MANAZAS

Yo, Be, me he cargado la plantilla milenaria de QaD por torpe y con un solo clic. Me autoflagelo ante mis copropietarias y me comprometo a dejarla lo más parecida posible, si no mejor. ¡Palabra!

viernes, septiembre 28, 2007

Radio Pimpinela

Que resulta que este verano cuando yo no estaba han pasado cosas en la radio. Yo me he enterado por Parker, que se reincorporó una semana antes que yo. Fue llegar y decirle nuestra becaria Isis:

-¡Estoy de Lois hasta el moño!

Lois es un redactor que puede ser definido sin problemas como “santo varón”. Así que Parker…

-Perdona, Isis, que no me entero. ¿Que me has dicho que qué?

-¡Que no soporto a Lois! ¡Se mete en mi vida para todo! ¡Pone sus cosas en mi ordenador! ¡No puedo más!

Así que Parker se puso a investigar.

-¿Quién me cuenta qué está pasando entre Lois y la becaria?

Encontró mil voluntarios. Claro.

-Llevan todo el mes en plan Pimpinela.
-Que si “tú no me mandas”, que si “menuda tía loca
-Pero a grito pelado en la redacción.
-Y después de toda la bronca los ves a los dos solos en la redacción trabajando ahí pegaditos, con los ordenadores uno junto al otro…
-Pero sin hablarse. Yo creo que esto va de amor, Parker.
-Ella hasta cuando habla de él se pone nerviosa.
-Yo creo que a tu becaria le gusta Lois.
-Que no, que es a él a quien le gusta ella.

La dinámica siguió hasta que las chicas terminaron su beca, y parece que la última tarde de Isis en la redacción Lois iba por ahí preguntando:

-¿Salimos esta noche? ¿Salimos esta noche? ¿Vais a hacer algo?

Al final no ha quedado nada claro cómo terminó la cosa. Pero digo yo que por qué tienen que elegir para montar culebrones precisamente mi mes de vacaciones.

jueves, septiembre 27, 2007

Caca de famoso

Que a lo mejor ya os habéis enterado porque lleva ya unos días dando vueltas por ahí, pero es que he estado muy liada y por si acaso os lo cuento: hay unos señores que venden caca de famoso.

No sé si han sacado la idea de esta peli...

(Así empezaba “Las Aventuras de Priscilla, Reina del Desierto”, donde Guy Pearce es una drag que guarda como un tesoro un frasquito de caca de Agneta –¿quién? Agneta sólo hay una, debería daros vergüenza... aunque hay una o dos buenas imitaciones– que recogió ella misma en un festival).
...pero la cosa es que hay unos señores que venden caca de famoso. Caca, saliva, piel, orina y una sustancia indeterminada que llaman “bacteria”.

Aseguran que sus productos son auténticos, que disponen de una extensa red de trustworthy suppliers que están en contacto con los famosos “día a día” (¿empleados de Portaloo S.A. sacándose un sobresueldo?) y que someten las muestras recibidas a todo tipo de análisis en el centro Allamas de Investigación Biológica en Greeley (Colorado) y luego cruzan los resultados con los datos de archivos de hospital y análisis de sangre de la Cruz Roja (¿será esto legal?). Y que te lo venden con un certificado de autenticidad.

De orina o materia fecal te mandan 2 o 3 centímetros cúbicos en un frasquito como los de los carretes de fotos (no pienso poner fotos, iros a la web), así transparente para que se vea bien, herméticamente cerrado. De saliva, entre medio y un centímetro cúbico, envasado de la misma manera. De piel y “bacteria”, un cristal de los de mirar al microscopio “no corrosivo” y “antivaho”.

Hay sustancias de actores, músicos, deportistas y escritores. Hoy por hoy, lo más caro es la caca de Jack Black: 92 dólares el frasco, señores. La de Robert Downey Jr está a 33, la de Michael Stipe a 27, la de Julian Casablancas a 23 y la de un tal Doctor Drew (un médico de la tele) está de oferta a 7,95.

Si hay alguien interesado, que se dé prisa que las existencias son “finitas” y por tanto se acaban. Por ejemplo, ya no queda caca de Luke Perry (pero sí tienen “bacteria” por 8,75). La piel de Sara Jessica Parker cuesta 15,75. De Donna D'Errico no les queda nada. De Matt Groening tienen piel a 8.75 y “bacteria” a 6,75. De Ke Huy-Quan, el Data de Los Goonies, tenían algo de piel, pero la han vendido toda. Pero en cambio tienen pis de Norman Mailer a 15 dólares el frasco.

En fin… Sólo me queda recordar, a aquellos de ustedes fetichistas cochinísimos que de verdad se lo hayan pensado, lo bajísimo que está el dólar últimamente.

