Hace unas semanas me fui de viaje de estudios con mis chavales (y unos cuantos más) a un lugar de la costa española de cuyo nombre no quiero acordarme. Acabé ahí no sé muy bien porqué, aún no tengo claro cómo me liaron. Bueno, sí: el resto de profesores/jefatura de estudios/dirección empezaron a dar la matraca con que "lo normal es que vayas tú de viaje, eres su tutora", "eres joven, si no lo haces ahora ¿cuándo?" y demás argumentos falaces con los que lo único que pretendían era que no les tocara a ellos.
La cuestión es que me vi embarcada en un viaje de estudios con adolescentes hormonados y acabé en ese hotel de la costa, rodeados de chavales hiperactivados, emocionados (y, recordemos, hormonados):
-¡Vámonos a la playa! - decía la niña de cuerpazo escultural.
- ¡No! ¡bajemos a la piscina del hotel! - decía el ligoncete que había avistado a las demás huéspedes del hotel.
- ¡No! ¡bajemos a la piscina del hotel! - decía el ligoncete que había avistado a las demás huéspedes del hotel.
- ¡Vámonos a la discoteca!- proponía la marchosa irredenta.
- Profe, ¿nos podemos ir de tiendas? ¿aquí hay Bershka, no? - decía un grupete de niñas ilusas.
- Profe, ¿nosotros nos podemos quedar en el hotel jugando a la Play? - imaginaos quién decía eso. Y sí, se habían traído la Play al viaje, con no sé cuántos mandos. Y unas cuantas PSPs, por si acaso.
Al final acababas dividiendo(te) y venciendo(ellos): un profe a la playa, otro a la piscina, otro de compras. Los de la play obligados a ir a algún sitio al aire libre, que sin sol no se sintetiza la vitamina D. Y para contentar a todos, por la noche a la discoteca en manada.
Una de las cosas curiosas eran esos tiempos medios: la transición de la vuelta de la piscina/playa hasta la discoteca. Teníamos que dar un tiempo mínimo de dos horas para que los chavales se ducharan, vistieran, peinaran y maquillaran. A ellos y ellas.
En uno de esos tiempos, mis compis se fueron a explorar el pueblo en busca de una discoteca que no fuera demasiado antro de perdición. Mientras tanto, yo me quedé en el hotel al cargo de todos nuestros monstruitos. Decidí arreglarme rápidamente (cinco minutos de ducha, cuatro de vestirme, tres para pintarme el ojo, tres para secarme el pelo) mientras ellos estaban entretenidos en las mismas tareas (pero multiplicando el tiempo por ocho) para después tranquilamente leer un poco en el hall.
Menuda ilusa. La tragedia estaba a la vuelta de la... puerta y yo no tenía ni idea. Estaba tranquilamente duchándome cuando empezaron a aporrear la puerta de mi habitación:
- PROFEEEEE, PROFEEEEEE, ¡CORRE!
- ¿Qué pasa? - contesté, desde mi ducha.
- PROFEEEE, QUE ES URGENTE. SAAAAAL - me gritaba una de las niñas, mientras daba golpes en la puerta de la habitación.
- Nena, Celeste, estoy en la ducha, ¿no puede esperar? ¿es tan urgente?
- SÍIII, PROFEEEE, ¡ES SÚPER URGENTE, SAAAAL! ¡HABITACIÓN 312!
Ostras. Me asusté un montón. Salí corriendo de la ducha, con algo de jabón aún en el cuerpo, agarré una toalla y sin secarme mucho me metí en los primeros pantalones que encontré y en la camiseta del pijama. Sin más ropa, salí corriendo al pasillo, con el pelo chorreando, descalza y con el corazón en un puño: ¿Qué habría pasado? ¿un accidente? ¿una caída por culpa del balconing? ¿una pelea?
Llegué corriendo a la habitación 312. Entré como alma que lleva el diablo y vi en la entrada del baño un charco de agua. Oh, dios, ya lo sabía: alguno había pisado el charquito, se había escurrido y se había roto la crisma. Oh, dios, ya imaginaba la sangre y...
- ¿¿QUÉ HA PASADO??
Tres chavales me miraron con cara de pena.
- Profe, es que... no funciona el secador.
- ¿Qué?
- Profe, que no funciona el secador. Que antes lo enchufábamos en el cuarto de baño y funcionaba, pero ha hecho ¡puf! y ya no funciona. En este enchufe de aquí sí, pero en el baño no.
- ¿Y eso era tan urgente? es que Celeste me ha dado un susto... me ha dicho que era urgentísimo.
- Nosotros le hemos dicho a Celeste que te avisara, pero vamos... es un poco exagerada ¿no?
Sobra decir que fui a la habitación de la tal Celeste para darle una clase teórica de qué es urgente y qué no es urgente:
- Que haya sangre y vísceras esparcidas, es urgente.
- Que un secador no funcione, NO es urgente.
- Que un alemán borracho haya violado a tu compañero el guapito, es urgente.
- Que se te rompa una uña y se estropee tu manicura, NO es urgente.
- Que caiga una nave espacial sobre la terraza, aplaste a uno de tus compañeros y que después un alien se haga un bolso con tu compañera la marchosa, es urgente.
- Que se acabe tu crema bronceadora, NO es urgente.
Creo que soltarle todo eso hecha un basilisco (un basilisco aún chorreante, eso sí) le hizo reflexionar. Un poco. Supongo que lo justo como para pensarse dos veces ir a aporrear mi puerta porque hubiera una pelusa en su habitación.
Y tuvo suerte de que la lección de Barrio Sésamo "niños-vamos-a-aprender-qué-es-urgente-y-qué-no-es-urgente-para-no-matar-de-un-infarto-a-la-profe" fuera sólo teórica, porque os juro que yo visualizaba esto: