.

Figuritas: una es checa, dos son regalo de mi madre y las otras tres me las regalaron mis alumnos.

Más figuritas: todas son regalos, como las anteriores, menos una que me tocó en un kinder sorpresa. Una la hizo para mí una adolescente inglesa. Otra es una minipinza.
Izquierda, botín de cumpleaños; derecha, regalo de Fara.
Superpeluche, también regalo de Fara.

Ésta es francesa y se llama Ñiki.

Rana de Ikea, con cremallera en la boca para guardar sorpresas.

No sé por qué me gustan, pero miren lo monas que pueden ser:

Monísimas (el escaneado lamentable es mío), sobre todo si las dibuja Liniers, autor que ya les hemos presentado por aquí y al que conocí hace unos días en la Feria del Libro. Bueno, “conocer”... Digamos que por él hice mi primera y única cola de la historia. Y él a cambio me dibujó una rana.

Por su cara de sorpresa, debo de ser la única que le pidió ranas. Mi segunda petición coincidió más con la tendencia general: Enriqueta, Fellini y Madariaga.

¿No mola mil?

lunes, junio 11, 2007

Hay un nuevo vórtice en la ciudad

Es un vórtice amplio, bastante luminoso, con tres dormitorios, dos salones, una cocina pequeña pero bien equipada, un baño completo (¡con bañera!) y un aseo con ducha. A 15 minutos de mi trabajo y por un precio mucho más que razonable.

Debe de ser un don, porque otra vez ha sido la primera casa que he visto.

Voy a compartirlo con dos chicos encantadores y muy muy molones. Uno es un hombre malo y altamente achuchable que lleva camisas hawaianas y me presentaron como un reputado experto en porno (aunque también sabe de muchas cosas más). El otro aún no tiene nick, así que mientras le buscamos uno le llamaremos MG (como el coche), y también viene muy bien recomendado -¡fue quien me enseñó a jugar a Lobo!-.

Este vórtice nuestro no tiene terraza, pero tiene tantas cosas buenas que no creo que la eche demasiado en falta. Ya hemos dado la señal, pero no voy a hablaros más del tema hasta que firmemos el contrato. Por si los gafes y esas cosas…

Mil gracias a todos los que os habéis interesado y preocupado por mi búsqueda de piso. Los eventos del mes de despedida van viento en popa, empezando por la barbacoa de ayer, en la que comimos kilos y kilos de chuletitas de cordero, de pinchos de ternera con pimiento, cebolla y tomates cherry, de costillas de cerdo con salsa bbq honey mustard, de panceta adobada, de perritos calientes con toppings (queso, cebolla frita, chile con carne, jalapeños, pepinillos...) y bebimos litros y litros de cerveza y coca-cola. Empezando por la barbacoa y terminando por... aún no lo sé, que queda mucho mes, pero me da a mí que los neones del piso han de volver a brillar hasta el amanecer antes de que me mude al Vórtice II de la Independencia de Be.
Besos para todos, niños y niñas, y feliz lunes.

viernes, junio 08, 2007

Atún y Cola-cao

La semana pasada, las reservas de víveres en casa estaban bajo mínimos. Hermano dijo "tenemos que ir a comprar". Y yo dije "tenemos que ir a comprar". Ninguno fue. El lunes, después de pasar un fin de semana comiendo de Telericatorta, telericapizza, telelamadrequetrajoalkebab y demás cochinadas ricas y calóricas, decidimos que no podíamos dejarlo pasar ni un día más. Pero lo decidimos cada cual por su lado.

Y, cosa de la telepatutía de hermanos, hicimos exactamente la misma compra. No sé porqué, a los dos nos dio la paranoia de que en casa hacía falta atún. Mucho atún. Como fuimos al mismo súper con la misma oferta de packs de latas de atún, ahora mismo tenemos en casa el escalofriante número de doce packs de atún. Como diría una azafata del "Un, dos, tres", doce packs de atún, a tres latas de atún cada uno suman... ¡treinta y seis latas de atún! vamos, que recomponemos al atún que tenemos troceao y nos sale del tamaño de una ballena.