Lo que no sé es qué tal llegarán los frascos tras el viaje transatlántico.

lunes, septiembre 24, 2007

Desastres y referentes

Hace una semana y pico estuve en la despedida de soltera de mi amiga Elvisina. En la cena, delante de un buen solomillo y de un vodka de miel (cenamos en un ruso muy recomendable, y sin p*llas de plástico o fieltro o de lo que sea por medio), estuvimos riéndonos un buen rato a costa de sacar nuestros trapillos sucios a relucir: casi todos relacionados con tíos y relaciones catastróficas (ahora que lo pienso, casi todas mías, jur... creo que oí varias veces "¡pero como pudiste estar con ese tío!". Y no referido al mismo, que es lo más grave).
Con tanto recordar y remover cosas enterradas, me puse a pensar en lo que significa esta boda para mí y me di cuenta de que es mucho. Aparte de que estoy feliz por ellos, me encanta que se me casen porque desde que se juntaron, Elvisina y M. han sido un referente para mí. Han sido una de esas parejas de las que habla la Perri y que te hacen mantener la fe en que esa cosa de la pareja puede funcionar y que, incluso, te puede hacer feliz.
En estos últimos años, en los que yo fui encadenando desastre tras desastre, siempre podía mirarles a ellos, suspirar y, bueno, comprobar que en el mundo real, más allá de las estúpidas pelis románticas de jolibú, eso del amor podía traer cosas buenas. No son mi única pareja-referente, pero sí una de las más cercanas. Y sé que lo van a seguir siendo por todo el tiempo del mundo. Eso es lo bueno: mis desastres han pasado (dejándome mucho material para reírme de mí misma), pero mis referentes permanecen.
Y sí, he desempolvado el cetro de la cursilidad, pero hacía mogollón que no lo sacaba a pasear y estaba perdiendo lustre.

viernes, septiembre 21, 2007

¿Fui yo el Chungo de tu vida?

Hoy es un día muy especial en la historia de la sección "Los Chungos de Nuestra Vida": por cortesía de "R", la primera entrega del spin-off "Yo, chungo". No añado nada más para no espoilearles el post, que de verdad merece la pena. Espero ansiosa los comments, a ver si coinciden conmigo.

Buenas a todos, a modo de breve introducción decir primero que conocí a algunas de nuestras anfitrionas de forma física (que no bíblica) gracias a El Hombre Malo y Somo. Una agradable velada por aquel céntrico barrio que compartíamos me generó curiosidad acerca de ese cuaderno de bitácora (juas, perdonen el término… la tentación de la pedantería era muy grande) del que hablaban y, por otro lado, me convenció de que debía mudarme.

Así me enganché a Quédate a dormir (algunos post son antológicos) y me fui a vivir a una castiza y popular zona ahora más conocida como El Pequeño Caribe (al que no le gusten los maratones non-stop de bachata y raggaton que no venga).

Meses después en el blog descubrí con estupor que Be y EHM se habían mudado a unos 300 metros de mi nueva base secreta. Lo acepté como una señal del destino, la retribución kármika movía sus engranajes de forma inexorable y amenazaba con aplastarme. Alguien ahí arriba trataba de decirme algo. Buceé entre los post tratando de saber qué fantasma del pasado debía exorcizar y creo que lo encontré. Cuando leí toda la serie de post dedicada a Los Chungos de nuestra vida la pantalla de mi ordenador me devolvió un perturbador reflejo: ¿Habré sido yo el Chungo de la vida de alguien?

Sin duda en los lances del amor, especialmente cuanto tocan a su fin, siempre podemos ser percibidos como chungos pero no me refiero a eso. Me refiero a ¿habré sido yo ese cabrón que marco la vida de alguien? Hablo a un nivel emocional, pero sin la necesidad de llegar a los extremos de El Mongo (que más que chungo debería entrar en la categoría hijodelagranputa).

En fin, abran sus libros de Historia de los Chungos por la “R”. Allí estoy yo.

Transcurría la década de los 90 y yo pasaba el tiempo entre la cafetería de la facultad y las canchas de baloncesto. Las tardes las dedicaba a mis amigos del bloque. Mi vecina de enfrente había hecho unos amigos muy curiosos, inteligentes, graciosos, con alguna que otra tara social y, por encima de todo, muy freakers (1).

Allí conocí a L., una chica morena, alta y delgada muy sonriente, tenía mucha energía y se emocionaba con todo y, por su forma de hablar, se apreciaba que era muy, muy inteligente (lo que junto con el resto del paquete me ponía bastante).

Nos fuimos acercando y, un día que paseábamos ella y yo solos, le di mi primera muestra de chunguez. La paré, la miré a los ojos y la dije: “L. te voy a hacer una pregunta un poco rara, ¿hay agua en la piscina?” Ella se hizo la despistada un momento y luego me dijo que sí, que si me iba a lanzar había agua en la piscina. Sonaron saxofones de plástico y nos besamos. El frenesí físico se vio brevemente interrumpido por una ligera mención al hecho de que ella tenía novio (puedo jurar ante el polígrafo de cualquier cadena de TV nacional que yo desconocía el dato hasta ese momento). Yo di una nueva muestra de chunguez al decirle que no era mi intención interponerme entre ellos (no recuerdo exactamente donde tenía las manos en ese momento).El caso es que hubo una segunda revelación. Me dijo que A., otro miembro del friquigrupo, le había pedido relaciones y de forma aún más patética que la mía. Mis luces de emergencia se encendieron ya que a A. se le podía encuadrar en el subgrupo de freakers oscuros y no me refiero a los góticos afeminados que pululan por Malasaña, sino más del palo del atracador conocido como El Solitario.

Esa noche no terminamos en su casa (a buen entendedor…). El caso es que a la mañana siguiente mientras yo me preparaba para marcharme ella me dijo que tenía que llamar a su novio para decirle que lo suyo se había terminado. Yo (chunguez) le dije que se lo pensase, que quizá nos habíamos equivocado. Pero ella me dijo que no, que independientemente de mí su relación hacía aguas y que la trataba bastante mal. Si no recuerdo mal hasta me preparó el desayuno para que me nutriese mientras ella hacía la tradicional llamada (Esa que empieza con “Ven, por favor, tenemos que hablar” y termina con algo tipo “Zooooorrra, Zooooorrrraaaaa).

El caso es que contra viento y marea comenzamos este viaje. Ella tenía veintipocos años pero vivía sola en el piso de sus abuelos así que fue un comienzo realmente intenso. Ella estaba metida en la relación hasta las trancas, de hecho su percepción estaba gravemente alterada, llegó a comentarle a su mejor amiga que yo era encantador, alto, moreno y con los ojos azules (¡cuando atraviesas los gruesos cristales de mis gafas descubres unos seductores ojos marrones ligeramente estrábicos!).

Yo, por mi parte, estaba realmente ilusionado por esa brisa de amor que ella insuflaba en mi corazoncito que se transformaba por las noches en un hipo-huracanado torbellino sexual.

Pero el día a día me ponía en situaciones chungas. Algunos patéticos templos:

· Su casa era viejecilla y a ella le gustaba ponerla a disposición de sus amistades con lo cual estaba un poco… un poco… guarr… suc… desatendida (Recuerdan aquel episodio de Friends en el que Ross liga con una tremenda rubia y cuando llega a su casa encuentra hasta una rodaja de mortadela en el sofá?). Vamos que yo, haciendo de mi capa un sayo, me sobreponía a años de programación machista-leninista y le decía “L. ¿dónde tienes un trapito que paso las estanterías? “ O “¡Mira, he conseguido despegar uno de los vasos de la mesa! Voy a pasar la bayeta a ver si consigo quitar el cerco”. Ella eso lo entendía casi como un ataque a su autoestima, a su capacidad para ser una mujer-mujer (?), se le inflaba la vena y se ponía hecha una COPE.

· La encantaba cocinar y de hecho cocina muy bien (en serio). Pero yo soy un tocapelotas y sus recetas estrella incluían ingredientes como Kepchup, con lo cual yo le decía que me parecía una guarrería. Otra vez se ponía como un puma. No sé… debe ser como si a Sergi Arola le pides la sal…

· Ella trató de integrarme en su grupo de amigos entre los que puedo destacar a su ex in person, a otro que me odiaba por haber supuesto la ruptura de la pareja ideal del grupo y al Pequeño Gran Gurú. El PGG era un petiso estudiante de filosofía hipercinéfilo cuya opinión era Ley dentro del grupo y al que ella guardaba un especial afecto. Recuerdo que nos conocimos en la que fue mi prueba de fuego: una reunión de 15 personas en el diminuto salón de su piso. Tras unos minutos de animadas charlas se hizo el silencio cuando el PGG dijo: “Ahora vamos a ver Los Cuatrocientos Golpes de Truffaut”. La atención se concentró sobre mi cuando me miró preguntándome: “¿Te apetece”. Yo hice un esfuerzo titánico por contener la respiración y caer inconsciente pero mi hemisferio izquierdo me sorprendió contestándole: “Claro, me encantan las películas de Bruce Lee”. Hala, another brick in the wall

· Recuerdo que L. se apuntó a aeróbic y yo le regalé unos pantalones-mallas que quería. Se los probó y dijo algo así como “Vaya, si no tuviese el culo tan gordo me los podría poner por la calle” y yo reformulé algo tipo: “Bueno, pues si tienes el culo gordo no te los pongas por la calle”. ¡Sus mismas palabras! Guerra nuclear.

· Nuestros momentos de intimidad eran apasionados y ella tenía cierto orgullo en sacar un gran rendimiento de sus amantes. Estamos de vacaciones en un horrible pueblo valenciano con unos amigos y aprovechando las largas siestas del verano retozábamos en la cama, había comenzado el tercer asalto (verídico, juventud divino tesoro…) cuando ella me susurró: “Vaya, vaya… hoy vamos a por el record”. Y yo que soy presa fácil de la psicología inversa le dije: “¿Ahhhhhh si? ¡Pues NO!”. Qué quieren que les diga, me hice el estrecho. No estaba yo para esas tontunas que ya éramos mayorcitos.

· Continuando con el tema, después de nuestros encuentros a ella le daba por acurrucarse y abrazarme hasta caer como una piedra, pero a mí me entraba una energía anti natural que me impulsaba a buscar algo que hacer: ver Doraemon en la tele, largarme a jugar un partido de fútbol, buscar soluciones para el efecto invernadero. Y ella no entendía como yo podía salir escopetado.

Esta situación se prolongó unos meses y yo cada vez me iba poniendo más agrio de forma injustificada. A pesar de sus arranques de genio ella era cariñosa conmigo y los míos, inteligente y guapa. Hice un ejercicio de introspección y di con el origen de la situación: no estaba enamorado de ella. Y en ese momento se lo dije crudamente, demasiado crudamente.

Los mecanismos del amor y el afecto son realmente complicados. Sentí que tenía decirlo a la vez que era consciente de que hacía daño a una persona por la cual sentía cariño (pero tampoco podía mostrar sólo un cariño que podía volver a dar falsas esperanzas). Estuvimos mareando la perdiz meses en una escalada de cuchilladas emocionales y arrepentimientos.