No teníamos semejantes reservas de un alimento desde que a mis padres, a Hermano y a mí nos dio la misma furia compradora, por separado, pero con Cola-cao. Siempre había pensado que nunca se tenía suficiente Cola-cao, pero cuando te juntas en una cocina tan pequeña como la mía (cocina uno solo, porque dos se dan codazos) con dieciocho kilos de Cola-cao (habéis leído bien, dieciocho) , te planteas qué hacer con tu vida, con tanta bolsa amarilla y con tanto polvo empaquetado. En un par de meses el problema estuvo solucionado, somos adictos y grandes consumidores (es una droja muy potente, el Cola-cao), pero mientras tanto nos podríamos haber fabricado un refugio anti-nuclear con paredes de cola-cao, que seguro que además de adictivo, es ignífugo y anti-radiactivo.

Y ahora, nos toca emprenderla con el atún. No porque se vaya a estropear, claro, sino porque hay tanto atún que si abres el armario el pack colocado precariamente en última posición te agrede precipitándose contra tu cabeza. Así que nosotros hemos contraatacado donde más le duele: he comido ensalada de atún y he cenado sandwich de atún. Mañana toca macarrones con atún. Por ahora mi desayuno se salva del atún, más que nada porque hay que mantener las reservas de cola-cao a raya. Ains.

jueves, junio 07, 2007

Los Chungos de Nuestra Vida: El Falso Friki

Al chungo de hoy le tocó sufrirlo nada más y nada menos que a Lorzagirl. Lo cual quiere decir que el post va a estar muy muy muy bien. Gracias, guapa. Eres ídola y mucho más.
En toda mi vida sólo he tenido una cita y como por desgracia en aquel entonces no tenía blog aquello no sirvió más que para perder mi fe en las citas en general y los hombres que las piden en particular.
Todo empezó en el trabajo, en una racha de actividad intensa. El chico era nuevo, estaba saturado, y como no paraba de preguntarme cosas empecé a llamarle "joven padawan".
Al principio él se reía y no decía nada, pero luego debió buscarlo en google y un día se me acercó y me dijo que a él también le gustaba La guerra de las galaxias.
A partir de ese momento empezamos una intensa relación que consistía en que cuando nos cruzábamos en el pasillo nos decíamos cosas como "hola, joven padawan" y "qué pasa, ObiWan" y otras frikadas por el estilo.
Jo.
Que morbazo.
Un día me esperó a la salida del trabajo y me invitó a tomar algo, pero yo no podía y quedamos en que me llamaría para quedar.
Fue cuando me llamó por teléfono cuando algo en la forma de hablar me hizo pensar que no era un "me voy con una compañera de trabajo" sino una cita-cita.
A mí el chaval me parecía muy mono, pero para otra, y además de verdad, no como ese que me parecía mono para otra y ahora se come las natillas que hace mi madre. Pero claro, yo nunca había tenido una cita, y pensé que no pasaba nada por probar.
Error.
Al día siguiente llegué puntual y como no estaba saqué un libro del bolso y me puse a leer. No llevaba ni cuatro capítulos cuando llegó, riéndose.
-Siempre estás leyendo -dijo-. Claro, por eso estás tan pálida.
Yo no veía la relación pero me dije, a ver, Lorz, es un friki, no esperarías que su forma de interactuar con la realidad fuera muy fluida...
Acto seguido me propuso ir a un billar, y ahí nació la sospecha. A ver, ¿qué clase de friki practica deportes de forma voluntaria?
Yo, desde luego, no.
Intenté explicarle que los juegos no son lo mío y que en cualquier caso es mejor mantenerme alejada de objetos contundentes/punzantes con los que pueda herirme o herir a los demás, pero empezó a decir que a él el billar le encantaba, le entusiasmaba, le maravillaba, y que además se le daba supermegabien, que probablemente era uno de los diez jugadores del mundo y que si no se dedicaba profesionalmente a ello era porque no le apetecía.
Yo pensé, jo, pobrecillo, está intentando impresionarme con eso... Vamos a darle una oportunidad.
Durante las horas siguientes el chaval fue ganando partida tras partida mientras yo no acababa de entender a qué bolas tenía que darle, aunque se me ocurrían unas concretas en caso de que aquello se prolongara mucho. Me consolaba pensando que al menos no era uno de esos tipos patéticos que dejan ganar a las chicas para ver si frinkan.
Entonces coló accidentalmente la bola negra y gané.
Pobrecillo.
De camino a casa me preguntó si me importaba que pasáramos por un centro comercial para devolver una película.
Bien, me dije, se ha dado cuenta de que la ha cagado y va a sacar por fin su lado friki.
Devolvimos la peli y luego estuvimos dando vueltas y mirando qué había... y entonces fue cuando lo vi claro, porque al pasar por delante de la sección de anime señaló Akira y me dijo:
-Anda, mira, tienen dibujitos japoneses.
¿DIBUJITOS?
¿DIBUJITOS?
La cruda realidad se mostró ante mis ojos:
Este tío no es un friki.
¡¡¡Está fingiendo ser un friki para frinkar!!!
Pe-pero... ¿en qué clase de mundo vivimos?
En fin, con esta experiencia aprendí a no decir "joven padawan" a la ligera y a frinkarme sólo a chicos normales, que a la larga son los que más raros resultan.