Llegue a decirle cosas de las que me arrepiento profundamente. Sintetizando, le dije que en esta relación yo tenía la sartén por el mango. Que ella me quería con locura y que yo a ella no. Que podríamos estar así indefinidamente, que yo estaba en una situación muy cómoda, pero que ella iba a sufrir. Permítanme que me ahorre los detalles realmente chungos y escabrosos.

Por supuesto nunca me he olvidado de ella y, a pesar de mi incapacidad absoluta para mantener el contacto con ninguna de mis ex, sigo sus pasos desde la distancia. Se que al poco tiempo de la ruptura tuvo un noviete que la invitó a Japón y al cual dejó al poco tiempo (¿La chunga de su vida?). Y que las cosas le van relativamente bien y que tiene un aceptable nivel de felicidad (lo sé, leo su blog).

Tuve ganas de llamarla y decirle que la consideraba una gran persona y que había sido realmente positiva en mi vida pero… ¿qué le hubiese supuesto a ella?

Hace ya casi un año entré en un vagón de metro y me la encontré. Me sonrió y me dijo hola. Entre todos esos extraños, en apenas unos segundos dije en voz baja: “¿Cómo puedo decirte esto sin que creas que tengo una enfermedad terminal? Fui un idiota. Me trataste muy bien y yo te traté fatal. Quiero que sepas que creo que eres una estupenda persona y que si yo tuviese el poder de hacer que a los demás les fuesen las cosas bien tu serías la primera.”

Nos abrazamos y llegó su parada.

L. te deseo que encuentres la felicidad todos los días.

(1) Si, eran Trekkies. Un día, para su escarnio público, ahondaremos en como está relación me llevó, a trompicones, a conocer a Somofrates y a El Hombre Malo. Además El Hombre Malo ya conocía a una de las trekkies (Sí, cuasi-bíblicamente). Ahora si que les he picado, ¿Eh? Pero esa es otra historia para ser contada en otro momento…

jueves, septiembre 20, 2007

Mis mujeres me abandonan

Hay cosas que una chica no deja en manos de cualquiera. Necesitamos una persona con criterio y destreza, que haga fácil lo difícil, que emane seguridad y que transmita confianza. Para algunas cosas es "tú o ninguno". Porque, amigas, nuestros pelos no los toca cualquiera.

Yo sigo yendo a una pelu cerca de CasaPadres. Me costó años encontrar un sitio donde supieran qué hacer con esta melena espeeeeeesa que Dios y la genética me han dado… Mola, no os voy a engañar, pero puede llegar a ser un engorro. Mi pelo es así como autónomo, ya sabéis, que va por libre. Y yo odio el secador. Digamos que, hasta que descubrí el concepto "capas", mi vida era un poco erial.

Por suerte, al final la encontré. Me corto el pelo de pascuas a ramos, pero no importa porque Elena lo hace tan bien que sigue teniendo forma cinco meses después. Es rubia, con pinta de eficiente (lo es), y una diosa de las tijeras. No importa cual sea mi estado de ánimo cuando llego a la pelu, al final salgo feliz y encantada conmigo misma.

El fin de semana pasado llegué tranquila, para descubrir con sobresalto que Elena estaba de baja por maternidad. Es lo que tiene no cortarse el pelo desde mitad de marzo, que estas cosas te pillan de improviso. La chica que se ocupó de mí no tenía, ni de lejos, el mismo toque (me temo que voy a tener que volver al secador). Sin Elena mi vida es menos bonita… pero no pasa nada, porque es temporal: ella volverá.

Otro tema también delicado es la depilación. Se trata de una operación dolorosa que puede ser una tortura total. Una tortura que te practican mientras estás prácticamente desnuda. La cera debe hacerse con rapidez, delicadeza y eficacia. La depiladora perfecta es alguien que te hace sentir cómoda, que adivina si quieres o no conversación, que te deja perfecta con el mínimo dolor posible. La depiladora perfecta se llama María.

Lo supe desde el primer día. Ella es maravillosa, da masajes estupendos para compensar lo mal que se pasa y siempre me hace un hueco aunque llame a última hora. Yo le he sido fiel a pesar de mis cambios de domicilio. Llevamos juntas 7 años.

Y ahora se va.

Se va, cambia de trabajo, a un centro de belleza más cerca de su casa… pero que a mí me pilla lejísimos. Y no sé qué hacer.

¿Qué hago? ¿Sigo con ella aunque tenga que cruzar Madrid? ¿O aprovecho para independizarme de María y buscar una esteticien más cerca de mi nueva casa?

¿Conocéis a alguien de confianza?

miércoles, septiembre 19, 2007

Help!

Hace meses pedí apoyo laboral a Antoñita. No sé si por ella o qué, el "que no me larguen, porfa, porfa" se convirtió en un ascenso.
Comencé en mi nuevo puesto a principios de septiembre. Yupi.
Acto seguido, contratan a alguien nuevo para mi anterior puesto. Bien.
Ese alguien, agobiado por todo lo que se ha venido encima, se declara una semana después de empezar "incapaz de asumir la responsabilidad". Dimite.
La responsabilidad rebota.
Hasta mí, claro.
Y ahora tengo las tareas de mi nuevo puesto (¿yupi?) más las del anterior, al menos hasta que encuentren sustituto para el desertor (¡Jod***r!). En septiembre, el mes más horrible y complicado del año en mi curro (¡me quiero morir!). Pediría mi sueldo actual más el anterior, pero me parece que no va a colar. Así que, ante tamaña avalancha de curro, estrés y marrones que se me ha venido encima, sólo puedo decir una cosa:
¡Socorroooooooo!

lunes, septiembre 17, 2007

¡YUPI!

Lo reconozco: todo empezó con Juana y Sergio, la primera serie de dibujos donde salían besos (¿o Dame un beso Licia fue primero?). Luego vino Julia, bastante menos festiva pero igualmente molona. Con eso bastó para movilizar mi colegio entero y que a las monjas no les quedara otra que añadir voleibol a la oferta deportiva.

Después llegó Barcelona 92, con una Selección que sorprendió y enganchó… y un jovencísimo Rafa Pascual con el número 14 que volvió loca a la quiceañera que era yo por aquel entonces. Luego volvería locas a miles y miles de chicas por el mundo, en especial italianas y japonesas, pero esa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión.

Ocasión en la que contaré también que, diez años después de aquellos Juegos Olímpicos, le entrevisté (fue en el Máster del Universo, como trabajo de Periodismo Deportivo, de las primerísimas entrevistas de mi vida, qué nerviosa estaba).

Sé que decir "el mejor jugador español de voleibol de todos los tiempos" es para muchos como si a mí me dicen "el mejor piedrolari de la historia" o "el mejor del mundo en tiro con arco". No pasa nada. Cuando eres fan del voley te acostumbras a cosas así.

Como que en la prensa deportiva el voley sea marginado en beneficio de otros deportes más “de masas”. O que si no tienes cadenas de deportes y quieres seguir las competiciones, la única opción sea verlas en diferido DE MADRUGADA. Me da igual. Que se queden con el fútbol, el baloncesto y la fórmula uno que yo soy del voley y del patinaje sobre hielo (ñoña forever). Hoy lo que me apetece es gritar en plan macarra:

¡¡¡La selección española de voley es campeona de Europa tras patear el culo de Rusia en la final!!!

¡¡¡Oro!!!

¡¡¡Ja!!!

Rafa Pascual tiene ya 37 años y es capitán del equipo. Que vale, que sí, que ha jugado poquito. Pero hace unos meses decía que soñaba con ir a Pekín…

viernes, septiembre 14, 2007

Los Chungos de Nuestra Vida: La Pareja

Sigue la sección "chungos" con un post a cuatro manos: dos de Lozagirl y dos de Zarajota (¡cuánto amoooooor!). No lo olviden, en todo hay perspectivas y puntos de vista. Enjoy!

Esta es la historia de dos chungos que ahora son pareja. Se trata de un documento único, porque por primera vez podemos seguir la historia del chungo no sólo desde el punto de vista de la víctima (la chungovictim) sino también desde la perspectiva del propio chungo.

Primero, la versión de ella:

Yo ya tenía 16 años y no era ninguna niña, pero mi padre se negaba a verlo.

Un día por fin decidí que ya no tenía que seguir sus normas, y así fue como conocí a E.
Era su fiesta de cumpleaños y yo me colé, pero como no le gustaba Mecano ni se fijó en mí ni nada hasta que no estuvo prácticamente inconsciente.
Al día siguiente se acordaba de mí, pero no de mi cara.

Yo sí que me acordaba de él, pero sabía que con mi aspecto nunca se fijaría en mí, así que me sometí a una dolorosa intervención que me dejó sin voz durante tres días, y me fui en su busca, dejando atrás a mi familia, mis amigos... bueno, mis amigos me siguieron, pero mejor que se hubieran quedado donde estaban porque el chungo era muy chungo y para una vez que se vieron casi se los come.

Total, que sin avisar me planté en un sitio por el que sabía que iba a pasar, con muy poquita ropa encima para asegurarme de que se fijaría en mí. Y sí, se fijó, tanto que me llevó a su casa, aunque ni se acordaba de mí ni nada, ya le vale.

Convivimos durante un tiempo en el que hice todo lo posible por adaptarme a sus ridículas costumbres, pero él no parecía apreciar mis esfuerzos, y a veces era como si ni siquiera me escuchara.

Parecía tener problemas para comprometerse, y yo me decía que es que era así, pero de pronto va y decide casarse con la primera bruja que se le cruza por el camino...
¡¡¡Mientras yo todavía vivía con él!!!

El muy cretino ni siquiera me invitó a la boda, pero yo todavía le quería, así que mo colé otra vez.

La boda fue un desastre y ni siquiera llegó a terminar porque en mitad de la ceremonia se dió cuenta de la cacho arpía que tenía al lado y se arrepintió.

La dejó plantada allí mismo, y se vino corriendo conmigo, el muy chungo.

Y yo voy y le perdono.

Ya me vale.

La versión de él:

Lo último que recuerdo de mi fiesta de cumpleaños es estar abrazado a una tía en sujetador.
La mañana siguente amanecí inconsciente en la playa.
Ni rastro de la tía, ni de mis regalos de cumpleaños.
¿Se puede ser más chunga?

Pues no contenta con eso aparece a los pocos días, con menos ropa todavía, y negándose a hablarme.

Yo fingí que no la reconocía porque me molaba mogollón y no quería tener que hablar de lo que pasó en mi cumpleaños.

Sabiendo que era un poco chunga me la llevé a mi casa, la acogí como si fuera de la familia, y aguanté a sus amigotes, que me dejaron la cocinaa hecha un asco.

Poco tiempo después conocí a la mujer de mi vida y decidí casarme con ella, pero como mi chunga no tenía donde ir le dejé que se quedara en mi casa, aunque no le invité a la boda porque todas las fiestas a las que iba terminaban en desgracia.