miércoles, junio 06, 2007

Se busca centro del universo para entrar a vivir

No soy supersticiosa, pero de vez en cuando me dan extrañas paranoias.

-Amó, ¿cuándo le vas a decir a tu madre que tienes novio? ¡Llevamos seis meses juntos!
-No sé, jo, me da cosa.
-¿Cosa de qué?
-No sé, de que se gafe.
-¡Vete al peo!

Y algo que ocurrió ayer vino a confirmar mis manías: Escribo el lunes un post diciendo lo muchisisísimo que me gusta mi barrio y…

[De madrugada, en la cocina]
-¡Aaaaargh, joder!

[A la mañana siguiente, poseída por el espíritu de Mónica Geller-Bing pero con más razón que una santa]
-R., tío, que no quiero cosas con antenas en el suelo de la cocina. Que hay que fregar. Que no sabes lo que es la lejía. Que tienes que quitar las migas de la puta encimera, por lo menos antes de irte a la cama. Y que llevo viviendo aquí un año y aún no te he visto limpiar el baño, joder!!!
-Uy, Be, no te preocupes. Si en julio va a venir un amigo a vivir a la casa.
-¿?
-Que te tienes que pirar.
-¿¡Qué!? Vale, pero como sea como tú, se os van a comer los bichos.

Llamé a mi novio/santo:

-¡Cariño! ¡Que R. me ha echado de casa…! (¡buaaaaaaaaaaaaa…!)
-¿Que qué?
-Que sí, (snif)… [se lo explico entre hipidos]
-Amó, no llores. Piensa en el lado positivo.
-(snif) ¿El lado positivo? (snif)
-Sí. Por lo menos le has llamado cerdo.
-Es verdad (snif)
-Y gracias a eso te has enterado de lo del nuevo inquilino.
-Sí…
-Porque él no te pensaba avisar.
-¿No?
-No. Es un gilipollas, y tú no tienes contrato.
-Pero-pero-pero…
-Pero nada, cariño. El lado positivo. La terraza mola, sí, pero es el empujón que necesitabas.
-¿Sí?
-Sí. Además, piensa una cosa: R. te acaba de escribir un post él sólo.

Para compensar el mal rollo cósmico, ese mismo día le hablé a mi madre de mi novio. Y de momento todo va bien.