Pues la muy chunga se plantó en la boda con treinta o cuarenta amigos y la boicoteó. Atacaron a la novia, que acabó alejándose de mí y transformándose en un monstruo resentido.

Después de esto, y de las amenazas veladas del chungopadre, no me quedó más remedio que volver con mi chunga.

Al menos ya me habla.

Y la la versión de Disney.

No es chungo todo lo que reluce.

jueves, septiembre 13, 2007

Si es que estoy de un ñoño...

La idea es no seguir viendo arriba del todo el título petardo del post anterior. Por eso, sin excusa ni percha informativa más allá de que me apetecen, van unos cuantos youtubes. Hala.

Una de mis coplas preferidas, en una preciosa versión de película.


Mi cachito preferido de Los Miserables, por Lea Salonga como Eponine y Michael Ball como Marius.


Un tango:


La canción de amor del Romeo y Julieta de Zeffirelli, por Henry Mancini:


Si es que estoy de un ñoño...

martes, septiembre 11, 2007

¿Muerta en la bañera?

Llego a casa taaaaaarde, tras un duro día en la radio. Me quito los zapatos, abro el grifo de la bañera, voy a la cocina a picar algo, vuelvo al baño, me suelto el pelo, añado un poco de una espuma de baño que huele superbien, me quito la ropa, me sumerjo en el agua caliente… me relajo... y a los quice minutos me doy cuenta de que he olvidado mi toalla, dobladita, a los pies de mi cama.

Estoy empapada de pies a cabeza, mi habitación está al otro extremo de la casa y las habitaciones donde duermen mis dos encantadores (y masculinos) compañeros de piso están en el camino hasta mi toalla. ¿Qué hacer?

1: Gritar.

2: Dejarme ahogar en el agua jabonosa.

3: Salir tal cual, empapada y contoneándome (por dar una buena imagen en el caso alguno de mis compis se asome). Y seguramente tropezarme, además de dejar un reguero de agua en el parquet.

4: Tomar prestada la toalla de uno de ellos, que sí están colgadas en el baño. Pero ¿no es una cosa demasiado personal? ¿En plan como usar el cepillo de dientes de otro? Y además, ¿cuál de los dos elijo?

5: Envolverme de mala manera en la toalla de manos y correr mucho.

Yo escogí... la más prosaica de todas. Pero, decidme, ¿qué haríais vosotros? Hale, a contestar.

lunes, septiembre 10, 2007

Padres desnaturalizados

Que tus padres se olviden de irte a buscar al colegio es, junto a que no vayan a verte jugar al baseball, lo peor que le puede pasar a un niño estadounidense según el cine: poni (y gordo) asegurado, señores.

En España no somos tan sensibles. O al menos mis hermanas y yo no lo somos, porque nuestros padres se olvidaron de nosotras en el cole un buen puñado de veces. Lo recuerdo como si fuera ayer: ahí las tres, esperando, con las monjas mirándonos con cara de pena.

Y no era como ahora, que todo el mundo tiene móvil… No. El padre o la madre desnaturalizado correspondiente salían de trabajar y hasta que no llegaban a casa no había forma de localizarlos. Tremendo.

Ellos, mis padres, aseguran que nunca sucedió, y estoy segura de que lo creen de buena fe, pero pasó. Un montón de veces. Y aunque en realidad son buenos padres y eso, una era de felicidad (y tranquilidad) comenzó para mí y mis hermanas el día que a mi madre le pusieron un “busca”.

En fin, que eso más que crearnos un poni nos ha hecho más independientes y autónomas. Yo estoy acostumbrada a viajar en metro sola desde los 8 años (que vale, que sí, que sólo eran tres paradas para ir a baloncesto los sábados por la mañana ).

El caso es que mi padre me pidió hace unos días que fuera a instalarles el nuevo ADSL y me dijo que me vendrían a recoger en coche (casapadres está en Las Rozas). Quedé en ir el viernes por la tarde/noche, a la salida de la radio, y así les instalaba el pack, me quedaba a dormir y al día siguiente pasábamos el sábado en familia. Mi madre dijo que el viernes estaría por Madrid hacia la hora que yo salgo (diez de la noche) y se ofreció a pasar a buscarme ella.

Llegó el viernes, dieron las 22:00 horas, y nada. A las 22:15 aún no había aparecido... y yo tuve un déjà vu. Para qué esperar más. Llamé al móvil de mi madre (bendito sea Nokia) y escuché el ruido de la TV de fondo.

-¡Hola, hija, ¿cómo estás?! Te he estado escuchando.
-Hola, mamá. ¿Dónde estás?
-En casa… ¡Ay! ¡Se me ha olvidado!

De momento, los he castigado a una semana más sin Internet.

viernes, septiembre 07, 2007

Los Chungos de Nuestra Vida: El Edipo

Seguimos con nuestra sección chungos con uno que venía con complementos: una madre. Anónima Forever, desde aquí te lo digo: menudo chungo, maja. Y ustedes, queridos lectores y commentaristas, disfruten del post y recuerden: esperamos sus chungos, chungas y chungays en quedateadormir@gmail.com.

Al principio creí que Edi era gay, pero como se dedicaba a llamarme a todas horas se me pasó esa primera impresión y su pesadez y sus racas me conquistaron. Además me ayudó a pasar de los mensajes suicidas de un chungo anterior psicópata.