PD: Busco piso.

martes, junio 05, 2007

Ella

Todo profesor se ha encontrado en algún momento (seguramente en varios, o en muchos, dependiendo del tipo de alumnado que tenga) alumnos que ponen a prueba su autoestima como docente y que le hacen plantearse su capacidad para enseñar. Bien, yo ya he encontrado a la primera de esas alumnas. Y eso que enseño a adultos y en contextos no demasiado formales. Pero me ha hecho pensar "¡dimito!".

Desde hace meses, doy clases de danza oriental. Tengo alumnas de edades comprendidas entre los 16 y los 65 años: el ritmo, la gracia, la facilidad para aprender, la flexibilidad, el interés o las condiciones físicas están desigualmente repartidas entre ellas y tengo alumnas buenas y otras menos buenas, pero creo que puedo decir que todas han ido aprendiendo algo a lo largo del curso, cada una a su ritmo y dentro de sus posibilidades.

¿Todas? No. Una alumna se me resiste, como aldea gala frente a los romanos. Cuando la conocí, supe que iba a ser difícil: si yo le decía "saca la cadera hacia la derecha" ella se quedaba recta, rígida, y se balanceaba levemente, en bloque, como un rascacielos rozado por el viento. Un simple velo se convertía en sus manos en un arma mortal con el que daba latigazos a diestro y siniestro: os puedo asegurar, por propia experiencia, que el reborde de pedrería de su velo lanzado contra la cara duele mogollón. Ni Indiana Jones con su látigo haría tanto daño. Eso explica que cada vez que saca el velo sus compañeras se aparten y se forme un vacío a su alrededor, como los agujeros negros pero al revés.
Ingenua de mí, pensé que sería cuestión de tiempo enseñarle... pero después de seis meses, decenas de explicaciones personalizadas y de largos ratos de dedicarme a ella en exclusiva, puedo decir que ha podido conmigo. No sería grave, aquí no hay aprobados o suspensos y ella lo hace por hobby, pero... ha llegado el momentazo: la exhibición de final de curso.

Llevo tres meses preparando una coreografía con ese grupo de alumnas. Les he dado una copia de la canción, una hoja con los pasos explicados segundo a segundo para que practiquen en casa, hemos ensayado horas y horas. Todas se la han aprendido... menos ella, que aparte de tener una movilidad "reducida" y no tener ritmo (cosas subsanables con esfuerzo), nunca practica, me ignora y siempre va a su bola.
Este es el relato de los cinco minutos del infierno, del último ensayo que fue, a pocas semanas de la exhibición, "memorable":

Minuto 0:10
Alumnas: dan la espalda al público, llevan el velo al cuello y lo van desplegando poco a poco.
Ella: de cara al público, me mira.
Misia: "cariño, al otro lado, date media vuelta, guapa" y "venga, chicas, ahora del tirón, no voy a parar la música pase lo que pase".

Minuto 0:20
Alumnas: giran y se ponen a mirar al público.
Ella: se ha dado la vuelta y continúa mirando a la pared.
Misia: "cariño, vuelve a mirarme".

Minuto 0:30
Alumnas: mueven la caderita y hacen una figura con el velo que se llama "la mariposa"
Ella: por fin mira al público. En vez de parecer una mariposa, se asemeja más a una polilla. O a un murciélago. No acabo de verlo claro.
Misia: "Emmm... umm... bien, pero ¿no podrías estirar un poquitito más los brazos?".

Minuto 0:45
Alumnas: cogen el velo y de un tirón se lo quitan del cuello y bailan.
Ella: tira del velo, pero no sale.
Misia: ...

Minuto 1:00
Alumnas: dan vueltas moviendo el velo.
Ella: sigue enredada en el velo.
Misia: venga, Misi, no seas cruel y no te rías, que es tu alumna, coñe... compostura.

Minuto 1:10
Alumnas:
hacen más giros y más movimientos de cadera.
Ella: el velo sigue enredado, ahora envolviendo toda su cabeza y hace frenéticos movimientos para deshacerse de él.
Misia: ¿río o lloro?

Minuto 1:20
Alumnas: paso a la izquierda, cruce de velo...
Ella: Por fin se ve su cabeza. Y el velo ya está en sus manos, más o menos desenredado.
Misia: uf, menos mal. Un poco más y llamamos a los bomberos para liberarla.

Minuto 1:30
Alumnas: vuelta a la derecha, vuelta a la izquierda.
Ella: vuelta a la izquierda, vuelta a la derecha.
Misia: casi...

Minuto 1:45
Alumnas: suave movimiento de brazos hacia la derecha.
Ella: lanzamiento nada-suave de brazo hacia la izquierda. Su Compañera N. da salto hacia atrás para esquivar el brazo mortífero.
Misia: "E., el otro brazo... y cuidado, no me lesiones a N."- ni Rocky lo habría hecho mejor.

Minuto 2:00
Alumnas: todas juntas se encaminan al centro del escenario.
Ella: se queda sola en lateral del escenario.
Misia: "cariño, al centro, al centro"- le sonrío, a ver si le sirve de aliento. Me malinterpreta y se va al centro del círculo que estaban formando todas sus compañeras, para lo que debe dar un empujón a dos de ellas.

Minuto 2:15
Alumnas: dejan el velo en el suelo.
Ella: lo deja en el suelo.
Misia: "¡muy bien, muy bien!"-por fin algo al unísono, hay que premiarlo. Creo que, ahora sin velo, todo irá mejor. Craso error, claro.

Minuto 2:30
Alumnas:
ochos adelante, ochos atrás.
Ella: el pañuelo de monedas se le va resbalando desde las caderas.
Misia: preveo la catástrofe y le aviso- "E., cuidado con el pañuelo, te vas a caer, quítatelo".

Minuto 2:45
Alumnas: siguen bailando.
Ella: No me ha hecho caso. El pañuelo se resbala hasta sus tobillos, se tropieza y ella no se cae porque su compañera H. amortigua la caída.
Misia: (¡por favor, que alguien me pase un boli, que me hago un harakiri aquí mismo! ¡Que alguien acabe con mi sufrimiento!). Eso sí, por fuera sonrío, en plan dientes-dientes.

Minuto 3:25
Alumnas: recogen el velo todas a la vez.
Ella: todas no, claro.
Misia:el velo, el velo... recoge el velo del suelo!". Lo hace. Latigazo en cara de compañera N., la misma a la que casi noquea con el puñetazo. ¿Estaría muy mal que la profesora se echara a llorar? Pero no voy a parar la música, a ver si esto acaba ya.

Minuto 3:50
Alumnas:
más vueltas de velo.
Ella: Se enreda de nuevo en el velo.
Misia: ¿Otra vez? ¿otra vez? no puedo verlo, no puedo verlo. Y me giro hacia la pared.

Minuto 4:05
Alumnas: ¡AAAAGGGGGHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
Misia: me rindo. Paro la música y vuelvo a mirar a mis alumnas.
Ella: al otro extremo de su velo de pedrería tiene enganchada del pelo a su compañera E., que sigue chillando. Ella tira más del velo para ver si, arrancando el pelo, puede desengancharlo. Evidentemente, E. chilla aún más, contorsionándose de forma extraña detrás del velo de Ella. Por fin las desenganchamos. Del velo de Ella, pende un buen manojo de pelo rizado de E.
Suspiré. De repente me sentí tan, tan cansada... sonreí, débilmente, y sólo logré decir: "bueno, la semana que viene saldrá mejor. Espero".
Por cierto, después de finalizar la clase, pensando en las colocaciones definitivas en el escenario, pregunté a la clase si a alguna le apetecía estar en la fila delantera o si preferían mantenerse en una discreta segunda fila. ¿Adivináis quien habló rápidamente para pedirse estar en primera fila y en el centro a ser posible? Ains, esta mujer va a ser mi ruina. Eso sí, como sigamos así, no puedo negar que vamos a ser todo un espectáculo.
Ningún animal ha sido maltratado en la realización de este post. No podemos decir lo mismo referido a cierta alumna

lunes, junio 04, 2007

Vórtice, Sweet Vórtice

Mi casa es como un cruce de caminos entre el tiempo y el espacio, un lugar donde personas y cosas saben cuando entran pero nunca cuando saldrán.