A los dos días de empezar a salir me presentó a su madre, una señora muy agradable y cariñosa que en cuanto se enteró de que estaba con su hijo nos invitó a cenar con sus amigos y compañeros de trabajo. Durante esos primeros días conocí a toda la familia (ahora pienso que era una forma de demostrarles que el niño era hetero). Todos los días me invitaban a comer o a tomar café en su casa y pasábamos la tarde de los domingos viendo pelis en su sofá.

Yo estaba encantada, me parecía una tía super liberal que dejaba que su hijo y yo viésemos la tele abrazados e incluso le incitaba a que me hiciese mimitos (no de estos) para, a continuación, reclamar su parte. Yo no sospechaba nada, ni siquiera cuando se saludaban y se despedían besándose en la boca, ni siquiera cuando supe que dormían juntos, ni cuando me dijo que me amaba porque tenía algo que le recordaba a su madre. Estaba en Babia, abducida por tanta moñería babeaba por mi chungo y no me percataba de lo que ocurría en su siniestra mansión.

Un día la señora Bates se enteró de que su hijo y yo frinkábamos y ya nada fue igual. Cuando quedábamos, ella le llamaba y le exigia que volviera inmediatamente a su casa. Él la obedecía. Si nos veía juntos a mí me ignoraba mientras a él le abrazaba, manoseaba y besaba delante mío. Pasé a ser una pecadora causante de todos los males de la humanidad y solo por nombrarme montaba el numerito. Aquello a mí no me afectaba mucho, yo era la misma que le parecía tan mona antes de acostarme con su hijo, y al fin y al cabo salía con Edi y no con Yocasta, pero él cada vez estaba más raro.

Mi chungo sólo amaba a su madre, además de lo típico de "es la que mejor viste -cocina -habla -baila -besa -hace parapente", justificaba que nos tuviera manía a los que nos relacionábamos con él, y jamás se enfrentaba a sus decisiones. Conseguía hacer lo que le daba la gana sin llevarle la contraria, se buscaba excusas para quedar bien y que no sospechara que estábamos juntos. Era muy hábil mintiéndole a su madre, pero también observé que tenía esa facilidad para mentir a cualquiera: utilizaba a sus amigos para engañarla, me ponía a mí como excusa para disculparse con sus amigos y echaba la culpa a su madre para quedar bien conmigo. Además de Edipo era un mentiroso profesional.

Después de varios plantones porque Yocasta requería su presencia inmediata, y de unas cuantas escenas en las que él se transformaba y me lanzaba frases de su madre (que me hacían sentir como una cucaracha americana), un día le pillé una trola de las gordas y puse fin a aquello. Que no me diréis que no era un poco chungo.

jueves, septiembre 06, 2007

Vuelta al cole

No sé si habrá algún fricazo por ahí que de pequeño esperara con impaciencia el 15 de septiembre, pero desde luego ése no era mi caso. Las vacaciones molan. Volver al cole significa que lo bueno se acaba. Y punto.

Me ponían mala los anuncios de la pu*a vuelta al cole. Desde mediados de agosto (toma regalo de cumpleaños) la tele se llenaba de niños abrigadísimos y extrañamente felices (¿estarían drogados? no, mejor: ¡estarían drogados!) porque empezaba el colegio, se acababa el verano (y el calor) y los días se iban a hacer más y más cortos.

Era como algo personal: ¿De verdad pretenden estos tíos que nos traguemos que la vuelta al cole “es guay”?, pensaba yo. Y no entendía cómo no nos echábamos a la calle todos los que estábamos en edad EGB para prender fuego a todos los Cortes Ingleses y Galerías Preciados del país.

Este año los anuncios lo venden como un cuento de hadas. Los niños superabrigados llevan gorros de gnomo y coronas, y sonríen cual maníacos desde un bosque encantado. Título, “La Vuelta al Cole”. Subtítulo, “Vuelve la Ilusión”. A mí me dan ganas de gritar. Hoy vuelvo al trabajo y sospecho que padezco un caso agudo de noquieritis.

No es para tanto, ya lo sé, si una vez metida en la dinámica el cole estaba hasta bien… pero el cambio de estado de inactividad a colegio era el horror el horror. Por no mencionar que en mi cole de las monjas llevábamos “baby” hasta octavo: una tor-tu-ra.

Lo único que lo hacía un poco llevadero era el mogollón de libros y de material escolar nuevo. Creo que me voy a comprar una caja grande de Plastidecores.
Y posiblemente también unos rotuladores Carioca. Que va a ser un septiembre duro.

martes, septiembre 04, 2007

Vecinos músicos

Qué bonita es la música... y que asco es tener un vecino músico. Los vecinos músicos no tocan: ensayan y eso significa oír la misma melodía repetida hasta la saciedad.