-Las sobremesas se alargan hasta el infinito.
-Las comidas y cenas multiplican el número de platos y comensales.
-Los aforos de las maratones se dilatan de forma inimaginable.
-Hasta las conversaciones en el portal suelen alargarse misteriosamente más de lo planeado.

Podría ser mi encanto personal. O mis dotes de anfitriona. O lo interesante de mi conversación. O la terraza de 30 metros. O quizá el Centro del Universo no sea un lugar maravilloso escavado en la roca llamado Fraggle Rock. Quizá el Centro del Universo esté en mi calle.

A lo mejor mi piso es un Triángulo de las Bermudas Malasañero porque aquí:

· está la tienda de chinos (sector “alimentación”) más grande de Madrid, con lo que en caso de asedio somos autosuficientes…

· hay un porcentaje de modernos y famosillos muy superior a la media -los mormones que vi ayer predicando a dos portales de mi casa, no saben dónde se han metido: mis vecinos son más de cienciología, no de algo tan antiglamuroso como la mormonidad-…

· está la sede central de los Hare Khrisna de la provincia, que de vez en cuando se ponen las túnicas y salen a cantar por la calle, y te invitan a comer cosas vegetarianas si cantas un rato con ellos -más competencia, y dura, para los mormones: los Hare dan de comer-…

· vive la Presidenta (re)electa…

· murió Enrique Urquijo…

· a una manzana ruedan anuncios de Coca Cola (dedicado a Xisca y su grandísimo post)...

Hummm… Por menos de esto, Sigourney Weaver se puso a decir que era la guardiana de la puerta.

¿Eres el maestro de las llaves?

Feliz lunes. No olviden supervitaminarse y mineralizarse y... ¡participar en nuestro concurso!

viernes, junio 01, 2007

Los Chungos de Nuestra Vida: El Chulo

Seguimos con esta sección que se nutre semana a semana de todas esas risas que nos han arrancado nuestras peores experiencias... y de todas esas lágrimas que nos han arrancado nuestras peores experiencias. Hoy nos presenta a su chungo Tuprimalacati, que ya habló de él en su blog, y que ha pensado que se llevaría fenomenal con los otros especímenes que han ido pasando por aquí.
Yo sólo puedo decir que vengo de ver Piratas del Caribe y, después de lo visto, ninguna de mis malas experiencias me parece tan infinitamente jorobante, pu*eante (cuanto tiempo sin poner asteriscos) y generadora de sufrimiento como lo que he visto esta noche. ¡Y eso que el chico de la peli no era nada chungo!
Quizá lo que nos cuenta Tuprimalacati podría comparársele. Pero sólo quizá, decidan ustedes.

Toda tía ha tenido un chulo en su vida. O por lo menos, uno que te ha intentado chulear. A mi Chulo no le faltó empeño. Y por casi lo consigue.

Conocía a El Chulo de toda la vida. Como amigo era un tipo genial: independiente, guapo y liberal. El terror de las nenas. Tardé dos años en conseguir que fuera mi pareja. Era un soltero de oro de esos inaccesibles, que no quiere compromisos. Pero cayó, primos. Aunque vistas las consecuencias, no sé que hubiese sido mejor.

Bueno, pues fue empezar a salir y la persona divertida, genial e independiente se transformó en un ser extremadamente dependiente, inseguro y lloroso que reclamaba mi atención a todas horas. Y no sólo eso, sino que lo hacía de una forma posesiva insoportable.