En mi casa tenía una vecina a la que le dio por el piano: se compró un piano y se apuntó al primer curso. No sé qué clase de profesor tuvo, pero la única canción que escuché a través del tabique fue una: Cruela de Vil. Eso sí, repetida mil veces durante dos años (repitió curso). La pobre vecina se atascaba siempre en el mismo sitio y lo único que yo escuchaba eran los acordes correspondientes a "Cruela de viiiil, cruela de viiiil... naná, naná, naná, naná... plonc" y con ese "plonc" se acababa la melodía. Después de estar dos años escuchando lo mismo y el mismo error, yo tenía ganas de bajar a su casa y acabar la maldita canción con la puñetera nota correcta. Pero antes de que me entrara el ataque de locura definitivo, ella abandonó y ahora tiene el soporte para tapetes y chuminadas más caro del barrio.
Este verano he sufrido a otro de mis vecinos músicos, éste en la casa de mis padres. Cuando era pequeña, mi vecino empezó a aprender a tocar el violín. Y, ¡Dios, qué mal suena el violín hasta que se aprende a tocar bien! Cuando después de muchos años de sufrimiento vecinal el señorito había aprendido a tocar bastante decentemente, va y... ¡digievoluciona en batería de rock! Ahora ensaya con sus tambores y con mucho ímpetu, usualmente a la hora de la siesta, con lo cual te acuerdas de su familia y del desgraciado que puso unas baquetas en sus manos por primera vez. Al menos mi madre ya lo tiene asumido:
Misia: jo, que pesado, ya está otra vez el de la batería.
Madre: sí, y siempre toca lo mismo.- que mi madre fuera una experta distinguiendo ritmos de percusión me desconcertó.
Misia: ¿Qué siempre toca lo mismo?
Madre: Sí, siempre hace el mismo ruido.
Aunque ahora que lo pienso, seguramente mis vecinos pensarán lo mismo de mí y de mis crótalos. Y es que, después de dos años de Cruela de Vil, ha llegado la venganza en forma de cacharrería oriental.

lunes, septiembre 03, 2007

Mil y un usos del tomate tunecino

Mi novio es el ser más caluroso sobre la faz de la tierra, así que nuestras primeras vacaciones juntos han sido una prueba de amor: hemos pasado una semana en la –según dicen– mejor playa de Túnez, en un hotel fantástico en medio de la nada al lado de un pueblecito de pescadores.

Pero como había sombrillas y hamacas, y el pueblecito resultó ser también el puerto pesquero más importante del país (lo que significa que nos hemos puesto morados de pescado ¡y gambas!)... pues mi amó estuvo más feliz que una perdiz.

El pueblecito estaba tan apartado de todo que no hemos ido a Cartago, ni hemos dormido en el desierto, ni hemos llegado a Tatooine, ni hemos comprado baratijas concurridísimos zocos… esas cosas típicas que hacer en Túnez. Básicamente nos hemos bañado, hemos tomado el sol, hemos bebido tés, hemos paseado por Mahdía y hemos descansado. Y además, en Túnez me he reencontrado con los tomates de mi infancia: rojos, carnosos y con olor y sabor intensos a tomate.

En el buffet del hotel nos los han servido preparados de mil maneras diferentes: Tal cual (sin aliñar), en ensalada, asado, relleno, con queso, a la plancha, salteado con berenjena, salteado con calabacín, en milhojas (tomate-queso-berenjena-queso-tomate-queso-berenjena)… Hubo un día que comí tomates en el desayuno, en la comida y en la cena.

Y entonces, una tarde… me picó una medusa. La cosa fue así: nadaba yo por las aguas cristalinas cuando noté como si un millón de dientecillos diminutos se clavaran en mi tobillo. Y otra vez. Y otra. Y otra. Llamé a mi amó pidiendo ayuda.

Él vino raudo, intrépido y valeroso, y echó un vistazo a mi pie, que enrojecía y se hinchaba por momentos. No había marcas de dientes ni sangre ni heridas: ¡tenía que ser una medusa! Pero tampoco había medusas a la vista… ¡no vimos ni una en toda la semana! Lo que sí vimos fue un puñetero tentáculo enredado en mi tobillo con varias vueltas. Dolía. Au.

Mientras yo me acordaba de los antepasados de la medusa y le deseaba una muerte lenta y dolorosa, mi novio –heroicamente y sin pensar en su propio bienestar– se dispuso a liberar mi pie del tentáculo urticante. Por suerte se acababa de poner protección solar factor 25 de ISDIN con “anti-medusas” y los restos de crema que aún había en sus manos cumplieron su misión y la cosa esa no le picó. (Sí, yo también me había untado del mismo potingue, pero ya hacía horas… y no repetí la dosis antes de bañarme). Salí del agua dolorida y cojeando.

En mi tobillo aparecieron multitud de marcas rojas. No dejaba de escocer.

Yo pensaba en Friends y en la cara que pondría la gente (*)… al final preguntamos en recepción si tenían algo que calmara el picor sin tener que recurrir a fluidos corporales… y me dieron dos tomates.

Yo conocía la aplicación del tomate como ingrediente en recetas de cocina... También leí hace mil años en la Ragazza que va muy bien ponérselo en el cutis para luchar contra las pieles grasas… y también oí una vez que sirve para refrescar la piel víctima de las quemaduras solares. Bueno, pues tomen nota, señores: contra las medusas también funciona.

Veamos el balance de agosto:

EN NEGATIVO: Me ha picado mi primera medusa chispas.

EN POSITIVO: He descansado de mi jefe habitual, he dirigido mi primer programa para el cual recluté a un equipo espectacular, me he escapado unos días a la playa en plan viaje de amor para desconectar del todo, he desconectado… y aún me quedan un par de días de vacaciones (empiezo el jueves). Ha sido un buen verano, señores.

PD: Por cierto, dos gallifantes al que adivine lo que es una "chorba frik".

(*) Ey, que lo del pis es broma y tal: no lo intenten en sus casas, que dice la wikipedia que si te pones orina escuece más.