Primero fueron las llamadas. Me llamaba una media de seis veces al día. Me preguntaba qué había hecho, con quién había estado. Al principio, yo estaba encantada. Ni me lo creía. Que ese tío tan increíble se hubiera fijado en mí, y menos que estuviese taaaan colado. La emoción me embriagaba, "ay, Cati, eres la más grande", me decía.

Pero poco a poco se volvió un cansino. Me empecé a agobiar mazo. El empacho fue tan grande que lo vomité todo de una tajá. "Se nos rompió el amor de tanto usarlo", como decía la Jurado.
Así que le di boleto a los dos meses. Ni yo me creía que estuviera tan cansada de él. Con lo que me había costado, que me lo curré dos años a conciencia.

El Chulo, gran maestro del chantaje emocional donde los haya, me convenció a base de patéticos números llorosos y rodillescos de que le diera una nueva oportunidad. Y yo, que soy panoli por naturaleza, me sentí taaan culpable de que El Chulo se hubiera enamorado de mí de una forma taan desesperada, que se la di, cómo no.

En qué mala hora.

El Chulo empezó a crecerse en su propio chuleo y empezó a prohibirme ponerme faldas, escotes, pintarme, ir con mis amigas, fumar, etc. Claro, que yo ni puto caso. Pero eso era peor. Se ponía como un basilisco y amenazaba con suicidarse. Se ponía el jersey al cuello y empezaba a hacer como que se ahorcaba.

Otra de las veces, simuló tirarse por un precipicio, que en realidad era un terraplén de mierda. Yo a todo esto, lloraba, gritaba "Chulo, no te mates", y me lo creía todo. Y me sentía fatal porque estuviera taaan locamente enamorado. No sabía cómo quitármelo de encima. Pero tenía pavor a que cumpliera sus amenazas, y me sentía enormemente culpable.

Una vez, incluso, llegó a perseguirme a escondidas una noche que me fui de cañas con los de la Uni. De repente, le vi entrar por la puerta del garito con los ojos desorbitados. Sus narices echaban humo cual dragón de Komodo.

Me agarró de un brazo. Mis recién estrenados compañeros de la Uni no sabían a qué venía todo aquello. "Es el de la americana, no? Ese que te mira", me gritaba enloquecido. Y yo no sabía dónde meterme.

Luego vinieron los insultos. Y las amenazas. Ahí corté todo tipo de relación con él. Lo peor fue que teníamos ya pagado un viaje de esquí, uno de esos organizado con más gente al que iban unas amigas mías y decidí ir. Se dedicó a putearme todo el viaje y a darme celos a base de arrumacos con una rubia gilipollas perdida.

Luego, intentó volver conmigo asegurándome que entre él y la rubia no había pasado nada, cuando todo el pueblo sabía que la rubia gilipollas perdida le había mandado a hacer gárgaras harta de escuchar una y otra vez, y a todo volumen, las mismas canciones de Bunbury en su Seat Ibiza. "Si no te gusta, te bajas". Y la rubia se bajó. O por lo menos, eso cuentan.

Después, de que le negara hasta el saludo, de la aversión que le cogí, pasaron los años y El Chulo seguía obsesionado conmigo. Hemos coincidido en fiestas bastantes años después, de esto, y no para de mirarme con ojos desorbitados de deseo. Vigilándome todos los pasos. Aunque siempre llevara una rubia gilipollas perdida (distinta cada vez) colgada del brazo.

Este verano volvimos a coincidir. Decidí que tenía que enfrentarme a mi miedo. Y le hablé normal. Le pregunté por su vida y sus cosas. Vi ante mí a un ser asustado, desencantado, hastiado, frío y lejano. Como si nunca le hubiese conocido. A millones de kilómetros. Y le he perdido el miedo. Luego me enteré de que tiene una denuncia de malos tratos de una de esas rubias gilipollas perdidas que colgaban de su brazo.